Del libro “Blood on
the Altar” (Sangre Sobre el Altar)
Por Cornelia R. Ferreira
En el momento en que se daba
comienzo al Concilio Vaticano II (Octubre de 1962), una sociedad secreta muy
poco conocida, la Ordo Templis Orientis (Orden del Templo de Oriente) (OTO),
realizó una ceremonia a fin de celebrar la apertura del Concilio. El icono
oculto de la OTO, el “Stele of Revealing” (Estela de Revelación)[1], fue llevado
desde Hamburgo a través de Alemania hasta Zurich y luego hacia Stein, donde se
lo guardó en la capilla de la OTO, mientras resonaban las campanas, llamando a
un ritual gnóstico (Pág. 103).
Simplemente, ¿qué es esta Orden de los Templarios Orientales? Y ¿qué conocimiento previo tenía de los planes del Concilio que los llevó a celebrar su apertura? Estas preguntas están contestadas en el libro Blood on the Altar, ya que Craig Heimbichner desenmaraña la historia y el funcionamiento de lo que él denomina la sociedad secreta más peligrosa del mundo, el poder detrás del Gobierno Invisible o Criptocracia (Crypto-cracy).
La Criptocracia está involucrada
en la transformación o “el procesamiento alquímico” de la conciencias de las
masas, mediante la manipulación psicológica de la mente. Con la ayuda de las
sociedades secretas, se realizan pruebas, se miden los resultados y se
“diseñan” los acontecimientos mundiales (Págs. 5-6, 15, 137). El objeto es que
las masas vivan de manera controlada, como si fueran títeres del Nuevo Orden
Mundial Masónico. La OTO, instituida hace un siglo, conforma el “colegio de
graduados” de la masonería, y se autodenomina la “Academia de la Masonería”.
Contiene a todos los grados de la masonería y del iluminismo y es la más alta
sociedad secreta para la elite de la masonería. Como organización
internacional, la OTO es una organización religiosa que, en EE. UU., se
encuentra exenta de impuestos (Págs. 13-14, 25, 76, 87, 91-92). Los escritos de
quien por mucho tiempo fue su cabeza, el agente de inteligencia británico y
satanista Aleister Crowley (fallecido en 1947), quien se hacía llamar la Gran
Bestia 666, reveló que la OTO se funda en el satanismo[2].
Crowley llamaba a Satán “mi señor” y decía, refiriéndose a la OTO: “No tenemos escrúpulos en restaurar la "adoración al diablo" (Pág. 28). Sin embargo, en la OTO, la adoración al diablo no se realiza abiertamente bajo el nombre de Satán, sino subrepticiamente bajo el nombre del ídolo satánico con cabeza de cabra: Bafomet. También denominado León y Serpiente, Bafomet es adorado como Dios en las misas gnósticas, que es la liturgia central de la OTO (Págs. 29-30).
Bahomet simboliza la mente dual.
Es adorado como dios en las misas gnósticas.
La misa gnóstica, ideada por
Crowley, no es una misa negra, es decir, una Misa Católica invertida, sino una
parodia blasfema de la Misa Católica (Pág. 15). Es muy importante entender que
las raíces de la masonería se entrelazan con el judaísmo, lo cual nos ayuda a
ver la mano de la masonería detrás los judaizantes de la Iglesia Católica.
Heimbichner afirma que toda la
masonería está subordinada al judaismo. Un “operativo clave” en la institución
de la OTO, fue un miembro activo de la B’nai B’rith[3], que es la masonería
judía (Pág. 89). La esencia de la masonería, declara Heimbichner (Págs. 8-9) se
remonta a la adoración sumeria de Satán (“Shaitan”), que también pasó por el
Antiguo Egipto y Babilonia. Las antiguas formas de adoración satánica fueron
más tarde preservadas y transmitidas por tradición oral, mediante los rabinos
judíos, como las “tradiciones de los antiguos o ancianos” fuertemente
condenadas por Nuestro Señor Jesucristo (Mc. 7:1-13. Mt. 15:1-9).
Después de la destrucción del
Segundo Templo en el 70 D.C., la tradición oral fue escribiéndose gradualmente
en lo que llegó a ser el Talmud y la Kábala, la última es totalmente gnóstica y llena de magia negra, fundamentada en el
judaismo, una religión “totalmente distinta” de la de los israelitas del Antiguo Testamento. El
judaísmo es “una secta sobreestructurada, con tradición inbíblica, artificial y
superstición pagana”. Heimbichner cita a autoridades judías sobre la Kábala y a
expertos en el simbolismo ocultista, para exponer el hecho de que ciertos ritos
cabalistas se corresponden con las técnicas ocultas del yoga tántrico hindú de
magia sexual. Estos rituales depravados son una continuación de la magia de
templo de los cananitas, babilonios y de otras naciones que desataron la ira de
Dios. Su objetivo en el judaísmo es amalgamar los aspectos femeninos y
masculinos de la divinidad para obtener un judío andrógino equilibrado,
“totalmente masculino”, el “cuerpo de Dios”, llamado Adam Kadmon.
Una autoridad de la Kábala citado
por Heimbichner expresa que “El deber de los judíos piadosos”, es recitar
diariamente la formula kabalística para promover místicamente esta unidad
(Págs. 77-78, 86, 136). La Enciclopedia Judía admite, declara Heimbichner, que
el gnosticismo judío incluye la magia oculta y que ésta inspiró el gnosticismo
cristiano (Pág. 88). Este ocultismo también fue transmitido a través de los
maniqueos, los cataros y otros grupos, finalmente corrompió a los Caballeros
Templarios del Siglo XII, transformándolos en una orden oculta. La Iglesia
condenó y prohibió la orden por adorar a Bafomet, y practicar la sodomía — lo
que los ocultistas consideraban magia sexual “avanzada” (Págs. 9, 80).
La tradición templaría se introdujo en la masonería, y la magia sexual “se encuentra en el corazón de los grados más altos de la masonería, tal como existe en la OTO”. Este es el “secreto supremo” de la masonería, sólo conocido por masones de alto grado (Págs. 77, 81, 95)[4]. Existe la magia sexual en el octavo y noveno grado de la OTO y la homosexualidad en el onceavo, su grado más alto. Inclusive, en los grados más bajos de la Masonería, las Logias Azules, enseñan la negación gnóstica de Dios y la afirmación del hombre como Dios, gobernante de sí mismo, una divinidad “que va creciendo” —es decir, una especie de Anticristo (Págs. 81-82).
Craig Heimbichner revela que esta
enseñanza es un engaño típico de la masonería/OTO. Albert Pike, Soberano Gran
Comandante de la masonería del Rito Escocés, confesó en 1871 en su libro Moral
y Dogma, que es la “declaración dogmática definida de las creencias masónicas”,
que se engaña deliberadamente a los
miembros de las Logias Azules respecto al significado de los símbolos masones. Sólo los “Adeptos” o
“Elegidos” llegan a conocer los secretos ocultos. Pike afirma que el objetivo
de la masonería es “ocultar la Verdad, que se la llama Luz” a los grados más
bajos (Págs. 56-58). Como lo resalta Heimbichner “la ilusión del auto gobierno
y de la divinidad se usa como una droga embriagadora para inyectarla en las
víctimas inocentes, tanto dentro como fuera de las logias para que se crean
omnipotentes y omniscientes”, por encima de todo engaño o esclavitud posible
(Pág. 82).
Pike enseñaba que la verdadera “luz” que los masones prometen buscar, y que se encuentra en los más altos grados de la masonería, debe ser recibida de Lucifer, el “Portador de la Luz”. Expresa, asimismo, que la búsqueda de la Luz conduce de vuelta a la Kábala, y Crowley también lo afirma, declarando que la Kábala es el “total fundamento” de la OTO. Al respecto, Heimbichner concluye señalando que “La masonería es el jardín de infantes del Luciferismo desde donde se eligen los candidatos prometedores (para los grados más altos), mientras que se aparta a otros y se los deja para siempre en la oscuridad, satisfechos de explotar sus viejas conexiones de buen chico y jugar su farsa caritativa”. (Págs. 58, 116-17)
Siendo Satán el padre de las mentiras, la “caridad” masónica es una chapa que esconde el verdadero propósito de la masonería, que no es otro más que el control totalitario del mundo según los principios de la Kábala. Heimbichner marca que “la identificación masónica con Lucifer es un intento de invocar las fuerzas sobrenaturales que activan el gobierno tiránico”, y cita pasajes de la Escritura que compara a los reyes tiránicos con Satán. En los tiempos modernos, tenemos la Revolución Francesa y el Comunismo, ambos “impuestos en nombre de los más elevados ideales de fraternidad e igualdad, y las promesas judeo-bolcheviques[5] del paraíso para los trabajadores y paisanos” (Págs. 59-60).
Heimbichner hace una observación
importante relacionada al intento Kabalista de amalgamar una divinidad
masculina y una femenina, como también combinar los dos pilares opuestos en su Árbol
de la Vida: el de la Misericordia y el de la Severidad, lo que indica su
naturaleza intrínsecamente contradictoria - de hecho dialéctica. Esto produce
una “Mente Dual”, que así como fue practicada por los discípulos masones/OTO,
genera “una hipnosis de confusión pero convincente de doble discurso” (Pág.
6l). Los lectores indudablemente recordarán la descripción que hace George
Orwell en su libro “1984”, referida a la locura del pensamiento, característica
de una sociedad totalitaria. Se consigue el control mental completo de las
personas cuando se logra que, simultáneamente, sostengan dos ideas contradictorias
como igualmente válidas.
El andrógeno Bafomet, adorado por la OTO, simboliza la Mente Dual, es decir, la duplicidad de dos caras. Esto explica el engaño practicado sobre los mismos masones. Pero la OTO, en búsqueda del control mundial total, ha extendido el doble pensamiento en la sociedad y en la Iglesia, intentando controlar tanto el pilar Izquierdo del liberalismo y del hedonismo radical, como el pilar Derecho y sus preferencias de un gobierno oligárquico autoritario y de una cultura clásica.
Heimbichner siguió el rastro de
la infiltración de los miembros de la OTO en el gobierno y entre los militares
norteamericanos, en la NASA, Hollywood, el FBI, los grupos “patrióticos” de
derecha y los movimientos de la New Age. Da ejemplos de cómo su amplia
influencia en la elite, le ha permitido transformar las masas, “diseminando la
‛energía de Satán’ por todo el planeta” (Págs. 17, 119-29). Usa el ejemplo del
líder de la OTO, James Wasserman, a fin de ilustrar cómo la OTO se infiltra en
la Derecha, y declara que él y otros investigadores han recopilado pruebas de
los agentes ocultos hasta en el movimiento por la Misa Tradicional (Págs.
35-40,44).
Por cierto, que este crítico ha
encontrado tradicionalistas con mente duales que promueven un ocultismo “católico”,
incluso sugiriendo que la Misa Negra podría ser lícita. Otros Tradicionalistas
profundizan las “profecías” de Nostradamus, o buscan constantemente videntes
modernos no calificados. Y tradicionalistas que desean saber si San Juan en la
pintura de “La Última Cena” no es en realidad María Magdalena, cuestión que ha
sido preparada alquímicamente por el libelo blasfemo contra Jesucristo y su
Iglesia en el “Código Da Vinci”. Fuera del movimiento tradicionalista, la
transformación tiene un éxito maravilloso.
La ley de Thelema:
Intentando destruir la moralidad
cristiana, la cabeza de la OTO, Aleister Crowley predicó la Ley de Thelema: “Haz tu voluntad” o “haz lo que quieras”,
o como se lo conoce más corrientemente “hacé la tuya”. Influyó mucho en el
movimiento hippie y en el uso de drogas psicodélicas. Crowley fue famoso
gracias a los Beatles y a otras estrellas del rock, de Hollywood y a las más
importantes librerías (Págs. 48-50, 130). Su compromiso con los sacrificios de
animales y su pedido de sacrificios humanos, pudieron haber sido un factor en
los asesinatos de la masonería (Págs. 18-22).
Junto al discípulo Gerald
Gardner, creó el sistema moderno de Wicca o “brujería blanca”, que no es la
brujería tradicional, sino la “brujería” y adoración a las diosas, practicado
por las feministas y monjas católicas modernistas. Las películas y los libros de Harry Potter, que promueven la concepción
del "brujo bueno", han sido reconocidos por la Federación Pagana de
Inglaterra por inculcar a miles de jóvenes el interés en la brujería.
Las películas de Disney, los show
de televisión y las estrellas famosas de la música pop, también presentan Wicca
a los jóvenes, observa Heimbichner (Págs. 16, 52-54). Las cartas de Tarot de
Aleister Crowley no solo insertan a los jóvenes en la OTO, sino que también son
la base de juegos de computadoras dramatizados, que cada vez más está
introduciendo temas oscuros, sangrientos y los demonios de OTO (Págs. 24-27).
Dado que él mismo usó de la magia sexual, el bisexual Crowley predicaba que todas las perversiones deberían ser abiertamente
practicadas, y que “todos los niños deberían acostumbrarse desde la infancia a
ver cualquier tipo de acto sexual”. Heimbichner comenta que “la industria
del espectáculo de Hollywood tomó en serio su consejo, también lo hicieron las
casas editoras de Nueva York”, mientras que otros miembros de la OTO han
promovido el “amor entre hombre y niño”.
Agrega, además, que el conocido
‛sexólogo’ Alfred Kinsey (fallecido en 1956), cuya influencia en la educación
sexual ayudó a erosionar la moralidad norteamericana, era amigo de Crowley, a
quien cita como a su “inspiración más importante”. Kinsey “era un pederasta que
usó a cientos de niños en actos sexuales relacionados con su famosa "investigación
médica", y que fue glorificado en una película de Hollywood de los Estudios
Fox en el 2004 (Págs. 16-17, 117).
Heimbichner resalta aquí dos
puntos interesantes. Por un lado su investigación muestra que las raíces del
difundido cáncer de la pedofilia, que incluso ha enlodado a los clérigos
católicos, en realidad no nacen de Crowley o de la OTO, sino que se halla en el
Talmud (Pág. 114). Por otro lado, el disgusto de los medios por la
homosexualidad clerical, dada la promoción personal que hacían de la
inmoralidad, ha traicionado su Mentalidad Dual y su rol en la hipnosis de las
masas. El doble pensamiento de los medios en cualquier contexto “prueba el estado
de trance del pueblo”, es decir, lo que las masas aceptarán como noticia o
explicación oficial. El programa de la transformación de las mentes se va
ajustando en relación a las respuestas (Pág. 112).
El Cardenal Rampolla, miembro de la satanista OTO que casi se convierte en Papa.
Heimbichner da ejemplos del doble
discurso del Talmud y de las leyes judías creadas por los hombres respecto a
las “sanciones rabínicas por abusos sexuales a menores”, incluso a niñas
menores de tres años. No es sorprendente que la “sodomía en la sinagoga sea un
secreto bien guardado”, expresa Heimbichner. Cita un reportaje que realizó no
hace mucho tiempo el diario israelí Ha’aretz, “que por décadas la sodomización
de los estudiantes (en las escuelas de Talmud de sexo masculino), fue permitida
y los más grandes de los rabinos ultra ortodoxos la encubrían”. Por supuesto,
los medios controlados de occidente no levantaron ninguna protesta clamorosa
(Págs. 114-16)[6]. Mientras tanto, nuestras antiguas ciudades cristianas han
sido “transformadas” a fin de que acepten la perversidad sexual como un derecho
humano, y la institucionalización de las relaciones perversas como
“matrimonio”. Sólo es cuestión de tiempo y una posterior reeducación, antes de
que la pedofilia sea permitida porque, “Crowley consideró toda separación de homosexuales
y pederastas como artificial y absurda” y rechazó limitarse. Pensaba que la
restricción es un pecado. Heimbichner observa que ahora influyentes educadores
norteamericanos, periodistas y precisamente jueces, ven “al ‛pecado de la
restricción’” del modo que lo veía Crowley. (Págs. 117-18).
Ahora, resulta bastante obvio que
el mundo moderno está completamente orientado hacia la juventud. Las leyes
aseguran que la juventud no sea disciplinada. La educación está “centrada en
los niños”. Las modas, la música, y los entretenimientos están dirigidos hacia
el consumidor joven. Los partidos políticos tienen secciones de juventudes, la
edad para votar se va reduciendo, y los gobiernos y las Naciones Unidas buscan
la aprobación de la juventud. Incluso la Iglesia Católica ha entrado en el
juego al predicar a los jóvenes la ley del Thelema de Crowley: haz tu voluntad.
Existen “misas” de niños o jóvenes muy corrompidas como para recurrir a ellas.
Se alienta a la juventud a que discuta y critique las creencias y las prácticas
de la Iglesia. En lugar de enseñarles a cumplir los mandamientos de Dios y de
la Iglesia, se les enseña a descubrir sus propios valores e idear su propia
espiritualidad. Esta complacencia thelémica culmina en las extravagancias
salvajes llamadas las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Justo sucede que Aleister Crowley
predijo (Págs. 50-51) que el avance del “Crowleinismo” en la cultura mediática
dominante engendrará el “Siglo de Horus”, la edad del Niño Coronado y
Conquistador, que derrocaría al “Siglo de Osiris”, la era del Dios agonizante.
En otros términos, declara Heimbichner, la Nueva Era de Crowley es aquella en
que “Dios Padre es reemplazado por Horus, el Niño”, mientras que emerge una
cultura joven rebelde (Como lo explicaba
el Papa León XIII en su condena a la Masonería, Humanum Genus, la masonería
controla las masas, especialmente la juventud, mediante su “evangelio del
placer”).
Crowley además planeó que tanto
la rebelión de la “Izquierda”, como la reacción de la “Derecha” serían
controladas por la OTO. Entonces, por ejemplo, tenemos a ambas la sociedad y la
Iglesia a nivel diocesano- mediante programas para padres de jóvenes supuestamente
homosexuales, lavándoles el cerebro para que acepten el “estilo de vida” pecaminoso
de sus hijos (ya se ganó la batalla para lograr que acepten la cohabitación).
Sangre sobre el altar
A principios del siglo veinte, la
OTO por poco logra poner uno de sus miembros satanistas en el trono papal. El
Secretarlo de Estado de la época de León XIII, el Cardenal Mariano Rampolla,
fue elegido para el papado luego de la muerte de León XIII. Sólo gracias al
antiguo privilegio del emperador austrohúngaro, Francisco José, de vetar una
elección papal, se logró la remoción de Rampolla y la elección del Papa San Pío
X. Pero a través de Rampolla, que “influyó sobre hombres claves”, “la OTO tuvo
la oportunidad de aconsejar, plantar sus semillas y finalmente formar una
política dentro del Vaticano” en las décadas subsiguientes. Respecto a esto
último, Heimbichner siguió el rastro de la influencia de Rampolla, hasta llegar al masón Arzobispo Annibale
Bugnini, arquitecto de la destrucción de la Misa Tridentina (Págs. 100-102).
Cabe destacar que, además de
incluir a Rampolla en su lista de miembros en el Manifiesto de 1917, la
judaizante OTO también reconoció, como “iniciados de los más altos grados”, a los
jefes de muchas Órdenes de Caballeros Católicas. Entre estos se encontraban los
Caballeros de San Juan, de Malta y del Santo Sepulcro (Págs. 91-92).
Esto nos conduce a preguntarnos
el motivo por el cual la OTO celebró la apertura del Concilio Vaticano II.
Obviamente tenían un conocimiento previo de la judaización, el ocultismo y la
thelemización de la Iglesia que ahora tendrían lugar abiertamente. La
demolición de la Iglesia verdadera y la erección de una contraiglesia falsa y
anticatólica, que apenas notan los gradualmente hipnotizados fieles católicos,
muestra que no era inadecuada la fe que tenía la OTO en el Concilio Vaticano
II. De hecho, en 1970, describe
Heimbichner, un retrato pintado por un alemán luterano que representa un Pablo
VI “repulsivo, malvado”, sosteniendo una daga y destrozando la Basílica de San
Pedro, rodeado de símbolos satánicos e iluministas.
El pontífice fríamente comentó
que el retrato era “un reflejo de la situación de la Iglesia de hoy” y que “uno
necesita casi una nueva filosofía para alcanzar a comprender el significado de
esto en su contexto”. Esta nueva filosofía es la filosofía de Thelema o de la
propia voluntad, comenta Heimbichner, mientras que el contexto de la
destrucción de la Iglesia es el Aeón de Horus, en el cual la New Age satánica y
masónica remplaza el Cristianismo (Págs. 106-7, 136).
El Aeón final proclamado por
Crowley será el Aeón de Maat, la era del Anticristo o del falso Mesías judío.
En ese momento, expresa Heimbichner. “los líderes masones esperan completar
finalmente su ritual del Tercer Grado, al construir el Templo de Salomón de
modo tal que la sangre volverá a fluir sobre el altar de Jerusalén, revirtiendo
y anulando desafiantemente, en la mente talmúdica y ocultista, la sangre de
Cristo”.
Como exclamó Crowley a un rabino
judío: “dejemos que el Anticristo se levante, permitámosle que anuncie a Israel
su integridad”. La OTO está preparando el camino para el esperado sueño judeo
masónico de reconstruir el Templo de Salomón de modo tal que la sangre de los animales
sea una vez más presentada en el altar rabínico”. ¿Cuánto falta para que esto
suceda? Bueno, Heimbichner cita a un rabino que dice que la tradición judía
demanda el restablecimiento del Sanedrín judío como “condición necesaria para
la reconstrucción del Templo”.
A continuación cita un reportaje
de un diario israelí del 14 de octubre del 2004, que anunciaba “luego de
preparaciones reservadas durante más de un año, el Sanedrín... reanudará sus
operaciones luego de 1.500 años” (Págs. 125-26, 129-30)[7].
Craig Heimbichner concluye su
libro aconsejándonos sacrificar nuestro tiempo y nuestras energías en búsqueda
de la verdad, Debemos rechazar la Mente Dual, deshacernos del trance thelemico
y revertir el proceso alquímico-hipnótico de manera tal que no seamos
sacrificados en el altar de la OTO, por nuestra perdición (Pág. 135). Por
supuesto, como católicos, el modo de
evitar tener una Mente Dual es aferramos firmemente a la Tradición, rechazar
toda novedad, y lo fantástico.
REFERENCIAS
[1] Estela: Una losa de piedra o
un trozo de madera con una inscripción o diseño que fue usado como un monumento
o jalón de una sepultura.
En particular la Estela de
Revelación es un objeto religioso egipcio que data de la época de la dinastía
26a. Se trata de una de una madera (de 31 x 51.5 cm), revestida con estuco y
pintado con escenas mitológicas y escritura jeroglífica. Fue hecho para conmemorar
la muerte de un sacerdote de Tebas, consagrado al Dios Mentu, llamado Ankh-fnkhonsu.
Aunque muchos objetos fueran típicamente sellados dentro de la tumba junto con
el cuerpo, objetos funerarios como éste fueron colocados fuera de la tumba como
un punto focal para los ofrecimientos dados por amigos y parientes del difunto.
Después de descubrir este Stele en un museo en El Cairo, Crowley recibió la
comunicación mística conocida como el Libro de la Ley (http://
www,thelemal01.com/liber-al.html)
[2] Aleister Crowley “ha sido una
referencia constante en determinados ambientes de la contracultura anglosajona
contemporánea. Por ejemplo, en el ámbito musical, donde los Beatles, Rolling
Stones, Ozzy Osbourne o Daryl Hall han reivindicado su figura y/o su mensaje a
través de sus canciones”. (Koch, Paul H.; “Illuminati”; Ed. Planeta; Buenos
Aires; Pág. 146 y 147).
[3] Se refiere a Felix Lazerus
Pinkus (1881-1947), quien además se desempeñó como presidente de la Unión de
Sionistas de Zurich.
[4] El autor Paul H. Koch, relata
en la obra citada anteriormente, que en una discusión en una noche londinense
de 1912, entre el alemán Theodor Reuss, que había reemplazado por fallecimiento
al fundador de la OTO (Kart Kellner) y Aleister Crowley, el primero le
recrimina a Crowley haber “publicado alegremente el secreto más exclusivo de la
orden, el grado noveno”. Ante la negativa del acusado, Reuss tomó el libro que
había publicado Crowley, “Líber 333 - El libro de las mentiras” y señaló la
frase que decía: “‛...Bebed el Sacramento y pasáoslo los unos a los otros’.
Este sacramento, según él mismo reconocería después, no era otra cosa que el
semen vertido por el mago en la vagina de la sacerdotisa durante determinado
ritual mágico, que después era recogido de los genitales femeninos y consumido
por los asistentes” (Pág. 147).
[5] Esta afirmación surge del
pasaje en que el autor del libro comenta sobre los estudios de Tomás Molnar,
respecto al hilo conductor de las revoluciones francesa y rusa, respectivamente.
No obstante, entre muchos otros
testimonios, conviene que los lectores tengan conocimiento de lo que escribiera
en relación a este tema, por ejemplo, Winston S. Churchill, en el Illustrated Sunday
Herald, en el artículo que publicara el 8 de febrero de 1920, Pág. 5: “Sionismo
vs bolchevismo - Una lucha por el alma del pueblo judío”, reproducción
parcial):
“No hay ninguna necesidad de
exagerar el papel jugado en la creación de Bolchevismo y en la actual causa de
la Revolución Rusa: por estos internacionales y en su mayor parte Judíos ateos.
Esto es seguramente muy significativo; probablemente pesa más que todos los
otros. Con la excepción notable de Lenín, la mayoría de las figuras principales
son judíos. Además, la inspiración principal y el poder conductor vienen de los
líderes judíos. Así Tchitcherin, un ruso puro, es eclipsado por su subordinado
nominal Litvinoff, y la influencia de rusos como Bukharin o Lunacharski no
puede ser comparado con el poder de Trotsky, o de Zinovieff el Dictador de la
Ciudadela Roja (Petrogrado), o de Krassin o Radek - todos Judíos. En las instituciones
soviéticas el predominio de judíos es aún más asombroso. Y el prominente, si no
de hecho el rol principal, en lo relacionado con el sistema de terrorismo
aplicado por las Comisiones Extraordinarias para Combatir la Contrarrevolución,
ha sido asumida por Judíos, y en algunos casos notables por Judías”.