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lunes, 6 de abril de 2015

MEDITACIONES: Sábado Santo



Meditación
Por el P. Alonso de Andrade

De cómo Cristo fue bajado de la Cruz

   Punto I.- Considera cómo no se acabó con la muerte del Salvador la Pasión y dolores de Su Santísima Madre, porque estando Ella al pie de la cruz, un soldado enderezó una lanza al cuerpo Santísimo de Cristo y le abrió de golpe su costado, del cual salió sangre y agua, que cayó sobre la cabeza de su piadosísima Madre. ¡Oh qué lamentación la suya y qué gemidos los de aquella castísima  paloma, viendo que ni aun después de muerto perdonaba el furor de sus enemigos a su Benditísimo Hijo! Clamaría al cielo y le ofrecería de nuevo en sacrificio. Llega tú con devoción a acompañar su llanto, y a mostrar tu compasión en sus dolores, que es el mayor alivio que puedes darle en ese trance.

   Punto II.- Atiende con San Agustín que no dice el Evangelista que el soldado hirió el cuerpo  de Cristo con la lanza, sino que le abrió el costado, porque abrió la puerta del Paraíso hasta entonces cerrada, para que entráramos por ella. Abrió camino para la vida eterna. Cristo abrió la fuente de aguas vivas de donde manaron corrientes de leche y miel de dulcísima devoción, y de sangre y agua para purificar el mundo de las manchas de los pecados. No pierdas la ocasión, sino llega con humildad y devoción a purificarte de los tuyos, haz allí tu morada y hallarás seguridad, consuelo, devoción, fortaleza y alegría en todos tus trabajos y una firmísima esperanza de alcanzar por ellos la vida eterna.

   Punto III.- Considera a la Reina del Cielo al pie de la cruz con su santa compañía, hechos guardas del cuerpo de su Hijo, sin  poderle bajar, ni tener a donde sepultarle. Clamaría al Eterno Padre su dolorido corazón, y suplicándose se apiadase de ella en aquella necesidad. Oyó su oración y movió el corazón de José de Arimatea,  discípulo oculto del Salvador, el cual pidió con valor y sin acobardarse por el miedo de los judíos, el cuerpo del Salvador a Pilatos, y alcanzada licencia llegó con todo lo necesario a quitarle de la cruz y enterrarle. Considera cómo Dios socorre a los suyos en las mayores necesidades, y cobra confianza de que te ayude en las tuyas. Aprende de este hombre a despreciar todos los respetos humanos por servir al Señor. Medita el agradecimiento con que le recibiría la Santísima Virgen María, las gracias que le darían todos los que la acompañaban, la cortesía con que llegaría este santo a la Virgen, dándole el pésame de la muerte de su Hijo y ofreciéndose a su servicio, y pidiéndole licencia para bajarle de la cruz y enterrarle.

   Punto IV.- Mira cómo aquellos nobles y devotos caballeros José y Nicodemus arrimaron las escaleras a la cruz y con los martillos y tenazas desenclavaron el Cuerpo Santísimo del Salvador, y valiéndose de los lienzos que llevaban le bajaron con suma devoción y reverencia, y le entregaron a su dolorida y afligida Madre, la cual  se abrazaría con Él con entrañable amor. ¡Oh Virgen Santísima! Mayor es que el mar vuestra amargura, no se acabaron vuestros dolores con los suyos, pues empiezan ahora con la misma fuerza que al principio, toda aquella santa compañía le acompañaría en su llanto. Dice San Buenaventura que Santa María Magdalena se abrazó a los pies de nuestro Señor y los volvió a lavar con lágrimas y a limpiar con sus cabellos, San Juan se abrazó  a Su pecho, a donde poco antes se recostó, y halló tesoros del cielo; llega tú también alma mía abrázate al Señor y llora el estrago que hicieron tus pecados en Él.