Meditación del
Libro del P. Alonso de Andrade
De la elección de
estado para toda la vida.
Punto I.- Considera que todo el acierto de la buena elección consiste en
tomar los medios proporcionados para el fin que se pretende, como el que desea
ser gran letrado o gran soldado en elegir los medios que más le han de ayudar
para alcanzar este intento; y si la elección de los medios no fuese
proporcionada al fin que pretende, sería frustrado todo su trabajo: y así te
has de poner indiferente en la elección de estado, como en cosa tan importante
para tomar aquel, sin respeto ni pasión humana, que más te ha de ayudar al fin
que pretendes, y pedirle a Dios luz para conocerle y abrazarle con todo afecto,
resolución y voluntad.
Punto II.- Considera el fin para que Dios te crió, y al que has de
enderezar tu estado, que es para servirle en esta vida y gozarle en la otra. Este
es el blanco a que debes mirar en esta elección desapasionadamente, y conforme
a él mirar delante de Dios tu condición, inclinación, fuerzas, pasiones y
vocación, y en cuál estado tendrás más aptitud para servir a Dios y menos
ocasiones de ofenderle, y más medios proporcionados a tus fuerzas para
agradarle y alcanzar la perfección: y piensa con cristiana prudencia el estado
que más te conviene, y aunque parezca áspero y difícil, elígele con valor y
confianza en Dios, que te dará su gracia para él, posponiendo todos los
respetos humanos de comodidad, regalo, hacienda y honra de este siglo, que no
ayudan sino impiden para servir a Dios.
Punto III.- Para tener más luz en esta elección y vocación divina,
piensa delante de Dios qué estado quisieras haber tenido en la hora de la
muerte, cuando estés para salir de este mundo, a dónde has de dejar todo lo que
hubieres adquirido: ponte en el tribunal de Cristo, dando cuenta de tu vida, y
acabada esta mortal y empezando la eterna, mira en aquel trance qué estado
eligieras si te fuere concedido, y cuál quisieras haber tenido entonces, y no
desprecies la luz que Dios te diere, ni te hagas sordo a sus voces, para que
Dios no se haga sordo a las tuyas.
Punto IV.- Ponderadas, pensadas y pesadas todas estas razones con
justísimas balanzas, has de hacer la elección con toda resolución de morir en
el estado que eligieres, y luego postrado delante de la Divina Majestad
ofrécele tu elección y el estado que tomares para su santo servicio; y pídele
afectuosamente gracia para cumplir tu propósito y las obligaciones de tu
estado, y luego con la divina gracia procede a la ejecución y entra con fervor
a trabajar en la viña del Señor.