Traducir

jueves, 28 de julio de 2016

OBEDECER A DIOS ANTES QUE A LOS HOMBRES: Mártires Cristeros





Los Cristeros tenían de la guerra, y de la persecución que la causó, una idea mucho más teológica que política. Conocían bien, en primer lugar, el deber moral de obedecer a las autoridades civiles, pues “toda autoridad procede de Dios”, pero también sabían que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”, cuando éstos hacen la guerra a Dios. Veían claramente en la persecución del gobierno una acción poderosa del Maligno.

  Ezequiel Mendoza, por ejemplo, consideraba a los gobernantes de su patria “endiablados callistas, masones y protestantes malos, que sólo buscan las comodidades del cuerpo y la satisfacción de sus caprichos en este mundo engañador y no creen que los espera un infierno de tormentos eternos, pobres murciélagos que se creen aves y son ratones”.

  Y decía: “¡Ay de los tiranos que persiguen a Cristo Rey, bestias humanas de las que nos habla el Apocalipsis! Todos debemos tener muy presentes las bienaventuranzas de que nos habla Nuestro Señor Jesucristo: pobreza de espíritu, lágrimas de contrición, justa mansedumbre, hambre y sed de justicia, misericordiosos, de corazón limpio, pacificadores… queriendo defender la honra y gloria de Aquel que murió desnudo en la Cruz… en medio de dos ladrones… que no quiso someterse al poderoso de la tierra… de quien resucitó de los muertos el tercer día y que, porque nos ama, nos dejó por Madre a su propia Madre”.

  La teología del martirio en los Cristeros no es menos rica que la de los primeros siglos, aunque muchas veces vaya en clave de humor. “¡Qué fácil está ganarse el Cielo ahorita, mamá!”, decía el joven Honorio Lamas, que fue ejecutado con su padre. “Hay que ganar el cielo ahora que está barato”, decía otro.

  Norberto López, que rechazó el perdón que le ofrecían si se alistaba con los federales, antes de ser fusilado dijo: “Desde que tomé las armas hice el propósito de dar la vida por Cristo. No voy a perder el ayuno al cuarto para las doce”.

  La muerte tranquila de los Cristeros, con frecuencia después de terribles tormentos, impresionaba siempre a los federales. Morían perdonando y gritando ¡Viva Cristo Rey! Y el pueblo guardaba sus palabras, recogía su sangre, enterraba sus cuerpos, acudía en masa a sus funerales, cuando eran posibles, en protesta silenciosa y como un acto de confesión de fe en Cristo.

  El 29 de julio de 1926, muere fusilado en la ciudad de Puebla el primer mártir: José García Farfán. En su tienda tenía un gran letrero que decía: “¡Viva Cristo Rey! ¡Cristo vive, Cristo reina, Cristo impera! ¡Sólo Dios no muere ni morirá jamás!”.

  Su delito fue no haber quitado el letrero. De madrugada, con el pretexto de llevarlo a una cárcel pública, en el camino, simulando un ataque, lo mataron.

  Al momento de fusilarlo, y antes de dar la orden de disparar, el jefe del pelotón lo provocó:
  -¡A ver cómo mueren los católicos!
José García, sin vacilar, y apretando el crucifijo contra su pecho, gritó:
  -¡Así! ¡Viva Cristo Rey!

Los Mártires Cristeros de México

Sermón Padre Ruíz 10o Dom desp de Pentecostés (2016 07 24)





FIDELIDAD CATÓLICA MEXICANA

sábado, 23 de julio de 2016

CONFIANZA EN DIOS: “El Señor me conduce, nada me faltará”



El Señor me conduce, nada me faltará”.

   Nuestra actitud personal ante el problema de la Providencia, debe reducirse a una confianza sin reservas en Dios.

   Para nosotros, cristianos, tener confianza no significa, como tantas personas piadosas imprudentemente se imaginan, tener por seguro que Dios dará oídos a nuestro deseo, considerar como imposible que nuestras oraciones resulten vanas según nuestro punto de vista, sugestionarnos para no dudar de ello…  Tener confianza en  Dios quiere decir fiarnos de Él, dejarle hacer lo que juzgue bueno para nosotros, sacrificarle nuestras certezas, admitir, que nosotros nos engañamos, a despecho de lo que nos parece evidencia fulgurante.

   Tú murmuras quizá: yo  ruego  a  Dios. En mi desgracia, me he confiado a Él de todo corazón, y no pasa nada, nada cambia, ¡todo permanece implacablemente igual!

   Y no tienes una fe bastante intrépida para concluir: luego Dios quiere en efecto dejar las cosas como están, juzgando infaliblemente que así es como están de acuerdo con mis verdaderos intereses y como concurren a su plan providencial… Esta misteriosa inmovilidad, esta sorda continuación de la prueba, esta ausencia de Dios, al menos aparente –porque ya veremos lo que encierra su bienhechora actividad- he ahí, me atrevo a decir, la respuesta formal que la Providencia quiere dar por el momento a tus oraciones. Pero convengamos en que, para aceptar esta respuesta, te hace falta quizá una confianza singular.

   Sin la confianza así entendida, el cristiano será tan frágil en su fe como la casa edificada sobre arena, cuando se levanta la tempestad, sus convicciones religiosas no resistirán ni a los choques de la vida, ni a las decisiones divinas; sus esperanzas se desplomarán arrastrando consigo los apoyos de su falsa confianza. No quedará más que un cristiano desengañado, descontento y huraño, que contempla la ruina de sus convicciones más bellas; un cristiano sacudido en su fe, que comienza ahora a dudar de Dios, y que decidirá pronto renunciar a esa cosa inútil y engañosa que se llama oración.
   Pero si confía en Dios, el cristiano sabrá aguantar los retrasos sin impaciencia, y soportar las decepciones sin rebelarse. En Dios, a quien siempre cree clarividente y paternal, encontrará siempre razones para calmarse. Por su parte, Dios se complace frecuentemente en recompensar la fidelidad de los suyos, descubriéndoles, antes de lo que esperaban, la explicación de sus pruebas.

   Muchas veces, un rayo de luz ha herido de improviso nuestra alma; y hemos podido reconocer que nuestro duro camino era una senda divina. ¡Hora bendita en la que se descubren las largas industrias de la Providencia! ¡Hora feliz en la que nuestro corazón ha exclamado: así tenía que ser, y yo no lo sabía! ¡Dios tenía razón! ¡Gracias, Señor, gracias por haber permitido para mí esa prueba! Era menester que pasase por ella para ganar el bien que ahora poseo. Hoy lo veo. ¡Dónde estaría yo si Vos hubieseis cedido a mis súplicas, si Vos me hubieseis librado, como os lo pedía, de lo que yo llamaba una desgracia!... Vos estábais allí. Vos me asistíais en la prueba. Ya no hay para mí soledad, por más profunda que me parezca. Es todas partes me véis, a todas partes me seguís, en todas partes me sostenéis y en todas partes suben y descienden alrededor de mí, los Ángeles invisibles, mensajeros de vuestras gracias.

   Juntar humildemente las manos en las horas de desgracia; aguardar sin saber cuándo ni cómo vendrá, el socorro que deberíamos recibir sin retraso; estar seguros que allí está el Padre celestial y que su Providencia, tan encantadora con los pajarillos, es mil veces más rica, aunque oculta, para sus hijos queridos; no dudar ni siquiera cuando todo está perdido, cuando todo está sombrío y anegado en tristeza; confiar filialmente a Dios el cuidado de sacarnos del apuro; dejarle la elección de la hora y los medios, sin imponerle la nuestra; tener una larga e inquebrantable confianza en su bondad: tal es la doctrina que el Salvador ha legado a la humanidad dolorida.

EL CRISTIANO ante la PROVIDENCIA

Paul Dohet, S.I.

viernes, 22 de julio de 2016

LA VERDADERA LUCHA



A los católicos:

 La contrarrevolución, en unión a la  misión de la Santa Iglesia Católica, luchan  por la salvación de las almas. 

Nuestra principal arma es la Fe, la Verdad, porque la verdad es la que nos hace libres, la verdad es Nuestro Señor Jesucristo, la vida del alma, la Verdad esta en el justo medio, en la virtud.

 "Misericordia y firmeza doctrinal no pueden subsistir más que unidas; separadas una de la otra ambas mueren y no dejan más que dos cadáveres: el liberalismo humanitario con su falsa serenidad y el fanatismo con su falso celo. Se ha dicho: "La Iglesia es intransigente en los principios por que cree, pero es tolerante en la práctica porque ama. Los enemigos de la Iglesia son tolerantes en los principios por que no creen, e intransigente en la práctica porque no aman". Garrigou  Lagrange.

"La suma intransigencia católica es la suma caridad católica . Y porque hay pocos intransigentes, hay en el día pocos caritativos de veras. La caridad liberal que hoy está de moda es en la forma de halago y condescendencia y cariño; pero es en el fondo el desprecio de los verdaderos bienes del hombre y de los supremos intereses de la verdad y de Dios. El liberalismo es pecado". Don Félix Sarda y Salvany.

La firmeza en los principios y misericordia con las personas son signo de los verdaderos católicos a ejemplo de Cristo Rey, que siendo todo poderoso, y sabiendo que por Su justicia no podría venir a nosotros, por el pecado original, y el pecado actual muy graves, ofensa infinita a Dios que ningún hombre podría pagar, y nos hace merecedores de la condenación eterna, infierno, se abajó por su misericordia hasta nuestra miseria,  Mateo 9, 12. Al oír El esto, dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. 13. Mas id, y aprended lo que significa: "MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO"; porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores a penitencia.

Se hizo una nada para salvarnos, para restaurar lo que habíamos perdido por el pecado original, se hizo pobre, pequeño, para que los que están en la verdad, en su lugar con respecto al Creador, los pobres los pequeños, los humildes que reconocen su nada se acercaran a El,   y nos dice: Mateo 11:28 "Venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviaré". 

Hoy día  partiendo de lo que dijo nuestro señor Jesucristo, que casi no habrá Fe en la tierra cuando el regrese Lucas 18,8. esto a causa de la gran apostasía en el Templo de Dios. 2 Tes. 2. la cual ha producido la adúlteracion de la verdad y todo esto la caída en todos los males posibles. 

La gran mayoría de las personas son víctimas de la apostasía en que los llamados a hacer el bien, unos cambian la verdad y los otros callan por "Prudencia", por un espíritu materialista que piensa que la Fe se mantiene sólo por formas y actitudes externas, y no reconocen que la Fe es Dios y el es el que salva, por eso no podemos callar la verdad, por que ella es la que nos hace libres. Como dijo Don Columba "La verdad en el espíritu y la virtud en el corazón". donde esta una esta la otra,  esta es un explicación a esta gran crisis, y la fuerza que a cogido el mal, el vicio, la herejía,  las sectas, es por ocultar la verdad, y los grandes culpables son los que están llamados a llevar la buena nueva del Reino de Cristo y no lo hacemos. 

Por eso nos toca imitar a Nuestro Señor en la obra de la redención, hacernos una nada, aceptar nuestra miseria, no andar como los falsos tradicionalistas buscando honores y ufanándonos de puros, salvos, como los fariseos, la verdadera Fe esta en la actitud del publicano, esa  es la realidad,  eso es estar en orden, en el lugar de la criatura, y enseñar a los demás ha hacerlo, a humillarnos, reconocer nuestra nada, como el rey David. 

Contra la falsa hipocresía, la fe afeminada de niños bonitos,  y por otro lado los fanáticos que quieren quitarle la cabeza a todos los paganos como lo hiceron los protestantes y lo hacen los judíos Sionistas con los gentiles, esta es la fe dialéctica de los Católicos tradicionales de hoy.  Imitemos a San Pablo, 2 Corintios 12:9  "y me respondió: Bástate mi gracia, porque el poder mío brilla y consigue su fin por medio de la flaqueza. Así que con gusto me gloriare de mis flaquezas o enfermedades, para que haga morada en mi el poder de Cristo."

Firmeza en los principios, porque la verdad es una y es la que salva, es Jesucristo y no tiene mancha. Misericordia, porque es la que mueve a la Verdad, al Salvador a bajar hasta nuestra miseria, es el medio, es la cruz que El nos da cuando aceptamos con humildad nuestra miseria y nos abajamos a nosotros mismos. Todos necesitamos de misericordia, incluyendo a Judíos,  cubanos, africanos, modernistas, protestantes, musulmanes, drogadictos, homosexuales, porque son presa del demonio del materialismo dialéctico, de la hermenéutica de la continuidad, el modernismo y sus cabecillas.

Es deber de caridad enseñar la verdadera fe y la verdadera doctrina, la verdadera Fe pura y sin mancha,  la terrible justicia Divina, la verdadera misericordia que viene a nosotros si reconocemos y confesamos nuestras faltas, como dijo Don Columba Marmion:  Lo que más atrae la misericordia de Jesús, es nuestra miseria reconocida, confesada y presentada a los ojos de Cristo. San Francisco de Sales: "Cuanto más nos sentimos miserables, más debemos confiar en la misericordia de Dios, Porque, entre la misericordia y la miseria, hay una relación tan grande que una No puede hacerse sin la otra."

 "No hay duda de que la Santidad divina tiene tal horror al pecado, que su Justicia se ve obligada a castigarla con penas espantosas; pero, precisamente por eso, la Misericordia de Dios se conmueve más por ésta que por todas las otras desgracias que pudieran herirnos. Si se le mira por el lado de la pena que merece, el pecado es la pérdida de Dios, lo cual es el mal supremo y verdaderamente la miseria absoluta. ¿A dónde ha de ir la misericordia más grande, sino a la más grande miseria? Esta es la razón por la cual la Misericordia Divina se mueve por sí misma, con el fin de que el pecador se arrepienta, tenga confianza, obtenga el perdón y se salve." Jose Tissot 

La verdadera misericordia es la cruz, en la cual El, él Buen Pastor  se abajo hasta nuestra miseria y la tomó como suya y en ella con el precio de su vida y de su Preciosa Sangre, pagó nuestra deuda infinita por la ofensa a Dios , venció al demonio, al pecado y a la muerte, y en ella Reina,  nos purifica, nos hace hombres nuevos, hijos de Dios y herederos del cielo y nos une a su Sagrado Corazón, paciente y de mucha misericordia. 

"El es el trono de la misericordia donde los más miserables son los mejor recibidos, con tal que el amor represente el abismo de miseria en que yacen". Santa Margarita Maria de Alacoque.

Anónimo

Sermón Padre Ruíz 9o Dom Desp de Pentecostés 2016 07 17





FIDELIDAD CATÓLICA MEXICANA

lunes, 18 de julio de 2016

FOTOS DEL PRIORATO DE LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS, MARIA Y JOSÉ (Fidelidad Católica Mexicana)








ANIVERSARIO DEL PADRE HUGO RUÍZ







BENDICIÓN DEL PRIORATO










DOMINGO DE RAMOS EN LA CD DE MEXICO






JUEVES Y VIERNES SANTO



















VIGILIA PASCUAL











" YO ESTARÉ CON VOSOTROS SIEMPRE HASTA LA CONSUMACIÓN DE MUNDO" (San Mateo 28:20)

"Y LAS PUERTAS DEL INFIERNO NO PREVALECERÁN CONTRA ELLA" (San Mateo 16:18)

DEO GRATIAS












viernes, 15 de julio de 2016

CATECISMO DEL LIBERALISMO (3a Parte)



LEER CATECISMO DEL LIBERALISMO 1a PARTE

LEER CATECISMO DEL LIBERALISMO 2a PARTE



 52.- ¿Podría poner ejemplos de otros derechos? El perezoso que no trabaja y que por lo mismo nada posee, no tiene derecho de propiedad; por el contrario, el que por su trabajo, o el de su padre tiene una propiedad, en ella tiene derecho.
  El ignorante o el desmoralizado, no tienen derecho de enseñar, y tampoco tienen derecho de escribir en los periódicos.
  Ni el malvado ni el ignorante tienen derecho a ser elegidos gobernadores, diputados, etc.

  53.- Según lo dicho ¿qué debe juzgarse del sufragio universal? Que es la mentira universal, como la llamó el gran Pío IX.

  54.- Volviendo a la igualdad ¿cuáles son las aplicaciones que de su principio hace el liberalismo? Tres principales.

  55.- ¿Cuáles son? Primero, igualdad entre la verdad y la mentira (v.g. tolerancia de cultos).
Segunda, igualdad entre el trabajo y la holgazanería (v.g. sufragio universal, liquidación social, etc.).
Tercera, igualdad entre los clérigos y los legos (v.g. la ley contra los fueros, etc.).

  56.- ¿Qué decís de ellas? Que destruyen totalmente los principios cristianos.

  57.- ¿Qué cosa es fraternidad? Amar al prójimo como a sí mismo, por amor de Dios.

  58.- ¿Por qué añadís diciendo: por amor de Dios? Porque no puede haber fraternidad si no hay hermanos, ni puede haber hermanos si no hay un padre común a todos ellos.

  59.- ¿Y esta es la fraternidad que proclama el liberalismo? No, pues el liberalismo tiende en todo a separarse del verdadero Dios.

  60.- ¿Pues en qué consiste la fraternidad liberal? Difícil sería decirlo porque el liberalismo, dondequiera que existe trae consigo persecuciones, matanzas, y aun como en Francia la guillotina; y a veces incendios como en París, y a veces destrucciones de fábricas como en Bélgica, etc. etc. Además de las persecuciones a sus contrarios, elliberalismo es esencialmente anárquico, como dijo el eminente liberal D. Melchor Ocampo que lo conocía muy bien, y en efecto, nunca los liberales han dejado de destruirse mutuamente, como los Jacobinos y Girondinos en Francia y para no ir muy lejos, como los Juaristas, los Lerdistas y los Porfiristas en México, que se fusilaban entre sí.

  61.- Pero algo han de querer significar con su principio de fraternidad.-  Puede creerse que su fraternidad consiste en unir en un interés común a todas las sectas, a los partidos todos contra la Iglesia.

  62.- Entonces, ¿cómo se pudiera formular la fraternidad liberal? De este modo: Fraternidad con todos, menos con el Catolicismo, fraternidad de todos contra el Catolicismo.

  63.- Y prácticamente ¿cumple con este programa? Ya lo estamos viendo en México: aunque el protestantismo, por lo que tiene de religión revelada es contrario al liberalismo, este sin embargo lo llama, lo sostiene y lo protege, sólo porque es contrario a la Iglesia de Dios.

  64.- ¿En qué consiste el progreso? Habiendo hecho Dios al hombre perfectible, y siendo el mismo Dios su último fin, el progreso consiste en perfeccionar al hombre, acercándolo más y más a Dios.

  65.- ¿Cómo se puede definir el progreso? Los adelantos tanto en el orden moral como en el intelectual y en el  material subordinados unos a otros según lo exige la naturaleza humana.

  66.- ¿Cómo es esa subordinación? Subordinando los intereses materiales a los intelectuales, y unos y otros a los morales.

  67.- Y el progreso liberal ¿en qué consiste? En olvidar el fin sobrenatural del hombre, en aumentar los goces materiales, y en hacer creer al hombre que la tierra es su patria.

  68.- ¿Pues qué, no es nuestra Patria aquel país en el cual nacimos? Eso es otra cosa. Así como decimos, y decimos verdad, que Dios es nuestro Padre, y no por eso dejamos de honrar a nuestro padre terreno que nos dio el ser, del mismo modo, sabemos que el cielo es nuestra verdadera Patria, y no por eso dejamos de amar a la nación donde vimos la luz, y aún de sacrificarnos por ella, como lo han hecho tantos héroes cristianos.

  69.- ¿Pudieráis explicar más esto? Decimos que la tierra no es nuestra patria, para significar que en ella estamos solo de paso, y que todas nuestras acciones en este mundo, han de tender a la consecución de nuestro último fin en cual está en el cielo; pero no decimos que en la tierra no tengamos una Patria, que es aquella nación en la cual nacimos, y a la cual por voluntad de Dios, debemos amar y defender.

  70.- ¿De modo que el patriotismo es una virtud cristiana? Si lo es, y así se explica lo que venimos diciendo, pues cumpliendo con los deberes que Dios nos impone para con la Patria, que  Él mismo quiere que tengamos en la tierra, practicamos una virtud, es decir, hacemos méritos para llegar a nuestra Patria eterna.

  71.- Decid algo más sobre esto.- Que los deberes hacia nuestra patria terrenal, son un medio, y el fin es conseguir nuestra patria celestial. Por esto no se dice que el cielo es nuestra única Patria, sino que es nuestra verdadera Patria.             

CONTINUARÁ

lunes, 11 de julio de 2016

CONFIANZA EN DIOS SIN RESERVAS



El Señor me conduce, nada me faltará”.

   Nuestra actitud personal ante el problema de la Providencia, debe reducirse a una confianza sin reservas en Dios.

   Para nosotros, cristianos, tener confianza no significa, como tantas personas piadosas imprudentemente se imaginan, tener por seguro que Dios dará oídos a nuestro deseo, considerar como imposible que nuestras oraciones resulten vanas según nuestro punto de vista, sugestionarnos para no dudar de ello…  Tener confianza en  Dios quiere decir fiarnos de Él, dejarle hacer lo que juzgue bueno para nosotros, sacrificarle nuestras certezas, admitir, que nosotros nos engañamos, a despecho de lo que nos parece evidencia fulgurante.

   Tú murmuras quizá: yo  ruego  a  Dios. En mi desgracia, me he confiado a Él de todo corazón, y no pasa nada, nada cambia, ¡todo permanece implacablemente igual!

   Y no tienes una fe bastante intrépida para concluir: luego Dios quiere en efecto dejar las cosas como están, juzgando infaliblemente que así es como están de acuerdo con mis verdaderos intereses y como concurren a su plan providencial… Esta misteriosa inmovilidad, esta sorda continuación de la prueba, esta ausencia de Dios, al menos aparente –porque ya veremos lo que encierra su bienhechora actividad- he ahí, me atrevo a decir, la respuesta formal que la Providencia quiere dar por el momento a tus oraciones. Pero convengamos en que, para aceptar esta respuesta, te hace falta quizá una confianza singular.

   Sin la confianza así entendida, el cristiano será tan frágil en su fe como la casa edificada sobre arena, cuando se levanta la tempestad, sus convicciones religiosas no resistirán ni a los choques de la vida, ni a las decisiones divinas; sus esperanzas se desplomarán arrastrando consigo los apoyos de su falsa confianza. No quedará más que un cristiano desengañado, descontento y huraño, que contempla la ruina de sus convicciones más bellas; un cristiano sacudido en su fe, que comienza ahora a dudar de Dios, y que decidirá pronto renunciar a esa cosa inútil y engañosa que se llama oración.

   Pero si confía en Dios, el cristiano sabrá aguantar los retrasos sin impaciencia, y soportar las decepciones sin rebelarse. En Dios, a quien siempre cree clarividente y paternal, encontrará siempre razones para calmarse. Por su parte, Dios se complace frecuentemente en recompensar la fidelidad de los suyos, descubriéndoles, antes de lo que esperaban, la explicación de sus pruebas.

   Muchas veces, un rayo de luz ha herido de improviso nuestra alma; y hemos podido reconocer que nuestro duro camino era una senda divina. ¡Hora bendita en la que se descubren las largas industrias de la Providencia! ¡Hora feliz en la que nuestro corazón ha exclamado: así tenía que ser, y yo no lo sabía! ¡Dios tenía razón! ¡Gracias, Señor, gracias por haber permitido para mí esa prueba! Era menester que pasase por ella para ganar el bien que ahora poseo. Hoy lo veo. ¡Dónde estaría yo si Vos hubieseis cedido a mis súplicas, si Vos me hubieseis librado, como os lo pedía, de lo que yo llamaba una desgracia!... Vos estábais allí. Vos me asistíais en la prueba. Ya no hay para mí soledad, por más profunda que me parezca. Es todas partes me véis, a todas partes me seguís, en todas partes me sostenéis y en todas partes suben y descienden alrededor de mí, los Ángeles invisibles, mensajeros de vuestras gracias.

   Juntar humildemente las manos en las horas de desgracia; aguardar sin saber cuándo ni cómo vendrá, el socorro que deberíamos recibir sin retraso; estar seguros que allí está el Padre celestial y que su Providencia, tan encantadora con los pajarillos, es mil veces más rica, aunque oculta, para sus hijos queridos; no dudar ni siquiera cuando todo está perdido, cuando todo está sombrío y anegado en tristeza; confiar filialmente a Dios el cuidado de sacarnos del apuro; dejarle la elección de la hora y los medios, sin imponerle la nuestra; tener una larga e inquebrantable confianza en su bondad: tal es la doctrina que el Salvador ha legado a la humanidad dolorida.
EL CRISTIANO ante la PROVIDENCIA
Paul Dohet, S.I.
     
  


viernes, 8 de julio de 2016

Vladimir Putin¿estadista cristiano o cínico bolchevique? Segunda Parte





Hijitos, ésta es la hora postrera y cómo habeis oído que está para llegar el anticristo, os digo ahora que muchos se han hecho anticristos, por lo cual conocemos que esta es la hora postrera.
1 SAN JUAN 2:18

jueves, 7 de julio de 2016

Vladimir Putin ¿estadista cristiano o cínico bolchevique? Primera parte.





Hijitos, ésta es la hora postrera y cómo habeis oído que está para llegar el anticristo, os digo ahora que muchos se han hecho anticristos, por lo cual conocemos que esta es la hora postrera.
1 SAN JUAN 2:18

martes, 5 de julio de 2016

TRATADO DE LA CONFIANZA CRISTIANA CONTRA EL ESPÍRITU DE PESIMISMO Y DESCONFIANZA Y CONTRA EL TEMOR EXCESIVO (2a Parte)





IV. Es un estorbo para el espíritu de recogimiento.

   1. El reconocimiento a las gracias que se han recibido, es obligación esencial de la devoción. Pero este reconocimiento supone necesariamente el conocimiento de las gracias y misericordias de Dios; y no puede ser vivo y activo, sino a proporción de lo que lo es el sentimiento que tiene de las gracias y misericordias recibidas: y este sentimiento nunca es vivo en un alma que tiene poca confianza en Dios. No se atreve a prometerse que recibirá mucho en adelante: y aún no se atreve a creer que ha recibido mucho en el pasado. Y con semejante disposición, ¿cómo los efectos de reconocimiento podrán ser vivos y capaces de hacer sobre su corazón profundas impresiones.?

   2. Si se le presenta algunas veces lo grande de las misericordias que Dios le ha hecho, y se le obliga a que las confiese, no por eso su reconocimiento se hace mas vivo y mas activo. Su esperanza, siempre débil y trémula, apenas le permite creer que es mas dichosa, o esta mas favorecida de Dios. Se siente como movida a creer, que todas estas grandes gracias no servirán sino para hacerla mas desgraciada, y para traer sobre sí mas rigurosa condenación: y estas reflexiones casi destruyen en ella la experiencia de las misericordias de Dios y el espíritu de reconocimiento; lo cual es un nuevo estorbo para el espíritu de oración, y para otras nuevas gracias que Dios le hubiera comunicado; “porque la ingratitud, dice san Bernardo, es un viento abrazador, que seca el manantial de las gracias, e impide que corran hacia nosotros”

V. Es un estorbo para el amor de Dios.

   1. Lo que disminuye tan fuertemente el sentimiento de las gracias y misericordias de Dios, enflaquece necesariamente el amor a este Señor. No se puede amar a Dios sino mientras nos parece amable; y no nos parece amable, sino a proporción de los que loa bienes que hemos recibido y esperamos recibir, nos parecen grandes, y hacen mayor impresión en nuestro corazón. No hay ningún cristiano tan desesperado que rehúse el amar a Dios; si pudiere persuadirse de que Dios lo ama y que le ama tanto, que quiere llegar a hacerlo eternamente participante del trono y reino de su Unigénito Hijo. Pero nadie puede amar sino se cree amado, si se cree desechado, si no tiene consuelo de agradar con su amor. Todo el fundamento de la virtud depende del amor; pero el mismo amor depende absolutamente de una viva persuasión de que Dios nos ama. Con que es menester ante todas estas cosas establecer en nuestro corazón esta viva persuasión, como el fundamento inmutable de toda devoción. Así el apóstol san Juan nos representa a todos los cristianos como unas personas convencidas de que Dios nos ama. “Nosotros hemos reconocido, dice en nombre de todos, y creemos el amor que Dios nos tiene.”

2. Pero no puede fijar en el entendimiento una verdad de tanto consuelo como esta, tan esencial para la devoción. Nos entretenemos en discurrir en lugar de creer. Todos, cuando les preguntan, dicen con la boca que creen; y hay mucho menos de lo que se piensa que estén íntimamente persuadidos de esto. Traemos en el fondo de nuestro corazón un principio íntimo de incredulidad, de perplejidad, de timidez, de desconfianza; y aún no hay persona alguna que se purifique enteramente de esta levadura.

   3. Nos dejamos seducir con este discurso tan ordinario: ¿Cómo hemos de creer ser tan participantes de la caridad y misericordia de Dios, cuando no vemos en nosotros mismos sino tinieblas, insensibilidad y una miseria tan universal y profunda que no podemos sufrir nosotros mismos? Pero los que así hablan, ¿reflexionan que contradicen públicamente a la Escritura, la cual nos enseña, que Dios nos amó primero antes que encontrase en nosotros nada que fuese digno de su amor? “El amor de Dios hacia nosotros, dice san Juan, consiste en que no somos nosotros los que hemos amado a Dios, sino que Él mismo nos amó primero” San Pablo tiene gran cuidado de hacernos reparar, que Dios hizo brillar su misericordia con nosotros en el tiempo mismo en que éramos pecadores e impíos. El amor de Dios no supone nada amable en lo que ama; porque su amor es del todo gratuito y no tiene otro origen ni otro fundamento que una purísima misericordia.

   4. El amor de las criaturas es débil e indigente: siempre supone bondad en el objeto que ama y no lo produce; busca en las criaturas algún bien y con esto procura suplir alguna cortísima parte de su indigencia y de sus urgencias. Más como este amor es impotente, no puede mudar la naturaleza y calidades de los objetos: pero el amor de Dios es infinitamente rico e independiente de sus criaturas. Voz sois mi Dios, dice el profeta, porque no necesitas de mis bienes. Nuestro amor no puede hacerle mas dichoso. Encuentra en la infinita plenitud de su ser y sus perfecciones una soberana felicidad, que no puede tener aumento alguno, así como no puede padecer ninguna disminución. Dios nos ama porque quiere amarnos, porque es caridad, porque es la bondad y la misericordia misma; y no es necesario buscar otra razón de su amor. Como este amor omnipotente, no supone bondad en el objeto que ama sino que la produce en nosotros y con nosotros en el grado que quiere.

   5. Creemos , pues, que Dios es todo amor; que nos amó no obstante nuestra corrupción y nuestra indignidad. Reconozcamos y creamos, como san Juan nos lo ordena, la caridad que Dios nos tiene y empezaremos a estar penetrados de reconocimiento, de confianza y amor. No opongamos nuestra insensibilidad a nuestra confianza; contrapongamos, sí, nuestra confianza a nuestra insensibilidad. Nuestra dureza nos hace dudar que somos amados. Creámoslo y no seremos ya duros e incrédulos. Trabajemos sin cesar en destruir en nosotros estas raíces secretas que han infectado a los hombres; las que jamás enteramente se arrancan del corazón de los fieles; que hacen la fe mas lenta y menos viva; que suspenden las actividades de la esperanza y que son un preparado venenoso contra la caridad, la cual saca toda su fortaleza y su vida de aquella persuasión en que estamos de que Dios nos ama y quiere ser amado de nosotros. Conozcamos bien cuanto perjudica a nuestro amor para con Dios una esperanza débil y tímida; que no adelantaremos en este amor sino cuanto aumentemos la confianza de ser amados del Señor. No opongamos nuestras indisposiciones a nuestra esperanza, como si fuera preciso tener disposiciones perfectas para esperar, y como si estuviera en poder del hombre darle primero una cosa a Dios, y ofrecerle lo que no se haya recibido de su bondad enteramente gratuita. Siempre se ha de empezar afirmándose en esta esperanza; y con ella empiezan las disposiciones necesarias, mas grandes en unos, mas imperfectas en otros. Y muy distante de oponerse la necesidad de estas disposiciones a la esperanza; por el contrario, con la esperanza se ha de procurar alcanzarlas.