Traducir

domingo, 18 de octubre de 2015

Domingo 20 post Pentecostés (Bogotá, año 2015) R. P. Fernando Altamira



Queridos hijos: 

 Hoy tenemos el milagro de Cristo, hecho a distancia, sobre el hijo del “régulo” (régulus), un oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo, muriéndose, en Cafarnaúm. “Dómine, descénde priúsquam moriatur filius meus”: Señor, desciende [ven a mi casa], antes de que mi hijo muera. “Vade, filius tuus vivit”: Vete, tu hijo vive. “Y creyó él y toda su familia, et domus eius tota”.

Les compartimos primero algunas palabras del Padre Leonardo Castellani : 
“«Este es el segundo milagro que hizo Jesús», escribe San Juan después de narrar la curación del hijo del régulo… El primero fue la transmutación del agua en vino en Caná…  El tercer milagro de Cristo es la curación de la suegra de San Pedro. Después, en ese mismo día, antes de anochecer, curó innumerables enfermos de la ciudad, que se amontonaron ante la casa al saber la noticia; porque la suegra de San Pedro, según la historia, era muy “relacionada” y bastante charlatana. Por tanto, el primer milagro que hizo Cristo fue en favor de una familia de Caná «de la clase media», como diríamos ahora; el segundo en favor de un funcionario regio, sin duda un ministro o edecán de Herodes Antipas; el tercero en favor de San Pedro; y después innumerables en favor de los vecinos de Cafarnaúm. 

Y conversó y anunció que él era Profeta… a gentes de todas clases y condiciones, sin excluir los samaritanos, que era tenidos por herejes vitandos…  [La familia del funcionario regio] Era una familia rica. Hoy día dicen que «la Iglesia debe ir a los obreros». La otra semana recibí una carta que decía eso; y añade: «separarse de la oligarquía». Es un buen cálculo político, aprendido de los que saben política: los obreros son muchos y son votos. Pero Cristo no veo que haya hecho eso. ¿A quién fue Cristo? A todos. Al que quisiera oírlo. Al que no se escandalizaba de Él... Cristo no hizo agitación social. Que la mayoría de los que lo seguían eran pobres, ése es otro asunto: eso pertenece a la primera bienaventuranza… En una sociedad jerarquizada, la enseñanza del cristianismo descendía por sus eslabones naturales de arriba abajo, y la tarea era relativamente simple: cuidar la cabeza… Al noble lo hace la virtud, no el título [o si quieren: también el título, pero antes que nada la virtud, lo que él es, o no, ante Dios]… Pero dejándonos de sociologías, lo que queríamos decir es que Cristo fue simplemente a todos; y a Él hemos de imitar. 

Su primer discípulo judeo fue un doctor de la Ley, Nicodemus; y no rechazó al Centurión Romano; como no rechazó a Pilato, al cual se dignó enseñarle dos verdades capitales, que el otro badulaque ni siquiera escuchó. Unos son más aptos para hablar a los grandes y otros más aptos para hablar a los chicos, hay muchas vocaciones; pero Cristo nos dejó ejemplo de que hay que hablar a todos los que quieran abrir los oídos: y «el que tenga oídos para oír, que oiga»”. 

 Hablar “a todos los que quieran abrir los oídos”. Ésa es “la labor del cura”. Y, en correlación, ésa debería ser la respuesta de ustedes los fieles: Abrir los oídos, aprender y obedecer la Doctrina Católica. La meta es llegar al Cielo. Si el Padre les dice que tienen que confesarse, que lo hagan frecuentemente, tal vez cada dos semanas: Pues bien, ¡hay que hacerlo! “No, Padre, para eso hay que levantarse más temprano el domingo porque usted confiesa una hora antes de la Misa”. Y si un médico, por un cáncer (para no morirse), les dijera que deben verlo cada 15 días, que se demorarán sólo cinco minutos, que debe ser los domingos, a las 8 de la mañana: ¿Irían o no irían? “¡Por el cáncer sí, por el Cielo no!”; en definitiva: ¡Por Dios, no!

 La semana pasada fue la Fiesta del Santo Rosario, la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario (7 de octubre): Si el Padre les dice que CADA DÍA sin falta deben rezar su Santo Rosario (nos referimos a los cinco misterios; no estén necesariamente agregando “siete mil” oraciones más), que si lo hacen así “se van al Cielo”: Pues bien, ¡hay que hacerlo! “No, Padre, la otra noche me había propuesto rezarlo y me olvidé y me dormí”. “No, Padre, esta semana lo he rezado sólo tres días”. Otra vez: Y si un médico, por un cáncer (se mueren), les dijera que CADA DÍA sin falta deben hacerse un tratamiento, que de lo contrario se mueren: ¿Ustedes se olivarían algún día? Es más, si ese médico les dijera, “si no lo hacen se mueren, pero es muy fácil, muy cómodo y muy rápido. 

Muy fácil: porque deben hacer algo tan sencillo, que con un mínimo de esfuerzo, cualquier persona es capaz de ello (el Rosario, también). Muy cómodo: porque no hace falta venir al hospital ni salir de sus casas, lo hacen en sus propias casas (el Rosario, también). 

Muy cómodo nuevamente: porque no es en algún horario fijo, lo pueden hacer en cualquier momento del día, pero esto sí les recomiendo: no dejen el tratamiento para el final del día, no sea que se olviden, las cosas importantes no se dejan para el final del día. Muy rápido: porque les lleva sólo 30 minutos por día, 30 minutos diarios a cambio de la vida, no es necesario agregar otras cosas que alarguen el tratamiento”. Si un médico les dijera así por un cáncer: ¿Quién de ustedes fallaría un solo día? ¡Por un cáncer sí, y por el Cielo, no, para evitar el Infierno eterno, no! En definitiva: ¡Por Dios, no!  Así somos, y así nos va. No nos quejemos. Después vienen “los llantos”.

 Otros ejemplos al azar: Si el Padre les dice que no conviene dejar jugar a sus hijos a los jueguitos de la computadora (se vuelven bobos y a veces viciosos). Eso parece que destruye cualidades intelectuales. Si el Padre les dice que no permitan que sus hijos festejen Halloween, ni siquiera disfrazándolos de “angelitos” –si los quieren disfrazar, los disfrazan para otras fiestas u otros momentos, ¡cinco veces al año, si quieren, pero no para Halloween!-. Éste el mes de Halloween, es una fiesta de origen satánico, ocultista. Un verdadero católico no festeja Halloween. 

Si el Padre les dice que deben seriamente ir pensando en sacar a sus hijos de los colegios (tanto públicos como privados) porque hoy en día corrompen a sus hijos (intelectualmente, y –perdón que lo diga- sexualmente también); si se les dice que deben pensar seriamente en el Home School, en la escuela en la casa, a través de los sistemas de educación que hay usando del internet (sistemas aprobados por el gobierno). Si el Padre les dice que no lleguen tarde a Misa (hay algunos que siempre llegan tarde). Al presidente Santos, al presidente, no le fallarían, no le llegarían tarde a una audiencia semanal: ¡A Santos no, a Dios sí, y cada semana! Si el Padre les dice que las damas se deben vestir como lo debe hacer una católica de verdad: usar faldas que bajen más allá de las rodillas (no hay reglas tan fijas, pero uno diría unos 15 cm más abajo). Si el Padre les dice que deben hacer el esfuerzo para no usar pantalones; y menos aun pantalones ajustados. Si el Padre les dice que no usen escotes, ni chicos ni grandes. Que una dama no se debe andar mostrando. Que no usen esqueleto.

Terminemos: “Ir y hablar a todos los que quieran oír y abrir los oídos: y «el que tenga oídos para oír, que oiga»”; después cada uno sabrá y cada uno rendirá cuentas a Dios. Estas cosas, en realidad, no sólo son lo que debe hacer un sacerdote. Es lo que todo feligrés debería tratar de hacer: “Hablar a todos los que quieran oír”, y/o, “hacer el bien a quien quiera”: 

Eso es un católico y eso debe hacer un católico: Apostolado. Con sencillez y dulzura, pero con La Verdad, La Verdad es Cristo. No sé si se obtiene mucho fruto; en general no, pero eso no importa. Dios Nuestro Señor Jesucristo nos pide “trabajo”, trabajar y hacer las cosas por Él, ¡hacer todas las cosas por Él!, ¡sembrar! Y después Él decide cuándo, cómo y en qué circunstancias eso produce fruto, o no; o fruto al menos en nosotros por haber hecho lo que debíamos hacer. Uno no debe trabajar para Cristo (hacer apostolado) sólo a la espera del fruto (o del “éxito”, como dicen hoy); si viene, mejor, pero eso no nos toca a nosotros, ni es lo esencial: “La otra mitad la hará sobre mi tumba otro infeliz, después que yo sucumba... ¡Corazón!, ¡tu mitad se ha hecho ya!” 

AVE MARÍA PURÍSIMA.