“Dijo Dios a la serpiente: pondré enemistad entre ti y la Mujer, entre tu estirpe y la estirpe de Ella. Ella te aplastará tu cabeza. Y tú pondrás asechanzas contra su talón.”Génesis, III, 15
LA GUERRA ENTRE LAS DOS ESTIRPES
El triunfo contundente de la civilización moderna sobre la civilización católica en el siglo XX está inscrito dentro de la guerra anunciada en el Génesis entre la estirpe de la serpiente, comandada por la judeo-masonería, y la estirpe de la Mujer, la Iglesia de Cristo. El desenlace de esta guerra, la tragedia apocalíptica de la Iglesia, la inconsciencia de sacerdotes y fieles, la gran apostasía y la pérdida de su autonomía se ha dado en tres actos durante los últimos tres siglos.
1° Acto: Denuncia profética de los Papas de los siglos XVIII, XIX y XX. La masonería avanza infiltrada en la Iglesia.
Los papas anteriores al concilio Vaticano II vieron venir la más grande tragedia católica de la historia en el avance taimado pero creciente del plan secreto contra la Iglesia por parte de su enemigo ancestral, la judeo-masonería. Estos santos Papas denunciaron con precisión el plan, el enemigo, su naturaleza, sus métodos sus estrategias, y la avanzada infiltración del “modernismo, -suma de todas las herejías”-, tanto en la Iglesia como en la sociedad. Las Encíclicas Syllabus, Humanum Genus o Pascendi, entre muchas otras, puntualizan el plan siniestro.
2° Acto: exterminio de la civilización católica y de su poder político. Cumplimiento de los presagios papales. Derrocamiento de los estados católicos.
En el siglo XX el plan del enemigo de Cristo, la judeo-masonería, triunfó rotundamente. Dos (2) guerras mundiales sucesivas y la revolución rusa produjeron la muerte de alrededor de 150 millones de cristianos y la desaparición de todos los gobiernos católicos. A la bestia “Se le concedió hacer guerra contra los santos y vencerlos. Y se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. (Apoc. 13, 7).
Roma en la encrucijada. La estirpe de la serpiente “merodeó el calcañar de la estirpe de la Mujer”. El Estado del Vaticano defensor de la Doctrina quedó rodeado, aislado, en aplastante debilidad política y operativa frente a su taimado y poderoso enemigo ahora triunfante, portador de recias banderas y agendas radicalmente anticatólicas. Roma, además, estaba infiltrada tal como los papas preconciliares denunciaron. Así, Roma había quedado amenazada interna y externamente. Sus débiles jerarquías quedaron en la encrucijada frente a un dilema: ¿ceder al enemigo o resistir? Pero… ¿quién estaba dispuesto a resistir regresando a las catacumbas? - Ni pensarlo. Entonces, vino la claudicación… y a la verdadera Iglesia, a la Mujer, no le quedaría otra salida sino la de “huir al desierto” (Apoc. 12,6).
3° acto: Vaticano II: ¿Abominación de la desolación en el lugar Santo? Salida “honrosa” de las jerarquías. Oficialización de las herejías condenadas. Reconciliación con el liberalismo.
Los príncipes de la Iglesia entonces apoltronados en las mieles del poder, estaban lejos del heroísmo, de las catacumbas o del martirio para defender con su sangre la autonomía de la Iglesia. Ellos frente al abrumador poder del enemigo claudicaron “sibilina y honrosamente”, evitaron pasar su “noche oscura”. Todavía llamándose a sí mismos fieles católicos sin serlo ya, (pues traicionaron a la Iglesia) y obedeciendo dócil y calladamente a los nuevos amos del mundo evitaron la humillación pública y el escándalo. En otras palabras, se cumplió la Escritura: esta nueva y falsa iglesia sentándose sobre muchas aguas (ideologías modernistas) se “prostituyó con los reyes de la tierra embriagando con el vino de su fornicación (falsa misa, falsa doctrina), a los moradores de la tierra”.
Fundación de un aparato global anticristiano (ONU) y adhesión de la jerarquía católica a éste. La Organización de las Naciones Unidas fue fundada por los vencedores para instaurar el Nuevo Orden Mundial con agendas políticas, económicas y culturales anticatólicas destinadas especialmente a la destrucción de la familia. Por desgracia, los papas post-conciliares se aliaron con la ONU para defender los “derechos humanos” condenados por el Magisterio solemne de la Iglesia. ¡Increíble! Y… los nuevos “católicos” aplauden. Nota: Todos los papas de los siglos XIX y XX hasta el Vaticano II condenaron la Declaración Masónica de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1791 porque los encontraron opuestos a los Derechos de Dios. Véanse encíclicas “Inmortale Dei”, “Satis Cognitum” y “Tametsis Futura” del Papa León XIII.
¿El triunfo de los “aliados” y el Vaticano II son dos hechos aislados?
La gran masa católica considera hoy que el brutal y mortífero triunfo de la judeo-masonería en el siglo XX y la celebración del Vaticano II son dos hechos aislados, independientes y, lo que es peor…, considera que hoy este poderoso enemigo se apoderó del mundo para garantizar generosamente la libertad a la Iglesia, siendo ahora Roma autónoma para tomar decisiones. ?????
Inconsciencia católica. Los fieles católicos no vieron en el triunfo de “los aliados” la derrota de la civilización católica ni la consumación de uno de los más trágicos episodios anunciados en las Escrituras; no vieron la aparición del poder de la “bestia”, el más grande y pavoroso poder de la historia. No advirtieron que la civilización católica había quedado aplastada surgiendo, a cambio, la civilización moderna contra Cristo y su Iglesia. Así, ciegos, estos católicos tras falsos pastores, formarían la gran apostasía silenciosa y se alejarían de Cristo seducidos por la bestia materialista.
Tiempos apocalípticos. Si el punto culminante del ascenso de la Iglesia había sido el siglo XIII, el mismo siglo de las almas y de las naciones santas, ahora, había llegado el punto más crítico y dramático de la Iglesia, la hora del abismo de la apostasía, la hora de aquellos que adheridos al nuevo poder, al modernismo, desinformados, empezarían a cerrar sus oídos a la Verdad amontonando maestros halagadores de sus propios deseos. Y eso había sido apenas el comienzo de los dolores. "¿El Hijo del hombre encontrará fe cuando venga?" (Lc. 18,8) La civilización católica había sucumbido; entonces, la bestia del mar reptó victoriosa sobre la tierra, ahora hinchada de soberbia esparciendo su viscoso hedor, el liberalismo trenzando la nueva civilización, la religión del hombre que se hace dios, hasta el desprecio de Dios. Cristo relativizado, empezaría poco a poco a ser el único Dios prohibido.
Algunas de las funestas consecuencias del Vaticano II.
Naufragio doctrinal. La jerarquía romana oficializó las herejías condenadas previamente por el Magisterio solemne de la Iglesia, herejías que la masonería venía introduciendo en los seminarios, a saber: Derechos humanos, libertad religiosa, colegialidad, ecumenismo. Véase catálogo de herejías (encíclica Syllabus de Pío IX)
La masonería dejó de ser denunciada por la Iglesia. Los jerarcas en su nueva iglesia dejaron de condenar progresivamente a la masonería fundada para destruir a la Iglesia, hasta el punto de unirse a ella para trabajar por la misma causa: el humanismo.
Cristo dejó de ser único y verdadero
Dios convirtiéndose en uno de los caminos posibles de salvación. La nueva iglesia
enseña hoy que fuera de la Iglesia sí hay salvación (Lumen Gentium, 16), y que todas las religiones adoran al verdadero Dios. Por ejemplo, el Vaticano II hoy enseña esta herejía: “La Iglesia aprecia a los musulmanes que adoran al verdadero Dios creador del cielo y de la tierra, (…) y que veneran a Jesús como profeta”. Nostra Aetate, 3
Desacralización de la liturgia y de las cosas santas. La santa Misa se “protestantizó”. El sentido de lo sagrado fue desapareciendo gradualmente al pasar del teocentrismo, (culto a Dios) al antropocentrismo (culto al hombre).
Detrimento de la majestad de Dios frente a la gran dignidad del hombre. Ahora, en la nueva Iglesia
es el hombre el que tiene derechos siendo olvidados los Derechos de Dios y el reinado social de Cristo.
¡Cuidado! Roma postconciliar es instrumento masónico para desmantelar taimadamente a la Iglesia y crear la religión mundialista.