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martes, 12 de mayo de 2015

MEDITACIONES: Fé y perseverancia (R. P. Alonso Andrade)



Meditación
Por el P. Alonso de Andrade

   Punto I.- Considera la bondad y misericordia divina, que a todas horas y en todos tiempos y lugares tiene franca la puerta para la oración, y espera y oye a cualquiera que le pretende hablar y pedir, y despacha sus peticiones sin intervención de porteros o ministros, sino por su propia persona. Gózate de tener tal Señor y tan buen Dios, y dale gracias por esta gracia, y porque cosa tan importante y necesaria la ha hecho tan fácil. Deja los señores de la tierra y acude al del cielo con tus peticiones y Él cumplirá tus deseos.

   Punto II.- Considera lo que dice Cristo en el Evangelio, de aquel amigo que negó la primera vez lo que le pedían, y por la importunidad del que perseveró pidiendo, lo concedió y se lo dio. Aquí nos enseña que tal vez Dios dilata lo que se le pide y responde con sequedad para probar nuestra fe y perseverancia, y si esta no nos falta, concede lo que pedimos. Saca de aquí propósitos firmes de perseverar en la oración aunque Dios te trate con sequedad y aunque te niegue lo que le pides y aunque veas los efectos contrarios; porque la perseverancia alcanza las gracias del Señor, y si te rindes al trabajo y pierdes la confianza, no alcanzarás lo que pides. Espera en el Señor y haz bondad y experimentarás Su piedad.

   Punto III.- Considera las palabras que dice Cristo en su Evangelio; conviene a saber: pedid y os darán, buscad y hallaréis; llamad y os abrirán; porque todos los que piden reciben, y los que buscan hayan, y a los que llaman abren. Aquí nos exhorta a pedir con la boca y buscar con diligencia, y llamar con las manos; porque la oración no ha de ser sólo con la boca, sino acompañada con diligencia, fervor y santas obras de penitencia y piedad, como lo enseñó Nuestra Señora a Santa  Isabel, según lo afirma San Buenaventura. Considera si tu corazón va acompañado con estos compañeros, o si es sola de boca y no de corazón y con fervor y santas obras. Mira cuánto pierdes por tu tibieza, y pide a Dios su gracia para entrar en fervor y acompañar tus peticiones con ayunos, mortificaciones y santas obras.


   Punto IV.- Considera lo que dice Cristo que ningún hijo pidió a su padre pan que le diese en su lugar una piedra, o una serpiente, o un escorpión, sino siempre lo bueno y conveniente para su bien. Mucho mejor dará el Padre celestial el espíritu bueno a los que le piden. Pondera el amor que Dios nos  tiene como Padre, y cómo quiere que le pidamos con afecto de hijos y que así  como el padre nunca da a su hijo lo que sabe que le estará mal, sino lo bueno y provechoso, de la misma manera Dios no da a sus hijos las cosas que le piden, si no les convienen para su bien, sino las útiles y provechosas, y el espíritu bueno y santo que los encamine al Cielo. De lo cual has de sacar una grande confianza en el amor que Dios te tiene, y una indiferencia humilde en todo lo que pidieres dejándolo en Sus manos, pidiéndole que corrija tus peticiones y te de lo que fuere de mayor gloria suya, recibiendo con tanta igualdad de ánimo y agradecimiento el no como el , lo adverso como lo próspero, y la enfermedad como la salud, persuadido que es don que te viene de la mano del Señor, y como dice San Bernardo no dejes tu oración, porque o te dará Dios lo que pides, o si no te conviene te dará otra cosa mejor en su lugar, como le sucedió a San Pablo, quien no alcanzó que Dios le quitase la tentación de la carne que padecía, aunque lo pidió con instancia; pero dióle nuestro Señor otra cosa mejor en su lugar, que fue la gracia para vencer la tentación y ser coronado por ella.