Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
Del endemoniado mudo a quien Cristo sanó.
Lanzó Cristo de un hombre al demonio que le tenía mudo; se admiraron unos y murmuraban otros, diciendo
que en virtud de Satanás lanzaba los demonios; otros le pedían milagros, y el
Salvador con modestia les probó cómo en virtud del Espíritu Santo echaba los
demonios, y exclamó una mujer de la turba y le dijo: bienaventurado el vientre
que te llevó, y la leche que mamaste; y Cristo respondió: bienaventurados son
los que oyen la palabra de Dios y la practican.
Punto I.- Considera los efectos que hace el pecado en el alma; pues como
dice San Beda, este endemoniado que sanó Cristo fue símbolo del pecador, del
cual dicen otros evangelistas que no solo estaba mudo, sino sordo y ciego y
poseído del demonio, que son efectos que hace el pecado en el alma,
ensordecerla para que no oiga la palabra de Dios; cegarla para que no la
conozca, ni vea su daño; y enmudecerla para que no confiese su culpa, ni alabe
a Dios, y hacerla esclava de Satanás: estas calamidades te vendrán con el
pecado si le das lugar en tu alma, y por
tanto cóbrale sumo aborrecimiento y haz un propósito firme delante de Dios de
morir mil muertes antes que pecar; y si te remuerde la conciencia de alguna
culpa grave, pídele a Cristo que tenga misericordia de ti como la tuvo de este
endemoniado, y que te libre de su tiranía, y te de oídos para oírle, ojos para
conocerle, lengua para bendecirle y gracia para servirle.
Punto II.- Considera cómo murmuraron de Cristo porque hizo este milagro,
librando del poder de Satanás a este hombre; porque aunque hagas milagros no te
han de faltar murmuradores. Atiende a la paciencia y mansedumbre con que el
Señor llevó esta murmuración. Aprende cómo la has de llevar tú cuando te vieres
murmurado y envidiado de los hombres. Mira qué poco hay que fiar de sus
juicios, y no estimes más de los de Dios,
a quien suplica que te de paciencia y mansedumbre para portarte como debes en
estas contradicciones que Él te envía para aumento de tu corona.
Punto III.- Considera aquellas palabras del Salvador: Todo el reino que está dividido será
destruido; y hasta el mismo infierno, si hay en él divisiones, se
destruirá. La paz es hija de Dios, y la discordia de Satanás; huye esta y
procura aquella para que no caigas en eterna perdición. Pide a Dios que te de
gracia para ser ángel de paz y tenerla con todos, procurando establecerla entre
tus hermanos.
Punto IV.- Considera el valor de aquella devota mujer, que a vista de
los enemigos de Cristo, y oyéndolos ellos, levantó la voz y le dio mil
alabanzas cuando le vituperaban, sin temer su indignación, y aprende a tener
valor para no cobardear por ningunos respetos humanos en el servicio de Dios, y
para declararte por suyo y volver por su honra cuando le vieres ultrajar. Ten
empacho de que una mujer tenga más pecho y ánimo que tú para romper con el
mundo y volver por la honra de Dios, y resuélvete a servirle y defenderle y
procurar su gloria y su honra, a pesar de todos sus enemigos, ofreciendo para
esto tu sangre y tu vida, si fueren menester para su santo servicio.