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jueves, 11 de junio de 2015

ACTO DE REPARACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.



ACTO DE REPARACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.
(Se reza en la fiesta del Sagrado Corazón)

¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.

Mas recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con la indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.

Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra Vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por Vos fundada.

¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que Vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.

¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.





CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
(Por Santa Margarita María Alacoque)

Yo, N.N., me entrego y consagro al Sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo; le doy mi persona, mi vida, mis acciones, penas y sufrimientos, para no querer servirme de ninguna parte de mi ser, sino para honrarle, amarle y glorificarle. Esta es mi voluntad irrevocable; ser todo de Él y hacerlo todo por su amor, renunciando de todo corazón a cuanto pueda desagradarle.
Os tomo, pues, ¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Por el único objeto de mi amor, como protector de mi vida, prenda segura de mi salvación, remedio de mi fragilidad e inconstancia, reparador de todas las faltas de mi vida y mi asilo seguro en la hora de mi muerte. Sed, pues, ¡oh  Corazón de bondad!, mi justificación para con Dios Padre y alejad de mí los rayos de su justa  cólera. ¡Oh Corazón de amor! Pongo toda mi confianza en Vos, pues, aunque lo tema todo de mi debilidad y malicia, todo lo espero de vuestra bondad. Consumid, pues, en mí, todo lo que Os desagrade o resista. Que vuestro puro amor se imprima tan profundamente en  mi corazón, que jamás  Os pueda olvidar, ni ser separado de Vos. Os suplico, por todas vuestras bondades, que mi nombre quede escrito en Vos, pues quiero hacer consistir toda mi gloria en vivir y morir como esclavo vuestro.

Amén.