Queridos hijos:
Otro Jueves Santo, otra Semana Santa, en este complicado Siglo XXI que nos toca: La crisis de la Iglesia, la falsa Religión del Concilio
Vaticano II, rumores cada vez más fuertes de guerra, la Tercera Guerra Mundial.
¿Qué cosas ocurrieron ese primer Jueves Santo de la Historia?
Hubo una cena, tal cual lo entendemos hoy: La despedida de Cristo, junto a los que más amaba, al otro día moriría. Esto es propiamente,
“La Última Cena”. ¡Jamás un católico debe confundir la Misa con “la cena”!, eso sería una herejía, la herejía de los protestantes (o
cristianos).
Esa noche celebró Cristo también la ceremonia de la Pascua Judía, la cual incluía –entre otras cosas- el comer unos alimentos a modo de
rito religioso, “una cena ritual”.
Después de estas dos, Cristo celebró, por primera vez, el Santo Sacrificio de la Misa, la primera Misa de la Historia. La Misa es el mismo
Sacrificio de la Cruz, incruentamente, “la Misa es la Cruz”.
Por lo mismo que instituyó la Misa, también instituyó el Sacramento Máximo, la Sagrada Comunión, el Santísimo Sacramento del Altar.
Alrededor de la Santa Misa, instituyó ese Jueves Santo, el Sacerdocio Católico y el Episcopado, los Obispos. Hoy es el día del Sacerdocio
Católico.
También el ejemplo del amor al prójimo, el servicio al prójimo, empezando por los más cercanos, por la propia familia. Ejemplo de
humildad, haciendo tareas de esclavos, lavando y limpiando los pies a sus Apóstoles. Ejemplo de la verdadera autoridad, la cual está al
servicio del Bien Común, al servicio de la Verdad, de hacer el bien a los súbditos; la autoridad no es para difundir el error, menos para
medrar con ella.
(Cuerpo 1: Palabras de Gustavo Martínez Zuviría, “Hugo Wast”)
Queríamos releer (ya lo hicimos alguna vez) conceptos sobre el Sacerdocio Católico de un escritor argentino, Gustavo Martínez Zuviría
(1883-1962), “Hugo Wast” (su seudónimo). Pero antes quiero hacer un paréntesis sobre este hombre.
Este hombre nos dio una lección de coherencia en el Catolicismo. Fue coherente con nuestra Santa Religión, tanto en su vida privada como
en su vida pública.
En su vida privada: Lo que tantas veces les hemos enseñado sobre la Familia Numerosa y el fin principal del Matrimonio: La Procreación.
Hugo Wast tuvo 12 hijos. Dios mediante, siempre les insistiré a mis fieles sobre esto de tener niños… y muchos.
En su vida pública: Ocupó numerosos cargos, tal vez el más importante fue haber sido Ministro de Educación de la Nación, hacia 1944, en
el gobierno del General Pedro Ramírez.
Siendo Ministro de Educación nuevamente implementó la Religión Católica en nuestras aulas.
Ya hacía 60 años que en la Argentina se había quitado el Catolicismo de la enseñanza pública a través de la ley del liberal (y según se dice,
también “masón”) General Julio Argentino Roca. Fue hacia el año 1884, la llamada “ley de educación laica” o ley 1420: Niños, adolescentes y
jóvenes educados en el ateísmo o –por lo menos- en el indiferentismo de Estado: El suicidio de las almas.
Duró 10 años la reincorporación del Catolicismo en la enseñanza pública de Argentina. El General Juan Domingo Perón, en su segundo
gobierno, la quitó de nuestros colegios hacia 1954 ó 1955 (no recuerdo ahora exactamente la fecha).
Y ahora los argentinos llevamos otros 60 años en el Liberalismo, en el Ateísmo, en el Indiferentismo religioso, el Socialismo, etc. El suicidio
de las almas. “Y así nos fue, y así nos va”.
Por supuesto que a esto se agrega lo que vivimos hoy: La falsa Religión del Concilio.
Hoy sería peor enseñar esta falsificación en las aulas.
Les leemos entonces un extracto de Hugo Wast sobre el Sacerdocio:
Cuando se piensa que ni la Santísima Virgen puede hacer lo que (hace) un sacerdote;
Cuando se piensa que ni los ángeles, ni los arcángeles, ni Miguel, ni Gabriel, ni Rafael, ni príncipe alguno de aquellos que vencieron a
Lucifer pueden hacer lo que (hace) un sacerdote;
Cuando se piensa que Nuestro Señor Jesucristo… realizó un milagro más grande que la creación del universo con todos sus esplendores,
y fue convertir el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre para alimentar al mundo; y que este portento, ante el cual se arrodillan los ángeles
y los hombres, puede repetirlo cada día un sacerdote;
Cuando se piensa en el otro milagro que solamente un sacerdote puede realizar: perdonar los pecados, y que lo que él ata en el fondo de
su humilde confesionario, Dios, obligado por su propia palabra, lo ata en el Cielo, y lo que él desata, en el mismo instante lo desata Dios;
Cuando se piensa que la humanidad se ha redimido y que el mundo subsiste porque hay hombres y mujeres que se alimentan cada día de
ese Cuerpo y de esa Sangre redentora que sólo un sacerdote puede realizar;
Cuando se piensa que el mundo moriría de la peor hambre si llegara a faltarle ese poquito de pan y ese poquito de vino;
Cuando se piensa que eso puede ocurrir porque están faltando las vocaciones sacerdotales; y que cuando eso ocurra se conmoverán los
cielos y estallará la tierra, como si la mano de Dios hubiera dejado de sostenerla; y las gentes aullarán de hambre y de angustia, y pedirán
ese pan, y no habrá quien se los dé; y pedirán la absolución de sus culpas y no habrá quién las absuelva, y morirán con los ojos abiertos por
el mayor de los espantos;
Cuando se piensa que un sacerdote hace más falta que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico, más que
un maestro, porque él puede reemplazar a todos y ninguno puede reemplazarlo a él;
Cuando se piensa que un sacerdote cuando celebra en el altar tiene una dignidad infinitamente mayor que un rey; y que no es ni un
símbolo, ni siquiera un embajador de Cristo, sino que es Cristo mismo que está allí repitiendo el mayor milagro de Dios.
Cuando se piensa todo esto, uno comprende la inmensa necesidad de fomentar las vocaciones sacerdotales; Texto “Cuando Se Piensa”, de Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría 1883-1963), tomado de “Navega hacia alta mar”, págs. 1750-1751, en Obras Completas, ediciones Fax, Madrid.
Decía el texto allí: “en la última Cena”, pero no lo he querido poner porque puede confundir el tema de “la cena”, con lo que realmente es el Santo Sacrificio de la Misa (realizado por
primera vez esa noche), el cual sacrificio no es “la cena” (aunque “la primera Misa de la Historia” fue rezada después de “la cena”): La Santa Misa es el mismo Sacrificio de la Cruz (el del
Viernes Santo).
Uno comprende el afán con que, en tiempos antiguos, cada familia ansiaba que de su seno brotase, como una vara de nardo, una
vocación sacerdotal;
Uno comprende el inmenso respeto que los pueblos tenían por los sacerdotes, lo que se reflejaba en las leyes; (…)
El texto es más largo, pero leemos hasta allí.
(Cuerpo 2: Profecías de San Pablo sobre los tiempos previos a la Parusía y las malas conductas de sacerdotes)
Luego de estos elogios tan verdaderos, sobre lo que es un sacerdote, escuchemos ahora algunas profecías dadas por San Pablo, sobre los
tiempos previos a la Segunda Venida de Nuestro Señor, ¡nuestros tiempos!, en donde él relata lo que serán (y creo que esto es “hoy”) las
malas enseñanzas y las malas conductas en que podemos caer y caen sacerdotes: Dios nos libre de traicionar a Cristo. Adelanto que deben
rezar por nosotros para que podamos ser sacerdotes fieles.
Escuchemos dos profecías. San Pablo está hablando y dando consejos a un obispo (el obispado es la plenitud del sacerdocio), y diciendo
cómo serán algunos (¿o muchos?) sacerdotes en el futuro:
(I Tim 4,1-3; traducción del griego de Mons. Straubinger) “1/2 Sin embargo, el Espíritu dice claramente que en posteriores tiempos (nota: en la
Vulgata dicen “en los últimos tiempos”) habrá quienes apostatarán de la Fe, prestando oídos a espíritus de engaño y a doctrinas de
demonios, (enseñadas) por hipócritas impostores que, marcados a fuego en su propia conciencia, prohíben el casarse y el uso de
manjares que Dios hizo…”.
Tendría que tal vez explicarles aquí el tipo y el anti-tipo, pero no entraré para no alargarme.
La otra profecía, si bien habla de la corrupción de los hombres en general, en los últimos tiempos, se aplica también a la corrupción de los
sacerdotes. En una nota, Mons. Straubinger habla sobre los sacerdotes en los últimos tiempos, los cuales serán y se habrán convertido en
“falsos profetas” (leer, en su Biblia comentada, su nota 5). ¡Qué advertencia para nosotros! Nuevamente, Dios nos libre y guarde de estas
traiciones. Veamos:
(II Tim 3,1-7; traducción del griego de Mons. Straubinger) “ Has de saber que en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles (nota: en la Vulgata
dice tiempos peligrosos, témpora periculosa). 2/4 Porque los hombres serán amadores de sí mismos y del dinero, jactanciosos, soberbios,
maldicientes, desobedientes a sus padres, ingratos, impíos, inhumanos, desleales, calumniadores, incontinentes, despiadados, enemigos
de todo lo bueno, traidores, temerarios, hinchados, amadores de los placeres más que de Dios. 5 Tendrán ciertamente apariencia de
piedad, mas negando lo que es su fuerza. A esos, apártalos de ti. 6 Porque de ellos son los que se infiltran en las casas y se ganan
mujerzuelas cargadas de pecados, juguetes de las más diversas pasiones, … hombres de entendimiento corrompido, réprobos en la Fe”.
(Cuerpo 3: Otros textos de San Pablo sobre consejos pastorales dados a los sacerdotes)
Estos textos de San Pablo que estamos usando son muy famosos. Allí se condensa toda la enseñanza de lo debe ser un buen obispo y por
lo mismo un buen sacerdote, y las cosas que no debemos hacer. Son las dos cartas a Timoteo, y la carta a Tito (que utilizaremos en unos
momentos).
En esta parte hablaremos de consejos de San Pablo, dados a los sacerdotes, sobre temas de “la familia”, temas que nosotros debemos
enseñar y predicar. Habría mucho más por supuesto.
Esta tercera sección es sobre algunos aspectos de lo que debe ser una familia realmente católica, los hijos, las vestimentas de las mujeres,
el marido, la esposa, etc. Los tomaremos de las cartas mencionadas.
Escuchemos una primera enseñanza de Dios, hablando a los sacerdotes a través de San Pablo:
(Carta a Tito, cap 2,1-6; traducción del griego de Mons. Straubinger) “1 Tú, empero, enseña lo que es conforme con la sana doctrina: 2 Que los ancianos
sean sobrios, graves, prudentes, sanos en la Fe, en la Caridad, en la paciencia. 3/5 Que las ancianas, asimismo, sean de porte venerable, no
calumniadoras, no esclavas de mucho vino, maestras en el bien, para que enseñen a las jóvenes a ser amantes de sus maridos y de su hijos,
(para que enseñen a las jóvenes a ser) prudentes, castas, hacendosas, bondadosas, sumisas a sus maridos, para que no sea blasfemada la
Palabra de Dios. 6 Exhorta igualmente a los jóvenes para que sean prudentes” (nota: en la Vulgata dice otra palabra, dice allí en latín
“sobrii”, sobrios, lo cual se puede entender de que no sean dados al “trago”, emborracharse).
Y ahora el segundo y último ejemplo sobre temas de “la familia”.
Aclaro que las palabras que oirán, para el feminismo de hoy, pueden sonar “muy molestas”. Pero no olvidemos que toda la Biblia, toda la
Sagrada Escritura, es antes que nada palabra de Dios, es Dios mismo el que habla. Por lo cual, aunque suene -entre comillas- “duro y
molesto”, hay que saber que es “Palabra de Dios”, que es la Verdad, y hay tomar esto con mucho respeto. Escuchemos:
(I Tim 2, 8-12 y 15; traducción del griego de Mons. Straubinger) “ Deseo, pues, que los varones oren en todo lugar, alzando manos santas sin ira ni
disensión. 9/10 Asimismo, que las mujeres, en traje decente, se adornen con recato y sensatez, no con cabellos rizados, u oro, o perlas, o
vestidos lujosos, sino con buenas obras (nota: “que las mujeres se adornen con buenas obras”), cual conviene a mujeres que hacen
profesión de servir a Dios. 11 La mujer aprenda en silencio, con toda sumisión. 12 Enseñar no le permito a la mujer, ni que domine al
marido, sino que permanezca en silencio. 15 (La mujer) se salvará engendrando hijos, si con modestia permanece en la Fe y amor y
santidad” (nota: en la Vulgata dice: “Salvabitur autem per filiorum generatione, si permánserit in Fide, et dilectione, et sanctificatione
cum sobrietate”).
(Conclusión)
Para concluir, y por las profecías que hemos oído hace unos momentos: Quería pedirles oraciones, hoy, durante la Misa. Oraciones para
que seamos fieles:
Fieles primero en la Verdad, que es el punto de partida: Las Verdades de Dios, la Revelación, la Fe, la Doctrina Católica.
Y después de esto: Fieles en nuestra conducta, que ella sea santa, como corresponde a un sacerdote.
“Conducta santa” es lo mismo que decir cumplir con la Caridad, con el amor a Dios, ser lo que Él quiere y exige de nosotros. Y lo exige de
nosotros más que de cualquier otro. “Obras son amores, y no buenas razones”.
Y también, por supuesto, el amor al prójimo, por lo que damos y debemos dar a los fieles, a las ovejas, por el trato que debemos dar a
cualquier persona.
Dios nos dé el poder ser sacerdotes así.
Les pedimos hoy, por ser el día del Sacerdocio Católico, sus oraciones durante esta Misa del Jueves Santo.
AVE MARÍA PURÍSIMA