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martes, 6 de septiembre de 2022

LOS ENEMIGOS DE LA CRUZ DE NUESTRO SEÑOR

 




FUENTE

Como decía el Papa Pío XII a los jóvenes de Italia, es necesario evidenciar el combate a muerte que se ha entablado contra los católicos en todos los lugares, reconocer al enemigo, comprender la estrategia y la táctica de este combate, examinar claramente su lógica, su psicología y su dinámica, para que podamos comprender de manera segura cada una de las luchas de esta guerra y organizar y dirigir con toda seguridad la guerra contraria.

El enemigo implacable de la sociedad católica continúa desde hace ya seis siglos en una lucha mortal y en una marcha hacia delante lenta y sistemática, ha derribado y destruido casi todo el orden católico, es decir la ciudad de Dios, y se esfuerza en edificar en su lugar la ciudad del hombre.

Su nombre es “Revolución”, representada en el dibujo por el protestantismo, la revolución francesa y el comunismo. ¿Qué es lo que quiere? Construir todo el orden de la vida humana, la sociedad y la humanidad sin Dios, sin Iglesia, sin Cristo, sin la Revelación, sobre la sola razón humana, sobre la sensualidad, la codicia y el orgullo. Para eso era necesario reemplazar a la Iglesia por la anti iglesia.

La mayor fuerza de la Revolución nace de la utilización inteligente de las pasiones humanas. El comunismo creó la ciencia de la Revolución, y sus armas principales están en las pasiones humanas desenfrenadas metódicamente excitadas.

La Revolución emplea dos vicios como fuerzas destructoras de la sociedad católica y constructora de la sociedad atea: la sensualidad y el orgullo. Estas pasiones desordenadas y violentas son dirigidas de manera científica hacia un fin preciso y se someten ellas mismas a la disciplina férrea de sus jefes, para destruir de arriba abajo la ciudad de Dios y construir la ciudad del hombre.

Este enemigo despliega en nuestros días una gran actividad, porque está seguro de su victoria en los años venideros. Y, sin embargo, muchos de los católicos rechazan con desprecio estas consideraciones como sueños originados por una mala imaginación. Así ellos obran como los habitantes de Constantinopla durante los años que preceden al desastre: ciegos, no quisieron ver el peligro.

Después de dos siglos, vemos realizado lo que el Papa Clemente XII señalaba como programa de la secta francmasónica. Algunas cosas en este programa faltan todavía. En nuestros días son promovidas con gran inteligencia, perversidad, energía y lógica, y llegan a gran velocidad.

Ellos aceptan la tiranía totalitaria, toleran la pobreza con el fin de que sea edificado el orden del Anticristo. Un gobierno central enérgico dirige todo el proceso: es una central humana que es el instrumento del mismo Satán.

El comunismo es otro enemigo de los católicos. La secta masónica reúne a los “burgueses”, el comunismo a los “proletarios”. El fin de los dos es el mismo: la sociedad socialista, racionalista, sin Dios y sin Cristo. Los dos tienen la misma cabeza: el judaísmo.