Eminentísimo Señor. Obedeciendo a su carta del 18 de junio, por medio de la cual solicita mi opinión sobre los temas a tratar en el Concilio Ecuménico próximo, le escribo esta carta. Presentaré con humildad y modestia ciertos puntos que para mí son de gran importancia, pero sin tener intención de acusar a nadie, ni de someter a mis superiores a la crítica.
No se tratará de cuestiones dogmáticas o jurídicas, otros obispos seguramente habrán hablado de ello. Yo abordaré temas prácticos y fundamentales para el futuro de la Iglesia, y os ruego los juzguéis con bondad.
INTRODUCCIÓN
Cuando considero la vida católica actual en mi patria y en otras partes del mundo, veo muchas cosas que son señales de vida y que ciertamente son propias para reconfortar a toda alma que ama a la Iglesia. Sin embargo veo otras que me producen gran angustia. Son tan graves que las estimo dignas de ser consideraras por la Comisión Pontíficia ante-preparatoria para el Concilio Ecuménico, y posteriormente por el Concilio mismo.
Veo que los Principios, que el espíritu de lo que se llama Revolución, penetra en el clero y en el pueblo cristiano, como en otro tiempo los principios, la doctrina, el espíritu, el amor del paganismo penetraron en la sociedad medieval, y causaron la pseudo-reforma. Muchos de entre el clero no ven los errores de la Revolución, y no se oponen a ellos. A otros clérigos les gusta la Revolución como una causa ideal, la propagan, colaboran con ella, persiguen a los adversarios de la Revolución, calumnian y ponen obstáculos a su apostolado. Numerosos pastores se callan. Otros se adhieren a los errores y al espíritu de la Revolución, y abiertamente o en la sombra, alientan este espíritu, como lo hicieron los pastores en tiempo del Jansenismo.
Los que acusan y combaten los errores sufren la persecución por parte de sus colegas; se les llama “integristas”. De los seminarios y de la Ciudad Santa misma vuelven seminarista imbuidos de ideales de la Revolución. Ellos mismos se dicen “maritanistas”, son discípulos de Theilhard de Chardin”, “socialistas”, evolucionistas”. Un sacerdote que combate la Revolución raramente es elevado al episcopado; los que la sostienen lo son frecuentemente.
Según mi humilde opinión, la Iglesia debería organizar en el mundo una lucha sistemática contra la Revolución. Yo no sé si se realizará. La Revolución misma no procede de otra manera. Un ejemplo de este trabajo organizado y sistemático es el nacimiento (origen) mundial, simultáneo, uniforme de la democracia cristiana en numerosas naciones inmediatamente después de una guerra monstruosa. Este fermento penetra en todos los países. Se realizan reuniones, se ha creado la “Internacional” y por todas partes el slogan es “Hagamos la Revolución nosotros mismos antes de que otros la hagan”.
La Revolución existe como consecuencia del consentimiento de los católicos. En mi humilde opinión, si el Concilio quiere tener efectos saludables, debe considerar primero el estado de la Iglesia que, a semejanza de Cristo, conoce un nuevo Viernes Santo, entregada sin defensa a sus enemigos, como lo decía el Papa Pío XII a los jóvenes de Italia. Es necesario evidenciar el combate a muerte que se ha entablado contra la Iglesia en todos los lugares, reconocer al enemigo, comprender la estrategia y la táctica de este combate, examinar claramente su lógica, su psicología y su dinámica, para que podamos comprender de manera segura cada una de las luchas de esta guerra y organizar y dirigir con toda seguridad la guerra contraria.
Nuestro enemigo implacable de la Iglesia y de la sociedad católica continúa desde hace ya seis siglos ahora, en una lucha mortal y en una marcha hacia delante lenta y sistemática, ha derribado y destruido casi todo el orden católico, es decir la ciudad de Dios, y se esfuerza en edificar en su lugar la ciudad del hombre.
I. NUESTRO ENEMIGO
Su nombre es “Revolución”. ¿Qué quiere ésta? Construir todo el orden de la vida humana, la sociedad y la humanidad sin Dios, sin Iglesia, sin Cristo, sin la Revelación, sobre la sola razón humana, sobre la sensualidad, la codicia y el orgullo. Para ello es necesario derrotar, destruir radicalmente y reemplazar a la Iglesia.
Este enemigo despliega en nuestros días una gran actividad, porque está seguro de su victoria en los años venideros. Y sin embargo, muchos de los pastores católicos rechazan con desprecio estas consideraciones como sueños originados por una mala imaginación. Así ellos obran como los habitantes de Constantinopla durante los años que preceden al desastre: ciegos, no quisieron ver el peligro.
A. LA SECTA FRANCMASONICA
Los ojos de todos el Concilio deben estar dirigidos hacia esta secta. Las palabras de los Sumos Pontífices, que ponen en evidencia su metafísica opuesta a toda la Revolución y que la muestran como el arma central en la guerra implacable contra la sociedad católica, son válidas todavía. Después de dos siglos, vemos realizado lo que el Papa Clemente XII señalaba como programa de esta secta. Algunas cosas en este programa faltan todavía. En nuestros días son promovidas con gran inteligencia, perversidad, energía y lógica, y llegan a marcha rápida. Pocas cosas faltan para la construcción total de la ciudad del hombre. ¿Cuántos años le serán concedidos a la Iglesia en “la asamblea de los reyes de la tierra”? ¿Cuántos años para imponer el “nuevo orden de los siglos” al mundo y a los cristianos?
Yo deseo aportar un argumento muy serio que demuestra la conjuración mundial contra el orden católico y su próxima victoria a menos que Dios salve milagrosamente a la Iglesia y nos prepare tal milagro por nuestro incansable trabajo. Se trata de un billete de un dólar de los Estados Unidos de América de Norte. Si examinamos este pequeño papel con atención ¿Qué vemos? En el círculo, al lado derecho vemos una pirámide que está construida en una gran llanura sin cultivo. Las piedras que la componen son cuadradas y pulimentadas. El significado de esta alegoría está indicado en la inscripción que se lee en la franja: Nuevo orden de los siglos. La pirámide significa la nueva humanidad que está compuesta por los hombres elogiados por los francmasones, cuyo símbolo es la piedra pulida en la que son transformados los hombres creados por Dios Creador pero transformado por el Gran Arquitecto del Universo. La base de la pirámide indica el fundamento de este Nuevo orden de los siglos: 1776, año del nacimiento de los Estados Unidos.
Los Estados Unidos son por lo tanto la base de esta Nueva humanidad masónica. Faltan piedras a la pirámide. El Nuevo orden de los siglos no está pues completo todavía, pero le falta poco. Sin embargo, la obra estará seguramente acabada porque encima de la pirámide está escrito “Dios”, no el Padre de Jesucristo, que es un creador vengador sino el Dios gnóstico, el Arquitecto: está representado por un ojo colocado en un triángulo. Estamos en pleno dualismo gnósticomaniqueo que es la base teológica de la secta masónica. Este “Dios” da su aprobación a las empresas, como se puede leer encima de la pirámide: es decir que alaba la obra, la aprueba, está de acuerdo con ella.
Esta alegoría es elocuente, más de lo que hace falta. Para nosotros, el Nuevo orden de los siglos fue fundado por Nuestro Señor Jesucristo, y comenzó hace 1959 años. El Nuevo orden del que tratamos comenzó en 1776. Es una construcción que es Esta alegoría es elocuente, más de lo que hace falta. Para nosotros, el Nuevo orden de los siglos fue fundado por Nuestro Señor Jesucristo, y comenzó hace 1959 años. El Nuevo orden del que tratamos comenzó en 1776. Es una construcción que es contraria a la naturaleza creada. Este orden será acabado pronto. He aquí una cuestión vital para la Iglesia. El orden masónico se opone al orden católico. Pronto el orden masónico abarcará a la humanidad entera. Sin embargo, numerosos pastores católicos no lo ven, un gran número de ellos se callan.
Después de León XII, ninguna nueva encíclica sobre esta secta: ¿Qué se dice de ella en las universidades y seminarios? ¿Qué se dice en sociología de esta cuestión tan grave? En el gobierno mundial y nacional de la Iglesia, se ignora frecuentemente este problema, hay como una tregua. En los estudios y en las orientaciones de los sacerdotes no se habla de su programa, de su método, del sistema de toda la sociología masónica, de su fin, de su espíritu, de sus medios, de su táctica y de su estrategia. Y lo que es más, el P. Berthelot, jesuita francés, escribe un libro sobe la posibilidad de colaboración entre la Iglesia y la Secta.
El peligro es muy actual. Los obispos argentinos lo han notado y han llamado a sus fieles para protestar. En Brasil hay indicios de próximas luchas.
B. EL COMUNISMO
El Comunismo es otro enemigo de la Iglesia católica. La secta masónica reúne a los “burgueses”; el Comunismo a los “proletarios”. El fin de los dos es el mismo: la sociedad socialista, racionalista, sin Dios y sin Cristo. Hay una cabeza común a los dos:
C. EL JUDAISMO INTERNACIONAL
1. Nosotros condenamos toda persecución contra los judíos en razón de su religión o por razones étnicas. La Iglesia está contra el antisemitismo. 2. Pero la Iglesia no puede ignorar los hechos pasados y las afirmaciones claras del Judaísmo internacional. Los jefes de este judaísmo conspiran desde hace siglos contra el nombre católico y preparan, metódicamente y por odio inmortal, la destrucción del orden católico y construyen el orden del imperio mundial judaico. Esto es a lo que aspiran la secta masónica y el comunismo. El dinero, los medios de información periódica, la política mundial están, en gran parte, en manos de los judíos. Aunque ellos sean los mayores capitalistas y debieran, por este motivo, ser los mayores adversarios de los rusos y del comunismo, no les temen; muy al contrario, les ayudan a vencer. Los que revelaron los secretos atómicos de los Estados Unidos fueron Fuchs-Gold-Gringlass-Rosemberg: todos judíos. Los fundadores del comunismo son judíos; ellos son los propagadores de éste; los organizadores, los “banqueros”. Esta es la realidad: ¿de ahí el odio? No, sino la vigilancia, la claridad, la lucha sistemática y metódica que es necesario oponer a la lucha sistemática y metódica de este “Enemigo del hombre” cuya arma secreta es el “fermento de los Fariseos que es la hipocresía”.
D. LA REVOLUCION
El judaísmo internacional quiere derribar radicalmente la Cristiandad y sustituirla. Sus tropas son los masones y los comunistas principalmente. El proceso de la Revolución comenzó a fines de la Edad Media, progreso por el Renacimiento pagano, dio saltos adelante en la Pseudo-Reforma, destruyó la base política y social de la Iglesia en la Revolución Francesa, pensó derribar la Santa Sede, en el ataque a los Estados Pontificios, hizo añicos los recursos de la Iglesia con motivo de la secularización de los bienes de los Religiosos y de las Diócesis, causó una crisis interna muy grave con el Modernismo, y en fin produjo, con el Comunismo, el instrumento decisivo para borrar de la tierra el nombre cristiano.
La mayor fuerza de la Revolución nace de la utilización inteligente de las pasiones humanas. El Comunismo creó la ciencia de la Revolución, y sus armas principales están en las pasiones humanas desenfrenadas metódicamente excitadas.
La Revolución emplea dos vicios como fuerza destructoras de la sociedad católica y constructora de la sociedad atea: la sensualidad y el orgullo. Estas pasiones desordenadas y violentas son dirigidas de manera científica hacia un fin preciso y se someten ellas mismas a la disciplina férrea de sus jefes, para destruir de arriba abajo la Ciudad de Dios y construir la Ciudad del Hombre. Ellos aceptan la tiranía totalitaria misma, toleran la pobreza con este fin, que sea edificado el orden del Anticristo. Un cierto gobierno central enérgico dirige todo el proceso: es una central humana que es el instrumento del mismo Satán. Lo que se llama “Políticas de Derecha”, como el fascismo y el Nacional Socialismo, fueron ellas mismas las cabezas de combate contra la Iglesia de Cristo.
II EL COMBATE CATÓLICO CONTRA ESTE ENEMIGO
a) La condena de doctrinas perversas es una gran manera necesaria pero no es suficiente. Pues las condenas no faltan en la lucha contra el Protestantismo, contra el Jansenismo, el Modernismo, el Comunismo. Ellas tuvieron muy buen resultado. Algunas llegaron tarde.
b)es un combate organizado contra los errores, y los promotores y propagadores de los errores, lo que se necesita. Un combate tal organizado, como un ejército ordenado y metódico, viene a ser hoy fácil por el progreso de las comunicaciones con la Santa Sede. Sin embargo el Clero, las Órdenes religiosas, nuestras escuelas, los laicos, no son sistemáticamente lanzados a la lucha. Falta una resistencia organizada contra las ideas y contra las personas.
c) El combate organizado debe tocar también las formas ocultas de la Revolución así como sus errores y su espíritu, que la propagan, ella y su espíritu presentan generalmente dos aspectos:
l. Ellas con la consecuencia lógica de sus errores, o la expresión psicológica de los falsos principios, aplicada a un terreno muy concreto. 2. La cosa está presentada de tal modo que el fiel poco informado no advierte la malicia de la doctrina. 3. Aunque no perciba la malicia de la doctrina, el fiel guarda en su alma, de forma latente y activa, el principio perverso y es reducido poco a poco, insensiblemente, por este principio y por el espíritu de la Revolución.
B. EL SYLLABUS DEL PAPA PIO IX
El Syllabus es la lista providencial de los errores perniciosos de nuestra época y conserva toda su actualidad. Debe sin embargo, ser completado: l. Por la inclusión de nuevos errores actuales.2. Por una organización práctica de la lucha contra tales errores y contra sus defensores en el exterior y en el interior de la Iglesia. Este combate práctico y organizado, ha faltado a mi parecer. Frecuentemente, los defensores de los errores y del espíritu que han sido condenados en el Syllabus, han sido elevados a puestos de mando en el interior de la Iglesia. En los seminarios se encuentran profesores que divulgan tales errores y están llenos de amor a la Revolución. Los sacerdotes que permanecen neutrales en este combate, son ascendidos. Los que luchan abiertamente contra la Revolución son retirados de sus cargos. Sufren frecuentemente la persecución y se les prohíbe hablar.
Los pastores no alejan a los lobos de sus rebaños e impiden ladrar a sus perros. Yo ya he encontrado una monstruosidad de este clase: ”Yo soy sacerdote maritainista”, “yo soy obispo maritainista”. En el nuevo Syllabus, deben ser incluidos los errores del Socialismo. Igualmente los errores de Marc Sangnier, del movimiento “Le Sillon”; lo mismo la herejía social de Maritain. La idolatría democrática; el ídolo de la Democracia Cristiana, los errores del “Liturgicismo”; los errores del sacerdocio de los laicos de Acción Católica. Los errores sobre la obediencia sobre los votos religiosos; los errores del Comunismo respecto a la propiedad, del Evolucionismo panteísta universal.
III. LA ESTRATEGIA DEL CABALLO DE TROYA
CONTINUARÁ....