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miércoles, 21 de febrero de 2024

RECOMENDACIONES DE ESPIRITUALIDAD DE SAN FRANCISCO DE SALES (Segunda parte)

 


16. Al hablar de las virtudes de los santos no está mal narrar sus defectos y pecados. 

17. Al presentarse la ocasión de hacer una buena obra pensad poco, hablad poco y haced mucho. 

18. Al procurarme el reposo corporal he pensado en el reposo espiritual con que nuestros corazones deben someterse a la voluntad de Dios.  

19. Alegrémonos de corazón del bien que hacen los otros, ayudémosles en ello en cuanto lo permitan nuestras fuerzas; tal vez Dios logrará más servicios de los demás que de nosotros. 

20. Alimentad vuestra alma con un espíritu de confianza cordial en Dios, y según la medida de vuestras imperfecciones y miserias cobrad ánimo y esperad más firmemente. 

21. Amad a todo el mundo con amor de caridad; pero no tengáis amistad con nadie que no pueda serviros en algo para adquirir la virtud. 

22. Amad mucho a Dios y, por amor de Dios, a todas las criaturas, principalmente a aquellas que os desprecian. 

23. Amar a Dios en medio de los consuelos, pueden hacerlo los más débiles y hasta los niños; pero amarle, cuando nos llena de amargura, es propio de almas generosas y constantes. 

24. Amar a Dios no es sentir los más inefables goces, sino mantener la firme resolución de agradarle a Él en todo. 

25. Amar la voluntad de Dios en las consolaciones es un amor bueno, cuando en verdad se ama la voluntad de Dios y no la consolación en la cual la divina voluntad se muestra. Amar la voluntad divina en sus mandamientos, consejos e inspiraciones es un segundo grado de amor, mucho más perfecto. Amar los sufrimientos y aflicciones por el amor de Dios es el grado más alto de la caridad; porque en esto no hay nada humanamente gratificante sino exclusivamente el deseo de de cumplir la voluntad de Dios. 

26. Amar los sufrimientos y las aflicciones por amor de Dios es la cumbre de la caridad. 

27. Amar o morir. 

28. Andemos por los bajos valles de las pequeñas virtudes y veremos rosas entre las espinas. 

29. Animad de continuo vuestro ánimo con la humildad y vuestra humildad con la confianza en Dios, de modo que vuestro ánimo sea humilde y vuestra humildad animosa. 

30. Animémonos a hacer actos buenos y fervorosos porque uno de estos vale más que diez de los otros