Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
Del enfermo de treinta y ocho años que Cristo sanó en la
piscina
Subió Cristo a Jerusalén un día
de fiesta y entró en el hospital, que estaba vecino al templo, puso los ojos en
el enfermo más necesitado, ofrecióle la salud y diósela con una palabra, y
mandóle tomar su cama y que se fuese a su casa, a que luego obedeció.
Punto I.- Considera en qué
gastaba Cristo los días de fiesta y qué obras hacía en ellos; conviene a saber,
frecuentar el santo templo, y visitar los hospitales y curar a los enfermos; de
quien debes aprender en qué los has de gastar tú a ejemplo suyo. Pídele gracia
y favor para acompañarle y seguir sus pisadas, y celebrar los días dedicados a
Dios en obras de su servicio.
Punto II.- Considera los varios enfermos que hay en el hospital, y verás
un retrato del mundo lleno de tantos enfermos, cuantos son los hombres
pecadores de la tierra, con tan varias dolencias, unos de avaricia, otros de
ambición, otros de ira, otros de gula y otros de lascivia, y de las
enfermedades de otros vicios; y duélete de ellos, y pídele al Señor que les
envíe médico y medicinas espirituales que los curen y den salud, y vuelve los
ojos a ti mismo, y mírate entre ellos llagado y enfermo del contagio de tus
vicios, y llora tantos años como ha que estás enfermo, y clama al Señor por tu
salud.
Punto III.- Considera cómo Cristo puso los ojos en el enfermo más
necesitado y desamparado, y le dio entera salud. Aprende tú a mirar por los más
pobres y desamparados del mundo, y a procurarles la salud con todas tus
fuerzas, y mira a aquel Médico Celestial y dile: Señor, si buscáis al enfermo
más necesitado, soy yo. Dadme la mano. Y
pues tenéis salud, no para uno solo como aquella piscina, sino para muchos y
para todos los enfermos que ha habido y habrá en el mundo, dadme salud de todas
mis dolencias, y gracia para que salga de todos mis pecados, que son la
enfermedad mortal.
Punto IV.- Considera cómo le mandó Cristo a este enfermo tomar su cama y
salir del hospital en señal de su perfecta salud, para enseñarnos a que
quitemos las ocasiones de pecar, que son la cama de los vicios. Toma como
dichas a ti las palabras de Cristo Señor nuestro, y pues te manda quitar las
ocasiones, pídele fuerzas como las dio a este enfermo, para servirle
perfectamente todos los días de tu vida. Oye y medita aquellas últimas palabras
de boca del Salvador: Mira que ya estás sano, no vuelvas más a pecar, porque no
te suceda alguna cosa peor en adelante.