Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De la conversión de la Samaritana
Llegó Cristo cerca de Samaria y sentóse a descansar junto a un pozo, a
donde llegó una mujer de Samaria a sacar agua: trabó pláticas con ella y la
convirtió a su servicio, la cual volvió a la ciudad, y dio noticia de Cristo
Señor nuestro. Vinieron muchos de ella y le reconocieron y se convirtieron, y
estuvo dos días con ellos, enseñándoles
la doctrina del cielo.
Punto I.- Pon los ojos en Cristo fatigado y sudado, rendido del trabajo
del camino, y mírale sentado junto a un pozo, esperando a quien hacer bien.
Considera cuántas fatigas le han costado los pecadores, y cuántas ha padecido
por ti, buscándote tantos años y tú huyendo de su servicio; y acércate a
aliviarle y darle algún descanso, ofreciéndole tu alma y tu vida, cuanto vales
y eres, para emplearte todo en su servicio.
Punto II.- Considera la plática que traba con esta mujer perdida, para
recuperar su alma, desvelándose en su bien, cuando ella estaba más descuidada de
él; y considera aquellas palabras en que le pone delante el premio de la vida
eterna. El que bebiere de esta agua
tendrá sed otra vez; pero si bebiere
del agua que yo le diere, no tendrá sed eternamente. Coteja los bienes y
gustos temporales de este mundo, que son agua salobre de pozo hondo, que cuesta
mucho trabajo, y bebidos no quitan la sed, antes la aumentan, porque el que más
tiene más quiere, y crece la sed de ellos al paso que ellos crecen; pero los
eternos se alcanzan fácilmente con la gracia de Dios, y quitan la sed de todo
lo temporal y terreno. Pondera la locura grande del mundo ciego, que tanto
interés pone en buscar lo terreno, caduco y perecedero, y tan olvidado está de
lo celestial y eterno. Ahonda en este pensamiento y llora tu ceguedad pasada, y
pídele gracia al Señor para vivir con desengaño, despreciando lo temporal y no
codiciando más que los bienes eternos.
Punto III.- Mira cómo se admiraron los discípulos de que hablase Cristo
con una mujer, porque no lo acostumbraba, y aprende a recatarte y a no tener familiaridad con
ellas por ningún pretexto; oye aquellas palabras de boca del Salvador; mi manjar es hacer la voluntad del que me
envió; porque como en el manjar está el gusto y el sustento, así estaba
también el de Cristo en hacer la voluntad de Su Padre que era buscar las almas
perdidas por el pecado y reducirlas a su servicio; este debe ser el tuyo, si
quieres imitar a Cristo.
Punto IV.- Considera el gozo de esta mujer con la luz que Cristo le
comunicó, porque no cabiéndole en el pecho, fue a predicarle a voces a la
ciudad, la cual se movió por sus palabras a buscar a Cristo, y la que era
reclamo para los vicios, se trocó en predicadora de la virtud; y muchos se convirtieron por ella con indecible gozo
de aquella ciudad. ¡Oh Cristo mío! Grande es vuestra bondad y grande vuestra
sabiduría, pues con una palabra trocáis los corazones más duros en hijos de
Abraham, y a los pecadores en santos, y a los que escandalizan el mundo en
ejemplares y edificativos, que le convierten con sus obras y palabras como esta
pecadora. Si buscaís las almas perdidas, aquí está la mía, que es la más
perdida de todas: Pésame que os cueste fatigas, y para que no os canséis más en
buscarla, viene a vuestros pies a buscaros a Vos, rendida y arrepentida de la
vida pasada; recibidla Dios mío; alumbradla y encendedla en el fuego de vuestro amor, para que os sirva y
alabe eternamente como esta pecadora convertida.