Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De cómo Cristo apareció a Santa María Magdalena (Juan, 20)
Punto I.- Considera cómo fueron
al sepulcro San Pedro, San Juan y Santa María Magdalena a buscar a Cristo, y los discípulos se volvieron
porque no hallaron el cuerpo del Señor; pero Santa María Magdalena se quedó a
la puerta, llorando su ausencia, y mereció ver vivo y glorioso al que buscaba
muerto. Saca de aquí que no basta buscar a Cristo para gozarle, si no se busca
con perseverancia, como Santa María Magdalena, y que merecen gozar la gloria de la resurrección,
los que con viva fe y devoción le buscan y contemplan Su Pasión y Muerte como
esta santa pecadora sentada junto al sepulcro.
Punto II.- Considera el amor tan
inmenso que tenía a Cristo esta santa pecadora, las lágrimas que derrama porque
no halló vivo o muerto al amado de su corazón, y cómo vio los ángeles vestidos
de blanco, y que ni con su vista ni con sus palabras, con ser de tanto
consuelo, cesó su llanto; porque a quien ama de veras, ninguna cosa le puede
consolar sino hallar a Dios. Mira las ventajas que te lleva esta santa mujer en
el amor del Señor y cuán poco le amas, pues le buscas tanta tibieza, y tienes
tus consolaciones en los bienes terrenos y te hayas consolado sin tu Dios;
gime, llora con esta santa pecadora la ausencia de su dulce Esposo, y no tomes
gusto ni descanso, hasta hallarle como ella y gozarte en Él.
Punto III.- Considera a Cristo que atraído por el reclamo de sus gemidos
y fervorosas lágrimas se le apareció en forma y traje de hortelano, y le habló
con palabras de consuelo diciéndole: mujer, ¿por qué lloras? Bien sabía el Señor por quién lloraba y lo
que buscaba; pero le pregunta para oírlo de su boca y refinar más su amor. ¡Oh,
cuántas veces se disimula Cristo y no se da luego a conocer, aunque está con
nosotros, para refinar nuestro amor y que nos encendamos más en él, y
multipliquemos la oración, los gemidos y rogativas, y le busquemos con más
fervor! Saca de aquí el que has de tener
en servirle y buscarle y la perseverancia en su servicio, y una fe viva de que
está contigo, aunque no le conozcas, como María Magdalena.
Punto IV.- Considera cómo Santa María Magdalena respondió que buscaba a
Cristo muerto y luego le halló vivo, y se le descubrió el Señor resucitado y
glorioso, con sola una palabra que le dijo, nombrándola María. ¡Oh qué fácil es a Dios consolar en un instante al pobre, y
trocar el llanto en risa y la tristeza en alegría: bendito sea el varón que en
Él confía. Contempla el gozo de esta santa, viendo glorioso y más
resplandeciente que el sol al amado de su alma, a quien lloraba difunto. Con
qué ansias se abalanzó a sus pies, a donde había hallado el remedio de sus
culpas; y cómo la detuvo el Señor para que no le tocase, porque no necesitaba
su fe; como la de otros, de tocarle para creer que había resucitado, y saca de
todo esto grande provecho para tu alma, confiando en el Señor que te consolará
en tus tristezas y que te doblará el gozo, dando logro a tus deseos con mayor
colmo que lo podías pensar, como lo hizo Santa María Magdalena.