Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De la brevedad de esta vida y eternidad de la futura que
esperamos
Punto I.- Considera lo que enseña San Agustín, que el módico y poco
tiempo de que habla Cristo en el Evangelio, es el tiempo de esta vida, la cual comparada con la eterna es un soplo, y
tan corto su plazo que parece un momento; y si no, pon en una balanza la vida más larga de cien
años, y en otra aquel tiempo sin tiempo, ni término, ni fin, y verás que se
desvanece la de acá por larga que sea, y que es nada respecto de la futura y
eterna. Saca resoluciones firmes de menospreciar lo presente, caduco y
perecedero, y codiciar lo eterno, que nunca se ha de acabar; no pierdas lo que
tanto vale por lo que tan poco dura. Y si haces tan apretadas diligencias para
vivir unos pocos días en este mundo, ¿cómo
no las haces mayores para vivir eternamente en el otro, siendo estos
pocos y malos y aquellos innumerables y buenos? Resuélvete también a padecer
por Cristo en esta breve vida, para gozarte con Él eternamente en la otra. Poco
es todo lo que aquí se padece, y como dice San Pablo, un momento de padecer en
esta vida obra en nosotros un peso de eterna gloria en la otra.
Punto II.- Considera lo que dice Cristo, que el mundo se holgará y sus
siervos llorarán en esta vida, pero, pasada esta breve farsa, se trocarán las
suertes, y ellos llorarán eternamente y los buenos se alegrarán sin fin.
Acuérdate que no hay dos glorias, y que como dice San Bernardo, es casi
imposible tener gloria aquí y allá, los que la tienen en esta vida, carecen de
ella en la otra, y los que aquí hacen penitencia y se mortifican, se gozan en la otra vida. Mira
despacio cuál de estas dos quieres tener. Si te dieres acá a delicias, gustos,
honras y aplausos del mundo, perderás la gloria futura; y si, despreciados
estos, abrazares la cruz y la penitencia, y vivieres en silencio y humildad,
alcanzarás la felicidad eterna: por tanto escoge ahora lo que quisieras haber
hecho después, y pide gracia al Señor para dejar los vicios y abrazar las
virtudes, y para resolverte firmemente a seguirle por el camino de su cruz.
Punto III.- Considera cuán engañados viven los que, por pasar en
deleites este soplo de vida, pierden las delicias eternas, y cuán burlados se
hallarán en la hora de la muerte y en el juicio de Dios, cuando vean pasados
como el viento todos sus gustos y pasatiempos, y se hallen condenados a padecer
para siempre; al contrario, cuán gustosos estarán los justos, viendo pasadas
sus penitencias y trabajos, y que entonces empieza su gloria y su descanso; la
sirena canta toda la vida y muere llorando amargamente; y al contrario, el
cisne llora mientras vive y canta en la
hora de su muerte, porque a vida alegre se sigue triste muerte, y a vida
llorosa alegre fin. La sirena es símbolo de los malos y el cisne de los buenos.
Una de estas dos suertes te ha de caber
forzosamente, mira ahora que tienes tiempo, de cuál de las dos gustarás
en la muerte, no te ciegue lo presente, mas como sabio y prudente prevente para
lo porvenir, y pide al Señor que te de luz y esfuerzo para escoger desde luego
lo mejor, y lo que ha de ser de mayor gloria suya y provecho de tu alma.
Punto IV.- Considera lo que dice Cristo, que así como la mujer cuando
pare padece dolores, pero el gozo de haber dado un hijo al mundo es tan grande,
que le hace olvidar los dolores pasados; así el gozo de los justos en la gloria
es tan grande, que borra la memoria de los trabajos pasados. Pon los ojos en
los santos que están en la bienaventuranza, y contempla sus glorias y cuán
olvidados tienen los trabajos y penitencias que pasaron en esta vida, y cómo se
gozan en la otra y se gozarán eternamente; y cómo no hay interés imaginable por
el cual volvieran a este siglo, o trocaran su dichosa suerte, y esfuérzate con
su ejemplo a vivir santamente, a seguir sus pisadas y las de tu Redentor y
Maestro, que si fueres su consorte en la pelea, lo serás también en la corona
de la gloria.