Meditaciones
Por el P. Alonso de Andrade
De la doctrina del
Evangelio.
Punto I.- Considera aquellas palabras del Salvador en este Evangelio,
que dice que el demonio viene y arrebata la semilla de la divina palabra de los
corazones, porque no le den crédito ni sean salvos: en que declara la
importancia de oír la divina palabra y abrigarla en el corazón que no es menor
que la salvación: y la diligencia que pone el enemigo en que no la oigamos, te
debe hacer más diligente en oírla y conservarla. Pondera cuánto te importa dar
gratos oídos a Dios y no dejarla por negligencia y no dejar alguno de los
sermones, pues no sabes en cuál de ellos te tiene Dios librada tu salvación.
Punto II.- Considera cómo Cristo no declaró esta parábola a los del
pueblo, y la declaró a sus discípulos; porque como dice Teophilato, no da el
pasto de su doctrina a los que no la logran, y así los deja secos y hambrientos
como a indignos de ella, la cual declara a los que la logran y reciben como
deben: mira cuántos sermones has oído, y cuán poco has logrado en tu corazón;
teme no te cierre Dios las puertas para que oyendo no entiendas, y pierdas como
indigno los frutos de su divina palabra, y pídele al Señor que te de luz y
entendimiento para entenderla, como se la dio a sus santos discípulos.
Punto III.- Considera el fruto tan copioso que dio la que se logró, pues
en ella recuperó el buen labrador todo lo que perdió en las demás. Piensa
despacio los frutos de merecimientos que puedes ganar en esta vida para la
otra, poniendo en ejecución los consejos que Dios te da por medio de sus
predicadores y de los padres espirituales que te rigen, y cuánto gozo tendrás
en el tiempo de la cosecha, cuando cojas los frutos de tus trabajos, como le
tienen los labradores cuando recogen sus mieses y encierran su trigo; y el
dolor por no haberle logrado, si ha sido por descuido o negligencia. Considera
el que tendrás tu por no haber logrado las ocasiones que te da Dios de
enriquecerte con la semilla de su divina palabra, y que el tiempo y la ocasión
que dejas no volverá; que ahora puedes merecer, y después no podrás acabar la
carrera de esta peregrinación; y por tanto ahora que puedes merecer y ganar tan
colmados frutos, date prisa y pide a Dios gracia para lograrlos como debes.
Punto IV.- Considera cómo la semilla que se logró un día dio a treinta,
otra a sesenta y otra a ciento por uno; de suerte que hubo tres tierras, que
por su malicia la perdieron, hubo otras tres que por su bondad la lograron, y
en estas recompensó el labrador lo que perdió en las primeras; las cuales si no
la perdieran habían de dar este fruto. Adonde has de ponderar que la que cayó
en el camino perdió dar a treinta por uno, y la que entre piedras perdió dar a
sesenta, y la que entre espinas a ciento, y no sólo perdió el fruto, sino que
crió leña con que fuese abrasada y quemada. ¡Oh, alma mía! Si no logras la
palabra de Dios aprovechándote de ella como debes, perderás el fruto, y se
trocará en espinas que sirvan de leña al fuego de tu tormento; mira que al paso
que te deleitas en este mundo y te entregas a las riquezas, honras y dignidades
que adoras, es mayor tu pérdida y el tormento que dispones para padecer
después; trabaja ahora en labrar y limpiar la tierra de tu corazón para que logres
las inspiraciones y las palabras del Señor, y ganes ricos merecimientos a
ciento por uno que goces eternamente en el cielo.