Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De la doctrina del Evangelio (Juan.16)
El Evangelio contiene una breve plática que hizo Cristo a sus discípulos
antes de ir a padecer, en que les dijo que dentro de poco no le verían, y
dentro de poco le volverían a ver; y conociendo que le querían preguntar lo que
decía, se declaró con ellos, y les dijo que hablaba de su partida al cielo, por
la cual se entristecían; pero que dentro de poco les volvería a ver, y llenaría
su corazón de un gozo, que ninguno les podría quitar.
Punto I.- Considera el sentimiento que tenía Cristo de hallarse obligado
a dejar a sus discípulos, y las palabras con que los consuela, diciendo que les
volvería a ver dentro de poco tiempo, y con su vista bañaría sus corazones de
gozo. Considera aquel amoroso pecho, contempla las llamas de caridad que en él
arden, y gózate de tener tan dulce y amoroso Padre. Mira cómo has de
corresponder a tan grande amor, y pídele una centella de su fuego que abrase tu
corazón.
Punto II.- Considera cuán breves son las ausencias de Dios, y cuán
ciertas son sus consolaciones, pues si se retira es por poco tiempo, y luego
viene con presteza con doblada consolación. No desfallezcas si alguna vez se
retirare, o se escondiere de tu alma; mas espera en su piedad que pronto te
visitará como visitó a sus Apóstoles, y
bañará tu alma de un gozo inefable y una consolación celestial.
Punto III.- Considera cómo los discípulos no entendieron al principio
las palabras de Cristo, porque tal vez aunque nos habla, no alcanzamos lo que
nos enseña. Mas el Señor respondió a su duda antes que le preguntasen. ¡Oh
Señor! Y qué prevenido sois en vuestras mercedes, pues las concedéis antes de
que os las pidan. Bendito seas mil veces por vuestra gran misericordia; dadme
una gran confianza en Vos.
Punto IV.- Considera lo que dice Cristo, que los Apóstoles se iban a
entristecer por su partida, aunque era por poco tiempo, y alegrarse por su
vuelta. Porque no hay cosa más triste que la ausencia de Dios, ni más alegre
que su visita. ¡Oh alma mía! No pierdas a tu Dios; porque aunque tengas todo el
mundo, quedarás en tristísimas tinieblas, y si le posees y visita tu casa, su
sola presencia la bañará de alegría. ¡Oh Señor! No me castigues tan
rigurosamente, que os apartéis de mí por sólo un instante. Pierda yo todo el
mundo antes que perderos a Vos; estad Vos conmigo y que me dejen todas las
criaturas, que mejor es un día en vuestra casa que millares y millares en la
del mundo.