Traducir

Mostrando las entradas con la etiqueta Sermones R. P. Arturo Vargas. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Sermones R. P. Arturo Vargas. Mostrar todas las entradas

lunes, 30 de noviembre de 2020

R.P ARTURO VARGAS (ANIVERSARIO 34 DE SU ORDENACION SACERDOTAL)

 


"TU ES SACERDOS IN AETERNUM SUCUNDUM ORDINEM MELCHISEDEC"

Felicitaciones sinceras al padre Arturo Vargas Meza por su 34 aniversario de Ordenación Sacerdotal. Dios lo bendiga y multiplique todas sus caridades.



 El regalo más rico y el favor más precioso que la Bondad Divina puede efectuar a la Iglesia es darle un buen pastor, ya sea obispo o sacerdote. Esta es la gracia de las gracias, y el regalo de los regalos que comprenden en su interior todas las otras gracias y dones.

Por lo tanto ¿qué es un pastor o un sacerdote de acuerdo al Corazón de Dios '? Un tesoro inestimable que contiene una inmensidad de bondades. San Juan Eudes



"No son ustedes los que me eligieron a mí, sino Yo el que los elegí a ustedes" San Juan 15, 16

jueves, 20 de junio de 2019

EL SANTÍSIMO SACRAMENTO


Cristo nos representó su santísimo cuerpo bajo la figura de pan y en el N. T. dejando la figura dice de sí mismo: "Yo soy el Pan vivo que descendí del cielo." Más adelante continúa: "El pan que yo daré, es mi es mi carne por la vida del mundo."

Este es aquel pan que el ángel trajo a Elías. "Miró Elías y vio junto a su cabeza un pan cocido al rescoldo y un vaso de agua." Por el pan cocido al rescoldo se figura al cuerpo de Cristo, el cual esta velado por los accidentes significados por las cenizas y el vaso de agua significa el misterio de la sangre de Cristo. Pero de Elías se dice que antes de comer de este pan hizo cuatro cosas: “dejar al criado, marchar al desierto, sentarse bajo un enebro y despertar al llamado del ángel. Estas cuatro cosas nos señalan cuatro disposiciones que debemos tener para acercarnos a recibir el Cuerpo de Cristo: huir de los consuelos del mundo, entrar en religión, sujetarse en ella al prelado y tener devoción para con Dios.

a) Ha de huir de los consuelos del mundo.

Porque hallándose, en este Sacramento la plenitud de la consolación espiritual y no comunicándose ésta a los que dan entrada a otro género de consolaciones, síguese necesariamente que quien quiera alcanzarla deberá dejar la delectación carnal. Precisamente a Bersabé vino Elías y Bersabé significa fuente de hartura, palabra que podemos aplicar a N. S., porque en Él se encuentra la plenitud de gracia. Y continua la escritura Santa diciendo: "Dejo allí al criado." Y ¿Qué cosa se significa por este criado sino las cosas de este mundo? Y, efectivamente, quien deja al criado deja las puerilidades mundanas.
    
     b) Entrar en la religión.

Quien desea acercarse dignamente a este Sacramento ha de arreglar su alma según la honestidad de vida, propia del estado religioso, lo cual se significa en las palabras: "Elías marchó al desierto." El desierto, se deriva de la palabra desero, que equivale a dejar, significa el estado religioso, donde se dejan las cosas temporales. Y, en verdad, se deja en este estado las riquezas por el voto de pobreza; los placeres por el voto de castidad; y las honras y dignidades mundanas, por la abnegación de la voluntad propia. Y no hay en el mundo cosa tan prejudicial ni nociva como estas tres concupiscencias. Lo dice claramente San Juan:"Todo lo que hay en el mundo, es concupiscencia de carne, concupiscencia de ojos y soberbia de vida." Y así como por medio de estas tres concupiscencias cautiva el diablo las almas pecadoras, así también mediante ellas mueve guerra contra las almas religiosas.

c) Ha de sujetarse al prelado; y esta es la sumisión que se deja entrever cuando se nos dice que Elías se sentó bajo el enebro. El enebro, como dice San Isidoro, es un arbusto, cuyas cenizas conservan el fuego durante todo el año. ¿Qué es por lo tanto lo que podemos deducir del enebro sino el buen prelado? Por la ceniza del enebro se entiende la humildad del prelado, la cual suele conservar en los corazones de los súbditos el fuego del amor mutuo y el calor de la devoción ferviente.

 d) La devoción para con Dios.
El Ángel despertó a Elías. ¿Qué se entiende por el ángel sino la divina gracia? Porque entonces nos envía Dios algo como a su ángel cuando infunde en nosotros la gracia. Y este ángel nos excita repetidas veces por lo mismo que es propio de la gracia movernos interiormente a progresar constantemente en ella. Siendo cuatro los efectos que se consiguen quien dignamente recibe este sacramento: Nos conforta para la acción, nos eleva a la contemplación, nos dispone para la revelación de las cosas divinas y nos anima y enciende para el desprecio del mundo y para desear los bienes celestiales y eternos. Por esto concluye las Sagradas Escrituras: "Elías confortado con aquella comida, caminó hasta llegar al monte de Dios, vio secretos divinos y se paró a la puerta de la cueva."

En cuanto al primer efecto el Sacramento nos fortalece para la acción que confortada con este manjar celestial camina cuarenta días, en donde el numero cuarenta no resulta sino de la multiplicación de diez por cuatro. Pues por el número diez se entiende el decálogo, al que se reduce todo el Antiguo Testamento y por el numero cuatro todo el Nuevo Testamento. Ahora bien, caminar, fortalecido por aquella comida, equivale a progresar en la vida espiritual durante todo el tiempo de la prueba, lo cual debe regularse por el Antiguo y el Nuevo Testamento.

El segundo efecto es elevarla a la contemplación lo cual se entenderá mejor con aquel cap. del Exodo:"Moisés apacentaba las ovejas" esta acto designa el ejercicio de la acción, luego añade "Llevo el rebaño al interior del desierto" donde se da a entender que todas las operaciones y afectos se han de reducir a lo interior del corazón. "Llego al monte de Dios" en lo que se expresa la elevación de la mente a las cosas celestiales. Y concluye "Se le apareció el Señor" señalando el momento en que se le comunica al alma el don de la contemplación. Como Uds. ya saben se le apareció el Señor en llama de fuego, cuya propiedad es iluminar y calentar. El alma cuando llega a esta contemplación mediante este Sacramento, no solo el entendimiento se ilumina, sino también la voluntad se inflama con el incendio del amor.

El tercer efecto nos dispone para la revelación de los divinos secretos; por esto se le dijo a Elías: "Sal fuera y ponte sobre el monte delante del Señor; y he aquí que pasa el Señor, y delante del  Señor un viento grande y fuerte  que trastorno los montes y quebranto las piedras; el Señor no está en el viento; y tras el viento un terremoto; el Señor no está el terremoto. Y tras el terremoto un fuego, y el Señor no está en el fuego; y tras el fuego un silbo de un vientecillo suave y allí estaba el Señor." Fue revelado a Elías que el Señor no se encuentra ni en el viento de la soberbia, ni en el estremecimiento de la impaciencia, ni en el fuego de la codicia o de la concupiscencia carnal, sino en el viento suave, o sea, en la tranquilidad de la conciencia pacífica.

El cuarto efecto se produce en nosotros cuando nos mueve a despreciar al mundo y buscar con mayor ahínco los bienes celestiales lo cual se sobreentiende con aquella acción de Elías cuando: "Cubrió su rostro con el manto, y, habiendo salido, paróse a la puerta de la cueva." Ciertamente esto sucede en el alma cuando es llevada o levantada a contemplar lo inmenso de la divina hermosura y lo infinito de la potencia divina, luego se recoge en su propia pequeñez; cubre su rostro con la profunda humildad, sale fuera de la codicia del mundo, se para a la puerta de la cueva, es decir, suspira por la eternidad.  

Pbro. Arturo Vargas Meza

domingo, 29 de marzo de 2015

SERMÓN DOMINGO 1° DE PASIÓN: R.P. Fernando Altamira


Queridos hijos:

El Evangelio de hoy es de San Juan; no lo tradujimos luego del canto, para incluirlo en la prédica.

Queríamos hacerles un relato más completo, con diálogos o acontecimientos ocurridos antes y después de lo narrado en el texto de la Misa
(seguimos el orden que da San Juan).

(Cuerpo 1: Textos de la Sagrada Escritura, Evangelio según San Juan)
En el mismo capítulo de los textos de la Misa, unos versículos antes, leemos:
(San Juan 8,19ss) ¿Dónde está tu padre? Respondió Jesús: Ni me conocéis, ni conocéis a mi Padre, si me conocierais a mí, (“fórsitan et”), conoceríais también a mi Padre. (...) Yo me voy, y me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. A dónde Yo voy, vosotros no podéis venir. (...) Vosotros sois de abajo, Yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, Yo no soy de este mundo. Por eso os he dicho que moriréis en vuestros pecados: Si pues no creéis que Yo soy, moriréis en vuestro pecado. (...) ¿Tú quién eres? El principio, el que os habla (25 dixit Iesus: Principium, qui et loquor vobis). (...)

 Y no entendieron que a su Padre llamaba Dios (27 et non cognoverunt quia Patrem eius dicebat Deum). (...) Si permanecéis en mi doctrina, verdaderamente seréis misdiscípulos, y conoceréis la Verdad, y la Verdad os  hará libres (31 si vos manséritis in sermone meo, vere discipuli mei éritis, 32 et cognoscetis veritatem, et véritas liberabit vos). (...) Todo el que hace un pecado, es esclavo de ese pecado. (...) Sé que sois hijos de Abraham, pero buscáis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. (...) 39 Le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham.  40 Ahora buscáis matarme, al hombre que la verdad os he hablado, la cual he oído de Dios: No hizo esto Abraham. 

41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Le dijeron: Nosotros no hemos nacido de una fornicación, un padre enemos: Dios. 42 Si Dios fuese vuestro padre, ciertamente me amaríais a mí, pues Yo he salido de Dios y he venido. (...) 44 Vosotros sois de vuestro padre el Diablo (vos ex patre Diablo estis), y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la Verdad, porque no hay Verdad en él... es mentiroso y padre de la mentira (mendax est et pater eius). 45 Pero Yo, si digo la Verdad, no me creéis.

Y aquí comienza propiamente el texto de la Misa (San Juan 8,46-59):
¿Quién de vosotros me argüirá de pecado? Si os digo la verdad, ¿por qué no me creéis? Quien es de Dios, escucha las palabras de Dios.
Por eso vosotros no escucháis, porque no sois de Dios. Respondieron pues los judíos y le dijeron: ¿Acaso no decimos bien que eres samaritano y que tienes demonio? 

Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, sino que honro a mi Padre, y vosotros me deshonráis a mí. Yo no busco mi gloria, hay quien (la) busque y juzgue. En verdad, en verdad os digo: Si alguien guarda mi palabra, no verá la muerte para siempre. Dijeron pues los judíos: Ahora sabemos que tienes demonio: Abraham murió y los profetas, y tú dices: Si alguien guarda mi palabra, no experimentará la muerte para siempre. ¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió, y los profetas han muerto?

 ¿Quién te haces a ti mismo? Respondió Jesús: Si Yo me glorifico a mí mismo, mi gloria es nada: es mi Padre quien me glorifica, quien vosotros decís que es vuestro Dios, y no lo habéis conocido. Yo lo he conocido, y si dijera que no lo conozco, sería semejante a vosotros, mentiroso. Pero lo conozco y guardo su palabra. Abraham vuestro padre exultó por ver mi día; lo vio y se alegró. Le dijeron pues los judíos: ¿Todavía no tienes 50 años y has visto a Abraham? Les dijo Jesús: En verdad, en verdad os digo: Antes de que Abraham existiera (“fieret”), Yo soy. Tomaron pues piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Y luego unos episodios muy importantes e interesantes (San Juan 10,19ss):
19 De nuevo se hizo división entre los judíos a causa de sus palabras. 20 Decían muchos de ellos: Tiene demonio y es un loco (insanit), ¿por qué lo escucháis? (quid eum auditis?). 21 Otros decían: Estas palabras no son de alguien que tiene un demonio, ¿acaso un demonio puede abrir los ojos de los ciegos? (...) 24 Los judíos lo rodearon y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? (Quousque
animam nostram tollis?). Si tú eres el Mesías, dínoslo abiertamente (Si tu es Christus, dic nobis palam). 25 Respondió Jesús: Os hablo (loquor vobis), y no creéis; las obras que Yo hago en nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de Mí, 26 pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. 27 Mis ovejas oyen mi voz. (...) 30 Yo y el Padre somos uno (Ego et Pater unum sumus). 31 Los judíos cogieron entonces piedras para lapidarlo. 32 Jesús les respondió: Muchas obras buenas os he mostrado de mi Padre, ¿a causa de cuál obra de ellas me lapidáis? 


33 No te lapidamos a causa de una obra buena, sino por la blasfemia, y porque tú aunque eres hombre, te haces a ti mismo Dios (et quia tu homo cum sis, facis teipsum Deum). (...) 37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. 38 Pero si las hago, y si a mí no queréis creerme, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en Mí, y Yo en el Padre (ut cognoscatis et credatis quia Pater in me est, et ego in Patre). 

39 Por esto intentaban cogerlo (Quaerebant ergo eum apprehendere) y se escapó de sus manos (et exivit de mánibus eorum).


(Cuerpo 2: Algunos comentarios)
Les damos ahora algunos comentarios.
Estos hechos son del último año de vida de Nuestro Señor. Los judíos habían decidido matarlo, pero aún no era “la hora”, no había llegado aún el momento.
“¿Quién de vosotros me argüirá de pecado, quién de vosotros me acusará de pecado?”: ¿Quién podía hacerlo? Nadie; Nuestro Señor, su comportamiento, Él es la santidad misma.

Con lo anterior termina el capítulo 8. Después, viene la curación del ciego de nacimiento, que es casi todo el capítulo 9 de San Juan (es el Evangelio del miércoles pasado): Luego de curado el ciego, decían los fariseos sobre Jesús: 16 Éste no es un hombre de Dios, porque no guarda el sábado. Pero otros decían: ¿Cómo puede un hombre que es pecador hacer estos milagros (signa)? 

Y había división entre ellos. 17 Le dijeron al ciego: ¿Tú qué dices de él, el que te abrió los ojos? Él dijo: Que es un profeta. (...) 24 Llamaron de nuevo al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios, nosotros sabemos que este hombre es un pecador. (Respondió el ciego:) Si es un pecador, no lo sé, yo sé una cosa, que aunque yo era ciego, ahora veo. (...) 

27 ¿Acaso vosotros también queréis haceros discípulos de Él? 28 Le maldijeron y le dijeron: Tú seas su discípulo, nosotros somos discípulos de Moisés. (...) 31 (Dijo el que había sido ciego:)

Sabemos que Dios no escucha a los pecadores... 32 Jamás se ha oído decir (a saeculo non est auditum) que alguien haya abierto l os ojos de un ciego de nacimiento. 33 Si este hombre no fuera de Dios, no podría hacer nada. 34 ¿Has nacido todo en pecado, y tú nos enseñas a nosotros? Y lo arrojaron fuera. 35 Escuchó Jesús que lo habían arrojado fuera, y cuando lo encontró le dijo: ¿Tú crees en el Hijo de Dios? 35 Le respondió y le dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? 37 Y le dijo Jesús: Lo has visto, y el que habla contigo, ése es (et vidisti eum, et qui loquitur
tecum, ipse est). “Creo, Señor”, y postrándose, lo adoró (Credo Dómine. Et prócidens adoravit eum).

“Si os digo la Verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, escucha las palabras de Dios, por eso vosotros no las escucháis, porque no sois de
Dios”. San Agustín dice que Nuestro Señor, con su ciencia, vio que esos fariseos estaban muertos con muerte del alma y vio también la condenación
eterna que más tarde ocurriría, sumergidos en el Infierno. “Los que son de Dios, escuchan la palabra de Dios”: La señal de ser de Dios es oír la
Palabra de Dios, oír al Verbo, a Nuestro Señor, seguir entonces la Doctrina Católica. Pero “oír”, en su más perfecto sentido, es y oír, y guardar (cuidar y mantener la Fe Católica), y practicar la Fe Católica, es decir, vivir como buenos católicos sin nuestras incoherencias.

Por supuesto que los judíos no se convierten sino que injurian más a Nuestro Señor: “Eres samaritano y tienes demonio”, “¿por qué le escucháis?, está loco, insanit”.
Ya explicamos el porqué del insulto de samaritano: Los samaritanos eran los habitantes de Samaría, una de las tres regiones en que estaba dividida en esa época Tierra Santa (la región central, si quieren); ellos habían mezclado la Verdadera Religión con errores, herejías, temas del Paganismo, eran herejes, como si dijéramos hoy, “eran de las sectas cristianas”, testigos de Jehová, mormones, en fin, lo que quieran. “Tú eres samaritano”, le decían a Dios, a Cristo, a la máxima y suma Verdad.
 
Y también le decían “estás endemoniado”, “tienes demonio”. Y la respuesta tan mansa de Nuestro Señor: “Yo no tengo demonio, y vosotros me deshonráis a Mí; Yo no busco mi gloria, hay
quien la busque y juzgue (y os juzgará)”. Frente a los insultos, injurias, cosas que nos ultrajan, Él da obras de misericordia, “soportar los defectos del prójimo”, “rezar por los enemigos”. 

¡Qué diferencia con nosotros, pues no somos capaces de soportar lo más mínimo contra nosotros! Cristo recibe insultos y da palabras de vida eterna: “Quien guarde mis Palabras, no gustará la muerte eternamente”. 

Decía alguien: Uno que iba a morir, prometía a muertos (del alma), la vida eterna. Pero estos hombres carnales no entendían, “porque vosotros no sois de Dios”. 


(Cuerpo 3: La divinidad de Cristo: CRISTO ES DIOS)
Y ahora veamos el tema más importante: La divinidad de Cristo: Cristo es Dios. Cristo es el Mesías: “Abraham murió, y los profetas, ¿quién pretendes ser?”. Se acercaba la muerte de Cristo, debía cumplir aquello para lo que vino: “Abraham, vuestro padre, deseó ver mi día, lo vio y se alegró”. Abraham lo vio por la Fe, la Fe en el Mesías, en Cristo. 

O bien, lo vio –además- por alguna comunicación o visión especial dada a él por Dios. Pero lo más importante es que la afirmación de Nuestro Señor equivalía, al menos, a decir que Él era el Mesías, el deseado de Abraham.

Cristo es Dios: “No tienes 50 años, ¿y has visto a Abraham?”, siguen los fariseos al ras del piso, incapaces de ver la profundidad de las respuestas
de Nuestro Señor. Y aquí, la más importante afirmación: “En verdad os digo, antes de que Abraham existiera (fuera hecho: fieret), YO SOY”.
Nuestro Señor no dijo “Yo era” sino “YO SOY”, en presente, porque siendo coeterno con el Padre y el Espíritu Santo, antes de que Abraham y de que
todas las cosas existieran, Él es. Afirma aquí su divinidad, Cristo es Dios. Y los fariseos sí entienden el alcance de su afirmación, y cogen piedras para
tratar de matarlo.
 
O esa otra afirmación de los textos que agregamos: “Ego et Pater unum sumus: Yo y el Padre somos uno”. Quieren entonces lapidarlo; y Cristo:
“He hecho muchas obras buenas... ¿por cuál de ellas me queréis lapidar?”, “no por obra buena, sino por la blasfemia, porque siendo como eres hombre, te haces a ti mismo Dios”.
¿Tenían, los judíos, elementos para discernir si semejantes afirmaciones eran ciertas, si ese decirse Dios era la Verdad? Podía ser mentira, cualquiera puede afirmar gratuitamente algo parecido o semejante.

Los judíos eran y son culpables de su actitud, era y es una ignorancia culpable. Tenían elementos de sobra para discernir: Las palabras de Cristo, su doctrina intachable, ser la pura Verdad; su vida irreprensible, la máxima santidad; y los milagros: “nadie ha hecho milagros como este hombre”, los milagros certifican la veracidad de las palabras de Cristo: Se llamaba Mesías y se llamaba Dios, luego: Era el Mesías, y era “y es” Dios. Por lo menos tendrían que haber visto que era un hombre de Dios, “un profeta”; ahora, si era un hombre de Dios, un santo, el más grande hacedor de milagros, ¿cómo podía mentir? Ese hombre santo, ese hombre de Dios, no se llamaba simplemente santo, simplemente profeta... Se llamaba Dios, luego... ¡Era Dios! “Si Yo no hago las obras de Dios, no me creáis, pero si las hago, si no queréis creerme a Mí, creed al menos a mis obras”.
 
(Conclusión)
Terminamos con esto: Nuestro Señor Jesucristo es Dios.

Hay que estar dispuestos a dar la vida defendiendo este hecho y esta Verdad, la cual es la gran piedra de tropiezo para el Ecumenismo de hoy (i.e.
para la mezcla de las religiones), y es la gran piedra de tropiezo para hacer la Religión Mundial.
El Catolicismo es la única religión verdadera, y se lo puede definir –como alguien hacía- como: La religión de la divinidad de Cristo, “Cristo es Dios”,
y del desarrollo de todas las consecuencias que de ello se derivan, aun las más remotas y lejanas.
Pero el Ecumenismo y los ecumenistas han atacado y quieren borrar todas esas consecuencias, incluso las más cercanas y evidentes:
 
“Nosotros protestantes no podemos aceptar que la Misa sea un sacrificio, y menos que sea el mismo Sacrificio de la Cruz; no podemos aceptar el culto a la Virgen ni a los santos, ni la intercesión de ellos; no podemos aceptar el Sacramento de la Confesión, ni el Purgatorio, etc, etc, etc”. “Concedido”: Cambiamos la Misa, cambiamos los Sacramentos, falsa teología.
“Nosotros ortodoxos rusos y otros no podemos aceptar la Primacía o el Primado de San Pedro, el Papado; no podemos aceptar que el
Espíritu Santo proceda del Padre y del Hijo, etc”. “Concedido”: 
El Papa es tan sólo un obispo más, tan sólo el Obispo de Roma –como se presentó Francisco-, el cual debe actuar con su Colegio (Colegialidad); en cuanto a lo del Espíritu Santo, ya veremos cómo hacemos,
dennos tiempo.

“Nosotros judíos decimos que Cristo no es Dios, que Cristo no es el Mesías, que es un Impostor, el gran Impostor, etc, etc”. “Concedido”:
Ahora los santos no son nuestros hermanos mayores, sino ¡los judíos son nuestros hermanos mayores! (como el mismo Mons. Fellay ha
dicho), además dejemos de lado el tema de Cristo y afirmemos simplemente que tenemos el mismo Padre, el mismo Dios.
Mahometanos, budistas, el resto de las religiones: “Todos tenemos el mismo Dios, hay derecho y libertad para estar en la religión que a
uno le plazca, todas las religiones son buenas y dan lo mismo, todas llevan al Cielo”.
“Nosotros, farsantes y ateos del mundo, no podemos aceptar que Cristo sea Dios, sí un gran hombre, un bienhechor de la Humanidad, notan bueno como  Gandhi, pero un gran hombre”. Y la falsa Iglesia Conciliar: “Caray, esto está complicado, dennos tiempo para ver cómo hacemos, y cómo les vamos a decir a los bobos de nuestros fieles católicos estas cosas”. “Bueno, ok, pero apúrense, la Humanidad está
sedienta del anuncio, además ya llega El Esperado, el que salvará la Humanidad sin Cristo y contra Cristo: Anticristo”.

Y la respuesta a toda esa impiedad es “UN NO ROTUNDO Y ENORME”. Y la afirmación también rotunda y absoluta de que CRISTO ES DIOS, y
estar dispuestos a dar la vida por ello, y “hasta las consecuencias más remotas”.
 
“Credo in Iesum Christum”: El cual es Dios, consustancial al Padre, Dios de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero, que junto con Dios Padre y con Dios Espíritu Santo SIMUL ADORAMUS, al mismo tiempo y en igualdad adoramos y conglorificamos, en el seno de la Santísima Trinidad, tres Personas distintas y un solo Dios verdadero.

Ave María Purísima


miércoles, 7 de enero de 2015

SERMON DE EPIFANÍA: R.P. Arturo Vargas


VIMOS SU ESTRELLA EN ORIENTE.

En vísperas de esta solemnidad tan importante para nosotros los católicos, como lo es la de los Santos Reyes Magos, debemos, como dice san Bernardo, mirar la estrella e imitar a estos santos varones, sea pues esta mi intención y el deseo de quien esto escribe, para gloria de Dios y salvación de nuestras almas.

Ya en el anterior discurso les hable sobre la fe de los santos Reyes Magos como comúnmente se les conoce aunque no ignoramos sus nombres que quedaron escritos en el libro de la vida: Melchor, Gaspar y Baltasar. Lo poco que nos dice san Mateo en su evangelio es poco pero tiene un sentido espiritual muy profundo, tan solo nos dice: “Vimos su estrella en Oriente” lo que corresponde, como se dijo en el tercer discurso, al acto previo de la fe con la visión de la estrella. Es cosa cierta que la estrella es una de las estrellas que no están fijas en el firmamento, ni tampoco ninguna de las estrellas movibles; pues se hallaba cerca de los Magos y era tan grande, que pudiese guiarlos en el camino, por lo cual fue preciso que apareciera, no por virtud natural sino sobrenatural.

Caminaban los Magos, la estrella iba delante de ellos y se paraba. Es verdad, no negamos que el autor de la naturaleza usa de las mismas cosas que están a su alcance, pero cuando la naturaleza es incapaz de producir un efecto, como es nuestro caso, entonces da origen a la estrella por virtud sobrenaturalmente divino.

Hay cinco géneros de cometas que no se producen ni por el sol ni por las estrellas y hay nueve clases de estrellas, entre las cuales la octava, llamada rosa, es hermosísima, la cual, a lo que dicen los filósofos, es grande y rubicunda, con figura de hombre  y color semejante al de la plata en aleación con oro. Y que tal estrella fuese la aparición en Oriente; parece demostrarlo san Juan Crisóstomo, pero es imposible que se produjera naturalmente; por lo que se debe entender que los Ángeles suplían lo que no podía producir la naturaleza.

Además la estrella apareció, no solo para los Magos, sino también para esclarecer el misterio que ilustra a todo el mundo, y lo hizo ayer, hoy y hasta cuando Dios quiera. Y, en este sentido de esclarecer e iluminar al mundo no me refiero a lo material que hay de ello sino a lo espiritual o sea al hombre, pero no en cualquier hombre esta estrella realiza la misión de su creación pues con sus tres efectos lleva a los hombres a Dios, estos son: inducir, conducir y reducir siendo. Por donde vemos que esta estrella es figura perfecta de la espiritual cuyos movimientos ya definimos más arriba y si digo que esta estrella indujo a los Magos a presentarse a Cristo se da a entender cuando se dice: “Hemos visto su estrella en el oriente”. Y que los condujo se insinúa con estas palabras: “La estrella iba delante de ellos hasta que llegando se poso delante donde estaba el niño”. Y que los redujo se demuestra cuando se dice: “Y viendo la estrella se regocijaron en gran manera. Y entrando en casa, hallaron al niño”.

Ahora bien veamos de qué manera esta estrella desde el orden espiritual nos induce, nos conduce y nos reduce a Nuestro Supremo Salvador. La estrella exterior, cuya virtud nos induce a Cristo, es la Sagrada Escritura; la estrella superior a la que compete conducirnos a Cristo, es la santa y bendita Virgen María; y la estrella interior, que nos reduce a Cristo, es la gracia del Espíritu Santo. Pero, por desgracia, no a todos los hombres les es permitido ser inducidos, conducidos y reducidos a Cristo y si no es a todos los hombres, ¿entonces quienes quedan excluidos? Pon atención y no te distraigas, Dios quiere que a todos los hombres les aproveche este triple efecto de la estrella, pues es Él quien desea que su Hijo amado sea glorificado y alabado por los hombres, lo cual se ve cuando dice, en el bautismo de san Juan Bautista: “Este es mi Hijo bien amado en quien me complazco”. Pero los hombres no quieren, en virtud de su libre albedrío, cumplir con esta voluntad del Padre eterno, ya las mismas sagradas letras nos muestran muy a las claras quienes son los excluidos de esta novedad evangélica. Tu mismo observa, con tu inteligencia y con la devoción de tu alma, quienes son los agraciados por estos misterios que hemos tenido durante estos días y quienes los desgraciados.

Ante todo ten en cuenta que es a los HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD a quienes el Señor se revela, lo cual lo tienen en los pastores de Belén, y a los Reyes Magos, pero, ¿entonces no eran hombres de buena voluntad los que en Jerusalén moraban en esa noche? No. Si crees que exagero medita tu mismo en tu corazón y llegaras a la misma respuesta. Ante todo ten en cuenta que era de noche, pero no una noche normal sino atestada de tinieblas tanto en el ambiente como en las almas de sus principales moradores, ¿Quiénes son éstos? el idumeo Herodes y los príncipes de los sacerdotes hombres de pésima voluntad. El primero verás cómo se conmociona por la noticia y también los segundos, pero, ¿no era que éstos últimos esperaban la venida del Mesías con ansiedad? ¿Porque balbucean ante la pregunta de estos reyes? ¿No son ellos los doctores de la ley? ¿Porque se sorprenden Príncipes de los sacerdotes o más bien, porque se desconciertan?

Bien alto declararon los Ángeles a los pastores: “Paz a los hombres de buena voluntad”. Por donde notarás la confusión y vergüenza que tuvieron estos hombres. Si por el espíritu malévolo y entenebrecido de esta gente te dejas llevar, te darás cuenta que ellos a fuerza de empujar por la fuerza y la brutalidad las puertas del cielo, quieren entrar, cuando dicen, cambiando las palabras del texto sagrado: “Paz a los hombres que ama el Señor”. 

¿No te parece familiar este cambio perpetrado por estos hombres de pésima voluntad? ¡Qué osadía más obscena y sacrílega alterar los textos de la Sagrada Escritura! ¿Con que autoridad lo hacen? ¿Con la del Padre eterno en detrimento de su hijo? No, con su propia autoridad contrariando la divina. ¡Oh misérrimos judíos! A este error agregan otro no menos peor que el anterior. ¿Por qué, interrogados por los Magos, respondéis con acierto e indicáis el camino que conduce a Dios, pero, sois incapaces de seguirlo, acaso no dijisteis; En Belén de Judá, porque así está escrito en el libro de Miqueas? Y si sois fieles observadores de la ley, ¿Porque no sois los primeros en seguirlas aunque sea por curiosidad? Bien dijo Cristo de ellos: “haced lo que ellos dicen mas no lo que hacen” No nos extrañemos que, después, pidan la muerte de Cristo frente a Pilatos. Y tu Herodes ¿Eres de los hombres de buena voluntad? si lo eres, ¿Por qué también se turba tu corazón y temes te quite el trono el Rey que acaba de nacer? ¡Oh hombre de doblez y malicia!

 Cuantos como tú pueblan el mundo. Con gran cinismo preguntas a los Magos todos los detalles sobre el Rey de reyes y Señor de Señores encubriendo tu pérfida intensión al indagar y al fingir devoción por este Rey eterno, cuando tú mismo, por obra de tus pérfidos amigos los judíos, demostrarás tu gran barbaridad matando a los santos inocentes creyendo que con ellos matabas al Niño Jesús. Es infinito el número de Herodes que dentro y fuera de la esposa castísima de Nuestro Señor Jesucristo la Iglesia Católica, buscan su extinción total como una cruel e impía venganza ya que fueron incapaces de derrotar a Jesucristo y desarraigarlo de las almas de los hombres de buena voluntad que, a través de los siglos, han servido con fidelidad al Dios Verdadero. Estos son los personajes que no desfilaron frente al divino infante, ni desfilan y ni desfilaran porque en ellos reina la oscuridad de la noche y las tinieblas del infierno, gracias a ellos la Escritura, fuente de nuestra vida espiritual, se halla en medio de la niebla, es decir, en medio de la oscuridad de la ignorancia humana cada vez más grande y monstruosa.

Puesto que no podemos ver las cosas superiores, tampoco podemos ver la faz divina de Cristo tan distorsionada por aquellos que deberían mostrarla tal cual es en las sagradas letras; de aquí que sea requisito necesario huir de estos mercenarios del infierno más que pastores de Dios.

Mientras andemos en este mundo necesitamos de la Sagrada Escritura, hasta que brille el día de la eternidad, mas, ¡cuán difícil es acceder en ella porque hasta en Ella los hombres de voluntad pésima meten sus pérfidas manos para envenenar esta fuente límpida que mana desde el cielo hasta la tierra! ¿Con que intensión lo hacen?

Si ellos no van a tomar de estas aguas entonces dejen que otros las tomen, pero no queríais conducirlos con mil sofismas y mentiras a esta fuente que vosotros envinasteis. Por esto perdieron los tales la dirección de esa estrella los que se encaminaron hacia la perfidia de Herodes, quien, fue pérfido en extremo, los judíos quienes primero perdieron la luz de esta estrella, después los paganos y finalmente los herejes de todos los tiempos. No quieras tu también, hombre de buena voluntad, perderla porque difícilmente podrás recuperarla de nuevo.

Cierra las puertas de tu alma a las novedades que enseñan los enemigos de todo lo sagrado, no creas con facilidad a sus ululantes sofismas que prometen lo que no tienen y huye de aquellos que, bajo el engaño, te quieren llevar a las fauces del lobo. Por ultimo te sirvan las palabras de las Sagradas Escrituras, para aliento de tu alma y consuelo en tu lucha por mantener inconmovibles los cimientos de la fe que el Señor en su misericordia a depositado en tu alma:

“He aquí que he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar; porque no obstante tu debilidad, has guardado mi palabra y no has negado mi nombre…Yo también te guardare en la hora de la prueba, esa hora que ha de venir sobre todo el orbe, para los que habitan la tierra. Pronto vengo; guarda firmemente lo que tienes para que nadie te arrebate la corona” (Ap, 3: 8,10) 

En vísperas de esta solemnidad tan importante para nosotros los católicos, como lo es la de los Santos Reyes Magos, debemos, como dice san Bernardo , mirar la estrella e imitar a estos santos varones, sea pues esta mi intención y el deseo de quien esto escribe, para gloria de Dios y salvación de nuestras almas.

Ya en el anterior discurso les hable sobre la fe de los santos Reyes Magos como comúnmente se les conoce aunque no ignoramos sus nombres que quedaron escritos en el libro de la vida: Melchor, Gaspar y Baltasar. Lo poco que nos dice san Mateo en su evangelio es poco pero tiene un sentido espiritual muy profundo, tan solo nos dice: “Vimos su estrella en Oriente” lo que corresponde, como se dijo en el tercer discurso, al acto previo de la fe con la visión de la estrella. Es cosa cierta que la estrella es una de las estrellas que no están fijas en el firmamento, ni tampoco ninguna de las estrellas movibles; pues se hallaba cerca de los Magos y era tan grande, que pudiese guiarlos en el camino, por lo cual fue preciso que apareciera, no por virtud natural sino sobrenatural.

Caminaban los Magos, la estrella iba delante de ellos y se paraba. Es verdad, no negamos que el autor de la naturaleza usa de las mismas cosas que están a su alcance. Pero cuando la naturaleza es incapaz de producir un efecto, como es nuestro caso, entonces da origen a la estrella por virtud sobrenaturalmente divino.

Hay cinco géneros de cometas que no se producen ni por el sol ni por las estrellas y hay nueve clases de estrellas, entre las cuales la octava, llamada rosa, es hermosísima, la cual, a lo que dicen los filósofos, es grande y rubicunda, con figura de hombre  y color semejante al de la plata en aleación con oro. Y que tal estrella fuese la aparición en Oriente; parece demostrarlo san Juan Crisóstomo, pero es imposible que se produjera naturalmente; por lo que se debe entender que los Ángeles suplían lo que no podía producir la naturaleza.

Además la estrella apareció, no solo para los Magos, sino también para esclarecer el misterio que ilustra a todo el mundo, y lo hizo ayer, hoy y hasta cuando Dios quiera. Y, en este sentido de esclarecer e iluminar al mundo no me refiero a lo material que hay de ello sino a lo espiritual o sea al hombre, pero no en cualquier hombre esta estrella realiza la misión de su creación pues con sus tres efectos lleva a los hombres a Dios, estos son: inducir, conducir y reducir siendo. Por donde vemos que esta estrella es figura perfecta de la espiritual cuyos movimientos ya definimos más arriba y si digo que esta estrella indujo a los Magos a presentarse a Cristo se da a entender cuando se dice: “Hemos visto su estrella en el oriente”. Y que los condujo se insinúa con estas palabras: “La estrella iba delante de ellos hasta que llegando se poso delante donde estaba el niño”. Y que los redujo se demuestra cuando se dice: “Y viendo la estrella se regocijaron en gran manera. Y entrando en casa, hallaron al niño”.

Ahora bien veamos de qué manera esta estrella desde el orden espiritual nos induce, nos conduce y nos reduce a Nuestro Supremo Salvador. La estrella exterior, cuya virtud nos induce a Cristo, es la Sagrada Escritura; la estrella superior a la que compete conducirnos a Cristo, es la santa y bendita Virgen María; y la estrella interior, que nos reduce a Cristo, es la gracia del Espíritu Santo. Pero, por desgracia, no a todos los hombres les es permitido ser inducidos, conducidos y reducidos a Cristo y si no es a todos los hombres, ¿entonces quienes quedan excluídos? Pon atención y no te distraigas, Dios quiere que a todos los hombres les aproveche este triple efecto de la estrella, pues es Él quien desea que su Hijo amado sea glorificado y alabado por los hombres, lo cual se ve cuando dice, en el bautismo de san Juan Bautista: “Este es mi Hijo bien amado en quien me complazco”. Pero los hombres no quieren, en virtud de su libre albedrío, cumplir con esta voluntad del Padre eterno, ya las mismas sagradas letras nos muestran muy a las claras quienes son los excluidos de esta novedad evangélica. Tu mismo observa, con tu inteligencia y con la devoción de tu alma, quienes son los agraciados por estos misterios que hemos tenido durante estos días y quienes los desgraciados.

Ante todo ten en cuenta que es a los HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD a quienes el Señor se revela, lo cual lo tienen en los pastores de Belén, y a los Reyes Magos, pero, ¿entonces no eran hombres de buena voluntad los que en Jerusalén moraban en esa noche? No. Si crees que exagero medita tu mismo en tu corazón y llegaras a la misma respuesta. Ante todo ten en cuenta que era de noche, pero no una noche normal sino atestada de tinieblas tanto en el ambiente como en las almas de sus principales moradores, ¿Quiénes son éstos? el idumeo Herodes y los príncipes de los sacerdotes hombres de pésima voluntad. El primero verás cómo se conmociona por la noticia y también los segundos, pero, ¿no era que éstos últimos esperaban la venida del Mesías con ansiedad? ¿Porque balbucean ante la pregunta de estos reyes? ¿No son ellos los doctores de la ley? ¿Porque se sorprenden Príncipes de los sacerdotes o más bien, porque se desconciertan?

Bien alto declararon los Ángeles a los pastores: “Paz a los hombres de buena voluntad”. Por donde notarás la confusión y vergüenza que tuvieron estos hombres. Si por el espíritu malévolo y entenebrecido de esta gente te dejas llevar te darás cuenta que ellos a fuerza de empujar por la fuerza y la brutalidad las puertas del cielo, quieren entrar, cuando dicen, cambiando las palabras del texto sagrado: “Paz a los hombres que ama el Señor”. ¿No te parece familiar este cambio perpetrado por estos hombres de pésima voluntad? ¡Qué osadía más obscena y sacrílega alterar los textos de la Sagrada Escritura! ¿Con que autoridad lo hacen? ¿Con la del Padre eterno en detrimento de su hijo? No, con su propia autoridad contrariando la divina. ¡Oh misérrimos judíos! A este error agregan otro no menos peor que el anterior. ¿Por qué, interrogados por los Magos, respondéis con acierto e indicáis el camino que conduce a Dios, pero, sois incapaces de seguirlo, acaso no dijisteis; En Belén de Judá, porque así está escrito en el libro de Miqueas? Y si sois fieles observadores de la ley, ¿Porque no sois los primeros en seguirlas aunque sea por curiosidad? Bien dijo Cristo de ellos: “haced lo que ellos dicen mas no lo que hacen” No nos extrañemos que, después, pidan la muerte de Cristo frente a Pilatos. Y tu Herodes ¿Eres de los hombres de buena voluntad? si lo eres, ¿Por qué también se turba tu corazón y temes te quite el trono el Rey que acaba de nacer? ¡Oh hombre de doblez y malicia!

 Cuantos como tú pueblan el mundo. Con gran cinismo preguntas a los Magos todos los detalles sobre el Rey de reyes y Señor de Señores encubriendo tu pérfida intensión al indagar y al fingir devoción por este Rey eterno, cuando tú mismo, por obra de tus pérfidos amigos los judíos, demostrarás tu gran barbaridad matando a los santos inocentes creyendo que con ellos matabas al Niño Jesús. Es infinito el número de Herodes que dentro y fuera de la esposa castísima de Nuestro Señor Jesucristo la Iglesia Católica, buscan su extinción total como una cruel e impía venganza ya que fueron incapaces de derrotar a Jesucristo y desarraigarlo de las almas de los hombres de buena voluntad que, a través de los siglos, han servido con fidelidad al Dios Verdadero. Estos son los personajes que no desfilaron frente al divino infante, ni desfilan y ni desfilaran porque en ellos reina la oscuridad de la noche y las tinieblas del infierno, gracias a ellos la Escritura, fuente de nuestra vida espiritual, se halla en medio de la niebla, es decir, en medio de la oscuridad de la ignorancia humana cada vez más grande y monstruosa.

Puesto que no podemos ver las cosas superiores, tampoco podemos ver la faz divina de Cristo tan distorsionada por aquellos que deberían mostrarla tal cual es en las sagradas letras; de aquí que sea requisito necesario huir de estos mercenarios del infierno más que pastores de Dios.

Mientras andemos en este mundo necesitamos de la Sagrada Escritura, hasta que brille el día de la eternidad, mas, ¡cuán difícil es acceder en ella porque hasta en Ella los hombres de voluntad pésima meten sus pérfidas manos para envenenar esta fuente límpida que mana desde el cielo hasta la tierra! ¿Con que intensión lo hacen?

Si ellos no van a tomar de estas aguas entonces dejen que otros las tomen, pero no queríais conducirlos con mil sofismas y mentiras a esta fuente que vosotros envinasteis. Por esto perdieron los tales la dirección de esa estrella los que se encaminaron hacia la perfidia de Herodes, quien, fue pérfido en extremo, los judíos quienes primero perdieron la luz de esta estrella, después los paganos y finalmente los herejes de todos los tiempos. No quieras tu también, hombre de buena voluntad, perderla porque difícilmente podrás recuperarla de nuevo.

Cierra las puertas de tu alma a las novedades que enseñan los enemigos de todo lo sagrado, no creas con facilidad a sus ululantes sofismas que prometen lo que no tienen y huye de aquellos que, bajo el engaño, te quieren llevar a las fauces del lobo. Por ultimo sírvante las palabras de las Sagradas Escrituras, para aliento de tu alma y consuelo en tu lucha por mantener inconmovibles los cimientos de la fe que el Señor en su misericordia a depositado en tu alma:


“He aquí que he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar; porque no obstante tu debilidad, has guardado mi palabra y no has negado mi nombre…Yo también te guardare en la hora de la prueba, esa hora que ha de venir sobre todo el orbe, para los que habitan la tierra. Pronto vengo; guarda firmemente lo que tienes para que nadie te arrebate la corona” (Ap, 3: 8,10)