Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
Del milagro que hizo Cristo dando de comer a cinco mil
personas con cinco panes y dos peces
Punto I.- Considera cómo los pueblos seguían al Salvador, atraídos de la
dulzura de su doctrina y olvidados del sustento de sus cuerpos por recibir el
de sus almas, y el Señor les dio el uno y el
otro abundantemente cumpliendo su palabra, que a los que buscan primero
el reino de Dios, les dará todo lo
temporal que necesitaren. Aprende a seguir a Cristo Señor nuestro, a olvidar lo
temporal por conseguir lo eterno, que si dejas esto por esto otro, sin duda lo
perderás todo, y si sabes confiar en Dios se doblarán los temporales y
alcanzarás juntamente los bienes temporales y eternos.
Punto II.- Considera la piedad de Dios, cómo en levantando los ojos y
viendo la necesidad de la gente que le seguía, sin ser rogado de alguno, luego
se movió a misericordia y trató de remediarla. Aprende, pues, del Señor a tener
piedad de los pobres y socorrer a los miserables viendo su necesidad, pues está
escrito que los que tienen misericordia con otros, la alcanzarán de Dios para
sí propios.
Punto III.- Sigue a Cristo por
aquel desierto y serás uno de sus convidados. Mira cómo toma el pan en sus
manos, y cómo da gracias a su Eterno Padre, y cómo lo bendice, parte y reparte,
dándolo de sus manos a los discípulos y de estos al pueblo, que estaba sentado
por su orden. Mira la benignidad del Señor, la gracia y afabilidad con que mira
a todos, el gusto con que les da el sustento, y el que ellos tienen con el que
reciben de sus manos. Gózate de tener tan buen Padre, alégrate de su
generosidad y providencia; aprende a tener agrado con todos, generosidad y
limosna con los pobres; y no te apartes de la mesa sin recibir de su mano
un bocado de pan.
Punto IV.- Considera cómo mandó el Salvador recoger las sobras del
convite, y de tan corta vianda se hallaron doce canastas, después de haber
comido cinco mil personas; las sobras mandó dar al niño que había traído los
panes y los peces. ¡Oh gran maravilla del Altísimo y virtud de la limosna, que
aumenta con estas creces los bienes del cuerpo y del alma! Aprende a confiar en
su grandeza y a dar limosna de los bienes que te diere, y a servirle sin temor
de que te falte nada de cuanto hubieres menester; y por último, considera cómo
quiso el pueblo coronar a Cristo por rey, y huyendo de esta dignidad se retiró
al monte solo, dando ejemplo a los hombres de huir de las dignidades y de no
recibir recompensa por el bien que hicieren.