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lunes, 26 de junio de 2017

APARICIONES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA EN FÁTIMA (CONCLUSIONES)



7) Algunas reflexiones y consideraciones sobre las apariciones de la Santísima Virgen María en Fátima.

Primera consideración sobre los tres secretos revelados en Fátima.


1) El secreto de Fátima revelado por la Sma. Virgen, forma todo una unidad aunque esté constituido de tres partes distintas y de una conclusión:
Nosotros conocemos las primeras dos partes.

a) La visión del Infierno (salvación de las Almas )
b) La consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María (salvación del Mundo) y conocemos también la conclusión:
c) El triunfo del Corazón Inmaculado de María y la Paz que seguido a esto podrá gozar el Mundo.

¿Que falta después,? el tercer anillo que une la segunda parte a la conclusión.

2) Este anillo de unión ciertamente resguarda la Fe porque la primera frase que es también la única frase del tercer secreto que nosotros conocemos, dice:  "En Portugal se conservará siempre el Dogma de la Fe."

3) El contenido del tercer secreto no puede no ser un mensaje de extrema gravedad: lo prueban la condición dramática que Sor Lucía debe afrontar para la redacción del secreto mismo, y de tres meses de lucha interior y de verdadera agonía que la vidente deberá sufrir antes de tener la aparición de la Sma. Virgen del 2 de Enero de 1944 que le dio la fuerza para reeditar el texto del tercer secreto.

4) Otra cosa cierta es que el secreto tiene un contenido profético, lo prueban los testimonios del Cardenal Ottaviani y del Cardenal Razinger, y la reflexión del mismo Sumo Pontífice Juan XXIII
"Todo esto no concierne a los años de mi Pontificado."

5) Ciertamente la profecía no se refiere al fin del Mundo porque después que sean realizados los advenimientos que son indicados en el tercer secreto, tenemos la seguridad final de parte de la Sma. Virgen que " El Mundo tendrá un periodo de Paz."

6) La atención de la divulgación del tercer secreto, que debió ocurrir después en 1960, fue desatendida por los tres Papas: Juan XXIII, Pablo VI, y Juan Pablo II (no hemos voluntariamente señalado al Papa Juan Pablo I, a causa de su breve Pontificado).
¿Cual es el motivo que puede haber impuesto el silencio a tres Pontífices, y que hayan sellado la boca de Sor Lucía a fin del lejano Febrero de 1955?

7) Ciertamente la profecía del tercer secreto se esta realizando bajo nuestros ojos y se refieren sin duda, al período que nosotros estamos viviendo.

Nosotros sabemos en efecto de la misma voz de Sor Lucía que la afección del año 1960 para la divulgación del secreto estaba indicada porque, " En aquella fecha todo será más claro."

Por otra parte el acontecimiento concluyente, aún no se ha verificado, "Rusia en efecto no ha sido aun consagrada al Corazón Inmaculado de María en la forma requerida ", quizás estamos ahora en la fase del acontecimiento que precede la fase final de la profecía que prevé al punto el triunfo de la Sma. virgen y el periodo de Paz que fue prometido al Mundo como premio a la expiación de nuestros pecados.

Además Mons. Alberto de Amaral, Obispo de Leiria-Fátima, el 10 de Septiembre de 1984, bajo su responsabilidad declara:

- El secreto de Fátima no habla de Bombas Atómicas ni de Cabezas Nucleares.
- Su contenido concierne con nuestra Fe. Identificar el secreto de Fátima con anuncios catastróficos o algún holocausto nuclear, significa deformar el sentido del mensaje.

- La pérdida de la Fe en un continente es un mal peor que la destrucción de una nación: y es cierto además que la Fe tiende a disminuir progresivamente en Europa.

Por su parte el Padre Alonso comenta:
- La frase del tercer secreto es:" En Portugal se conservará siempre el Dogma de la Fe." lleva como lógica deducción que en otras partes de la Iglesia este Dogma podrá debilitarse o finalmente perderse.

- Que la época en que deberá verificarse la pérdida de la Fe se sitúa dentro del periodo precedente al Concilio y aquel siguiente al Concilio mismo.

- Que en fin es muy probable que en este periodo (después del año 1960 y antes del triunfo del Corazón Inmaculado de María) el texto del secreto se refiere a la crisis de la Fe en la Iglesia, y a la negligencia de los mismos Pastores.

Segunda reflexión sobre el tercer secreto de Fátima.
1) El primer destinatario era el Obispo de Leiria que hubiera podido rápidamente tomar conocimiento del contenido de la carta pero no quiere hacerlo.

2) El Santo Padre hubiera podido conocer el tercer secreto al fin de Junio de 1944 cuando Sor Lucía había manifestado el deseo de encontrarse con el Santo Padre, igualmente habría podido leerlo en Abril de 1957, cuando el sobre fue entregado al Vaticano, pero aquí tampoco el Santo Padre quiere tomar conocimiento.

3) Cuando el Obispo de Leiria se rehusó a leer el contenido de la carta, Sor Lucía hace prometer que el secreto será hecho conocer al Mundo, " A la muerte de Sor Lucía o a más tardar en 1960, según cual de los dos acontecimientos se verifique primero."

El patriarca de Lisboa, Cardenal Cerejeira, el Cardenal Ottaviani, y el Cardenal Tisserant, todos debieron declarar, en diferentes ocasiones que la carta debió haber sido abierta en 1960.

4) El tercer secreto habría podido quizás ser divulgado a fin de 1944, pero debió serlo en 1960. A una pregunta precisa hecha a Sor Lucía."¿ Porque debe ser divulgado en 1960 ? " La respuesta fue igualmente precisa ." Porque así lo quiere Nuestra Señora." En otra ocasión Sor Lucía agrega." Por que ahora todo será más claro."

Tercera reflexión: ¿El Santo Padre pudo haber sido objeto de mención en el tercer secreto.?
A esta pregunta hemos sido llevados a responder afirmativamente:

1) Porque en la parte conocida del mensaje escrito de Sor Lucía, el Santo Padre es mencionado cinco veces.

2) Por que la responsabilidad confiada al Santo Padre es absolutamente determinante para el cumplimiento de los grandes designios de la providencia.

3) Por que en Tuy el 13 de junio de 1929 la Sma. Virgen dice: " a llegado el momento en el cual Dios pide al Santo Padre que consagre Rusia a mi Corazón Inmaculado."

4) Porque siempre en Tuy el 29 de Mayo de 1930 Nuestro Seno mismo promete a Sor Lucía poner fin a la persecución en Rusia, si el Santo Padre hiciera y ordenara hacer a todos los Obispos del Mundo, un acto solemne y publico de consagración de Rusia al Sagrado Corazón de Jesús y María, y recomendara la práctica de la devoción reparadora al Corazón Inmaculado de la Sma. Virgen

5) Por que la referencia al Rey de Francia está estrictamente ligada a la Jerarquía Eclesiástica. Nuestro Señor en Agosto de 1931, dice en efecto a Sor Lucía." Haced saber a mis ministros que habiendo así elegido seguir el ejemplo del Rey de Francia, retardando la ejecución de cuanto yo he pedido expresamente, ellos lo seguirán también en la desgracia y en el castigo."

6) Por que siempre Nuestro Señor en el mes de Mayo de 1936 dice a Sor Lucía, " ¡El Santo Padre! Ruega mucho por el Santo Padre, el hará la consagración pedida, pero será muy tarde."

7) Por que también la pequeña Jacinta, había tenido la visión del Santo Padre en una gran casa arrodillado y con lágrimas, teniéndose la cara con las manos mientras de afuera el gentío tiraba piedras y gritaba frases amenazadoras contra el.

8) Por que el Padre Schweigl después de haber encontrado a Sor Lucía el 2 de Septiembre de 1952, confesaba no poder revelar lo que había escuchado en Fátima, pero podía sin embargo decir que el tercer secreto estaba dividido en dos partes y que, " Una de esas concernía al Santo Padre."

9) Por que el Cardenal Ottaviani el 11 de Febrero de 1967 refiriéndose en la reunión preparatoria del Congreso Mariano, al tercer secreto ha declarado que," Esto no está destinado a Sor Lucía, ni al Mundo entero, sino al Vicario de Cristo, al Sumo Pontífice."(aunque del contexto precedente, hemos visto que el mensaje era sí destinado al Sumo Pontífice, pero sólo para que fuese él, mismo a revelarlo al Mundo.)

Cuarta reflexión: La gran apostasía de los "Últimos días" anunciada por la Sagrada Escritura.

- Sor Lucía, refiere una fuente segura, parece haber dicho a cualquiera que insistiera para conocer el contenido del tercer secreto, " ¡Está escrito en el Evangelio y en el Apocalipsis, léanlo!"

- San Pablo, en la carta a los Tessalonicenses, escribiendo que Nuestro Señor,retornara en su segunda venida, dice:

"Se necesita que venga primero la Apostasía y que se revele el Hombre de la iniquidad (el hombre contra esas leyes) el Hijo de la perdición (el apóstata, el traidor) el Enemigo (Satanás) que se opone a todo aquello que lleva el nombre de Dios, al punto de estar en persona en el mismísimo Santuario de
Dios, presentándose como el mismo Dios."

Y siempre San Pablo en la carta a Timoteo, escribe:
"En los últimos días algunos repudiaran la Fe, para adherirse a la mentira y
a la doctrina diabólica.

- "Y el propio Obispo de Leiria, Mons. Venancio, al citar la epístola de San Pablo a los Tesalonienses en ocasión de una carta Pastoral escrita el 25 de Julio de 1966. El Obispo escribe:

" Fátima actualiza todo el sentido de una Iglesia abierta al futuro y confiada a la mano del Señor, pero que está todavía continuamente amenazada por el misterio de la iniquidad que ya esta actuando."    ( II Thess. 2.7.).

- Por otra parte Nuestro Señor dice: " ¿Pero el Hijo del Hombre cuando vuelva, hallará Fe sobre la Tierra ?."

- San Pío X, por su parte, en la Encíclica "Cátedra del supremo apostolado" del 14 de Octubre 1903) escribe:

"Verdaderamente quien evalúa estas cuestiones debe necesariamente y firmemente creer que una tal perversión del espíritu no puede no ser el signo anunciador del inicio del mal previsto para los últimos días, y que el Hijo de la Perdición del cual habla el Apóstol Pablo no viva ya sobre esta Tierra."

En el libro del Apocalipsis al final esta escrito:

- Ahora se abre el Santuario de Dios en el Cielo, y aparece en el Santuario el Arca de la Alianza.

- En el Cielo aparece luego un signo grandioso; una Señora vestida de Sol, con la luna bajo sus pies y sobre su capa una corona de doce estrellas.

- Ahora aparece otro signo en el Cielo; un enorme Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y sobre su cabeza siete diademas.

- ¿Como no reconocer en la Señora vestida de sol con la capa rodeada por una corona de doce estrellas, a la Sma. Virgen aparecida en Fátima con el vestido adornado con esas doce estrellas?.

- Como no reconocer en la Sma. Virgen María aparecida en Fátima el Arca de la Nueva Alianza, la Dímora y el Templo de Dios ?

- Como no relacionar el último combate declarado por las fuerzas del Mal, representadas por el dragón con las siete cabezas y los diez cuernos con la Señora vestida de Sol descrita en el libro del
Apocalipsis, con la frase dicha por la Sma. Virgen a Sor Lucía y que ella refiere al Padre Fuentes en el mes de Diciembre de 1957: 
"Nos acercamos a los últimos días, porque el demonio a declarado la lucha decisiva en cuyo final uno de los dos resultará victorioso o derrotado."
O estamos con Dios o estamos con el demonio, no hay término medio.




viernes, 23 de junio de 2017

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



EL SAGRADO CORAZÓN

   Jesucristo es Dios. Aunque hay en El dos naturalezas, divina y humana, como enseña la Fe Católica, es, sin embargo, única la Persona, y ésta es divina. Es, pues, digno de toda veneración, así en su Humanidad santísima como en su Divinidad. Y de su Humanidad santísima es digno de veneración, no sólo el conjunto, sí que cada una de las partes de él. De suerte que pueden y deben venerarse el cuerpo y el alma de  Cristo, pero puede separadamente venerarse su cuerpo y venerarse su alma, y pueden de su cuerpo ser venerados con culto especial cada uno de sus sacratísimos miembros. Así es antiquísimo en la Iglesia el culto de las adorables llagas de las manos, pies y costado; así es ya común la veneración a su purísima Sangre; así podemos fijarla muy en particular en su sagrada cabeza, coronada de espinas, etc., etc. Sirva esto de contestación a los que haciéndose del asombradizo preguntan: ¿por qué se da este culto especial al Sagrado Corazón de Jesús? Respuesta decisiva: se le da en primer lugar, como puede darse a una parte cualquiera de su santísima Humanidad.

   Pero hay un motivo especialísimo para dar este culto al Corazón, más que a la cabeza, manos o pies. El corazón es entre todos los órganos corporales, por decirlo así, el menos corporal;  viene a ser con respecto a la parte afectiva de nuestro ser, lo que el cerebro con respecto a su parte intelectiva; es el que está más en íntimo y misterioso contacto con el alma por su vida de sentimiento; es como la fragua suya de que se sirve ella para elaborar sus afectos. Así que del mismo modo que en todos los idiomas se dice que piensa y discurre e imagina el hombre con la cabeza, así en todos los idiomas se dice que ama y aborrece y sufre y goza y anhela y teme con el corazón. Porque para sus operaciones intelectuales parece que se sirve más el alma de la primera, como para sus operaciones afectivas se sirve del segundo. Tiene, pues, el corazón en el compuesto humano una importancia especial. Además de ser la válvula reguladora de su movimiento circulatorio, es el sagrario de sus más delicados sentimientos; es el volcán de sus más encendidas llamaradas; es el oculto resorte de la mayor parte de sus actos e inclinaciones. Se ha dicho con verdad que el hombre lo es casi siempre todo por su corazón. Si se eleva hasta la sublimidad del Ángel o desciende hasta la horrible condición del demonio, es comúnmente según lo que ha purificado y enaltecido, o maleado y degradado los sentimientos de su corazón.



   Ahora bien. Cristo, Dios y Hombre verdadero, tuvo en su vida mortal, y tiene hoy en su vida gloriosa en el cielo y en su vida escondida en el Sacramento, un verdadero Corazón. Y como su Divina Persona es justamente la persona de un Dios-Hombre y de un Hombre-Dios, su corazón es juntamente Corazón humano y Corazón divino, Corazón que pertenece al Hombre y Corazón que pertenece a Dios, Corazón que late y alienta con todos los más nobles afectos humanos, y juntamente con los nobilísimos afectos de la Divinidad. Amó Cristo a Dios-Padre y a la humana creatura con amor infinito, el órgano o fragua de este amor infinito fue su Divino Corazón. Aborreció el pecado, que es el único objeto digno de los odios de un Dios, y el centro de estos odios infinitos fue su Divino Corazón. Anheló la divina gloria y la redención humana con hambre y sed que le hicieron impaciente por los tormentos y por la muerte, y el foco de estos anhelos y divinas impaciencias fue su Sagrado Corazón.

   Discurramos, pues, si merecen culto y veneración la cruz en que murió el Salvador, los clavos que taladraron sus manos y pies, las espinas que se hincaron es su cabeza, el sepulcro en que fue colocado, por el contacto material que tuvieron todos estos objetos con su Divina Persona, ¿no hay razón especialísima para honrar con especialísimo culto y amor, el Corazón suyo, aunque se le considere solo como una parte más noble de su Sagrada Humanidad, como una entraña la más delicada de sus sacratísimas entrañas, como el órgano finísimo con el que su bendita alma nos amó, y deseó sufrir y morir por nosotros?

   Hasta aquí, empero, considerando al Sagrado Corazón como objeto material de este hermoso culto, que bajo este solo aspecto tendría ya incontestable derecho a nuestra predilección. Mas, con el culto del Sagrado Corazón no se trata solamente de honrar la dicha víscera material del organismo humano de nuestro Divino Salvador; trátase juntamente de venerarla como símbolo del inmenso amor suyo en favor de los hombres, que le llevó a morir por ellos en el árbol de la cruz.  Segundo aspecto de la cuestión, no menos interesante que el primero.

   También está en el buen sentido del género humano que el corazón es el símbolo más adecuado del amor. El idioma de todos los pueblos lo expresa de esta manera.  Cuando decimos que a una persona la hacemos dueña de nuestro corazón, o que reinamos en el suyo, o le pedimos nos admita en él, no queremos significar con esto más que el hecho de que la amamos, o el deseo de que nos ame.  Por corazón entendemos amor y nada más.  Es un tropo vulgar que emplean hasta los que no han aprendido retórica, porque lo enseña a todos la misma naturaleza. Es, pues, altamente filosófico, y altamente teológico, y altamente artístico, y altamente natural para venerar el amor infinito de Jesucristo a Dios Padre y a los hombres sus hermanos, tomar por símbolo y figura su Sagrado Corazón, rodeándolo con los atributos más expresivos para dar a comprender todo el significado de este divino jeroglífico. 

Sí, no hay representación más exacta que ésta, de los divinos afectos del Salvador: el Corazón con llamas, para significar el ardoroso incendio de sus amores; el Corazón con la herida manando sangre, para demostrar la efusión de este amor sobre todos los mortales; el Corazón con cruz y corona de espinas, para recordar las agonías y sufrimientos que le causó este amor. 

Símbolo que por sí solo es un poema; símbolo que habla con más elocuencia que las frases del más vehemente discurso; símbolo que puede entender cualquiera aunque no tenga talento, sólo con que tenga ojos en la cara para ver, y a su vez en el pecho un corazón para sentir.

   Ahora bien. Este símbolo tan perfecto y adecuado podía ser escogido por los hombres para mejor representar con él el infinito amor que nos tuvo nuestro dulcísimo Jesús; pero no fue escogido ni inventado por los hombres, no, sino que les fue dado y comunicado del cielo por el mismo adorable Redentor. Tiene, pues, además de su fundamento teológico y de su exactísima propiedad filosófica, el carácter más respetable de todos, el de su origen celestial. Sí, el culto del Sagrado Corazón de Jesús, así bajo su punto de vista material como bajo su aspecto simbólico, conocido ya desde los primeros siglos en la Iglesia y practicado por gran número de Santos y almas enamoradas de Dios, fue más especialmente declarado al mundo por el mismo Cristo en el último tercio del siglo XVII por mediación de la bienaventurada Margarita María  Alacoque, religiosa de la Visitación, recientemente elevada por Pío IX al honor de los altares. 

Las revelaciones hechas por Jesucristo a esta su fiel esposa para el mayor desarrollo del culto de su Sagrado Corazón, han sido todas reconocidas por la Santa Iglesia, cuya escrupulosidad en este punto es imponderable. En repetidas ocasiones se apareció Jesucristo mostrando a la Beata Margarita su Corazón con las dichas insignias de la cruz, corona de espinas y herida de la lanza, encargándola que juntamente con el P. La Colombiére, de la Compañía de Jesús, propagase por el mundo cristiano la devoción al Sagrado Corazón, y que pidiese a la Iglesia la celebración de su fiesta el viernes primero después de la octava de Corpus Christi. Añadió además  singularísimas promesas a favor de los que se esmerasen en practicar y propagar este culto, señalándolo como eficaz medicina para la restauración de la fe y re-encendimiento de la piedad en estos últimos tiempos de tibieza e indiferentismo. 



Cumpliólo así la ejemplar Religiosa, secundada en todo por el dicho P. La Colombiere, y después de muchas y exquisitas averiguaciones practicadas por la Santa Sede, después de tenaz e incansable guerra que le hizo el Jansenismo, logrose ver sancionado por la Autoridad apostólica el culto del Sagrado Corazón, instituída su fiesta universal, aprobado su rezo, y hoy por fin venerada en los altares la memoria de su insigne apóstol y propagandista, la fervorosa contemplativa de Paray-le-Monial. Y hoy, gracias sean dadas al Señor, en medio de los horrores de la moderna persecución, que persecución es y gravísima la que en todos los confines del globo sufre el Catolicismo, el Sagrado Corazón de  Jesús es la divisa de todos los buenos, el grito de guerra en todos sus combates, su celestial esperanza de triunfo para el porvenir.

   ¡Amemos, pues, y honremos al Sagrado Corazón! No hay libro en que mejor puedan estudiarse y aprenderse todas las virtudes, no hay maestro que con más divina autoridad nos las pueda enseñar. La paciencia y abnegación hasta el sacrificio; la celestial mansedumbre, a par de la incontrastable firmeza; el celo devorador e impetuoso y a la vez la caridad incansable, benigna y afectuosísima.

   ¡Amemos y honremos al Sagrado Corazón! Harto se nos da cada día el espectáculo de corazones envilecidos en lo más inmundo de cenagosas aspiraciones, corazones a quienes la posesión de un puñado de oro endurece como este metal, o a quienes el insaciable afán de sensualidad tiene podridos y hediondos. 

Hartos estamos de ver cada día enlodadas en el barro las alas del corazón que Dios crió para que se cerniese como las aves en la más pura región del firmamento, y no como los reptiles, pegado el rostro a la tierra vil y a sus groseras emociones. ¡Arriba, arriba con el Corazón de Jesús! ¡Arriba con Él siguiendo su generoso vuelo! ¡Arriba con Él, emulando la alteza de sus pensamientos, lo sublime de sus miras, la perfección de su ideal, que es hacernos grandes como su Padre que está en los cielos! ¡Arriba, a otra región, a otros aires, a más noble esfera, con el Corazón de  Jesús! Él lo ha dicho y en sus devotos se cumple sin excepción: Elevado de la tierra, todo lo atraeré en pos de Mí. ¡Atráiganos, elévenos en pos de sí este imán divino, y contrapese en nosotros la ley de la gravedad terrena que nos inclina constantemente a lo bestial! ¡Vivamos con El para el cielo, que allí está nuestro verdadero y espiritual centro de gravedad!

   ¡Amemos y honremos al Sagrado Corazón! ¡Es el Corazón de nuestro Padre, de nuestro Hermano, de nuestro Amigo, de nuestro Rey, de nuestro Dios! ¡Gózase en arrimarse y recostarse y juntarse a par del nuestro en la Sagrada Comunión! ¡Gózase en hacerse confidente de nuestros más ocultos pesares y de nuestras más punzantes angustias! ¡Se da sin reserva a quien le quiere; sólo anhela para entregarse que se le vaya a buscar! ¡Corazones sedientos de consuelo y amor, que tan a tontas y a locas lo mendigáis de miserables criaturas, id a pedírselo a la puerta de este Divino Corazón!

   ¡Amemos y honremos al Sagrado Corazón! El templo es su casa, el sagrario su gabinete de íntimas confidencias. Nadie le ha buscado allí en vano. Nadie dejó de encontrar paz, amor y consuelo allí. Lo saben todos los Santos; lo saben gran número de pecadores. Sí, pecadores también, con sus pecados y todo, son recibidos allí y escuchados y abrazados. A los justos concede allí el Corazón Divino la perseverancia en su amor; a los arrepentidos la gracia del perdón y el ósculo de una reconciliación tiernísima.
   ¡Sí, amemos y honremos al Sagrado Corazón!

                                                                         A.M.D.G.

Por D. Félix Sardá y Salvany, Pbro.