Grandes elogios que Jesucristo nuestro Señor hace de las reliquias, y con cuánto respeto deben venerarse.
REVELACIÓN 4
Hallábase velando en oración santa Brígida, y parecióle que su corazón estaba ardiendo en amor divino y lleno todo de un gozo espiritual, con el que su cuerpo casi estaba sin fuerza alguna.
Entonces oyó una voz que le decía: Yo soy el Creador y el Redentor de todos. Sabe, pues, que ese gozo que ahora sientes en tu alma es mi tesoro, pues como está escrito: El Espíritu inspira dondequiere. También oye mi voz, pero ignoras de dónde venga o adónde vaya. Este tesoro lo doy yo a mis amigos en muchos parajes, de muchas maneras, y con muchos bienes.
Pero quiero hablarte de otro tesoro, que todavía no está en los cielos, sino con vosotros en la tierra. Este tesoro son las reliquias y cuerpos de mis amigos, ora estén desechos, ora se conserven intactos, bien se hayan convertido en polvo y ceniza, bien no, pues de todas maneras son mi tesoro. Y podrás preguntarme, que según se dice en la Escritura: Donde está tu tesoro, allí está tu corazón, cómo está mi corazón en ese tesoro, a saber, con las reliquias de los santos? A lo cual te respondo, que el sumo placer de mi corazón consiste en dar premios eternos, según su voluntad, fe y trabajo, a todos los que visiten los lugares de mis santos y honren sus reliquias, esto es, los que han sido glorificados con milagros y canonizados por los Sumos Pontífices. Y de esta suerte mi corazón está con mi tesoro.
Quiero, pues, que tengas por muy cierto que en este paraje hay un preciosísimo tesoro mío, que son las reliquias de mi apóstol santo Tomás, de las cuales, en ninguna parte existen tantas como en ese altar, donde se encuentran incorruptas y sin dividir; pues cuando fué destruída la ciudad en donde primeramente estuvo depositado el cuerpo de este apóstol mío, con mi permiso varios amigos míos trasladaron entonces este tesoro a esta ciudad de Ortona y lo pusieron en ese altar.
Mas ahora se halla aquí como oculto, porque los príncipes de este reino eran antes de llegar aquí el cuerpo del Apóstol, según aquello que está escrito: Tienen boca, y no hablarán; tienen ojos, y no verán; oídos, y no oíran; manos, y no palparán; pies, y no andarán.
¿Cómo semejantes hombres dispuestos de tal manera para conmigo, su Dios, podrían dar a ese tesoro la debida honra? Luego, cualquiera que me ama a mí y a mis amigos sobre todas las cosas, queriendo más morir que ofenderme en lo más leve, y teniendo deseo y autoridad de honrarme y de mandar a los demás, este, cualquiera que fuere, exaltará y honrará mi tesoro, a saber, las reliquias de este Apóstol mío, a quien escogí y preferí. Por tanto, debe decirse y predicarse por muy cierto, que así como están en Roma los cuerpos de los apóstoles san Pedro y san Pablo, de la misma manera están en Ortona las reliquias de mi apóstol santo Tomás.