Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De la doctrina del Evangelio.
El Evangelio contiene un razonamiento que tuvo Cristo con los judíos, a
quienes dijo que no le podían seguir, porque estaban en pecados, en los cuales
morirían; y finalmente que cuando le levantasen de la tierra le conocerían,
pues su ceguedad no les daba lugar para que le conociesen entonces.
Punto I.- Considera que, como dice Orígenes, en estas palabras que dijo
Cristo a sus enemigos: Yo me voy, les
amenazó el mayor castigo que les pudo dar, que fue apartarse de ellos y
dejarlos en pena de su dureza, porque habiéndoles predicado tantas veces, no le
creyeron. Tiembla de que te dé a ti semejante castigo, mira tu vida, considera
cuántas veces te ha predicado, unas por sí mismo hablándote interiormente, y
otras por medio de sus predicadores, y cuán duro está tu corazón y que no
parece le acabas de creer, y teme no se vaya y te deje como a éstos por ingrato
y desconocido; clama y detenle, pidiéndole que no te castigue tan rigurosamente;
dile con David: No te apartes con ira de
tu siervo, no me dejéis Señor, antes aniquiladme que os apartéis de mí.
Punto II.- Considera lo que dice luego Cristo: que morirán en su pecado,
porque así como en poniéndose el sol, todo queda en tinieblas, así retirándose
Dios queda el alma en las tinieblas de la culpa, y en el ocaso de la muerte;
malo es vivir en pecado, pero la suma desdicha es morir en él; esta pena da el
Señor a los que no le reciben cuando viene a ellos. ¡Oh alma mía, considera qué
pena es esta que no tienen comparación con ella todas cuantas hay criadas! Y
pide al Señor que no te castigue con tal pena dejándote morir en tu pecado;
mira cuál es el que te detiene y sal de esa cadena antes que llegue la muerte y
te halle preso en ella.
Punto III.- Considera lo que el
Salvador añade: a donde yo voy, no podéis
venir vosotros, no porque les faltase potestad para venir, si quisieran
convertirse, sino porque como dice San Agustín, Cristo caminaba a la gloria, a
donde ellos no podían ir en pecando, en el cual permanecían por su obstinada
voluntad. ¡Oh alma mía! Mira no caiga sobre ti esta sentencia: sal de la culpa,
si quisieres seguir a Cristo y entrar con Él en su gloria, mira cuánto te
importa; pídele que te admita en su gracia, y que te lleve consigo a donde
estés siempre con Él.
Punto IV.- Concluye Cristo diciendo: que le conocerían cuando le
levantasen de la tierra, lo cual, como explica San Agustín, dijo por los que
habían de creer en Él, en su Pasión, viéndole morir con tan grande paciencia y
conformidad con la voluntad de su Padre, que le dio a conocer por Hijo de Dios
a los hombres; dale mil gracias por la luz que nos dio, puesto como antorcha
resplandeciente en el candelero de la Cruz. Contempla las virtudes que ostentó
en ella, por las cuales declaró al mundo que era Hijo de Dios; mira los muchos
que por ella se convirtieron, y vuelve los ojos a ti mismo, y mira si das tú
testimonio de que eres Hijo de Dios por gracia, con la paciencia, humildad,
mansedumbre, caridad y conformidad con la voluntad de Dios en todo lo que te
sucede. Procura de aquí en adelante mirarte en este espejo y corregir tu vida y
rendirte a su voluntad para ser digno discípulo suyo y contado entre los hijos
de Dios.