Extracto de la conferencia de Mons Fellay sobre las relaciones con Roma. (24/08/16)
SYLLABUS
"¿Qué es lo que Roma nos ofrece? Un primer punto es que no estaremos bajo los obispos, ¿han visto lo que le pasó a San Pedro y las otras? Están completamente bloqueadas porque están completamente en las manos de los obispos. Y de hecho Roma nos está ofreciendo un nuevo cuerpo con un obispo a la cabeza, este obispo escogido por el papa, de tres nombres presentados por la Fraternidad y tomados de la Fraternidad. Este obispo tendrá autoridad sobre los sacerdotes, los religiosos que quieran ser miembros, y sobre los fieles. Todos los fieles que pertenezcan a este cuerpo tendrán el derecho estricto de recibir todos los sacramentos de los sacerdotes de la Fraternidad. Todos los sacramentos, matrimonio incluido. El Obispo tendrá derecho a tener escuelas, seminarios, religiosos, incluso fundar nuevas congregaciones religiosas. Y aceptar a aquellos que quieran unirse. Es como una súper diócesis."
"En otras palabras, para ustedes no hay cambio. Únicamente que estarán reconocidos como católicos"
"Entonces hay que permanecer prudentes. Pero ustedes no se pueden imaginar nada mejor que lo que se ofrece. No pueden pensar que es una trampa. No es una trampa. Si alguien nos ofrece algo como esto únicamente es porque quiere el bien para nosotros.
Porque quiere el bien de la Tradición. Es imposible pensar que tal cosa sea hecha por enemigos. [¿¿??] Los enemigos tienen muchas otras maneras pero no esta."
"Ustedes dirán ¿entonces por qué no acepta? Bueno, necesito estar seguro que esto es verdad."
Monseñor Lefebvre fundador de la FSSPX pensaba muy diferente a mons Fellay, sin embargo en la Nueva FSSPX usan su fama y nombre para enmascarar una gran traición. Palabras de mons Lefebvre:
Falsa caridad
He aquí al texto integral de la Declaración Doctrinal como fue presentada a Roma por Mons. Fellay el 15 de Abril 2012 *[Tomada de Sacerdos]:
Y nosotros no debemos vacilar por ningún momento, en no estar con los que están en el proceso de traicionarnos. Algunas personas siempre están admirando la hierba en el jardín del vecino. En vez de mirar a sus amigos, a los defensores de la Iglesia, a los que luchan en el campo de batalla, ven a nuestros enemigos en el otro lado. "Después de todo, hay que tener caridad, debemos ser amables, no deben causar divisiones, después de todo, que están celebrando la misa tridentina, que no son tan malos como todo el mundo dice" -, pero están traicionándonos, traicionándonos! Ellos se dan la mano con los destructores de la Iglesia. Ellos se dan la mano con las personas que llevan a cabo las ideas modernistas y liberales condenadas por la Iglesia. Por lo que están haciendo el trabajo del diablo.
( "Dos años después de las consagraciones"
Monseñor Lefebvre, 6 de septiembre de 1990)
La ilusión de hacer el bien
"Conseguir entrar a la iglesia, ¿qué significa eso? Y en primer lugar, de ¿qué iglesia estamos hablando? Si se trata de la iglesia conciliar, ¿deberíamos nosotros entonces, que hemos luchado contra ella durante veinte años, porque amamos a la Iglesia Católica, volver a la iglesia conciliar supuestamente para hacerla CATÓLICA? Esta es una total ilusión!
NO CAMBIAN los inferiores a los superiores, pero son los SUPERIORES que cambian a los inferiores ". (Fideliter Nº 70 de julio-agosto de 1989)
Sacerdotes bastardos
Todos estos Papas han resistido a la unión de la Iglesia con la revolución; se trata de una unión adúltera y de esa unión sólo pueden venir bastardos. El rito de la nueva misa es un rito bastardo, los sacramentos son sacramentos bastardos. Ya no sabemos si son sacramentos que dan gracia o no dan la misma. Los sacerdotes que salen de los seminarios son sacerdotes bastardos que no saben lo que son.
(Carta abierta a los Católicos, p. 128)
Es por lo tanto un estricto deber para todo sacerdote que quiera permanecer católico, el separarse a sí mismo, de esta iglesia conciliar, por tanto tiempo, mientras ellos no redescubran la tradición de la Iglesia y la Fe Católica.
(Arzobispo Lefebvre, Itinerario Espiritual p. 13)
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Mons Fellay y la cúpula de la FSSPX desde 2012 han enseñado sus verdaderas intenciones, la "tristemente célebre declaración doctrinal" de mons Fellay, nunca retractada, es una traición a la lucha antiliberal de Mons. Lefebvre y de los papas antiliberales, aceptar el 95% del Vaticano II, en cuyo contenido se "legalizan" herejías, es una traición al catolicismo.
Para quienes creen que el Concilio Vaticano II es bueno o no tan malo pueden leer: ERRORES DEL CONCILIO VATICANO II
He aquí al texto integral de la Declaración Doctrinal como fue presentada a Roma por Mons. Fellay el 15 de Abril 2012 *[Tomada de Sacerdos]:
I. Prometemos ser siempre fieles a la Iglesia Católica y al Romano Pontífice, su Pastor Supremo, Vicario de Cristo, sucesor de Pedro y cabeza del Cuerpo Episcopal.
II. Declaramos aceptar las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia en materia de fe y moral, dando a cada afirmación doctrinal el grado de adhesión requerido, de acuerdo a la enseñanza contenida en el no. 25 de la Constitución Dogmática Lumen gentium del Concilio Vaticano II. (Cf. también la nueva fórmula de Profesión de Fe y el Juramente de Fidelidad al Asumir un Oficio a ser ejercido en Nombre de la Iglesia, 1989: cf. CIC cánones 749; 750 §1 y §2: 752: CCEO cánones 597: 598 §1 y §2; 599).
III. En particular:
1. Declaramos aceptar la doctrina sobre el Romano Pontífice y el Colegio de Obispos, con su cabeza, el Papa, enseñado por la Constitución Dogmática Lumen gentium del Concilio Vaticano II, capítulo III (De constitutione hierarchica Ecclesiae et in specie de Episcopatu), como es explicado e interpretado por la Nota explicativa praevia del mismo capítulo.
2. Reconocemos la autoridad del Magisterio, al cual únicamente se le ha confiado la tarea de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, sea escrita o transmitida, (Cf. Pío XII, Carta Encíclica Humani Generis, Denz. 3886.) en fidelidad a la Tradición, recordando que “El Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que pudieran, por su revelación, dar a conocer una nueva doctrina, sino para que con su asistencia, ellos puedan guardar religiosamente y exponer fielmente la revelación transmitida por los apóstoles, i.e., el depósito de la fe.” (Vaticano I. Constitución Dogmática Pastor Aeternus, Denz. 3070)
3. Tradición es la transmisión viviente de la Revelación “usque ad nos” (Concilio de Trento. Denz. 1501: “Esta verdad e instrucción [que] están contenidas en los libros escritos y en las tradiciones no escritas, que han sido recibidas de los apóstoles de la boca de Cristo En Persona, o de los mismos apóstoles, al dictado del Espíritu Santo, han llegado incluso a nosotros.”) y la Iglesia en su doctrina, vida, y culto, perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo que Ella es y todo lo que Ella cree. La Tradición progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo, (Cf. Concilio Vaticano II. Constitución Dogmática Dei Verbum, 8 y 10; Denz. 4209-4210.) no por una innovación contraria (Cf. Concilio Vaticano I. Constitución Dogmática Dei Filius. Denz. 3020: “Por lo tanto, también, el entendimiento de sus sagrados dogmas debe ser perpetuamente retenido, lo que la Santa Madre Iglesia una vez declaró; y nunca debe haber recesión de ese significado bajo un nombre especioso de un entendimiento más profundo. Por lo tanto que el entendimiento, el conocimiento y sabiduría de los individuos como de todos, de un hombre como de toda la Iglesia, crezcan y progresen fuertemente con el paso de las eras y los siglos: pero que sea solamente en su propio género, a decir en el mismo dogma con el mismo sentido y el mismo significado.” (San Vicente de Lerins. Commonitorio. 23.3 [n.28]) pero para una mejor comprensión del depositum Fidei. (Cf. Vaticano I. Constitución Dogmática Dei Filius. Denz. 3011; Juramento Antimodernista, no. 4; Pío XII. Carta Encíclica Humani Generis. Denz. 3886: Concilio Vaticano II. Constitución Dogmática Dei Verbum. 10. Denz. 4213)
4. Toda la Tradición de la fe Católica debe ser el criterio y guía para la comprensión de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, que a su vez aclara el Concilio, es decir, se profundiza y se hace más explícito con el tiempo— algunos aspectos de la vida y doctrina de la Iglesia que están implícitamente presentes o aún no formulados conceptualmente. (Como por ejemplo: la enseñanza sobre la sacramentalidad del episcopado en Lumen gentium, 21)
5. Los enunciados del Concilio Vaticano II y el subsecuente Magisterio papal relativos a la relación de la Iglesia Católica y las confesiones no-Católicas Cristianas, y también, del deber cívico de religión y el derecho a la libertad religiosa, cuya formulación es difícil de reconciliar con los enunciados doctrinales precedentes del Magisterio; deben ser entendidos a la luz de una toda e ininterrumpida Tradición, de una manera consistente con las verdades previamente enseñadas por el Magisterio de la Iglesia, sin aceptar alguna interpretación de estos enunciados que pueda llevar a la presentación de la doctrina Católica como opuesta o que rompe con la Tradición y con ese Magisterio.
6. Por esta razón es legítimo promover, a través de una discusión legítima, el estudio y explicación teológica de las expresiones o formulaciones del Concilio Vaticano II y del Magisterio subsecuente, si parecen irreconciliables con el Magisterio previo de la Iglesia. (Encontramos un paralelo en la historia con el Decreto de los Armenios, en el Concilio de Florencia, en el cual la presentación o los instrumentos se indicaron como la materia del Sacramento de Santas Órdenes. Sin embargo, aun después de ese Decreto, teólogos discutieron legítimamente la exactitud de tal afirmación. Finalmente, la pregunta fue resuelta de otra manera por el Papa Pío XII.)
7. Declaramos reconocer la validez del Sacrificio de la Misa y de los Sacramentos cuando son celebrados con la intención de hacer lo que la Iglesia hace de acuerdo a los ritos indicados en las típicas ediciones del Misal Romano y de los Rituales de Sacramentos legítimamente promulgados por los Papas Paulo VI y Juan Pablo II.
8. Siguiendo el criterio enunciado arriba (III, 5), así como el canon 21 del Código, prometemos respetar la disciplina común de la Iglesia y las leyes eclesiásticas, especialmente de aquellas contenidas en el Código de Derecho Canónico, promulgado por el Papa Juan Pablo II (1983) y en los Códigos Canónicos de las Iglesias Orientales, promulgados por el mismo Pontífice (1990), sin ningún prejuicio a la disciplina por conceder a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X por una ley en particular.
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En su Declaración Doctrinal (DD), Mons. Fellay quitó sólo un pasaje y una nota, del Párrafo III, no. 2, del Preámbulo Doctrinal del Cardenal Levada (DP1):
— el texto: como el Catecismo de la Iglesia Católica lo muestra (cf. nn. 813-822; 2104-2109).
— la nota al final del párrafo tomada de la carta de Paulo VI Cum Jam, fechada el 21 de Septiembre de 1966, en AAS 58 (1966) 879, en la cual el Papa pidió por ver la doctrina del Concilio Vaticano II en continuidad con el Magisterio precedente.
Aparte de eso, ¡el resto del texto del Preámbulo del Cardenal Levada se mantuvo!
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Mons. Fellay buscaba un reconocimiento o prelatura desde el 2012, y a escondidas, esto se puede visualizar con su carta a Benedicto XVI:
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Mons. Fellay buscaba un reconocimiento o prelatura desde el 2012, y a escondidas, esto se puede visualizar con su carta a Benedicto XVI:
A Su Santidad el Papa Benedicto XVI.
Santísimo Padre,
Usted me ve confundido, en el momento en que le tocan rudas pruebas y respecto de las cuales le aseguro mis pobres oraciones, de presentarle un problema suplementario más que consolaciones.
En efecto, el miércoles 13 de junio por la tarde, el Cardenal Levada me entregó, durante un encuentro que fue cordial, una declaración doctrinal que yo no podré firmar. No tomando en cuenta la súplica de no retocar la proposición que yo había entregado, a causa de las consecuencias que esto acarrearía, el nuevo texto retoma casi todos los puntos del Preámbulo de septiembre de 2011 que planteaba dificultades y que me vi forzado a descartar.
Desgraciadamente, en el contexto actual de la Fraternidad, la nueva declaración no pasará.
Reconozco no saber que pensar. Creí comprender que usted estaba dispuesto a dar largas la resolución de los desacuerdos todavía en curso sobre cierto puntos del Concilio y de la reforma litúrgica, un poco como en el Concilio de Florencia se pasó por alto la cuestión del divorcio por causa de adulterio con los griegos para llegar a pesar de todo a la unión, y yo me comprometí en esta perspectiva a pesar de la oposición bastante fuerte en las filas de la Fraternidad y al precio de trastornos importantes. Y tengo toda la intención de continuar haciendo todos mis esfuerzos para proseguir por este camino con el fin de llegar a las clarificaciones necesarias.
Ahora parece que me equivoqué y que verdaderamente se pide la aceptación total de los puntos litigiosos antes de ir más adelante… Si alguna de mis recientes declaraciones añaden una nueva dificultad, lo lamento, pero fue también por razón de claridad.
Además, vista la oposición masiva que se prepara en ciertos medios de la Iglesia que piensan volver imposible la actividad de la nueva prelatura, vista la presión incluso de ciertos Estados, me pregunto cómo el proyecto podrá ser realizado en estas circunstancias.
Me parece que solamente usted puede todavía cambiar el curso de los acontecimientos que se perfilan. Evidentemente no se trata por mi parte de ejercer cualquier presión, sino simplemente de exponerle los hechos y de saber si me equivoco en cuanto a sus intenciones sobre nuestra situación. Si usted lo considera oportuno, en este momento tan delicado, me atrevo a pedir de vuestra bondad una audiencia (lo más discreta posible) a fin de escuchar de vuestra boca vuestra apreciación respecto de nosotros.
Dígnese Vuestra Santidad en creer en mi devoción filial y en mi deseo más caro de servir a la santa Iglesia.
Menzingen, domingo 17 de junio de 2012
+Bernard Fellay
En el contexto del 2012 la declaración doctrinal no pasó, pero ¿ahora?, que en la FSSPX ya no hay quien levante la voz si ¿pasará?
Incluso hay otra Cruzada de Rosarios para pedir a Nuestra Señora que se defina que hacer. Involucrar a la Santísima Virgen en aceptar o no una prelatura de los modernistas no tiene calificativo.
Para quienes NO CREAN que es una obligación de todo católico de luchar por nuestra Santa Madre Iglesia, contra el error y herejías, contra modernistas y traidores dejamos extractos de San Pío X.
"Están, pues, gravemente equivocados los que creen posible y esperan para la Iglesia un estado permanente de plena tranquilidad, de prosperidad universal, y un reconocimiento práctico y unánime de su poder, sin contradicción alguna; pero mucho peor es el error de aquellos que se engañan pensando que alcanzarán esa paz efímera mediante la disimulación de los derechos e intereses de la Iglesia, sacrificándolos a intereses privados, disminuyéndolos injustamente, complaciendo al mundo, “que está todo puesto bajo el maligno” (1 Jn. 5, 19), con el pretexto de captar la simpatía de los fautores de novedad y atraerlos a la Iglesia, como si fuera posible una composición o acuerdo entre la luz y las tinieblas, entre Cristo y Belial."
“Son éstos, sueños de enfermos, alucinaciones que siempre han ocurrido y ocurrirán mientras haya soldados cobardes, que arrojen las armas a la sola presencia del enemigo, o traidores que pretendan a todo costo hacer las paces con el enemigo, que es el enemigo irreconciliable de Dios y de los hombres”. (Papa San Pío X, Encíclica Communium Rerum, del 21 de abril de 1909).
Carta Encíclica Pascendi
Del Sumo Pontífice San Pío X:
Al oficio de apacentar la grey del Señor que nos ha sido confiada de lo alto, Jesucristo señaló como primer deber el de guardar con suma vigilancia el depósito tradicional de la santa fe, tanto frente a las novedades profanas del lenguaje como a las contradicciones de una falsa ciencia. No ha existido época alguna en la que no haya sido necesaria a la grey cristiana esa vigilancia de su Pastor supremo; porque jamás han faltado, suscitados por el enemigo del género humano, «hombres de lenguaje perverso»(1), «decidores de novedades y seductores»(2), «sujetos al error y que arrastran al error»(3).
Gravedad de los errores modernistas
1. Pero es preciso reconocer que en estos últimos tiempos ha crecido, en modo extraño, el número de los enemigos de la cruz de Cristo, los cuales, con artes enteramente nuevas y llenas de perfidia, se esfuerzan por aniquilar las energías vitales de la Iglesia, y hasta por destruir totalmente, si les fuera posible, el reino de Jesucristo. Guardar silencio no es ya decoroso, si no queremos aparecer infieles al más sacrosanto de nuestros deberes, y si la bondad de que hasta aquí hemos hecho uso, con esperanza de enmienda, no ha de ser censurada ya como un olvido de nuestro ministerio. Lo que sobre todo exige de Nos que rompamos sin dilación el silencio es que hoy no es menester ya ir a buscar los fabricantes de errores entre los enemigos declarados: se ocultan, y ello es objeto de grandísimo dolor y angustia, en el seno y gremio mismo de la Iglesia, siendo enemigos tanto más perjudiciales cuanto lo son menos declarados.
Hablamos, venerables hermanos, de un gran número de católicos seglares y, lo que es aún más deplorable, hasta de sacerdotes, los cuales, so pretexto de amor a la Iglesia, faltos en absoluto de conocimientos serios en filosofía y teología, e impregnados, por lo contrario, hasta la médula de los huesos, con venenosos errores bebidos en los escritos de los adversarios del catolicismo, se presentan, con desprecio de toda modestia, como restauradores de la Iglesia, y en apretada falange asaltan con audacia todo cuanto hay de más sagrado en la obra de Jesucristo, sin respetar ni aun la propia persona del divino Redentor, que con sacrílega temeridad rebajan a la categoría de puro y simple hombre.
2. Tales hombres se extrañan de verse colocados por Nos entre los enemigos de la Iglesia. Pero no se extrañará de ello nadie que, prescindiendo de las intenciones, reservadas al juicio de Dios, conozca sus doctrinas y su manera de hablar y obrar. Son seguramente enemigos de la Iglesia, y no se apartará de lo verdadero quien dijere que ésta no los ha tenido peores. Porque, en efecto, como ya hemos dicho, ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro: en nuestros días, el peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas; y el daño producido por tales enemigos es tanto más inevitable cuanto más a fondo conocen a la Iglesia. Añádase que han aplicado la segur no a las ramas, ni tampoco a débiles renuevos, sino a la raíz misma; esto es, a la fe y a sus fibras más profundas. Mas una vez herida esa raíz de vida inmortal, se empeñan en que circule el virus por todo el árbol, y en tales proporciones que no hay parte alguna de la fe católica donde no pongan su mano, ninguna que no se esfuercen por corromper. Y mientras persiguen por mil caminos su nefasto designio, su táctica es la más insidiosa y pérfida. Amalgamando en sus personas al racionalista y al católico, lo hacen con habilidad tan refinada, que fácilmente sorprenden a los incautos. Por otra parte, por su gran temeridad, no hay linaje de consecuencias que les haga retroceder o, más bien, que no sostengan con obstinación y audacia. Juntan a esto, y es lo más a propósito para engañar, una vida llena de actividad, constancia y ardor singulares hacia todo género de estudios, aspirando a granjearse la estimación pública por sus costumbres, con frecuencia intachables. Por fin, y esto parece quitar toda esperanza de remedio, sus doctrinas les han pervertido el alma de tal suerte, que desprecian toda autoridad y no soportan corrección alguna; y atrincherándose en una conciencia mentirosa, nada omiten para que se atribuya a celo sincero de la verdad lo que sólo es obra de la tenacidad y del orgullo.
A la verdad, Nos habíamos esperado que algún día volverían sobre sí, y por esa razón habíamos empleado con ellos, primero, la dulzura como con hijos, después la severidad y, por último, aunque muy contra nuestra voluntad, las reprensiones públicas. Pero no ignoráis, venerables hermanos, la esterilidad de nuestros esfuerzos: inclinaron un momento la cabeza para erguirla en seguida con mayor orgullo. Ahora bien: si sólo se tratara de ellos, podríamos Nos tal vez disimular; pero se trata de la religión católica y de su seguridad. Basta, pues, de silencio; prolongarlo sería un crimen. Tiempo es de arrancar la máscara a esos hombres y de mostrarlos a la Iglesia entera tales cuales son en realidad.
3. Y como una táctica de los modernistas (así se les llama vulgarmente, y con mucha razón), táctica, a la verdad, la más insidiosa, consiste en no exponer jamás sus doctrinas de un modo metódico y en su conjunto, sino dándolas en cierto modo por fragmentos y esparcidas acá y allá, lo cual contribuye a que se les juzgue fluctuantes e indecisos en sus ideas, cuando en realidad éstas son perfectamente fijas y consistentes; ante todo, importa presentar en este lugar esas mismas doctrinas en un conjunto, y hacer ver el enlace lógico que las une entre sí, reservándonos indicar después las causas de los errores y prescribir los remedios más adecuados para cortar el mal.
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Los Modernistas, «hombres de lenguaje perverso», «decidores de novedades y seductores», «sujetos al error y que arrastran al error». Encíclica publicada en 1907. ¿Mons Fellay la habrá leído? Con éstos hombres perversos hizo acuerdo, concesiones doctrinales y ha buscado una prelatura... Sobre la ingenuidad o complicidad, usted fino lector saque sus conclusiones.
¡Oh, Cristianos! Tiempo es de defender a vuestro Rey y de acompañarle en tan grande soledad, que son muy pocos los vasallos que le han quedado y mucha la multitud que acompaña a Lucifer; y lo que es peor, es que se muestran amigos en lo público y véndenle en lo secreto; casi no se halla de quien fiar”. Santa Teresa de Jesús