Meditación
Por P. Alonso de Andrade
De la doctrina del
Evangelio
Enseña Cristo en el Evangelio el orden que debemos guardar en la
corrección fraterna, mirando siempre por el buen nombre de nuestros prójimos, y
enseña también que los debemos perdonar cuantas veces pecaren contra nosotros,
por muchas que sean, y la fuerza que tiene la oración de muchos concordes y
unidos con caridad, que alcanzan lo que piden de la Majestad de Dios.
Punto I.- Considera el cuidado que Dios pone en guardar la honra del
prójimo, pues ni para corregirle, permite que se divulgue su pecado, sino antes
ordena que le amonesten en secreto, para que de esta manera se corrija y no se
menoscabe su opinión, y aprende a mirar en todo y por todo, por la honra de tus
prójimos, como por la tuya propia, pidiendo al Señor gracia para cumplir sus
santos consejos.
Punto II.- Considera que, como dice San Juan Crisóstomo, Cristo dio este
consejo para medicina de nuestras llagas, que se curan con la corrección, que
nace de verdadera caridad y deseo del bien del prójimo; de lo cual debes sacar
dos cosas: la primera amonestar con prudencia y caridad a tus hermanos en sus
faltas, para que se enmienden; en especial si te toca como a prelado, o
predicador o superior, con quien especialmente habla, como siente San Agustín,
y con esta medicina los ganarás para Dios. La segunda recibir tú la corrección
cuando te la dieren, como medicina recetada de la mano de Dios nuestro Señor
para la salud de tu alma, aceptándola con humildad, rendimiento y deseo de tu
enmienda. Entra en cuenta contigo, y mira cuántas llagas y cuántos siniestros
perseveran en ti, por no haber usado esta medicina de la fraterna corrección,
ni aceptándola como debes; y si recibes la medicina del cuerpo con hacimiento
de gracias, mucho más debes recibir la del alma como más importante.
Punto III.- Considera lo que dice Cristo, que a donde se juntan dos o
tres en su nombre, allí está en medio de ellos, y que si oraren con un corazón
y sentimiento, alcanzarán cuanto pidieren, en que como enseña San Hilario,
encomienda la unión y caridad, y nos da a entender cuánto puede para con Dios,
pues pone su silla y hace su morada, como dice el santo, en medio de los que
están unidos y concordes, sin enemistades ni disensiones de diferentes
pareceres, pídela del Señor y procura alcanzarla a costa de cualquier
diligencia.
Punto IV.- Considera lo que dice San Jerónimo, que estos dos, de quien
dice el Salvador que si consintieren entre sí en nombre suyo, estará en medio
de ellos, son el espíritu y la carne, opuestos desde su principio; los cuales
si se perdieren esta oposición, y consintiere la carne en todo y por todo con
el espíritu, sujetándose a sus leyes y viviendo conforme a ellas, vendrá Dios a
morar entre los dos; conforme a lo cual pon todo tu estudio en sujetar tu carne
al espíritu, y vivir conforme a las leyes de él, mortificándola y macerándola
hasta que pierda los bríos y los desordenados apetitos, para que seas digna
morada del Señor; pídele su favor para conseguir esta victoria, que Él te la
dará y vendrá a ti, y te enriquecerá de los bienes celestiales.