Traducir

jueves, 30 de junio de 2016

UNA LECCIÓN DE SAN PABLO



  Para esclarecer la confianza absoluta que debemos poner en la Providencia, recojamos aquí una lección memorable del Apóstol San Pablo.

  Confiesa bien alto: “Para que la excelencia de estas revelaciones no me envanezca, dice, se me ha dado un estímulo en mi carne, un ángel de Satanás me abofetea, para librarme del orgullo”.

  No explica en qué consiste esta espina o púa. Lo cierto es que el Señor apretaba a su gran apóstol, con un freno misterioso, que le debía mantener en la modestia.

  Entonces hizo lo que nosotros hubiéramos hecho en su lugar, teniéndonos por avisados y prudentes delante de Dios.  “Tres veces, dice, he pedido al Señor que me libre”. A pesar del fracaso de sus oraciones anteriores, insiste en su demanda, ruega y defiende su causa cerca de Dios, tan seguro y convencido como estaba de que no oraba más que por el bien del Evangelio.

  Poco bastaría para que a nosotros nos pareciese leer aquí un capítulo de nuestra propia historia. También nosotros sufrimos o hemos sufrido alguna prueba física o moral, como una espina clavada en nuestra alma. También nosotros hemos suplicado a Dios que ponga fin a nuestro mal. Al principio teníamos una confianza tranquila en que Dios nos escucharía; no dudábamos del efecto de una oración tan buena y tan aceptable. ¡Ah! Y no nos fijábamos en que muy frecuentemente nuestra confianza descansa no en la bondad de Dios, sino en la bondad que atribuimos a nuestras razones. Pensamos que Dios no sería sabio si no se rindiera a nuestros motivos personales.  Nos parecería una irritante injusticia que Dios no nos escuchara. Por eso nos armamos de una confianza intrépida y consciente. Ahora bien, lo que nosotros llamamos con ese nombre no es más que la certeza de obtener lo que tan razonablemente le pedimos y como se lo pedimos; mientras que la confianza cristiana, es el crédito dado a Dios por un alma que se entrega de antemano  a su  disposición superior…

  Somos, pues, nosotros, los que decretamos de qué manera debe Dios respondernos; si nuestras súplicas no obtienen efecto, nuestra buena fe murmura y se impacienta por el retraso. Insistimos. Tres veces, diez veces volvemos a la carga, suplicamos al Señor que nos libre, aun cuando nos debería parecer que por fin su voluntad ha decidido dejarnos en la prueba.

  Probablemente, también San Pablo hubiera continuado por mucho tiempo sus insistencias, si Dios no las hubiese detenido un día con su autoridad. Al final del tercer conato, se produjo en aquella crisis un hecho decisivo: “El Señor, dice textualmente el Apóstol, me hizo entender: mi gracia te basta. Sufficit tibi gratia mea”.

  ¡Respuesta admirable de Dios a las llamadas reiteradas de su criatura! ¡Palabras fulgurantes y verdaderamente divinas! Nótese bien que el Señor no ha cortado duramente la oración de su Apóstol, diciéndole: Basta, no me importunes más, es inútil, yo soy el Señor, y he resuelto no oírte, sométete a la fuerza de mi voluntad como es tu deber… Responde, sin duda, con una negación definitiva, pero con cuatro palabras que corroboran a fondo la fe del hombre probado. Has recibido mi gracia, le declara, ella te basta, no te preocupes de lo demás. Y aun añade esta razón cuya divina trascendencia brilla y cuyo misterio debe calmar todas las aprensiones humanas: “En la debilidad(se sobreentiende de los instrumentos que yo empleo)se manifiesta enteramente mi fuerza”. 

Fe, humildad, confianza: volvemos a encontrar las virtudes fundamentales que la Providencia exige siempre de aquellos a quienes conduce.

  La lección que el Señor había dado entonces a su apóstol iba a servir para la formación de las generaciones cristianas. Todas estas podrían en adelante comprender que las oraciones no se pierden en el vacío, como a veces lo quieren hacer creer las apariencias. Oramos, y parece que Dios está lejos, distraído o desdeñoso. Continuamos orando a pesar de todo, igual que el Apóstol, quien, al ponerse por tercera vez a orar, bien debió pensar que Dios no le escuchaba. Queremos persuadirnos de que Dios acabará por dejarse ganar, pero nosotros somos los que acabamos por renunciar, con el corazón irritado o desengañado.  Y comienzan horas amargas… Y, durante este tiempo, la Providencia también parece en cierta manera conmovida. Habiendo pesado las necesidades y los intereses del infortunado, ha provisto a ellos desde toda la eternidad con diligencia y con amor. “Mi gracia te basta”, afirma el Señor: gracia que se ha recibido ya, como una respuesta inmediata durante la oración. Ella nos ha sido dada no como la primera moneda que se encuentra y arroja a un mendigo importuno, si no exacta, adaptada y en la medida que conviene a nuestra miseria. Y, puesto que Dios juzga que ella nos basta, ¿por qué creemos nosotros tener que pedir alguna cosa? Así, pues, no se había terminado aún nuestra oración, y ya la mano invisible de la Providencia había reunido y repartido sobre nosotros todos los socorros eficaces.

  Comprendámoslo: detrás de los silencios de Dios se esconde una acción amplia, profunda, misteriosa, que se sirve de la prueba misma bajo la cual gime el hombre. Detrás de las inmovilidades de Dios, se desarrolla todo un plan y comienza a dibujar sus líneas. Dios se dignó, es verdad, levantar un poco el velo al Apóstol. Le hizo comprender, pero sin precisar más, que su enfermedad, lejos de constituir un obstáculo, no haría sino hacer brillar más el poder interno del Evangelio, si este era predicado en condiciones tan precarias. Este es un nuevo misterio, tan desconcertante, tan impenetrable como el precedente, pero un misterio que el cielo esclarecía, como todos los que nos propone la religión.  Sin embargo, ante esta razón oscura, el Apóstol se hubiera podido negar a someterse al incumplimiento de su legítimo deseo.

  Se dirá, quizás, que habiendo oído a Dios que le habla, le era mucho más fácil conformarse con sus disposiciones, y que si nosotros tuviéramos la dicha de recibir, en nuestras ansiedades, una seguridad tan formal, no seríamos menos diligentes que él.  Pero nunca la voz de Dios ha llegado a nuestros oídos; jamás hemos oído la palabra clara que conforta; jamás lo sobrenatural se ha manifestado cerca de nosotros. Y cuando oramos, nos sentimos siempre terriblemente solos.

  Ahora bien, nada nos obliga a creer que Pablo tuviese conciencia de recibir, a la tercera vez, como él dice, una revelación directa. Hasta es probable, ya que ésa es la manera habitual de Dios, que fuese simplemente iluminado por una luz súbita del espíritu, como nos sucede a nosotros frecuentemente en el momento de la oración o en el curso de nuestra vida. De repente, sin que nadie lo haya provocado, surge en nuestro corazón el pensamiento de que un cristiano debe fiarse de Dios en la prueba. O bien, leemos por casualidad un texto de la Escritura como el que ahora comentamos… La buena inspiración es la respuesta del Señor. Es la gracia divina y nosotros la rechazamos… El Apóstol tuvo el mérito de una fe pronta. Él puso fin a las súplicas. 

Toda la confianza que antes había puesto en la esperanza de curarse, la volvió hacia esta gracia que ya poseía, y que no podía comprender cómo le serviría para bien. Cambió su corazón. Pero no era de esas almas que se detienen a medio camino. Después de haberse afligido tanto tiempo con su miseria, no se contentó, ahora que conocía su precio, con aceptarla sin murmurar, sino que la bendecía alegremente, y llegó hasta amarla con una especie de orgullo. He aquí, en efecto, que para terminar exclama: “Me gloriaré en mis enfermedades, para que habite en mí la fuerza de Cristo”.  ¿Es este el sonido de una palabra humana? La alegría en el sufrimiento, el dolor radiante, el amor de la cruz: otras tantas paradojas, que hacen sonreír compasivamente a los espíritus fuertes, pero verdades ya familiares para el cristiano que tiene fe en la Providencia.

  ¿Puede haber un cristiano que desee todavía ser librado de su prueba, si puede creer que esta misma prueba suscita en él una gracia y labra en su vida algo divino? Sin duda nada sabemos nosotros, y la sumisión se nos facilitaría enormemente, si nos fuese dado colaborar con los designios de Dios a plan descubierto.  Hasta sería una alegría. Pero ¿Por qué querer siempre sustraerse del acto de confianza inevitable?... Bástenos saber que el Infinito ha concebido para nosotros una maravilla y que su gracia se ingenia en bordarla en el tejido de nuestra vida. Así trabajamos nosotros en este mundo, dóciles y sumisos a la voluntad de Dios, sin ver lo que El hace por medio de nosotros. Pero Él lo ve, lo sabe, Él, artista divino; y cuando, una vez acabada nuestra tarea, nos presente la obra de nuestra vida de trabajo y penas, nos extasiaremos en su presencia y le bendeciremos por haberse dignado aceptar nuestras débiles obras para colocarlas en las moradas eternas.

  San Ignacio de Loyola había ya anunciado la misma verdad: “Hay pocas almas, decía, capaces de comprender lo que Dios haría de ellas, si permitiesen a la gracia modelarlas a su gusto. Un tronco de árbol tosco e informe jamás sospecharía que puede llegar a ser una estatua admirable, la obra maestra de un escultor; de la misma manera, muchos que casi nada tienen de cristianos, están lejos de imaginar que llegarían a ser grandes santos, si no impidiesen a la mano del divino Artista darles la forma que desea”.

El CRISTIANO ante la PROVIDENCIA
Paul Dohet
(1947)             

DOMINGO VI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS: R. P. RAFAEL OSB




AVISO

NUEVA PÁGINA WEB DEL MONASTERIO BENEDICTINO SAN JOSÉ

viernes, 24 de junio de 2016

PROTECCIÓN DEL SEÑOR SAN JOSE (Las Glorias de San José)



                                                  

   Los doctores con sus consejos y los santos con sus ejemplos nos convidan a dirigirnos al Patriarca San José en todas las necesidades, en todas las aflicciones y en todas las desgracias, seguros de que seremos socorridos, consolados y favorecidos.

   Como dice San Bernardo, si Cristo Señor nuestro viviendo en la tierra prestó al Señor San José obediencia, sumisión y respeto como un hijo a su padre, ahora en el cielo no le niega estas cosas, sino que las cumple y perfecciona.

   San José está sentado en el cielo gozando de las inefables delicias que sus virtudes le alcanzaron, pero sí está seguro por sí, está como inquieto por nosotros, porque él no se desprendió de las entrañas de piedad dejando la carne mortal, ni se vistió de la estola de la inmortalidad para olvidarse de nuestra miseria y de su misericordia.

   El señor San José nos ama más ahora que antes y nos profesa una afición tan particular que la santa Iglesia, aprovechándose de ella, lo ha declarado protector de la Iglesia universal. Y el santo glorioso ¿qué es lo que hace? Continúa dispensando a sus protegidos toda especie de gracias y favores. Prueba de ello son los milagros y las gracias que oímos, vemos y leemos todos los días que se obran por su piadosa intercesión, de modo que nos sentimos movidos interiormente a exclamar ¿quién hay que habiendo acudido a San José en sus necesidades no hay sentido los saludables efectos de su poder? ¡Oh! Nadie.

   Por esto nos creemos autorizados para afirmar, que si el que está triste le pide consuelo, lo obtiene; si el atribulado le pide alivio, le alcanza, si el que está en peligro acude a él, le libra; si el enfermo le suplica la salud, se la otorga, si el justo le ruega le conceda la perseverancia en el bien y si el pecador le suplica, alcanza de él también la verdadera penitencia.

   En suma, San José favorece a todos sin distinción de edad, estado, ni condición, porque él es el protector de los niños, el abogado de los casados, el modelo  los sacerdotes, el amparo de las vírgenes y el consuelo de los enfermos.

Las Glorias de San José

R.P. José María Vilaseca

jueves, 23 de junio de 2016

ESTEMOS ALERTA A LOS DISFRACES DE LOS FALSOS TRADICIONALISTAS CATOLICOS EN LA SOCIEDAD ECLESIASTICA (“Falsis fratribus”: San Pablo).



NOTAS SOBRE LA REVOLUCIÓN EN LA IGLESIA
R. P. GIULIO MARIA TAM

   …La Revolución revela cada vez más su naturaleza satánica.

   …La Cristiandad es el único y verdadero Orden entre los hombres (León XIII, encíclica “Inmortale Dei”).

   Las tinieblas de hoy son el fruto del humanismo, del protestantismo, del liberalismo y del materialismo. (Pío XII).

   La concepción pagana es que la vida está hecha para gozarse. La concepción del catolicismo es que esta vida está hecha para merecer la vida futura. La vida es milicia.

   …había en el Concilio Vaticano II unas bombas de efecto retardado… tres… la colegialidad, la libertad religiosa, el ecumenismo (Monseñor Lefebvre).

   … fuera de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, no hay salvación ni perdón de los pecados (Bonifacio VIII, “Unam Sanctam”).

      León XIII, exhorta a los obispos a arrancar a los masones su máscara para que sean conocidos tales cual son.

   Son peligrosísimos enemigos de la Iglesia, aquellos que son minimizadores de la Revolución, sea por ingenuidad, ignorancia, falso optimismo o mala fe.

   Se llaman católicos liberales los imprudentes amantes de la conciliación… porque debilitan nuestras fuerzas  (Pío IX).

   Los verdaderos amigos del pueblo no son ni innovadores, ni revolucionarios sino tradicionalistas (San Pío X).

   … la Revolución es un instrumento de la justicia de Dios, para castigar nuestros pecados (José de Maistre).

   Como la revolución es satánica, la contrarrevolución será angélica o no la habrá; se trata de una renovación general del mundo entero.

   No nos volveremos a levantar sin la intervención divina que debemos pedir.

   Actualmente el mal triunfa; nuestra esperanza está toda en Dios, debemos pedirle el milagro. Nunca en el mundo acaecieron grandes sucesos sin que hayan sido preanunciados, ahora todo anuncia la intervención de María Santísima.

   … sobre las ruinas acumuladas por Satanás, Dios quiere restaurarlo de forma más admirable gracias a la intervención de María Santísima.

   Estamos alerta a los disfraces de los falsos tradicionalistas católicos en la sociedad eclesiástica: “falsis fratribus” (San Pablo).

   ¿Qué pretende el demonio, jefe de los enemigos? … seguramente la más universal perdición de las almas y para condenarse basta ser humanista.

   Es necesario regresar a la verdad teológica y confesarla a cualquier costo y consecuencia.

   O católicos o muertos.
   Los Ejercicios de San Ignacio son un antídoto a la mentalidad revolucionaria del humanismo.

   Es necesario volvernos indiferentes a todo, a la salud, a las riquezas, al honor mundano, a la longevidad… escogiendo únicamente lo que nos conducirá con seguridad a la meta por la cual fuimos creados.

¿No supieron conservar los hombres los hombres del siglo XV el deseo de la vida futura y el desprecio del mundo?

   Entonces, la Providencia permitió el inicio de la Revolución con el naturalismo neopagano del Humanismo.

¿No entendieron los hombres del siglo XVI, la lección?

   Dios permitió la Revolución religiosa: El Protestantismo.
¿No quisieron comprender, los hombres del siglo XVIII?

   Dios permitió la Revolución política y social, llamada “francesa”, con sus principios de muerte: la libertad, igualdad, fraternidad.

  Pero ¿se ha endurecido el intelecto y el corazón de los hombres? ¿No quieren regresar a Dios? Pues bien, Dios permitió en el siglo XX la explosión de la Revolución Comunista y sus exterminios… el divorcio, el aborto, la pornografía, la droga, etc.

   Pero el peor castigo que Dios nos reserva por nuestros pecados es el haber permitido que los principios de la Revolución entrasen oficialmente en la Iglesia con el Concilio Vaticano II.

   Hombres, ¿no queréis todavía comprender? ¿No queréis regresar a Dios? ¿Cambiar de vida?

   Si la Revolución es un proceso lógico, universal de descristianización y satanización, ¿Cuáles serán las etapas presentes y futuras?... la prostitución colectiva obligatoria…

   ¿Qué hacer?

   ¡Perdónanos Señor!
 

martes, 21 de junio de 2016

CARTA ABIERTA DEL PADRE OLIVIER RIOULT A MONS. TISSIER DE MALLERAIS



Publicamos la carta abierta del padre Olivier Rioult a mons. Tissier. Por alguna razón todavía no aparece publicada en los sitios "oficiales" de la "resistencia" hispano-parlante.  Consideramos su contenido muy importante. El acuerdo práctico, firma o prelatura es un simple formalismo, que no se ha logrado porque la ingeniería social de la FSSPX en sus fieles, todavía no ha sido exitosa. Es probable que hayan reacciones tardías. Mientras muchos esperan la tan inminente firma (3 años de espera), las traiciones a mons. Lefebvre y a la Iglesia Católica cada vez son mas evidentes. 

Tomamos la traducción de RADIO CRISTIANDAD. En francés original se encuentra en RECONQUISTA.

Remarcamos  una cita de la presente carta del P. Rioult:

"Poco importa que el acuerdo nunca tenga éxito. El simple hecho de aceptar el principio impío de una unión adúltera con los representantes de la revolución conciliar es suficiente para corromper el celo de los que sufren por la fe."







Monseñor,

En el pasado, le hemos confiado varias veces nuestras preocupaciones, y usted nos aseguró en repetidas ocasiones su decidida oposición a la política de Menzingen. Las cartas que hemos escrito a los cofrades, lamentablemente, siguen teniendo actualidad.

El 4 de mayo de 2012, hemos confiado una reflexión a diez cofrades sobre la política desviada del Superior General, reflexión que termina con las palabras de un obispo del Cætus Internationalis Patrum durante el Concilio Vaticano II:Cuando los jefes traicionan, los soldados toman la iniciativa…”

El Padre de Cacqueray me sancionó por esta iniciativa, pero precisó que lo hacía para no ser él mismo sancionado por Menzingen y así preservar su presencia en el Capítulo de julio de 2012.

El 28 de febrero de 2013, enviamos una “Carta a Monseñor Fellay” recordándole su deber en justicia de decir la verdad, de reparar las mentiras y de retractar los errores”; carta que terminaba con este deseo: que la historia” no lo recuerde como el hombre que desfiguró y mutiló la Fraternidad Sacerdotal San Pío X”.

El 21 de noviembre de 2013, en una carta a los sacerdotes del distrito de Francia, hemos puesto de manifiesto:

La contradicción entre un Monseñor Fellay, que dijo: sea cual sea el acuerdo, ¡no habrá compromisos! Nos quedamos tal como somos”, y un Monseñor Lefebvre, que afirmó que, en caso de acuerdo, no es suficiente decir: nada ha cambiado en la práctica…”
La contradicción entre un Monseñor Fellay, que dijo, en relación con unretorno de la Tradición a Roma”es muy difícil decir por dónde comenzará…”y un Monseñor Lefebvre, que respondió: cuando me preguntan cuándo habrá un acuerdo con Roma, mi respuesta es sencilla: cuando Roma vuelva a coronar a Nuestro Señor Jesucristo. El día en que ellos lo vuelvan a reconocer nuevamente rey de los pueblos y de las naciones, no será a nosotros que se habrán unido, sino a la Iglesia Católica en la cual permanecemos… No somos de esta iglesia conciliar, que tiene de menos en menos de la Iglesia Católica, prácticamente nada más.”

El 22 de agosto de 2015, en una carta a los cofrades, citábamos una reflexión de Tixier Vignancour sobre De Gaulle” que puede adaptarse a Fellay”Si eres gaullista e inteligente, no eres sincero. Si eres gaullista y sincero, no eres inteligente. Si eres inteligente y sincero, no eres gaullista”, también recordándoles que el establecimiento de esta “iglesia conciliar”, imbuida de los principios de 1789, los principios masónicos respecto de la religión y de las religiones, respecto de la sociedad civil, es una impostura inspirada por el infierno para destruir la religión católica, su magisterio, su sacerdocio y el sacrificio de Nuestro Señor” (Monseñor Lefebvre, Itinerario espiritual).

Todos estos documentos están disponibles en el sitio de lasapinière.info
Hoy en día, es a usted a quien me dirijo.

En una larga entrevista, concedida a laportelatine (21 de marzo de 2016), usted afirma, en dos pequeñas frases asesinas, que la política romana” de Monseñor Lefebvre, y ésto hasta su muerte”, habría sido que la Fraternidad Sacerdotal San Pío X sea de nuevo canónicamente reconocida”, incluso por pontífices”que escandalizan” por sus “errores”, y que Monseñor Lefebvre nunca ha planteado, como condición para nuestro nuevo reconocimiento por Roma, que Roma abandone los errores y las reformas conciliares. Incluso si él dijo algo así, nunca lo habría hecho, porque ésta nunca había sido su línea de conducta, su estrategia con la Roma modernista”.


Usted viene, por lo tanto, finalmente, de aceptar el principio que justifica la política de Monseñor Fellay. ¿Por qué tal renunciación? No soy yo quién lo condena, sino usted mismo, porque es suficiente leerlo.

Comencemos por su Entrevista de 2008 a The Angelus, después de los 20 años de episcopado: La libertad religiosa y los derechos del Hombre han destruido por completo el Reinado Social de Cristo. Estamos viviendo la gran apostasía de la cual habla San Pablo […] La verdadera Fe, el verdadero magisterio, los sacramentos no bastardeados: todo ésto está en la Fraternidad. Por todas partes hay una mezcla llena de compromisos, a causa del liberalismo y de la debilidad de espíritu. La Iglesia paralela es la nueva Iglesia de Vaticano II.

Respecto de aquellos que están dispuestos a unir sus fuerzas con Roma, aliándose con institutos cuyo estado canónico es más “regular” en el seno de la Iglesia”, su respuesta fue: Estas pobres personas son liberales y pragmáticos. Ellos están seducidos por las sonrisas de la gente del Vaticano. Se trata de personas que estaban cansados del largo combate por la Fe […]. Pero este combate va a durar todavía treinta años. Así que no busquéis la “reconciliación”, sino ¡combatid! […] Monseñor Rifan tuvo el cerebro bien lavado, antes de ser “reconciliado”. Él mantiene la Santa Misa tradicional, pero no combate más contra la nueva misa, la libertad religiosa, y así sucesivamente. Las comunidades Ecclesia Dei han sido silenciadas y han aceptado guardar silencio. Este fue el precio de su “reconciliación”. Por lo tanto, Monseñor Lefebvre tenía toda la razón cuando decía que sólo los obispos totalmente católicos y completamente libres, libres de la influencia liberal de Roma, podrían trabajar por el bien de la Iglesia en espera de la conversión del Papa.

Luego se le preguntó: ¿Cuáles son, según su opinión, los mayores retos a los cuales la Fraternidad y los fieles deberán enfrentarse en los próximos años?”. He aquí vuestra respuesta: En primer lugar, nuestra perseverancia en rechazar los errores del Concilio Vaticano II. En segundo lugar, la fuerza de nuestro rechazo de toda “reconciliación” con la Roma ocupada…”
Continuemos con vuestra entrevista a Rivarol, el 13 de junio de 2012: Este proyecto “de oficialización” de la FSSPX me deja indiferente. No lo necesitamos y la Iglesia no lo necesita. […] Se querría poner nuestra luz bajo el celemín por nuestra integración en el orbe conciliar. Este estatuto que nos proponen de prelatura personal, análoga a la del Opus Dei, es un estatuto para un estado de paz. Pero ahora nos encontramos en un estado de guerra en la Iglesia. Sería una contradicción querer “regularizar la guerra”… La irregularidad no es la nuestra. Es aquella de Roma[…] La Roma neomodernista, que no más la Roma eterna, que ya no es la maestra de sabiduría y de verdad, sino que se ha convertido en una fuente de error a partir del Vaticano II y que sigue siéndolo hoy en día. […] La fe viene antes de la legalidad. No podemos aceptar una legalización sin que se resuelva el problema de la fe.

Terminemos por vuestro sermón del 1º de enero de 2015, transcrito por The RecusantNuestros “malos amigos” dicen que la Fraternidad tiene que reencontrar una “situación normal” y recibir un “estado canónico de Roma”.Ésto es falso, ésto es un error. No estamos en una situación anormal. La situación anormal está en Roma… No invirtamos la realidad.”

Monseñor, ¿quién tuvo bien lavado el cerebro”? ¿Quiénes son estos malos amigos”? ¿Quiénes son estos liberales y estos pragmáticos”? Desde hace varios años, la Fraternidad vive en la mentira y los sacerdotes, para su desgracia, parecen haberse acostumbrado a ella.

En 2007, Monseñor Fellay expresó su viva “gratitud” a Benedicto XVI por su Motu Proprio restableciendo en sus derechos la misa tridentina”. Incluso usted habló de un milagro inesperado”, cuando el texto considera a la misa bastarda y protestantizada como la liturgia ordinaria de la Iglesia Católica.

En 2009, Monseñor Fellay expresó su gratitud filial” a Benedicto XVI por el levantamiento de la excomunión de los obispos de la Fraternidad bajo el motivo oficial de vuestro malestar espiritual” (sic). En ese momento, un solo miembro tuvo el valor de denunciar públicamente la impostura de la Fraternidad: el Padre Ceriani.

En 2012, el acuerdo preparado, sin duda, ha fallado. Pero Monseñor Fellay escribió a Benedicto XVI su decepción: Desafortunadamente, en el contexto actual de la Fraternidad, la nueva declaración no pasará” y afirmó su intención de continuar en este camino”. Teniendo más de una prueba de la traición de vuestro jefe, usted intentó una reacción con Monseñor de Galarreta y Monseñor Williamson. Pero Monseñor de Galarreta, el 13 de octubre de 2012 en Villepreux, firmó su rendición por esta frase memorable que habrá que explicar el día del juicio final: Es casi imposible que la mayoría de los Superiores de la Fraternidad se equivoque en una materia prudencial. Y si ésto, por un azar imposible sucediese, y bien, tanto peor, de todas formas vamos a hacer lo que piensa la mayoría”.

En cuanto a usted, usted se ha mantenido bien por más tiempo, pero para llegar al mismo resultado. En 2016, usted atestaba un principio mortífero, que acepta en teoría una reconciliación con la nueva religión”. Además, usted acepta una jurisdicción ordinaria para las absoluciones sacramentales y éstosin que el problema de la fe se haya resuelto”.

Sabemos que en privado usted no escatima ningún esfuerzo para contrarrestar la locura de sus jefes. Incluso piensa que, por su resistencia interna, ha logrado proteger a la FSSPX del acto irremediable haciendo fracasar tal acuerdo inminente con Roma. Pero, mientras usted no se resuelva a denunciar públicamente a Monseñor Fellay como un falso amigo de la Tradición, usted cooperará con la corrupción de su Fraternidad y será cómplice del escándalo que ella provoca entre los fieles católicos en la lucha contra la revolución conciliar.

El daño ya está hecho. Poco importa que el acuerdo nunca tenga éxito. El simple hecho de aceptar el principio impío de una unión adúltera con los representantes de la revolución conciliar es suficiente para corromper el celo de los que sufren por la fe.

Su resistencia “silenciosa” tiene el inconveniente de pasar desapercibida y así de evitar que los fieles y sacerdotes tomen consciencia de que mientras ellos duermen el sueño de los justos, la cabeza corrupta de la FSSPX está trabajando con todas sus fuerzas en la traición. Además, si sus esfuerzos han impedido que el adulterio sea consumado, son ineficaces para detener todos estos pensamientos, palabras y deseos impuros que contaminan la FSSPX: Y yo os digo que cualquiera que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulteró con ella en su corazón”.

Gracias a Monseñor Fellay y a todos aquellos que lo apoyan y aprueban, la FSSPX ya ha cometido, más de una vez, adulterio en su corazón. Usted gana tiempo, pero sin resolver nada puesto que Francisco y Monseñor Fellay han dicho explícitamente: vistos los problemas” de una y otra parte, hay quetomar su tiempo”. Por lo tanto, ¡la unión adúltera se hará! Francisco y Monseñor Fellay terminarán reconciliados. Ellos lo quieren, tanto uno como el otro.

Y entonces, ¿cómo piensa usted purificar la FSSPX cuando Monseñor Fellay y su clan controlan todo en la FSSPX? Todos aquellos que siguen servilmente su política son destinados a los puestos de dirección…

Mientras que aquellos que no practicaron el servilismo son, a través del juego de las mutaciones, descartados… ¿Cómo espera usted rectificar la FSSPX, cuando la mayoría de los jóvenes sacerdotes han hecho de la obediencia un absoluto y de la búsqueda de un acuerdo con la Roma conciliar un fin deseable?

Por un lado, usted lucha contra la fornicación en acto de la FSSPX con Roma, pero, por el otro lado, usted asegura este deseo de fornicación defendiendo un principio “falso” y un “error”, para usar sus palabras de antaño, ya que, según usted, Monseñor Lefebvre habría buscado, hasta su muerte en 1991”que la Fraternidad Sacerdotal San Pío X fuese nuevamente reconocida canónicamente”… y que usted acepta vivir en una Fraternidad Sacerdotal San Pío X que busca ser reconocida canónicamente” por pontífices” queescandalizan a justo título “ por sus errores”

No se haga ilusiones. A pesar de sus deseos piadosos y de las apariencias (vocaciones, casas y decenas de millones en las arcas…) la FSSPX ya está muerta, Yo conozco tus obras, que tienes nombre de viviente, y estás muerto”, dijo Cristo, en su Apocalipsis, a una iglesia infiel. La FSSPX vive en estado de pecado mortal desde hace demasiado tiempo. Si no se ha podido sorprenderla aún en el lecho de Roma con un acuerdo en buena y debida forma, la corrupción de su cabeza y de una parte de más en más grande de sus miembros hacen que la FSSPX haya entrado en el mundo de las comunidades Ecclesia Dei”

Además, todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina”. Ahora bien, la FSSPX está dividida entre los que quieren un acuerdo porque la autoridad de Roma es legítima y aquellos que no lo quieren a pesar de que la autoridad de Roma sea legítima, sin olvidar la minoría que no quiere acuerdo por la sola y buena razón de que la autoridad de Roma es ilegítima porque es herética.
Usted sabe, finalmente, que se puede hacerle decir cualquier cosa a un muerto que, cuando vivía, tuvo que hacer frente casi solo a una situación inaudita, hasta el punto de ser más de una vez desconcertado por ella y de decir o hacer cosas contradictorias. Sin embargo, a partir de 1978 Monseñor Lefebvre confesó creer sinceramente que tenemos que vérnosla con una falsificación de Iglesia y no con la Iglesia Católica … Ellos están bien sentados donde estaban sus predecesores, pero no continúan a sus predecesores”. En 1986: de ahora en más estaremos obligados cada vez más a actuar considerando a esta nueva Iglesia conciliar como no siendo más católica”. En 1988, Si ustedes no aceptan la doctrina de sus predecesores, es inútil hablar”. En 1991, en su última conferencia a los seminaristas: La situación en la iglesia es más grave que si se tratase de la pérdida de la fe. Es el establecimiento de otra religión, con otros principios que no son católicos”.


Pero en el fondo, poco importan estas palabras, pues no tenemos necesidad de Monseñor Lefebvre para discernir lo que es católico y lo que no lo es. Simplemente basta conocer las enseñanzas de la Iglesia. Ahora bien, de acuerdo con esta enseñanza, nos vemos obligados a comprobar que las palabras y los hechos de Francisco no son católicos. El Padre Roy, sacerdote de la FSSPX en Canadá, recientemente lo ha recordado en su sermón del tercer domingo después de Pascua, a continuación de la exhortación de Francisco.

El Señor nos muestra cada vez más claramente que Roma no tiene la fe… Entonces, pienso que si no tenemos el valor de separarnos claramente del que proclama un evangelio diferente al Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, Nuestro Señor Jesucristo va a permitir que nuestras inteligencias estén en las tinieblas, que nuestras voluntades estén en la debilidad. Porque el que no ama a Nuestro Señor Jesucristo, el que no ama la verdad por encima de todo, ¿cómo puede odiar el pecado?, ¿cómo puede rechazar el pecado en su vida?… Tenemos que seguir este mandamiento de San Pablo, es decir, que sean anatemas, y señalarlos como no católicos, no entrar en esta ilusión de que estas personas son católicos. Entrar en esta ilusión de que tenemos la misma fe que estas personas, es imposible, es una mentira”.

Monseñor, en el pasado, usted hizo suya esta proclama: Jamás quisimos pertenecer a ese sistema que se autocalifica como iglesia conciliar, y se define por el Novus Ordo Missae, el ecumenismo indiferentista y la secularización de toda la sociedad. Sí, no tenemos ninguna parte, nullam partem habemus, con el panteón de las religiones de Asís”.

Y hoy, usted concluye: este no es el momento de saber si vamos a recibir de la Roma actual bendiciones, una jurisdicción… Este no es el problema. Dejemos este problema a nuestros superiores. Nosotros, simples fieles o simples sacerdotes, nuestro papel es el de dar testimonio de Nuestro Señor Jesucristo”(15 de mayo de 2016).

¡Usted se burla! ¿Sería usted el único que no ve lo que el mundo entero destaca? Una fuente del Vaticano dijo recientemente que la FSSPX ya ha mitigado algunos de [sus] escritos, entrevistas y publicaciones”. ¿Y cómo dar testimonio de Cristo sometiéndose a la Roma apóstata y anticristo”, según sus propias palabras en su homilía?

Algunos segundos después de estas palabras angustiantes, también usted añadía que la Santa Sede sigue siendo la Santa Sede”. ¿Cuándo va a empezar entonces a obedecer al superior de su superior, obedeciendo a Francisco, que ha canonizado a Juan Pablo II, honrándolo públicamente, siguiendo sus enseñanzas e imitando sus acciones?

Usted sabe que he sido miembro de la FSSPX de 1992 a 2013. Sin embargo, visto el terrible contra-testimonio que la FSSPX da actualmente, considero mi exclusión de esta sociedad como una gracia.
Monseñor, pueda usted recordar las reflexiones del Padre Berto: Si [los sacerdotes, religiosos] hacen un trabajo nefasto, la caridad me ordena impedir que su carácter proteja sus emprendimientos […] La caridad me obliga a amarlos como mi prójimo, pero me hace un deber el odiarlos, “perfecto odio”, como publicistas, si su teología es inexacta, si su pastoral es funesta, si su estilo es ridículo, si su juicio es erróneo, si ellos razonan contra el sentido común, si confunden lo esencial y lo existencial, sobre todo finalmente si ganaron una audiencia lo suficientemente grande como para sembrar la confusión en la mente de muchos, para perturbar un gran número de cabezas débiles” (Polémique et Charité – La Polémica y la Caridad).