El “Apóstol de Alemania” siguió predicando al pueblo germánico que estaba asombrado y no podía creer que el asesino del Roble de Thor no haya sido golpeado por su dios.
Bonifacio miró más allá donde yacía el roble y señaló a un pequeño abeto y dijo: “Este pequeño árbol, este pequeño hijo del bosque, será su árbol santo esta noche. Esta es la madera de la paz…Es el signo de una vida sin fin, porque sus hojas son siempre verdes".
"Miren como las puntas están dirigidas hacia el cielo. Hay que llamarlo el árbol del Niño Jesús; reúnanse en torno a él, no en el bosque salvaje, sino en sus hogares; allí habrá refugio y no habrán actos sangrientos, sino regalos amorosos y ritos de bondad”.
Así, los alemanes empezaron una nueva tradición esa noche, que se ha extendido hasta nuestros días. Al traer un abeto a sus hogares, decorándolo con velas y ornamentos y al celebrar el nacimiento del Salvador, el Apóstol de Alemania y su rebaño nos dieron lo que hoy conocemos como el árbol de Navidad.
San Bonifacio:
En el año 723, el misionero anglosajón san Bonifacio, apóstol de los alemanes, llegó a la zona buscando convertir a las tribus germánicas del norte de Alemania al cristianismo, utilizando como base el asentamiento franco fortificado de Büraburg en el lado opuesto del río Eder. Acababa de encontrarse con Carlos Martel, quien le confirmó el compromiso del Imperio franco en la misión en Turingia y Hesse.
Con el apoyo militar de los francos, Bonifacio, en lo que probablemente fue una
acción bien planificada y anunciada, taló el roble sagrado para transmitir la
superioridad del Dios cristiano sobre Donar y la religión nativa germánica. Según la primera hagiografía de Bonifacio, escrita por Willibaldo, el enorme roble fue derribado
por un gran soplo de viento, "como si por milagro" con Bonifacio sólo
haciendo un giro del hacha. Como el dios Donar no respondió lanzando un
relámpago al misionero, el pueblo accedió a ser bautizado4 y estableciendo así la primera diócesis fuera de las fronteras del
antiguo Imperio
romano.
En
la iconografía de Bonifacio, el acto es uno de los símbolos
más importantes del santo, y muchas tarjetas de oración lo ilustran con un
hacha, a veces el pie sobre el tocón del árbol, la escena fue representada en
numerosas pinturas históricas del siglo xix.
Bonifacio
utilizó la madera del roble para construir una capilla dedicada a San Pedro en Fritzlar.
Esta capilla dio origen posteriormente a un monasterio benedictino.