Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De cómo dio Cristo a San Pedro las llaves de Su Iglesia
antes de subir al Cielo (Juan,21.)
Punto I.- Estando los discípulos
pescando en el mar con gran trabajo, se les apareció Cristo en la ribera y les
habló, llamó y dio gran pesca, y se sentó con ellos con mucha afabilidad, y les
dio de comer, repartiéndoles el pan y los peces con muestras de mucho amor.
Contempla la benignidad del Señor, y las caricias con que trata a los suyos,
aún después de glorioso, y gózate de tener tal Padre y Señor tan amoroso y
benigno; y mira las caricias que te hace cada día en la mesa del altar, dándote
su propio Cuerpo y Sangre en manjar con infinito amor y deseo de tu bien, y
dale gracias por ello, y pídele su auxilio para imitarle con tus prójimos,
tratándolos con caricias y humildad.
Punto II.- Considera cómo acabada la comida le preguntó Cristo a San
Pedro tres veces si le amaba, y no como quiera sino más que los demás; y
respondiendo que Él lo sabía, luego le encomendó su rebaño diciendo: apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas;
de lo cual has de sacar el amor que debe tener a Dios el que ha de apacentar su
rebaño, para mirar por su aumento y no
por el suyo propio, porque esto fuera amarse a sí mismo y no a Cristo, por cuyo
amor debe apacentar sus ovejas, sin tener otro fin o interés más que servirle;
haz cuenta que te pregunta a ti lo que a San Pedro, si le amas, y mira qué responderás al Señor, que sabe y
penetra lo secreto de tu corazón; mira
si te amas a ti mismo, buscando tu interés solamente, y cómo te encargará el
Señor su rebaño, para que en lugar de ser pastor no vayas a ser lobo que lo consuma. Llora tu frialdad y lo
poco que amas a Dios, y pídele que te de alguna parte del encendido amor que
dio a San Pedro, para emplearte en su servicio y en el bien de tus prójimos.
Punto III.- Considera que le preguntó Cristo a San Pedro tres veces si le amaba para satisfacer a las tres
negaciones que cometió la noche de Su
Pasión, de lo cual has de sacar, que la satisfacción ha de ser correspondiente
a la culpa, y que a muchas culpas se debe dar mucha satisfacción. Pon la mano
en tu pecho y considera las que has cometido en tu vida, y la poca satisfacción
que has dado de ellas, y por eso Dios no te hace mercedes como las hizo a San
Pedro, en dando satisfacción de sus pecados. Resuélvete en Su presencia a hacer
debida penitencia de los tuyos, y pídele su gracia para satisfacer por ellos
como debes.
Punto IV.- Considera cómo en diciendo San Pedro a Cristo que le amaba,
le dio el cargo de Su Iglesia, haciéndole Sumo Pastor de su rebaño. Bien sabía
el Señor si le amaba Pedro o no; pero quiso preguntarle para que él lo
confesase por su boca, y para darle a entender que había de mostrar el amor que
le tenía en apacentar su rebaño, mirando y procurando por el bien de sus
hermanos, a quien llamó ovejas suyas por el amor que tiene a todos, de lo cual
has de sacar el amor que han de tener los prelados a sus súbditos, mirándolos
como a rebaño querido de Dios, y a quien han de mostrar el que tienen en
apacentar a los suyos. Considera que Dios está a la mira del amor que le tienes,
en el que muestras a tus prójimos, y que te los ha encomendado, para que los
apacientes, especialmente a los pobres y pequeños que son sus corderos, como
más necesitados.