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sábado, 14 de febrero de 2015

INTERVENCIÓN DIVINA EN LAS CRISIS DE LA IGLESIA (Primeras 6 partes)



¿Porque este título? ¿Fue elegido al azar o es algo providencial para estos momentos? Hoy el mundo “católico” está de fiesta porque, por fin la Roma modernista y no la verdadera Roma Católica, ya “canonizó” a dos verdaderos creadores y promotores de la madre de todas las herejías; el Modernismo. ["San" Juan Pablo II y "San" Juan XXIII]

Nuestro Señor en el pasado suscitó verdaderos defensores del catolicismo siempre que la esposa virginal de Nuestro Salvador, la Iglesia por Él fundada, se vió en peligros muy serios para defenderla de sus agresores físicos y morales. Sin embargo lo sucedido el pasado 27 de abril del presente año muchos podrán decir que no tiene parangón dentro de la Iglesia de siempre. Afortunadamente no es así, siempre la Divina Providencia tiene un as bajo la manga y lo muestra en su momento oportuno no antes ni después porque para Ella no existe el tiempo, según lo define Santo Tomas: “El tiempo es según un antes y un después” (quien esto acota es el autor o cuando menos el porta voz de los variados artículos que, sobre la pasión del Señor, hizo llegar para vuestra meditación en esta pasada semana Santa). 

Como dije más arriba hablando sobre las “canonizaciones” de estos dos portentos del liberalismo y modernismo dentro de la Iglesia ocupada, cuenta con un antecedente en el Papa Honorio de triste memoria que en el año del Señor 650 apoyó la herejía Monofisita llevando consigo a una parte considerable de la cristiandad de aquellos tiempos. ¿Cómo sucedió eso?, he aquí la historia estimado lector.

(R.P. Arturo Vargas)


Grandes méritos y cualidades del Papa Honorio

Vamos a referirnos al serio conflicto ocurrido en los tiempos del Papa Honorio siendo de capital importancia, sobre todo en este mes de abril de 2014, que todos los, clérigos y laicos tengan conocimiento de los medios extraordinarios que Nuestro Señor Jesucristo ha utilizado, para salvar a su Iglesia de sus peores crisis, incluso cuando todo parecía ya humanamente perdido. Este ejemplo los fortalecerá en estos tiempos aciagos en donde la herejía modernista, “madre y cloaca de todas la herejías”, como en su momento lo dijo San Pío X, más frutos amargos y venenosos ha esparcido; y les mostrara cuales han sido los medios de salvación de salvación señalados por Dios.

El Papa Honorio fue elegido por el clero y el pueblo de la ciudad de Roma, pues como es sabido en la elección del Papa ha habido en la Iglesia a través de su historia, distintos sistemas, todos los cuales han sido legítimos.

Su Santidad el Papa Honorio I fue tan hábil político como Paulo VI y fue también magnífico administrador de los asuntos de la Iglesia, desplegó gran celo en la conversión de los habitantes de las islas Británicas continuando la obra de San Agustín, liquidó el cisma provocado por el Patriarca Fortunato que siguió los pasos del surgido en tiempos del Papa Virgilio, deponiendo de su cargo al mencionado jerarca cismático, y como lo han hecho la mayoría de los Papas, combatió las conspiraciones de los israelitas contra la Iglesia de Cristo, dirigiendo una carta al concilio de Toledo, muy elocuente a este respecto, y siendo también su epitafio que contenía las siguientes frases: “Judaicae gentis sub te est perfidia victa Sic unum Domini redis ovile nium”.


La unidad de los cristianos, deseada por Cristo y por su Santa Iglesia

Fue el noble fin de la unidad de los cristianos, el que en esta ocasión dió inicio a una crisis de gravísimas proporciones. La herejía de los “Monofisitas”, que afirmaban que siendo Cristo Nuestro Señor una sola persona, tenía también una sola naturaleza (remito al lector a los escritos que, sobre la pasión se encuentran en este sitio), había sido ya condenada por la Santa Iglesia y vencida en la Cristiandad, quedando solamente algunos núcleos heréticos minoritarios, aunque de cierta fuerza, dirigida por los obispos aferrados a la herejía.

Esta lamentable situación hizo ver a todos la necesidad de hacer un esfuerzo supremo a favor de la unidad de los cristianos y de la Santa Iglesia, UNIDAD DESEADA POR EL MISMO CRISTO Y POR TODOS LOS QUE SOMOS FIELES A SU DOCTINA, DICHA UNIDAD ERA EN ESOS TRAGICOS MOMENTOS DE MAYOR URGENCIA EN VISTA QUE LA CRISTIANDAD SE HALLABA EN PELIGRO ANTE LA INVASION AL IMPERIO ROMANO DE ORIENTE por los persas, dualistas y paganos, que iban conquistando una tras otra las provincias del este de África cometiendo las atrocidades más horribles contra los cristianos y destruyendo las iglesias y monasterios.

Pero la unidad de los cristianos no debe intentarse adulterando o negando, la divina revelación.

Ante el avance arrollador de los persas, la unidad de los cristianos ERA UN ASUNTO VITAL. Pero desgraciadamente, cuando este objetivo no se busca por los verdaderos caminos, en vez de obtenerse la anhelada unidad deseada, se han provocado una mayor discordia y una desunión todavía mayor que la que existía cuando se inició el noble intento. Y eso fue lo que lamentablemente ocurrió por traer a la unidad a ciertos núcleos heréticos, se provocó un cisma y una nueva hernia, que desgarró a la Santa Iglesia en el curso del siglo VI, y que provocó MUCHO MAS DESUNIÓN QUE LA QUE SE QUERÍA SUPRIMIR.

Ante los avances inminentes de los persas, el emperador Heraclio, que acababa de tomar el trono, se encontraba desmoralizado ante una situación que agravaba, por el hecho de que los herejes monofisitas en Egipto habían facilitado los triunfos de los invasores persas

[NB: Los herejes en la historia de la humanidad siempre han traicionado a la Iglesia de Cristo y favorecido a sus enemigos].

Entonces surgió el Patriarca Sergio de Constantinopla, como el hombre que trabajó incansablemente por inyectar ánimo al desmoralizado emperador y empujarlo a una acción eficaz, para defender al cristianísimo imperio, conduciéndolo un día a una iglesia, según refiere la tradición, donde hablándole de Dios, le exigió el juramento de morir por la defensa de la cristiandad y el imperio; operándose con esto un cambio en Heraclio, que inició inmediatamente una serie de campañas victoriosas para recuperar los santos lugares y recobrar de los persas las bastas regiones que habían capturado, pero al mismo tiempo, movido el combativo Patriarca, del celo por obtener la Unidad de los Cristianos, se gestó la idea de que esta solamente podría conseguirse  mediante el dialogo (mediante el cambio de impresiones, negociaciones y términos que equivalen al dialogo actual de la Neo- Fraternidad San Pío X, empleando este término que más se adapta a nuestros tiempos), con los herejes y concesiones que hicieron a estos, mediante una fórmula de transacción llamada por él formula de conciliación, que parecía justificarse, ante el nuevo peligro de la invasión musulmana que se gestaba en el sur.

ESO DE CREER QUE LA VERDAD REVELADA, PUEDE SER OBJETO DE DIALOGO, PARA REALIZAR CON ELLA TRANSACCIONES, como con cualquier asunto político, lejos de conseguir la unidad tan deseada, ha traído siempre, por castigo de Dios, nuevas herejías y todo género de males, ya que la verdad revelada por Dios no puede ser modificada por los hombres ni ser objeto de componendas. Dios ha castigado siempre estos gestos de debilidad o de oportunismo de algunos grandes jerarcas eclesiásticos, permitiendo que ocurran mayores conflictos  a la Santa Iglesia, que aquellos que con estos diálogos y transacciones se querían liquidar, quizá para hacernos ver a todos que la Divina Revelación no puede ser objeto de componendas humanas.

El patriarca Sergio, que demostró con hechos su gran celo por defender la Cristiandad, pensó que podría lograr la adhesión de los herejes monofisitas, a la Iglesia Católica, mediante el diálogo y concesiones mutuas que hicieron varias partes y la adopción de la fórmula de compromiso, que aceptando que en Cristo Nuestro Señor hubiera una sola persona, tuviera dos naturalezas, la Divina y la humana, pero una sola energía, una sola voluntad. Creyó que en esta forma se lograría, que los monofisitas, que sostenían la existencia de Cristo en una sola naturaleza, podrían unirse a la ortodoxa, pero se incurrió en una más grave herejía, que en el fondo era el mismo monofisismo con otro aspecto. Y ocurrió que la famosa formula de transacción, si bien logró atraer a la mayoría de los monofisitas, fue insuficiente e inaceptable para otros.

Patriarcas y Obispos se adhieren a la herejía MONOTELITA que avanza sin resistencia entre el episcopado.

Lo más grave de todo, fue que el emperador Heraclio, sobre quien el Patriarca de Constantinopla tenía influencia decisiva, aceptó con gusto la llamada fórmula de reconciliación y la hizo suya, puso en su apoyo toda la fuerza imperial, siendo atraídos a la nueva herejía. Plegándose a las presiones del emperador y del Patriarcado un numero cada día mayor de obispos, entre ellos el Metropolitano de Laica, Atanasio de Antioquia, Faran de Arabia, y otros.

El patriarca Sergio logró que el emperador nombrara a Ciro de Fasis, para ocupar el Patriarcado de Alejandría, al quedar vacante este, con lo que los partidarios de la nueva herejía controlaban las sedes más importantes de oriente, tomando proporciones gigantescas esta nueva herejía, sin haber logrado la tan ansiada anhelada unidad de los cristianos, sino mas bien, acrecentando la discordia y la división, en forma más aguda y peligrosa.

Desgraciadamente, como en el caso de la herejía arriana, fueron los obispos los primeros en claudicar y abrazar la nueva herejía arrastrando en su traición al clero de su diócesis, además, como en otras crisis de la Iglesia, lo primero que hicieron los jerarcas herejes fue la promoción de obispos herejes para que ocuparan las sedes vacantes y demás puestos claves. Clérigos herejes que contribuyeran a propagar la herejía; sin la menor resistencia de los obispos, faltando con esta acción, gravemente a sus deberes para con Dios. En medio de esta tormenta, el Papa Honorio I, convencido de la necesidad de lograr la unidad de los cristianos, había sufrido el impacto de los argumentos del Patriarca de Constantinopla y se encontraba en actitud vacilante, sin condenar la nueva herejía, que era apoyada por la gran parte de la jerarquía y el silencio del Papa, iba controlando cada vez más a la cristiandad.

En realidad, lo que provocaba las vacilaciones del Papa, eran motivos de alta política, pero relacionados íntimamente con la salvación de la cristiandad. Los mismos motivos que inspiraron al Patriarca Sergio y al emperador Heraclio, o sea, lograr a toda costa la unidad de los cristianos para impedir que una división interna facilitara el avance de los Musulmanes, que de llevarse acabo causaría un gran desastre al catolicismo. No se trata de justificar a un Papa sobre quien recayó tremenda excomunión de un santo Concilio Ecuménico, ratificada por un Papa Santo; sino simplemente hacer honor a la verdad histórica, la cual demuestra que los móviles de ese vicario de Cristo en la tierra fueron bien intencionados aunque se hayan desencadenado en una actuación equívoca, que dio motivo justificado a un terrible anatema post mortem.

Unos cuantos sacerdotes se enfrentan a sus obispos, en defensa de la ortodoxia católica.

En tan grave situación, Dios Nuestro Señor se valió, para iniciar la defensa de la verdadera doctrina, de un humilde monje de Palestina llamado Antíoco que, dejando la paz de su convento y rebelándose contra su obispo y Patriarcas que sostenían la herejía, acuso públicamente al Patriarca de Antioquía de ser el Anti-Cristo y de renovar las herejías de Estiques y Apolinar. La rebelión del fraile Antíoco contra la jerarquía eclesiástica hereje, encontró eco en Egipto, donde unos simples sacerdotes y frailes se rebelaron contra sus obispos herejes y contra el nuevo Patriarca Ciro de Alejandría, que vendría siendo ahora como el primado de la Iglesia de Egipto, después del Papa y del Patriarca de Constantinopla, el jerarca de mayor categoría en la Iglesia de esos tiempos. El poderoso Patriarca condenó, excomulgó y hasta empleó la violencia contra esos infelices sacerdotes y monjes que lo sacrificaron todo por la verdadera doctrina de Cristo. 

[NdB. Cualquier semejanza con los ataques de la nueva FSSPX contra los fieles que resisten su liberalismo y concesiones doctrinales, es coincidencia, y no nos referimos a la falsa resistencia de Mons. Williamson, Faure, Thomas ni al mexicano, Su Excelencia Monseñor Zendejas].

Poco a poco se fue propagando la llama de la defensa de la Fe verdadera y la rebelión contra un episcopado que se había sumado a la herejía, convirtiendo algunos modestos presbíteros, los templos a su cargo en verdaderos baluartes de la verdadera doctrina cristiana, por supuesto con el apoyo moral y físico de sus feligreses, quienes, junto con sus pastores comprendieron la gran necesidad de defender la Fe ortodoxa incluso yendo en contra de sus Obispos y altos jerarcas de la Iglesia en aquellos tiempos y gracias a esta unión lograron sacar a los Obispos herejes. Estos éxitos fueron posibles mientras las autoridades civiles locales se mantuvieron al margen de todo esto y e incluso se abstuvieron de brindar apoyo militar a los Jerarcas eclesiásticos Monotelitas. Pero siempre que dichas autoridades por orden del emperador intervinieron militarmente a favor de los herejes, quitaron a los celosos párrocos sus iglesias y las entregaron a los herejes, así la victoria de los herejes se antojaba definitiva.  

[NdB. ¿No sucedió lo mismo cuando los modernistas persiguieron a todos los sacerdotes que rechazaron el Concilio Vaticano II y sus reformas litúrgicas? Sucedió lo mismo cuando la nueva FSSPX persiguió y corrió a los sacerdotes que no fueran leales a mons Fellay y su acuerdismo. Se corrieron a fieles y se les amenazó con privación de Sacramentos; deshonraron a los Sagrados Sacramentos usándolos para amedrentar a los que resistían tan gran traición, el objetivo de la nueva FSSPX: retirar de su camino a quienes le impidieran su ralliement.]





UN HUMILDE MONJE, SAN SOFRONIO (560-638) SURGE COMO CAUDILLO DE LA ORTODOXIA.

NOTA: Estimado lector antes de leer el presente artículo debe tener en cuenta que en el hay dos tipos de letra; la negrita que es propiamente la del presente artículo y la escrita en bastardilla que son comentarios de quien esto escribe sobre la crisis actual dentro y fuera de la Fraternidad como de la Iglesia modernista y apóstata. 


En el fragor de esta batalla desigual, librada por un pequeño número de sacerdotes y monjes de oriente, considerados como locos y perturbadores (hoy en día también se nos llama locos, enfermos, necios y cuanto se les viene en mente a las autoridades de la neo- fraternidad, como que la historia se repite y hay quien se ha atrevido a decir que, quienes se confiesen o comulguen con los que, a pesar de nuestra indignidad, tratamos de defender la fe y la doctrina de Nuestro amado Salvado, incurren en pecado mortal. ¿No fue esta la conducta del Vaticano II respecto a los miembros de la Fraternidad en tiempos de Monseñor Marcel Lefebvre?) que defendían la verdad contra una jerarquía eclesiástica claudicante. Es en este momento cuando San Sofronio, nacido en Damasco, salió en defensa de la ortodoxia, así lo hizo hasta su muerte, este santo monje como sus compañeros en este valerosa defensa de los derechos de Dios, carecía de jerarquía eclesiástica. San Sofronio animado por el celo de la obediencia intentó, con humildad propia de estos monjes, convencer a la jerarquía de sus desviaciones heréticas, con este fin acudió al hereje Patriarca de Alejandría, ante el cual cayó de rodillas, para pedirle llorando que no fuera a leer desde el pulpito de la Catedral, el Edicto que renovaba la HEREJIA DE APOLINAR; pero el Patriarca en nada cedió a las súplicas de este gran santo y, además, lo censuró, lo llamo REBELDE y lo amenazó con excomulgarlo si continuaba oponiéndose a la tesis de conciliación cuyo fin era: 

 “LA NECESARIA UNIDAD DE LA IGLESIA”. (Consejos, exhortaciones, cartas y otras tantas cosas no  bastaron para quienes buscan la unidad con la roma herética para hacerlos entender que lo deseado por ellos es contrario a la fe y doctrina de Nuestro Señor Jesucristo sino mas bien con una saña inaudita, haciendo mal uso de autoridad han lanzado a diestra y siniestra admoniciones y expulsiones para todos aquellos sacerdotes que quieren ser fieles a su fundador y, sobre todo, a nuestro divino Maestro y a llegado a tal grado su osadía que han privado de su libertad a algunos sacerdotes e incluso prohibiéndoles el ejercicio sacerdotal por excelencia como es el celebrar el Santo Sacrificio de la Misa.)

Muy duro fue para San Sofronio el conflicto interno que se generó en su alma a consecuencia de esta “excomunión”. (Como de hecho esa misma prueba sufrimos quienes nos vimos constreñidos a abandonar la FSSPX no tanto por la excomunión sino por la persecución que contra nosotros se realizó  desde las altas esferas de esta Congregación por medio de la difamación y satanización de nuestras personas.) Por una parte el deber de obediencia a su superior jerárquico en la Iglesia y por otra la de ser fiel a Cristo defendiendo su verdadera doctrina, incluso en contra de la traición a esta santa doctrina por parte de su superior.



Sin embargo San Sofronio no vaciló, y poseído de esa energía y de esa santa rebeldía contra la HEREJIA y a sus partidarios conociendo que era Cristo Nuestro señor quien infundía en su alma este celo por la verdad reconfortado por ello siguió predicando con gran ardor, propio de los santos. Luego dedicó sus fuerzas a dar una batalla decisiva contra los obispos herejes e hizo un penoso viaje a la capital del imperio, para entrevistarse con el poderoso Patriarca Sergio de Constantinopla que, como antes se aclaró,  era en esos tiempos el Jerarca de Mayor autoridad en la Santa Iglesia después del Papa. (Es la lucha que Monseñor Lefebvre también realizó durante los últimos años de su vida con el resultado que ya conocemos, pero tranquilo con su conciencia y en paz con Dios por el buen combate de la fe. El decía: “Yo no quiero escuchar de Nuestro Señor en el día de mi juicio “TU HAS CONTRIBUIDO A LA DESTRUCCIÓN DE MI IGLESIA” Palabras que él repetía con frecuencia y de eso soy testigo.)


SÍNODOS Y ASAMBLEAS DE OBISPOS, USADOS PARA PROPAGAR LAS HEREJIAS

San Sofronio obtuvo una entrevista con el Patriarca de Constantinopla, trató de convencerlo sobre el grave peligro que amenazaba a la Iglesia con la nueva herejía. Sergio, quien era el alma de dicha herejía y además un político extraordinario, fingió en forma maquiavélica dejarse impresionar por los argumentos del santo fraile y le prometió presentar el caso ante el Sínodo de obispos que funcionaba en Constantinopla, pero este Sínodo estaba muy vigilado por el mismo Sergio. (Creo que aquí encontramos otra semejanza en la forma de actuar de quienes venimos hablando, pues considero que no fueron pocos los sacerdotes que, de una forma o de otra se hicieron oír en contra de los acuerdos con escritos, sermones, alocuciones y con recomendaciones de viva voz a los superiores que parecían escucharlos, pero al final solo fingían ya que continuaron y continúan con su pérfido plan. Para no errar y a su vez sea un claro ejemplo: la carta que los tres Obispos enviaron al superior general, el sermón de Mons. Tissier de Mallerais dado en el Seminario de Estados Unidos de donde lo expulsaron del distrito refugiándose en el mismo Seminario, quien desee tener más detalles sobre este sermón por favor diríjase a quien esto escribe). 

De esta manera conoció el Patriarca Sergio la gran combatividad de San Sofronio y preparó el golpe, pero ESCONDIENDO LA MANO, para evitar en lo posible ser acusado de herejía y que los contragolpes de los ortodoxos fueran dirigidos contra el propio Sínodo y no contra el Patriarca, ya que daba la cara el Sínodo, sin embargo era Sergio quien, como ya se dijo más arriba, preparaba la herejía. De esta manera tan hábil lograba obtener el respaldo del Sínodo Episcopal mayor respaldo y apoyo para difundir la herejía entre los Obispos para quien representaba mucho las decisiones del Sínodo. (Astuta manera adoptaron también los superiores con el “famoso Capítulo” en donde en las vísperas de su celebración se expulsó a Mons. Wiliamson del consejo de los Obispos y se le prohibió asistir a las ordenaciones sacerdotales celebradas un día antes de dicho inicio del Capítulo general. Ya en el mismo Capítulo “al estilo democrático se decretó la expulsión de Mons. Wiliamson del Capítulo general y de los posibles capítulos si el aún permanecía en la Congregación y a la vez se apoyó por casi unanimidad las relaciones con la Roma modernista) 

Es esta una hábil maniobra que, a través de la historia de la Iglesia, han utilizado algunos anti-Papas, y Jerarcas, cuando les ha convenido, ocultar su herejía y fingirse ortodoxos, tirando la piedra y escondiendo la mano para propagarla sin correr el riesgo de verse involucrados y no comprometer su situación. Dejando a los cuerpos episcopales, manejados ocultamente por estos herejes, la tarea de abrir las brechas a la traición y al mismo tiempo el Patriarca Sergio trataba de tranquilizar a San Sofronio, exigiendo de él la promesa de guardar silencio sobre las dos voluntades de Nuestro Señor Jesucristo, prometiendo, al mismo tiempo, que impondría tal medida al herético Patriarca Ciro de Alejandría.

Pero el heroico santo de la Iglesia no se dejó engañar por esta trampa y COMPRENDIENDO QUE PRIMERO DEBÍA LEALTAD A CRISTO Y A LA VERDAD REVELADA QUE OBEDIENCIA A LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA, LEJOS DE ACATAR LAS ÓRDENES DE SUS SUPERIORES, SE LANZÓ EN SANTA REBELDÍA A LA LUCHA EN DEFENSA DE LA ORTODOXIA. (Esta heroica actitud la vimos en Monseñor Lefebvre que no solo combatió con ardor al modernismo durante el Concilio Vaticano II, si que también fundó una Congregación cuya misión era preservar el sacerdocio mediante el Santo Sacrificio de la Misa, defender la fe contra sus enemigos jurados los modernistas del Vaticano y conservar la doctrina católica, ¿Por qué ahora los jerarcas de la congregación se empeñan denodadamente en destruir lo que el fundador emprendió manteniéndose fiel a sus principios que no son otros que los de la misma Iglesia Católica?) Dotado de una gran capacidad de organización procedió a juntar sacerdotes y fieles (seglares) para la defensa de la Santa Iglesia. Regresó a Palestina a predicar la verdadera doctrina y a formar ahí también grupos de clérigos y seglares para el triunfo de Dios Nuestro Señor Jesucristo.


CEREBRO INCORRUPTO DE SAN SOFRONIO

Con la muerte del Patriarca de Jerusalén, acontecimiento que aprovechó San Sofronio astuta y rápidamente, con el respaldo decisivo de los grupos de clérigos que él había organizado, fue elegido Patriarca de Jerusalén, como sucesor del ya fallecido. Con esta magna investidura, convocó inmediatamente a un Sínodo de Obispos en el año de 634, devolviéndole al Patriarca de Constantinopla su misma maniobra. En dicho sínodo se apoyó la doctrina de las dos voluntades existentes en Nuestro Señor Jesucristo, la divina y la humana. Sin que entre ellas hubiese oposición alguna y estando la humana sujeta en todo a la divina, si tener los desequilibrios causados en los demás hombres por el pecado original. Este acontecimiento vino a dar gran importancia a la ortodoxia, tal importancia no solo molestó sino que preocupó mucho al Patriarca Sergio quien decidió quitarse la careta y dar junto con el Papa Honorio, quien lamentablemente se mantenía a la expectativa, la batalla decisiva a favor de la herejía, a quien se dirigió mediante una carta en la que una forma hábil decía al Sumo Pontífice que el anhelo noble de la unidad cristiana se había logrado en la Iglesia de Oriente debido a la actividad del propio Sergio y del hereje Ciro Patriarca de Alejandría. Al mismo tiempo acusaba a San Sofronio de tener un espíritu inquieto, rebelde a la jerarquía eclesiástica y empeñado en turbar la paz y la unidad de la Iglesia logradas por Sergio y Ciro. (¿No fueron acaso las mismas palabras que los jerarcas de la Iglesia actual y modernista que dirigieron, en su momento, a Monseñor Lefebvre? ¿No son ahora las que dirigen a sus sacerdotes y fieles, los superiores de la Fraternidad que quieren “esa paz y unidad” de la Iglesia modernista?, la historia se repite.) Al mismo tiempo el Patriarca aconsejaba al Papa que obligara a San Sofronio a guardar silencio sobre las dos voluntades en Cristo, manifestando, a su vez, que existieran estados dos voluntades y consistiendo esta controversia en un mero juego de palabras. Era necesario imponer silencio a San Sofronio para impedir la ruptura la unidad y la paz entre los fieles.







 TRIUNFO MUNDIAL DE LA HEREJIA.

El Patriarca hereje de Constantinopla recibió la carta del Papa como una victoria completa para su tesis, utilizando para su causa la autoridad del Papa y el deber que todos los fieles tenemos de obedecerlo, como cabeza suprema de la Iglesia. 
(Situación que se planteó a los mismos fieles después de Concilio Vaticano II, con las consecuencias que ya nos son conocidas y resumidas por estas palabras de Mons. Lefebvre “Queridos amigos Roma perdió la fe, Roma va hacia la apostasía” (octubre de 1987) por desgracia no podemos afirmar lo contrario, con gran consternación vemos como la Roma actual ya no es la Maestra de la Verdad sino maestra de la herejía modernista que resume en si a todas las herejías a las que la Iglesia se ha enfrentado durante toda su historia. Hoy como antes se nos pide obediencia, obediencia que no tiene razón de ser por ir en contra de la Verdad Única ni tampoco la puede imponer la congregación San Pio X si se quiere conducir a los fieles a un redil que ya no es el de Nuestro Señor Jesucristo so pena de la negación de los sacramentos para aquellos que no están de acuerdo con ellos, es lamentable, es lamentable…) 



Lo que desgraciadamente fue un golpe demoledor para la causa ortodoxa, clérigos y seglares hasta el momento firmes en la ortodoxia, al ver que el Papa Honorio I apoyaba al Patriarca Sergio y desautorizaba la labor de San Sofronio, consideraron un deber de conciencia obedecer al Papa y abandonar a San Sofronio pasándose en masa al bando de la herejía. 

(Desde Pablo VI hasta Juan Pablo II, Mons. Lefebvre se vió perseguido, desautorizado y descreditado. A pesar de todo eso él se mantuvo firme e inconmovible a tal punto de ser “excomulgado” por la consagración de los obispos y morir en ese supuesto estado de “EXCOMUNION” para que ahora sean sus propios discípulos quienes lo entregan a quienes perdieron la fe como más arriba dijimos y esta conducta es reprobable y llevada al colmo cuando afirman con cierta irrealidad que, “Para mí, Lefebvre habría dicho que sí”, según lo afirmó en su momento Mons. Fellay, en sus declaraciones a de Vatican Insider).

Pero Cristo Nuestro Señor si bien permite que su Iglesia pase por agudas pruebas y crisis que, duran décadas, o siglos, quizá para probar la entereza y fidelidad de los buenos cristianos; NO PERMITE NUNCA QUE LA SANTA IGLESIA LLEGUE A SER DEFINITIVAMENTE VENCIDA, y la salva, dando un apoyo sobrenatural a esos santos caudillos que hace surgir siempre en estas ocasiones. 

(Así ha sido siempre, lo es y lo será. Muy oscuro parecía el destino de la Iglesia cuando terminó el Concilio Vaticano II, señales de un caudillo no se veían y Dios, en su misericordia divina, nos envió dos; Mons. Lefebvre y Mons. De Castro Mayer,Lefebvre de cuyas manos recibí el sacramento del sacerdocio y, en consecuencia, recibí de él, lo que él recibió: esa hermosa herencia apostólica que ahora con la gracia de Dios Nuestro Señor Jesucristo y la ayuda de su Santísima Madre, quiero defender y transmitir, quiera Dios logre mi intento. R. P. Arturo Vargas)




San Sofronio, al leer la carta del Papa, recibió un golpe tan inesperado como contundente, pero asistido de la divina inspiración y de gran fortaleza, que nunca falta a estos grandes santos, lejos de doblegarse a las órdenes del Papa y, considerando que este había sido engañado por Sergio, mandó al Sumo Pontífice al presbítero Esteban con el fin de que éste explicara a Honorio I con toda amplitud los términos y alcance de la controversia y, a la vez, le entregara la carta sinodífica en defensa de la ortodoxia. (Quien no ve en esta actitud la conducta de el gran apóstol amonestando a San Pedro cuyo émulo lo fue el mismo Mons. Lefebvre como otro San Sofronio guardando las debidas distancias y los tiempos. ¿Cuántas veces no advirtió a los sumos Pontífices sus errores y sus desviaciones doctrinales? Muchas. Ya en presencia de ellos, ya por escrito, ya privadamente como en público llamó la atención a los jerarcas de la Iglesia modernista hasta que comprendió que seguir así era perder el tiempo y desistió, no sin un inmenso dolor de su alma como quien era un verdadero hijo de la Iglesia y un hombre de Dios).

El Papa recibió al enviado de San Sofronio, pero desdichadamente, desechó sus puntos de vista (paradójicamente lo mismo le sucedió a Mons. Lefebvre lo escucharon hasta que se les acabo la paciencia para después despedirlo o dejarlo largas horas esperando o enviando a otra autoridad para que lo atendiera y le confirmó la orden de guardar silencio, mandando una segunda carta de la cual solo se conservan algunos fragmentos donde se lee: “EN CRISTO NO DEBEMOS NOSOTROS AFIRMAR DOS VOLUNTADES SOLAMENTE DEBEMOS CONFESAR DOS NATURALEZAS UNIDAS EN UN SOLO CRISTO…DEBEMOS RECONOCER UN OPERANTE UNICO QUE ES CRISTO, EN SUS DOS NATURALEZAS, Y EN VEZ DE DOS ENERGIAS (VOLUNTADES) QUE SEAN PROCLAMADAS MEJOR, CON NOSOTROS, LAS DOS NATURALEZAS”


SAN SOFRONIO ANTE EL DILEMA CAPITAL DE OBEDECER AL PAPA, PERMITIENDO EL TRIUNFO DE LA HEREJIA O DEFENDER LA ORTODOXIA, DESOBEDECIENDO AL PAPA.

En esta segunda carta el Papa daba definitivamente el triunfo a los herejes y ordenaba una vez más a San Sofronio guardar silencio, dicha carta en el santo, como es natural, provocó los más terribles conflictos en su conciencia. Por una parte, si por defender la verdad revelada por Dios y la verdadera doctrina de la Iglesia, desobedecía al Papa, podría quebrantar la fe y la confianza en el Primado de Pedro, además, desobedeciendo al Papa podría poner en peligro el principio de la autoridad en la Iglesia y sentaba un precedente, que podría conducir a la anarquía y al desastre. Pero, por otra parte, si por evitar tan grandes males, obedecía al Papa, traicionando a Cristo y a la verdad revelada, esto conduciría al desastre total de la Santa Iglesia, ya que en estos momentos, los únicos portavoces y defensores de la verdadera doctrina, eran San Sofronio y los pocos que aún le seguían. 

El texto anterior nos pone ante una realidad que en la actualidad nos vemos constreñidos a meditar y analizar, con la luz del Espíritu Santo, la situación en la cual Nuestro Señor Jesucristo nos pone en estos momentos de la Iglesia. A mi humilde forma de ver San Sofronio nos ahorra mucho terreno en el tema, pues esta situación de la actual Iglesia modernista nos es más clara que en los tiempos de San Sofronio. Las mismas razones que lo llevaron a tomar tan dura decisión son, por fortuna las que nosotros debemos hacer nuestras sin resquemores de ninguna índole, sin ninguna reserva alguna de nuestra parte y sin temor a errar recordando aquellas memorables palabras de nuestro amado Redentor:

“Todo el que me niegue en la tierra Yo lo negaré en el cielo y todo el que me confesare en la tierra Yo confesaré en el cielo” es como si dijera en otras palabras: Todo el que me defendiere en la tierra e hiciere lo mismo con mi doctrina y luchare por los derechos de mi casta Esposa la Iglesia Yo haré otro tanto y aun mas por él en el cielo. San Ambrosio, San Atanasio entre otros tantos nos enseñaron junto con San Sofronio que primero esta Dios antes que los hombres por muy altos cargos que estos tengan dentro de la Iglesia y todo esto porque el mismo apóstol San Pedro amenazado por el pontífice Caifás contesto con sencillez y simplicidad: “Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres”.


Demostrando con ello que los derechos y autoridad de Dios son superiores a los derechos de los hombres y su autoridad. Por último Mons. Lefebvre como Mons. De Castro Mayer, ¿acaso no hicieron lo mismo que sus antecesores? No prefirieron la reprobación de las autoridades Romanas modernistas, la crítica amenazante del mundo y sus secuaces y hasta la traición de sus mismos discípulos? Basta recordar triste entrega de la obra de Mons. De Castro Mayer (asociación pía San Juan María Vianey entregada por don Rifan, hombre de confianza de Monseñor) a Roma de parte de quien en ellos confiaba, es este mismo camino que sigue la Fraternidad San Pío X).

Ante terrible disyuntiva, San Sofronio optó por la que el consideró el menor mal, o sea, DESOBEDECER AL PAPA Y ENFRENTARSE A EL, para defender la ortodoxia, en contra de la herejía y salvar así a la Santa Iglesia de la catástrofe que sobre ella se cernía.

La Iglesia Católica posteriormente dio su juicio definitivo sobre la decisión que San Sofronio tomó ante la disyuntiva a la que fue sometido, ya que, por una parte, lo canonizó, mientras que por otra, fulminó un terrible anatema en contra del Papa Honorio I, contra los Patriarcas y Obispos que encabezaban la herejía. Además al elevar a los altares a San Sofronio, santificó su “REBELDÍA” en contra de un Papa y un episcopado mundial que habían faltado gravemente a sus deberes de sostener y defender la verdadera fe, sentando así un precedente que servirá de norma de conducta a los clérigos y seglares que, con el devenir de los siglos, se encuentren ante UNA SITUACIÓN SEMEJANTE, ANTE EL TERRIBLE DILEMA 

(Estoy firmemente convencido que esta situación de SANTA REBELDÍA enarbolada por los dos grandes Obispos fue justa y necesaria, como también la posición nuestra debe ser firme teniendo como fundamento mediato el ejemplo que nos legaron estos dos grandes defensores de la Verdad y la Doctrina de Nuestro Señor. En nuestros momentos de flaqueza, de duda y de incertidumbre miremos a estas dos grandes lumbreras que, desde su nada, con tan solo la confianza en la Providencia Divina hicieron frente a los Papas de su tiempo y a los episcopados de todo el mundo. Su ejemplo y valentía nos debe dar fuerza para continuar la lucha santa que ellos empezaron y preferir, como ellos, a morir “excomulgado” por esta Roma modernista antes que traicionar la causa de Cristo nuestro redentor. Conozco a un sacerdote que tuvo la valentía de decir ante uno de los Obispos consagrados por Monseñor Lefebvre que: “Prefería seguir “excomulgado” antes que aceptar las propuestas de la Roma modernista”, recemos por él para que permanezca firme si está con aquellos que dijeron NO A LOS ACUERDOS). Y cuando esta situación toque a nuestras puertas recordemos que en una semejante, excepcional y extraordinaria San Sofronio se enfrentó a ella; ya que en SITUACIONES NORMALES, todos los católicos, sacerdotes y seglares, debemos obediencia al Papa y a los Obispos, como sucesores respectivamente de San Pedro y de los Apóstoles, en todo aquello en que Cristo les dio potestad para atar y desatar.


APÉNDICE. Como su nombre lo dice, es una continuación que no data de ese tiempo heroico de San Sofronio, pero si está íntimamente relacionado con el por ser la causa común de estos dos tiempos de la Iglesia Católica semejantes y paralelos en defensa de la fe y doctrina y que, para los conocedores de esta gesta histórica, tiene los mismos ingredientes de aquella aunque de diferente modo. Esta gesta a la que nos referimos tuvo lugar en México católico hasta los tuétanos en 1920, fecha en la que empezó una gran encrucijada para el México descendiente de la España católica, aunque ésta ya desde hacía casi cien años había renunciado a estos territorios entregándolos a las logias masónicas que se estaban formando en los estados del norte.



1926-1929 son las fechas claves en donde el pueblo mexicano libro una batalla sin igual contra el comunismo ateo enquistado en el gobierno de ese tiempo de corte marxista-leninista. Durante esta guerra o cruzada por la fe y la doctrina católica. (Quien quiera saber más detalles sobre ella les recomiendo mis artículos editados en este mismo blog con el titulo LOS CRISTEROS). Dios suscitó para este momento muy especial no solo caudillo y líder sino un pueblo con una gran convicción providencial de defender los derechos de Cristo y su Iglesia: Digo caudillo en el General Gorostieta, hombre cabal y de palabra que terminó su vida como católico después de ser agnóstico; Anacleto Gonzalez Flores (hoy beato) fundador de un movimiento llamado A. C. J. M. (Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos) que tuvo mucha participación en la guerra Cristera. Del primero no tengo cita solo su corta estancia entre los cristeros; del segundo son memorables las siguientes palabras con las que arengó a sus jóvenes antes de partir a la guerra:

 “De sobra sé que lo que va a comenzar para nosotros ahora es un calvario. Dispuestos hemos de estar a coger y a llevar nuestra cruz. A Uds., que han querido espontáneamente batir la masa y afrontar conmigo las más difíciles situaciones, los he llamado para plantearles ahora con crudeza el problema tal cual es. Si los convido en este momento a continuar la tarea, no quiero que alguno este engañado acerca del alcance que tiene la invitación: los convido a sacrificar su vida para salvar a México. Siento la sagrada obligación de no engañar, yo, que soy aquí el responsable de la decisión de todos. Si me preguntará alguno de Uds., que sacrificio le pido  para sellar el pacto que vamos a celebrar, le diría dos palabras: TU SANGRE. El que quiera seguir adelante, dejen de soñar con curules, triunfos militares, galones, brillo, victoria y dominio sobre los demás. México necesita una tradición de sangre para cimentar su vida libre de mañana. Para esa obra está puesta mi vida y para esa tradición les pido la vuestra.” (Anacleto González Flores.) Está de más decir que son dignas de meditación profunda y es como si las dijera Nuestro Señor Jesucristo en esos momentos.

La voz de todo un pueblo que en el congreso de 1920 fue clausurado después de su inminente triunfo, a pesar de las autoridades que trataron de disolverlo, que se ofreció a Dios, por las manos de Nuestra Señora de Guadalupe, con estas palabras: “"Ángeles santos, que en cálices preciosos recibís la Sangre que brota de esas llagas No las llenéis hasta los bordes! Dejad lugar para la sangre nuestra! Queremos, como el gran San Pablo, poner con las tribulaciones nuestras lo que le falta a la Pasión de Cristo, para México, el hijito mimado de María Guadalupe, sea también el soldado más valiente del Rey muerto que reina vivo!" Que este escrito nos haga entender que, como católicos de este momento histórico de la Iglesia, estamos obligados con un pacto de sangre que se selló en el Calvario con la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, a  en conciencia luchar en la defensa de la fe y la doctrina bajo de recibir el castigo eterno si no lo hacemos.



OTRAS CAUSAS DEL TRIUNFO DE LA HEREJÍA.

Contribuyeron a este triunfo temporal de la herejía monotelita, el desafortunado fallo del Papa Honorio a favor de esta herejía entre otros los siguientes:

La cobardía de la gran mayoría de los Obispos y clérigos, que aun convencidos de la herejía o traición de sus superiores jerárquicos, se abstuvieron de defender a la ortodoxia, por temor a las represalias de aquellos, o a la represión de las autoridades civiles que apoyaban la herejía. (Hace 54 años esto mismo se repitió todos los obispos del mundo aceptaron sin protestar, solo porque el Concilio Vaticano II lo dijo y los Papas traidores a su misión en la tierra claudicaron u ofrecieron su apoyo incondicional a la cloaca de las herejías como lo es el modernismo, dejaron sin defensa a la gran cantidad de sacerdotes que, también por su cobardía o temor a quedar fuera de esta Iglesia modernista decidieron callar o amoldarse consolándose tan solo con decir, “Si lo dice el Concilio y lo apoya el Papa, NO NOS QUEDA MAS QUE OBEDECER” aun yendo contra las enseñanzas de la Iglesia Católica Maestra de la Verdad y, en consecuencia, llevando a la feligresía por el camino equivocado sin importarles no solo la salvación de esas almas sino las suyas mismas. Fue aquí donde la Providencia Divina suscitó en dos grandes Obispos el Santo celo por la defensa de la fe y la dignidad de la Iglesia; Monseñor Marcel Lefebvre y Monseñor de Castro Mayer y con ellos a una pléyade de dignos sacerdotes de aquí y de allá que dedicaron sus vidas a esta misma defensa de la fe a costa de sus vidas que pasaron por grandes humillaciones, sufrimientos, desprecios y otras tantas cosas de las que el demonio se valió por medio de sus agentes incondicionales.)

La falta de fe religiosa y el egoísmo criminal utilitario de aquellos Obispos y sacerdotes, QUE POR VIVIR EN PAZ, POR NO METERSE EN LÍOS, POR CONSERVAR SUS PUESTOS Y SUS COMODIDADES O POR AMBICIÓN DE HACER CARRERA ECLESIÁSTICA TRAICIONARON A CRISTO.

Prestando su apoyo a los jerarcas eclesiásticos, que estaban demoliendo a la Santa Iglesia y abstenerse de combatirlos, como era su santa obligación de estado, así como San Sofronio lo hizo con los Patriarcas de Alejandría, de Constantinopla, y otros Obispos herejes, y como lo han hecho otros ilustres Santos de la Iglesia Católica y clérigos celosos del cumplimiento de su deber, en crisis tan graves como la que estamos estudiando. 

La sintomatología, dirían los médicos, de lo definido en esta segunda parte se está repitiendo y no hay ciego que no quiera ver las señales son claras, ya no respecto a la Iglesia modernista, sino a la congregación fundada por Mons. Lefebvre, pues vemos una flojedad culpable, en algunos casos, de sacerdotes y fieles en cuanto a la fe, no decimos que no la tengan, sí la tienen, pero ¿donde están sus obras? Es decir, ¿dónde está el celo por la verdad que nace de la CARIDAD? Prefieren, además de lo dicho más arriba, “defender la fe y la dignidad de la Iglesia desde dentro de la congregación”. 

Mentira falaz y engañosa, trampa mortal y desastrosa, ¿acaso no les es claro lo que muchos Obispos y clérigos conciliares sufrieron y terminaron claudicando irremediablemente ante el modernismo? No es acaso, ¿su forma de razonar una presunción el pretender lo que ningún santo, en esta situación, se expuso sino al contrario huyó de esta presunción? Por desgracia volvemos a ver este mal ya no en tiempos de San Sofronio sino en nuestros tiempos, Padres ejemplares, Padres buenos, Padres que creíamos de sana doctrina, Padres que creíamos bien comprometidos con la VERDAD DIVINA, en esta hora tan trágica con tristeza, dolor, horror y gran decepción los vemos como han sido envueltos por la telaraña de la inercia y como niños asustadizos siempre temiendo y callando lo que no se debe silenciar nunca LA VERDAD y  han cerrado sus oídos a los dolientes y desgarradores clamores de la Santa Iglesia. 

Estimados hermanos quien esto escribe también estuvo en el estado en el cual están ustedes, también tuve mis grandes luchas, mis grandes noches de insomnio, mis resquemores, pero ante esta disyuntiva ante la cual me pusieron mis superiores, superiores vuestros ahora, tome la decisión de no seguir el camino a LA ROMA MODERNISTA aunque con “gran confianza en sí mismos, decían: “Pero no se ha firmado nada”, pero sin embargo veía como estaban y están destruyendo la obra de nuestro querido fundador y, a la verdad, para nada les importan los feligreses, perdón, si les importan mucho si se “amoldan” y caminan para donde ellos lo hacen, el modernismo).

Por subterfugios que emplean quienes no quieren luchar diciendo: “HAY QUE PONERLO TODO EN MANOS DE DIOS” “HÁGASE LA VOLUNTAD DE DIOS” o “DIOS PROVEERÁ” mención hipócrita del Santo Nombre de Diosque, con frecuencia hacían y  ahora siguen haciendo los acomodaticios y los cobardes, para no comprometer su situación y su tranquilidad. (Parece una extraña actitud de un modernismo o liberalismo nuevo y viejo a la vez que no se parece en nada, en apariencia, al abierto y descarado, pero es más peligroso que el anterior. ¿Serán estos los que San Ignacio menciona en su retiro espiritual cuando habla de los tres tipos binarios?). Luchando por la defensa de la Iglesia y de la verdad revelada; sin querer percatarse de que si Dios Nuestro Señor hubiera querido HACERLO TODO, NO NOS HUBIERA DADO EL LIBRE ALBEDRÍO Y NO NOS HUBIERA IMPUESTO LA OBLIGACIÓN DE LUCHAR NOSOTROS MISMOS POR NUESTRA PROPIA SALVACIÓN

Congruente con esto, la historia de la Santa Iglesia nos ha demostrado que los desastres temporales ocurridos a ésta han sucedido no solo a la acción de sus enemigos abiertos, sino principalmente a los actos perversos de los nuevos judas y a la complicidad o inactividad de los que permaneciendo fieles, se abstienen de luchar por la defensa de la Iglesia y de la ortodoxia católica, debido a los móviles egoístas y pecaminosos antes mencionados.

Por otro lado, gracias a la asistencia divina, la Iglesia ha utilizado como regla general, a los Papas y Obispos para defenderse convocando a Concilios donde, con energía y resolución, han actuado para salvarla, derrotando a sus herejes y cómplices después de enconadas luchas. Y solo cuando excepcionalmente, por acción u omisión pecaminosa, los Papas y los concilios han faltado al cumplimiento de sus deberes, Cristo nuestro Redentor ha salvado a su Santa Iglesia mediante la actividad de valerosos monjes, presbíteros o laicos, que en tales casos han recibido la ayuda divina y servido a Dios de instrumento para lograr el triunfo de la ortodoxia. 

Estimado lector reflexiona y pon en tu corazón estas palabras porque en la actualidad se está presentando una situación providencia ya que los Papas actuales ESTÁN FALLANDO A SUS DEBERES DE ESTADO YA SEA DE ACCIÓN Y OMISIÓN QUE SON A TODAS LUCES PECAMINOSAS YA QUE EL FIN POR O PARA EL CUAL FUERON ELEGIDOS, QUE ES LA DEFENSA DE LA VERDAD, DE LA SANTA IGLESIA Y SALVACIÓN DE LAS ALMAS, POR DESGRACIA, NO LO ESTÁN CUMPLIENDO SINO AL CONTRARIO DELIBERADAMENTE Y EN COMPLICIDAD CON LOS HIJOS DE LAS TINIEBLAS ELLOS MISMOS ESTÁN COMBATIENDO LA VERDAD, DESTRUYENDO A LA IGLESIA Y CONDENANDO A LAS ALMAS 


Si a esta Iglesia modernista te invitan a que formes parte huye de quienes te inviten ya sea abierta o sigilosamente, porque estos mismos son cómplices consientes de aquellos declarados enemigos encaramados en la autoridad o en la sede de Pedro.

Después de la muerte de San Pedro, si analizas la historia eclesiástica, la Iglesia no nos enseña no uno sino muchos casos en los cuales Dios Nuestro Señor no haya intervenido, en las grandes crisis de la Iglesia, ya personalmente o por medio de sus ángeles para destruir por sí solo a sus enemigos y salvarla. 

Y cuando en algunos casos excepcionales, un milagro comprobado, demostró la intervención directa de Dios, esto siempre ocurrió para apoyar la actividad personal, el esfuerzo personal de aquellos clérigos o seglares defensores de la Iglesia, en la lucha que entablaron en contra de sus enemigos internos y externos. El Antiguo Testamento está lleno de ejemplos que demuestran lo dicho más arriba y aquel solo era figura del Nuevo Testamento. (Poner todos los ejemplos que las Sagradas Escrituras nos dan abrumaría al lector, pero bueno es que los lea. Solo mencionare dos sacados del segundo libro de los Macabeos: El martirio de Eleázaro doctor de la ley (Cap. VI, v, 18-28) y Martirio de los siete hermanos Macabeos y su madre (Cap. VII, v, 1 al 41). Pido de favor los lean y los mediten vienen, según el refrán, “como anillo al dedo”.)

Por todo lo que se expuso, que quede bien claro que si esos clérigos cobardes y acomodaticios, quieren que se “HAGA LA VOLUNTAD DE DIOS” deben comenzar por acatarla actuando en defensa de la verdad y de la Santa Iglesia, como la Biblia y la historia lo demuestran que Dios lo quiere; lanzándose a dirigir esa santa lucha si tienen dotes de dirigentes, y si no lo tienen, secundando y apoyando a los que si lo tengan y se arrojen con energía y fervor a la santa cruzada.






LOS PRESBÍTEROS ORODOXOS TRIUNFAN Y SALVAN A LA IGLESIA DE OCCIDENTE. 

Por un largo tiempo me desentendí de este tema tan interesante y,  a la vez, tan actual y providencial para las almas que, afligidas por este misterio de iniquidad que todo lo está oscureciendo y trastornando, tengan en esta crisis de la cristiandad un ejemplo en San Sofronio de firmeza en la fe aun cuando el Pontífice Honorio I dio también su apoyo incondicional a la herejía promovida por el Patriarca Sergio de Constantinopla.

En el ultimo escrito sobre el tema se daban algunas razones del triunfo de la herejía que, por desgracia también ahora no se escapa a la problemática actual de la crisis de la Iglesia, crisis de la fe y enfriamiento de la caridad, no es producto sino de una IGNORANCIA RELIGIOSA de nuestra doctrina católica tan acentuada y profunda que, por si misma amenaza  terminar con la Santa Madre Iglesia y borrar todo lo que de Dios hay en la tierra.

Pido al amable lector que, por caridad lea la carta pastoral de nuestro querido Monseñor Lefebvre sobre este tan acuciante tema en el cual, de alguna manera nosotros mismos somos también responsables y cómplices de esta catástrofe en la cual no se vislumbra el fin aunque ya haya destellos del mismo. Aclarado esto paso la palabra a San Sofronio.

“Pero Cristo Nuestro Señor, si bien permite que su Iglesia pase por crisis muy agudas, (como a la que estamos asistiendo en estos momentos) que han durado varias décadas y hasta siglos, quizá para probar en ellas LA FE, LA FORTALEZA Y LA PERSEVERANCIA de los cristianos y especialmente de los clérigos; no permite nunca como lo tiene prometido, que su iglesia sea DEFINITIVAMENTE VENCIDA y la salva, dando su asistencia sobrenatural por regla general a los Papas y a los Concilios, y cuando estos excepcionalmente fallan; dando dicha asistencia a esos santos varones, a veces SANTOS REBELDES que, como San Atanasio, San Sofronio, San Bernardo y otros tantos, que ha hecho surgir en esas graves crisis.

La santa rebeldía de San Sofronio, en defensa de la ortodoxia y en contra de la Jerarquía eclesiástica herética o cómplice de los herejes (como vemos los cómplices NO SON HEREJES), pero por no reprimir, o no tomar medidas para apartarse de ellos, por una falsa confianza que raya en la presunción continúan en el error pensando: “Dios hará un gran milagro y nos librara de todo eso”, sin pensar en aquellas sabias palabras del Santo Obispo de Hipona: “ El que te creo sin ti, no podrá salvarte sin ti” en donde notamos que Nuestro Señor nos pide una colaboración necesaria no para El sino para nosotros. Ignorar estas palabras de San Agustín y seguir nuestro parecer marcado por la inercia, nos conduce a fomentar lo que no queríamos  y contra nuestro divino Maestro, dicha colaboración es tan culpable como la de aquellos que, conscientemente prestan su apoyo a dichas herejías.

San Sofronio comenzó la labor de la defensa de la fe con una gran actividad apostólica  realizada por él y sus fieles; recibieron la ayuda divina, aumentando las filas de la ortodoxia. Algunos monjes, desde años atrás, convertían sus conventos en verdaderas fortalezas de la ortodoxia, expulsando de su seno a los disidentes y enfrentándose a las protestas y condenaciones de los Obispos que apoyaban a sus Patriarcas herejes, pudieron INSTRUIR A SUS FIELES SOBRE EL FONDO DE LA CONTROVERSIA TEOLÓGICA y obtener el apoyo de estos para sostenerse al frente de la parroquia (en los tiempos de San Sofronio todavía no existía la actual organización parroquial de las ciudades, con excepción de Roma y Alejandría, que vino a quedar establecida hasta el siglo X), sin embargo ya existían las parroquias rurales, en contra de las ordenes de destitución que dictaban contra ellos tal o cual Obispo herético, empleando en caso necesario, los mencionados feligreses la fuerza física y hasta las armas, para impedir que tomara posición de la parroquia, el presbítero hereje enviado por el Obispo para sustituir al ortodoxo.