“Si yo tuviera Señor la 
desgracia de extraviarme  por los
caminos del pecado,
  estoy seguro de que
no me dejarías llegar a perderme, pues bien sabes que,
  dándome Tú un golpe fuerte,
mi mezquino corazón  volvería a
implorar  tu 
  perdón en la prueba,
ya que no fue capaz de ser fiel en la prosperidad”.

