Meditaciones
Por el P. Alonso de Andrade
De la semilla de la palabra de Dios.
Punto I.- Este día considera las causas que hubo para que se perdiesen
las tres partes de la semilla, y las que hubo para que se lograse la cuarta y
diese tan copioso fruto, que restaurase
la pérdida de las tres que se perdieron. La primera parte se perdió, porque
cayó en el camino y la pisaron los que pasaron por él, porque se pierde la
palabra de Dios en aquellos que andan en la frecuencia del pueblo y son como
camino común, todos los cuales, como dice San Cirilo, pierden el jugo de la
devoción y quedan secos y áridos en el espíritu; de manera que no da fruto en
ellos la palabra de Dios. Mira cuánto te importa el recogimiento, y apártate de
los concursos y frecuencia de los hombres, en los cuales pierdes el fruto
espiritual de tu alma; la devoción interior y la paz del espíritu, y procura en adelante retirarte y esconderte,
no te impidan un bien tan grande como es el logro de las inspiraciones divinas,
y los avisos y consejos de su santa palabra.
Punto II.- Considera que la segunda parte de la semilla se perdió porque
cayó entre piedras y no tuvo jugo para crecer y dar fruto; porque como dice
Beda, se pierde la palabra de Dios que cae en corazones de piedra, duros y
rebeldes a su voz; y si alguna vez se mueven con ella a hacer algo en servicio
de Dios, a cualquier dificultad o contradicción se rinden y vuelven atrás en el
bien comenzado. Entra en cuenta contigo, y mira cuánta de la semilla divina se
ha malogrado en ti por haber cobardeado a las contradicciones que se te han
presentado; persuádete que siempre has de tener por enemigo al demonio, si
tienes por amigo a Dios; y que a donde quiera que fueres te ha de hacer guerra,
y que te importa la vida pelear como varón y lograr su santa palabra; y que
para esto es necesario que eches raíces hondas en tu corazón, porque no la
arranque cualquier viento de tentación, y que no la podrás echar, si tu corazón
es de piedra y duro a su voz. Medita despacio esta verdad, y mira qué medio has
de tomar para perder la dureza, y ser blando, dócil y obediente a su palabra;
pídele a Nuestro Señor que te quite el corazón de piedra, y te de uno de carne,
como lo prometió a los suyos, para amarle y servirle, y ser blando y obediente
a sus voces.
Punto III.- Considera que la tercera parte de la semilla se perdió
porque cayó entre espinas, que como explica el Salvador, significan los
cuidados seculares, las riquezas y los deleites del mundo, los cuales ahogan la
semilla de la palabra de Dios. Contempla cómo son espinas para el espíritu los
deleites del siglo, las honras y las dignidades, que tanto apetecen los hombres,
y tienen tanto gozo después de haberlas alcanzado. Llora el engaño en que viven
y en el que tú te hayas, estimándolas y procurándolas tan ciegamente; pues como
dice San Gregorio, punzan y lastiman el alma como espinas, al paso que regalan
el cuerpo, mira cuánto más te importa tu alma que tu cuerpo, y el bien
espiritual que el temporal; y toma muy a pecho arrancar de tu corazón todas
estas espinas, que no han dejado crecer en ti la palabra de Dios, y pídele su gracia
y favor para ello de lo íntimo de tu corazón.
Punto IV.- Considera cómo se logró la cuarta parte de la semilla, por
haber caído en buena tierra, blanda, limpia y retirada de los caminos y de la
frecuencia de los hombres, que como dice el Salvador, significa los que reciben
su palabra en un corazón bueno y óptimo, y llevan el fruto en paciencia,
esperando en la misericordia de Dios. Mira cuál es tu corazón, y si tiene las
calidades que debe para lograr esta divina semilla, y qué fruto da y ha dado, y
pídele a Dios que te de su gracia para corregirte en adelante y lograr con
grande acrecentamiento su divina palabra.