Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De la doctrina del Evangelio
Predicando y enseñando Cristo en el templo con admiración de todos, se le opusieron los judíos tachándolo de
ignorante y diciendo que estaba endemoniado; y respondió quién era y que su
doctrina era de su Eterno Padre; mas deslumbrados con la respuesta, le
quisieron echar mano, pero no les fue permitido porque no había llegado su
hora.
Punto I.- Considera que, predicando Cristo en el templo, se admiraban y
no se convertían los que oían, en que multiplicaban su pecado; pues siendo la
doctrina admirable, no se rendían con ella, pues poseídos de la envidia le
querían quitar la vida; llora la dureza de los hombres y la obstinación en sus
pecados, pues vemos hoy en muchos el mismo vicio que en estos, los cuales
alaban los sermones que oyen por admirables pero no se convierten con ellos,
sino antes se endurecen más en sus pecados; y mira que no seas tú uno de ellos.
Considera cuántos has oído toda la vida y cuán poco te has aprovechado; pide a
Dios perdón y gracia para enmendarte.
Punto II.- Considera que se admiraban de verle tan sabio sin haber
estudiado, de lo cual, como dice San Juan Crisóstomo, habían de conocer
claramente su divinidad y que su doctrina era de Dios, pues no era adquirida
por medios humanos como la de los hombres, sino celestial y divina, y propia de
Hijo de Dios; de lo cual debes sacar una grande estima de la doctrina del
Salvador, y sumo aprecio de todas sus palabras, conociendo que son de Dios, y
su sabiduría, no humana, sino divina; gózate de tener tal maestro, pídele que
te enseñe y que te de luz para entender su doctrina y caminar con sus consejos
al cielo.
Punto III.- Considera lo que dijo el Salvador a quienes le contradecían:
si alguno quisiere hacer mi voluntad (esto
es, de mi Padre), entenderá mi doctrina; dándoles
a entender, como siente San Crisóstomo, que no la entendían por estar poseídos
de sus vicios y no cumplir la voluntad de Dios, sino la suya. Medita estas
palabras y mira no obscurezca tu corazón la niebla de tus vicios y pasiones no
domadas, y el amor propio contrario a la ley del espíritu y a la voluntad de Dios, y por esto no acabas de conocer sus
verdades y penetrar el espíritu que encierra su santa doctrina.
Punto IV.- Considera la malicia de los judíos, que ciegos con tanta luz
se despeñaron en tan horrendo pecado, como fue quitar la vida al Redentor del
mundo. En este vicio caen los que toman ocasión de los sermones para volverse
contra los predicadores que hablan en su nombre. Ruega a Dios nuestro Señor que
te tenga de su mano para no caer en semejante vicio, y no te acobardes si
diciendo la verdad fueres perseguido, que Dios estará a tu lado como estuvo al
de Cristo, y no permitirá a ninguno extender la mano contra ti.