SAN ESTEBAN MARTIR SU NOMBRE SIGNIFICA "CORONADO"
Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De las persecuciones que Dios envía a los suyos
Punto I.- Considera que Cristo profetiza a los suyos las persecuciones
que han de padecer, porque las sabía y conocía y las podía prevenir y excusar,
pues estaba en su potestad, y no lo hizo porque así convenía para su bien. De
donde has de sacar que no te viene trabajo que no lo sepa Dios y le pueda
prevenir y excusar, y no lo hace atendiendo a tu bien, porque así conviene para
gloria suya y provecho de tu alma. Por tanto, todo lo debes recibir como venido
de Su mano, y darle muchas gracias por ello y llevarlo con paciencia y alegría
por su amor; medita esta verdad y ofrécete al Señor para sufrir y padecer
cuanto fuere Su voluntad, y hallarás gran consuelo en tus trabajos y fortaleza
para sufrirlos.
Punto II.- Considera con San Agustín lo que dice el Salvador a los
suyos, que los han de perseguir y echar de
las sinagogas, de las cuales, como dice el Santo, ellos mismos habían de
huir como de escuelas reprobadas por Cristo y ocasionadas a su perdición, por
lo cual conocerás lo que obran las persecuciones en los buenos: apartarlos del
mal y purificarlos, como el fuego al oro y a la plata, y por esta causa se las
envía Dios. Pondera cuántos han sido coronados de gloria por las persecuciones,
que no lo fueran si no las hubieren tenido; y cuántos se han condenado por haberles
faltado y vivido en honras, riquezas y abundancia: el hierro labra a la tierra
y la persecución al justo. Acuérdate de esto, y ofrécete con ánimo varonil al
Señor para padecer por Él las persecuciones y trabajos, reconociendo que vienen
a purificar tu alma y preservarla de toda corrupción.
Punto
III.- Considera que Cristo les advierte que los han de perseguir por amor de Él,
movidos de ignorancia porque no le conocerían. La razón es, porque persuadidos
los Apóstoles que padecían por Cristo y por la exaltación de Su nombre,
hallasen gran gusto y consuelo en las tribulaciones acordándose que las
padecían por su Maestro, el cual los hacía dignos de padecer algo por Él,
pagando lo que el mismo Señor había padecido por ellos. ¡Oh, si meditases esto
con espíritu y atención, y si ponderases cuánta gloria es padecer por Cristo y
por la exaltación de Su nombre! Levanta el corazón a Dios y pídele esta gracia,
y que te haga digno de padecer algo por su amor, acuérdate cuánto se empeña el
Señor en ayudar a los que padecer por Él y la corona que les espera, y pedirás
con esfuerzo de corazón esta gracia a Su Majestad.
Punto IV.- Considera cómo Cristo ofrece a sus Apóstoles el Espíritu
Santo, y juntamente las persecuciones y trabajos; porque este beneficio no se
da sin esta pensión, y si quieres recibir los dones de Dios has de entender que
te los ha de vender a precio de paciencia, y que el mundo y el demonio te han
de hacer guerra viéndote favorecido de Dios. Disponte en la oración para la
pelea, que el Señor que te puso en ella te sacará con victoria si sabes confiar
en Él.