Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De la Cananea
Clamaba en pos de Cristo una mujer cananea pidiéndole salud para su hija
endemoniada; no la oía Cristo. Intercedieron los discípulos, y más su humildad, su fe y su perseverancia por
la cual dio salud a su hija en aquella hora.
Punto I.- Mira a esta mujer cananea, del linaje más despreciado que
había entre los hebreos, que por su fe y virtud alcanzó de Cristo la salud que
pidió para su hija, porque a los ojos de Dios no es mejor el que es de mejor
sangre, sino el que es de mejores costumbres; ni es el Señor aceptador de
personas, sino de obras, regulando y estimando a cada uno según las propias.
Gózate de tener un Señor tan recto y justo en sus juicios, y mira qué
estimación tienes tú a sus ojos; cuáles son tus obras y cuántos pobres y
despreciados a los ojos de los hombres son muy apreciados a los de Dios porque
lo merecen sus obras, y al contrario, muchos que son estimados de los hombres
son despreciados de Dios por sus vicios y pecados. ¡Oh, Señor, cuán rectos son
vuestros juicios! Dadme gracia para que yo estime lo que se debe estimar y haga
aprecio de cada cosa según su valor.
Punto II.- Considera la perseverancia de esta mujer, la cual aunque al
principio no fue oída de nuestro Señor y después le respondió con severidad,
siempre estuvo firme en su fe y petición, clamando y perseverando a las puertas
del Salvador. Aprende tú a perseverar en
la oración y no desistir en las peticiones
aunque sientas sequedades y desvíos, y que se hace Dios sordo a tus
ruegos, gime, llora y clama a sus puertas con perseverancia como esta mujer, y
confía que alcanzarás buen despacho de tu petición como ella le alcanzó.
Punto III.- Considera cómo oyéndola clamar los apóstoles y que no dejaba
de seguir a Cristo, intercedieron por ella suplicándole que la oyese y le
hiciese merced. Has de aprender dos cosas: la primera, a interceder por los
pobres y afligidos, con los poderosos, en sus necesidades. La segunda, procura
tener valedores para con Dios ganando la voluntad a los santos para que
intercedan por ti y te alcancen de su Divina Majestad lo que le suplicares.
Mira cuánto le importó a esta mujer la intercesión de los apóstoles, y de aquí
sacarás cuánto te importará a ti la de los mismos apóstoles y de los otros
santos para con Dios. Ruégales que te acompañen a su tribunal y que presenten
en él tus peticiones y favorezcan tus intentos, que pues rogaron por la cananea
sin pedirles ella que intercediesen, mucho mejor rogarán por ti si les suplicas
con humildad y devoción.
Punto IV.- Considera cómo Cristo libró a la hija del demonio que la
poseía, por la fe y clamores de su madre; el gozo que tendrían ambas y la
alegría y júbilos de toda su casa, y contempla el gozo que tiene un alma y toda
la corte celestial cuando sale de la esclavitud del demonio que la tiene en las
cadenas de los pecados. No ceses de orar a Dios por todos los pecadores, y si
eres padre de familia por los que te ha encomendado, que aunque seas más
desechado que esta cananea, tendrán buen logro tus peticiones, si tienes como
ella viva fe. Pídesela al Señor, y que te de su gracia para saber pedir y
perseverar en su servicio.