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sábado, 2 de mayo de 2015

NO ES POSIBLE NINGÚN ACUERDO CON LOS MODERNISTAS QUE OCUPAN LA IGLESIA (1990)



Presentamos a continuación un artículo publicado en 1990 en Tradición Católica, revista de la FSSPX. Como se podrán dar cuenta en ese entonces se preservaba la línea de defensa de la Fé de forma intransigente cual DEBE de ser. 

El liberalismo se apoderó de la FSSPX de forma gradual y silenciosa, sobretodo después de la muerte del Arzobispo Lefebvre y de mons De Castro Mayer. Este liberalismo ha arrastrado a muchas almas al relajamiento de espíritu e indiferentismo que ahora vivimos. Este mismo relajamiento ha hecho que la reacción o resistencia haya sido ténue. El combate contra los enemigos de Nuestro Señor sigue en auge, los católicos y cristeros no debemos descansar mientras el enemigo trabaja sistemáticamente para borrar con lo que queda de la cristiandad. Que no decaiga el ánimo, el triunfo lo tendremos garantizado si somos fieles a Nuestro Señor Jesucristo.

Viva Cristo Rey



Pronto habrá transcurrido un año (año y medio para el lector) desde que tuvieron lugar las consagraciones. Por tanto es ya posible establecer un balance: 15 sacerdotes y 19 seminaristas han abandonado la Hermandad, lo que supone algo menos del 7%. Por muy dolorosos que sean estos abandonos, no significan, sin embargo una hemorragia.


 Contando los 50 monjes y 30 monjas del Barroux, y añadiendo los miembros de la Hermandad San Vicente Ferrer –que no pertenecían a la Hermandad San Pío X-  el Cardenal Mayer reunió en total un centenar de sacerdotes, religiosos y seminaristas.


 La Hermandad se vio compensada de esta defección con la ordenación de 15 nuevos sacerdotes, en el transcurso del año, tanto en Econe, por Mons. Tissier de Mallerais, como en Zaitzkofen, por Mons. Fellay, así como en Australia, por Mons. Williamson. En diciembre, 4 sacerdotes y 3 diáconos recibieron las órdenes de manos de Mons. De Gallarreta, en el Seminario de la Reja, en Argentina.


 Por tanto la Hermandad cuenta exactamente con 22 nuevos sacerdotes. 4 Obispos y Mons. Lefebvre.
 Después de la apertura de curso, que tuvo lugar en el Seminario de Nuestra Señora Corredentora, en Argentina, y de la Santa Cruz, en Australia, y teniendo en cuenta la disminución de seminaristas (como consecuencia de las ordenaciones), de nuevo contamos con 250 alumnos en nuestros seminarios.


 Por tanto podemos decir que la Hermandad va bien. Y podemos añadir que las consagraciones han aportado un progreso en relación a la calidad. Hay en nuestros seminaristas una gran convicción, fuerza interior, espíritu de combate y profundidad espiritual.


 A través de las pruebas, han aprendido a rezar con más fervor aún, a entregarse confiadamente a la Divina Providencia, a confiar en el Señor. Todo ello muy beneficioso.
 Se puede constatar igualmente análogos esfuerzos por parte de  los fieles, en los que se percibe más generosidad, más convicción, más adhesión a los verdaderos principios.
 
 Es innegable también que después de las consagraciones,  el número de fieles que frecuentan nuestras capillas ha aumentado en todo el mundo, aproximadamente en un 10%, lo que resulta muy reconfortante.


 Durante este tiempo nuestros Obispos no han permanecido ociosos. Mons. Williamson ha visitado diversos países anglosajones, como Inglaterra e Irlanda, África del Sur, Zimbabwe, Australia y Nueva Zelanda. En todas partes los fieles manifestaron su alegría y entusiasmo ante la presencia de un Obispo y el verle confirmar a sus hijos. Esta visita los confortó, y esto es también un testimonio muy edificante e importante.


 Mons. De G
alarreta, además de sus funciones episcopales, tiene a su cargo el distrito de la Argentina, y ha substituido temporalmente al Padre Morello al frente del Seminario de la Reja. Ha llevado a cabo las confirmaciones en Buenos Aires, así como en Santiago de Chile, y próximamente ha de ir a México, donde miles de niños esperan recibir la Confirmación. En Sudamérica hay cinco Prioratos, que van bien, y el Padre que está actualmente en Chile, ha encontrado una comunidad de fieles, que se desarrolla de una manera gozosa y extraordinaria. Sin embargo, si tenemos motivos para sentirnos satisfechos y estar reconocidos al Señor por todas las gracias que nos ha concedido, dolorosamente no nos sentimos menos sorprendidos por la actitud de los que han abandonado el campo de la resistencia y de la fidelidad a la Tradición.

 Si Dom Gérard y la  Hermandad de San Pedro han llevado a cabo un convenio con Roma, ha sido a nuestras espaldas. Pensaron que habían obtenido algo. Pero, por lo que parece, se vieron forzados a reconocer implícita o explícitamente, que el 30 de junio abrió un cisma, que la excomunión que hirió a nuestros Obispos es válida, y que nosotros estamos fuera de la Iglesia.


 Para conseguir un convenio se ven obligados a callarse, a someterse, a declarar que ya no invitarán  ni a Mons. Lefebvre ni a ninguno de sus cuatro Obispos a impartir los sacramentos. Esto ocasionará un problema a los padres, cuando se trate de la Confirmación para sus hijos.


 Nos sorprende también no haber oído decir jamás a los que ahora se han unido a la Hermandad de San Pedro, que desearan una vida más austera, de más oración, más virtuosa, anhelando una espiritualidad más profunda. Más bien se percibe en ellos un cierto relajamiento espiritual, que ya no es el espíritu de Dios. Siempre, en la Historia de la Iglesia, cuando se trató de superar una crisis, de renovar el sacerdocio, se recurrió a un ahondamiento espiritual, a una búsqueda ascética de la espiritualidad y del olvido de sí  mismo.


 Un aspecto no menos sorprendente es el constatar con qué facilidad, tanto los unos como los otros, han adoptado la terminología de Roma, y hablan de cisma, de desobediencia de Monseñor, de que hay una falsa noción de la Tradición.


  Ciertamente no queremos entrar en discusiones inútiles, puesto que ante todo nos interesa construir. Nuestra lucha es demasiado seria y moviliza todas nuestras energías. Tenemos que servir a la Iglesia, y los que han roto el frente común de la resistencia han asumido sus responsabilidades ante Dios. Lo sentimos profundamente, pero nos vemos obligados a considerar que se trata, desde luego, de una traición.


NO SE PUEDE SEGUIR A LOS PASTORES QUE HAN ABANDONADO LA LUCHA


Si en ciertos casos los fieles se sienten turbados por el comportamiento de sus Pastores, deben comprender que se trata en nuestra lucha de una cuestión de fondo, de doctrina, de fe. Deben ser conscientes de la gravedad de la situación. Nadie puede evitarles el hecho de que tomen ellos mismos sus decisiones. No puede seguirse a los pastores que han abandonado la lucha. No es posible que permanezcan en sus puestos mientras puedan soportarlo, y que cuando no puedan más abandonen la parroquia.


En cuanto a nuestros sacerdotes, por  nosotros mismos y por los demás, necesitamos recordar los principios de nuestra vida sacerdotal. Las pruebas nos deben estimular para cumplir nuestra misión en la Iglesia, que es,  a saber: la renovación del sacerdocio (la recuperación del sacerdocio).


Ahora bien, esta renovación (esta recuperación) no se puede realizar si no es por la búsqueda de la santidad.  Necesitamos siempre retornar de nuevo a nuestros estatutos, que expresan perfectamente la forma de vida que el Señor nos pide.


 Sin duda no hemos podido realizar siempre las condiciones de una vida de comunidad como  hubiéramos deseado, porque hay tendencia a dispersarse, para acceder a los deseos de los fieles, que quisieran tener cerca de ellos a un sacerdote. Es el peligro que acecha a nuestros sacerdotes; la dispersión que conduce al aislamiento. Este ha sido un factor de la pérdida de santidad del clero pre-conciliar. Nuestro Señor  no instituyó así la vida de los Apóstoles. El no quiso que estuvieran aislados. Por el contrario, el Señor llevó con ellos una vida de comunidad todo el tiempo de su formación. Fue el Señor, en cierta manera, El que creó el primer seminario.


 Y después de la Ascensión, después que Nuestro Señor hubo retornado a Su Padre, los Apóstoles llevaron una vida comunitaria. El testimonio de los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas de San Pablo nos lo demuestran con frecuencia en momentos determinados, reunidos para la oración en comunidad. Por ejemplo, San Pedro y San Juan suben juntos al Templo a la hora nona para orar. Pablo y Silas, en prisión, se levantan a media noche, para cantar maitines. Hay muchos ejemplos de la Sagrada Escritura que nos demuestran que los Apóstoles, los primeros sacerdotes, habían adoptado y establecido bien la vida común, y se hacían acompañar cuando emprendían sus viajes a través del mundo. Primeros misioneros, tenían colaboradores, discípulos, que iniciaron e introdujeron en esta forma de vida y en el ministerio de Jesucristo.


Se reunían de vez en cuando en Jerusalén para tomar las decisiones importantes, y los fieles se reunían a su alrededor, alrededor de los altares,  y tomaban parte en sus oraciones.  Perseveraban en la doctrina de los Apóstoles, en la fracción del Pan, es decir, en el Santo Sacrificio de la Misa (Hechos de los Ap. Cap. 2). No solamente celebraban el Santo Sacrificio y estaban unidos en la oración, sino que además sus bienes los tenían en común.

LA BÚSQUEDA DE LA SANTIDAD

Si se desea reconstruir el cristianismo, es absolutamente necesario encontrar de nuevo este fervor, esta santidad que fue el origen del cristianismo.  Es una verdadera necesidad para nuestros sacerdotes, si queremos ampliar  nuestra irradiación hacia los fieles, a fin de que se santifiquen. Así debe realizarse, para una nueva unión entre seglares y sacerdotes.


Si por su comportamiento los progresistas han infravalorado el sacerdocio, nosotros debemos abrir manantiales de santidad para nosotros mismos, pero también para los seglares, para la salud de  las almas.


No es de modo distinto que el paganismo fue vencido, que triunfó la fe. Fue así como países enteros se convirtieron, gracias  a la santidad de los Apóstoles, de los Obispos, sus sucesores, de los sacerdotes. Estos Obispos vivieron especialmente con su clero, como San Atanasio de Alejandría; San Basilio; en Cesárea y Capadocia; y en Occidente San Agustín; San Martín de  Tours; Carlomagno y Luis el Piadoso prescribieron la vida en comunidad para todo el clero del reino de los Francos. Y el Concilio de Aix-la-Chapelle hizo otro tanto. Desgraciadamente esto se perdió. Se vio a los sacerdotes dispersarse y vivir solos, en su rectoral. De donde vino un relajamiento de interés por los estudios y por la celebración del Santo Sacrificio de la Misa. Y se vio un clero burgués,  que se ha secularizado, que ha perdido todo su fervor, y esto ha tenido consecuencias desastrosas, para toda la cristiandad.


 30 NUEVOS SACERDOTES CADA AÑO 

Si la situación actual de los seminarios permite contar con una treintena de nuevos sacerdotes cada año, nuestra preocupación es primeramente reforzar los baluartes que existen ya, y esto en el espíritu de los estatutos de la Hermandad, para proteger la vida sacerdotal, la vida comunitaria de nuestros sacerdotes. Es necesario prever en los puntos importantes,  el establecimiento de comunidades de tres o cuatro sacerdotes.


 A continuación, y en la medida de lo posible, fundaremos otros prioratos en los lugares en que somos solicitados, como por ejemplo en Brasil, donde se puede hacer mucho, y donde existen grupos tradicionalistas. Los sacerdotes de Mons. De Castro Mayer están enteramente absorbidos (mejor diría: agobiados), por el trabajo de sólo la diócesis de Campos, realmente no pueden hacer más.


 Poco a  poco podremos extendernos, pero hay que pensar también en reforzar nuestras posiciones en los países europeos, como Francia, Suiza, Alemania, mediante el establecimiento de una escuela por aquí, una casa de Ejercicios por allá, sin olvidar el trabajo teológico necesario. Por todos los medios, incluyendo la publicación de boletines, folletos de propaganda, debemos sostener nuestro trabajo y desenvolvimiento para nuestra ofensiva contra el modernismo. Nuestro objetivo es, por tanto, doble: fortalecimiento y extensión, pero, con prioridad fortalecimiento.


 NO HAY ACUERDO POSIBLE CON ROMA EN MANOS DE LIBERALES Y HUMANISTAS


 Quisiera decir ahora a los que dirigen su mirada hacia Roma, con la esperanza de un acuerdo para la Hermandad de San Pío X, que nada permite esperarlo.
Recientemente tuvo lugar en Austria el nombramiento de Obispos, considerados como conservadores. Esto desató tales protestas, que el Cardenal Arzobispo de Viena dijo: “Tranquilizaos; Roma no cambia, la línea actual permanece, la línea liberal y humanista”. Y añadió que Roma está interesada en tener una iglesia liberal austriaca. He aquí una declaración interesante de parte de un Prelado que no desarrolla gran acción, que expresa simplemente el pensamiento del Vaticano. Puede decirse que es, en cierto modo, el portavoz del Cardenal Ratzinger.


Por tanto,  mientras domine este espíritu liberal, no hay que esperar ningún cambio, ningún arreglo, porque nuestras diferencias no son ni humanas ni políticas, sino doctrinales.
Hace poco se publicó un libro que trata de la teología de Hans Urs von Balthasar, el jesuita que fue nombrado Cardenal por Juan Pablo II, y que murió dos o tres días antes de su investidura.


Si se dedica un examen profundo a su teología, puede constatarse que este hombre era herético en sus formulaciones concernientes a la Santísima Trinidad, las dos naturalezas de Nuestro Señor, el magisterio de la Iglesia, el primado del Papa, y referente también al cielo y al infierno, donde piensa que no hay nadie. ¡Es increíble!


Pues bien; este hombre recibió el premio Pablo VI, para recompensar sus méritos como teólogo…, lo que le valió, además, su cardenalato. Y, por si fuera poco, estaba considerado entre los teólogos ¡como un hombre de los más conservadores! El procuraba aparecer como tal. En un artículo declaró: “Hans Küng no tiene razón; tampoco la tiene Mons. Lefebvre. Es Ratzinger el que la tiene.” Por tanto, ni a derecha ni a izquierda: escogió la línea media.


 Así, cuando se examinan las cosas de cerca, se percibe que hay ahí una pandilla de liberales, de modernistas, que se conocen entre sí, y que se han hecho con el poder.
 Si se lee el libro del Cardenal Ratzinger “Foi chrétienne hier et aujourd´hui, ( Mame, 1969) (“Fe cristiana ayer y hoy”), se descubre una noción de la fe completamente a-Católica, hasta herética.  No duda, siquiera, en calificar a Teilhard de Chardin de gran pensador de nuestro tiempo. Es ciertamente asombroso.


En sus escritos, el Cardenal Wojtyla menciona al joven teólogo alemán José Ratzinger como alguien en quien se pueda fundar grandes esperanzas. Cita también a Teilhard de Chardin.
A propósito de Teilhard de Chardin, Urs von Balthasar escribió también de manera elogiosa, citando los informes que él proporcionaba a los jesuitas tras sus viajes, especialmente a China. El caso de Karl Rahner es idéntico.


 LA IGLESIA ESTA OCUPADA POR LOS MODERNISTAS      

 Se constata así que un grupo de intelectuales liberales y modernistas, que han roto con la Tradición de la Iglesia, para establecer su filosofía personal, su teología personal, se han apoderado del gobierno de la Iglesia y ocupan puestos importantes.


No se trata de una fantasía ni de un exceso de imaginación de parte de los tradicionalistas, sino que es algo real y exacto: la Iglesia está ocupada por estas gentes.


Una vez arribado al Papado, el Cardenal Wojtyla llamó a Roma al joven teólogo en quien tenía depositadas tantas esperanzas, el Cardenal Joseph Ratzinger, para hacerle guardián de la Fe. Si se quiere responder a los que dicen: “Pero Juan Pablo II es un buen Papa; dice cosas excelentes en el terreno de la moral, aunque no hace lo que quiere, porque es prisionero de los que lo rodean. “ Podrán darse cuenta de los actos que ha realizado, de las palabras que ha dicho, de los discursos que ha pronunciado, así como de todo su programa.
 Es verdad, sin embargo, que este Papa es relativamente conservador en el plano de la disciplina y de la moral.  Pero  la  destrucción  del  dogma y de la noción de la Iglesia es mucho  más  grave, porque es la moral la que fluye de la fe y no a la inversa.


 Con un ecumenismo insensato, con la libertad religiosa y la orientación de sus relaciones con socialistas y comunistas; la liturgia que celebra en esas grandes concentraciones, sin ninguna dignidad, sin el menor sentido de lo sagrado, fuerza es reconocer que el comportamiento de este Papa, es nocivo para la Iglesia y pernicioso para las almas.


No es posible que estos hombres tengan aún la fe en el Kyrios,  Nuestro Señor Jesucristo, Verbo encarnado.Es por esto que no podemos disminuir el celo de nuestra acción ni de nuestras oraciones. Con la ayuda del Señor debemos preparar las bases del restablecimiento de la Iglesia.

                                                                                                              P. Franz Schmidberger
                                                                           

 Superior General de la Hermandad de San Pío X


Declaraciones recopiladas en el Seminario del Santo Cura de Ars, en Flavigny  (Francia). Para conservar su carácter, se ha respetado el estilo coloquial. Los títulos y subtítulos son de la redacción.