Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De la doctrina del Evangelio
Entró Cristo en el templo, y viéndole profanado de los que vendían y
compraban los animales para los sacrificios, los lanzó de él, haciendo azote de
su cíngulo, diciéndoles que no hiciesen casa de contratación la que era de
oración; y aunque se le opusieron algunos, otros muchos creyeron en él, viendo
las maravillas que obraba en confirmación de su doctrina.
Punto I.- Considera el respeto que se debe a los templos de Dios que son
casas de oración y pídele gracia para reverenciarlos y respetarlos como debes.
Punto II.- Considera el celo santo de Cristo, que no dudó de castigar
por su propia persona a los que profanaban el templo de Dios, echándolos por
fuerza de él porque no salían de grado y con ellos a sus ganados; porque no
permite en su casa los que no se le sacrifican, como dice Santo Tomás. Aprende
de su celo el que debes tener en mirar por la casa de Dios, y pues te ha traído
a ella, mira que no viniste a comprar, ni a vender, ni a atesorar riquezas
temporales, sino a sacrificarte a su Divina Majestad con todos sus deseos y
apetitos. Ofrécete en holocausto en olor de suavidad, y el Señor te recibirá y
te conservará en su casa, y si no teme no te castigue como a éstos, lanzándote
de ella rigurosamente.
Punto III.- Considera que todos somos templos vivos de Dios en quien
puso su imagen, y quiere ser adorado y servido. Pon la mano en tu pecho, y mira
si viniera Dios al templo de tu alma, hallaría a quien echar de él, como halló
en el templo material de Jerusalén, y no esperes a que tome el azote y te
castigue como a aquellos, sino anticípate tú, purificando tu alma de todo lo
que puede desagradar a Dios. Despide los cuidados superfluos de las cosas
terrenas, y no trates más que de las celestiales.
Punto IV.- Considera que viendo esta acción del Salvador, unos le
contradijeron, y otros creyeron en Él, para que no te acobardes si hallares
contradicciones en las obras que emprendieres del servicio de Dios; persevera
con paciencia, que al cabo experimentarás su gracia y serán más los que te
sigan y ayuden, que los que te hacían contradicción. Pídele al Señor que te de
celo santo de su honra, y gracia para perseverar en su servicio, y no rendirte
a las contradicciones de los hombres.