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martes, 6 de junio de 2023

¿QUÉ HAY MÁS ALLÁ DE LA MASONERÍA?

 

Del libro “Blood on the Altar” (Sangre Sobre el Altar)

Fuente

Por Cornelia R. Ferreira

En el momento en que se daba comienzo al Concilio Vaticano II (Octubre de 1962), una sociedad secreta muy poco conocida, la Ordo Templis Orientis (Orden del Tem­plo de Oriente) (OTO), realizó una ceremonia a fin de celebrar la apertura del Concilio. El icono oculto de la OTO, el “Stele of Revealing” (Estela de Revelación)[1], fue llevado desde Hamburgo a través de Alemania hasta Zurich y luego hacia Stein, donde se lo guardó en la capilla de la OTO, mientras resonaban las campanas, llamando a un ritual gnóstico (Pág. 103).

Simplemente, ¿qué es esta Orden de los Templarios Orientales? Y ¿qué conocimiento previo tenía de los planes del Concilio que los llevó a celebrar su apertura? Estas preguntas están contestadas en el libro Blood on the Altar, ya que Craig Heimbichner desenmaraña la historia y el funcionamiento de lo que él denomina la sociedad secreta más peligrosa del mundo, el poder detrás del Gobierno Invisible o Criptocracia (Crypto-cracy).

La Criptocracia está involucrada en la transformación o “el procesamiento alquímico” de la conciencias de las masas, mediante la manipulación psicológica de la mente. Con la ayuda de las sociedades secretas, se realizan pruebas, se miden los resultados y se “diseñan” los acontecimientos mundiales (Págs. 5-6, 15, 137). El objeto es que las masas vivan de manera controlada, como si fueran títeres del Nuevo Orden Mundial Masónico. La OTO, instituida hace un siglo, conforma el “colegio de graduados” de la masonería, y se autodenomina la “Academia de la Masonería”. Contiene a todos los grados de la masonería y del iluminismo y es la más alta sociedad secreta para la elite de la masonería. Como organización internacional, la OTO es una organización religiosa que, en EE. UU., se encuentra exenta de impuestos (Págs. 13-14, 25, 76, 87, 91-92). Los escritos de quien por mucho tiempo fue su cabeza, el agente de inteligencia británico y satanista Aleister Crowley (fallecido en 1947), quien se hacía llamar la Gran Bestia 666, reveló que la OTO se funda en el satanismo[2].

Crowley llamaba a Satán “mi señor” y decía, refiriéndose a la OTO: “No tenemos escrúpulos en restaurar la "adoración al diablo" (Pág. 28). Sin embargo, en la OTO, la adoración al diablo no se realiza abiertamente bajo el nombre de Satán, sino subrepticiamente bajo el nombre del ídolo satánico con cabeza de cabra: Bafomet. También denominado León y Serpiente, Bafomet es adorado como Dios en las misas gnósticas, que es la liturgia central de la OTO (Págs. 29-30).

Bahomet simboliza la mente dual. Es adorado como dios en las misas gnósticas.

La misa gnóstica, ideada por Crowley, no es una misa negra, es decir, una Misa Católica invertida, sino una parodia blasfema de la Misa Católica (Pág. 15). Es muy importante entender que las raíces de la masonería se entrelazan con el judaísmo, lo cual nos ayuda a ver la mano de la masonería detrás los judaizantes de la Iglesia Católica.

Heimbichner afirma que toda la masonería está subordinada al judaismo. Un “operativo clave” en la institución de la OTO, fue un miembro activo de la B’nai B’rith[3], que es la masonería judía (Pág. 89). La esencia de la masonería, declara Heimbichner (Págs. 8-9) se remonta a la adoración sumeria de Satán (“Shaitan”), que también pasó por el Antiguo Egipto y Babilonia. Las antiguas formas de adoración satánica fueron más tarde preservadas y transmitidas por tradición oral, mediante los rabinos judíos, como las “tradiciones de los antiguos o ancianos” fuertemente condenadas por Nuestro Señor Jesucristo (Mc. 7:1-13. Mt. 15:1-9).

Después de la destrucción del Segundo Templo en el 70 D.C., la tradición oral fue escribiéndose gradualmente en lo que llegó a ser el Talmud y la Kábala, la última es totalmente gnóstica y llena de magia negra, fundamentada en el judaismo, una religión “totalmente distinta” de la de los israelitas del Antiguo Testamento. El judaísmo es “una secta sobreestructurada, con tradición inbíblica, artificial y superstición pagana”. Heimbichner cita a autoridades judías sobre la Kábala y a expertos en el simbolismo ocultista, para exponer el hecho de que ciertos ritos cabalistas se corresponden con las técnicas ocultas del yoga tántrico hindú de magia sexual. Estos rituales depravados son una continuación de la magia de templo de los cananitas, babilonios y de otras naciones que desataron la ira de Dios. Su objetivo en el judaísmo es amalgamar los aspectos femeninos y masculinos de la divinidad para obtener un judío andrógino equilibrado, “totalmente masculino”, el “cuerpo de Dios”, llamado Adam Kadmon.

Una autoridad de la Kábala citado por Heimbichner expresa que “El deber de los judíos piadosos”, es recitar diariamente la formula kabalística para promover místicamente esta unidad (Págs. 77-78, 86, 136). La Enciclopedia Judía admite, declara Heimbichner, que el gnosticismo judío incluye la magia oculta y que ésta inspiró el gnosticismo cristiano (Pág. 88). Este ocultismo también fue transmitido a través de los maniqueos, los cataros y otros grupos, finalmente corrompió a los Caballeros Templarios del Siglo XII, transformándolos en una orden oculta. La Iglesia condenó y prohibió la orden por adorar a Bafomet, y practicar la sodomía — lo que los ocultistas consideraban magia sexual “avanzada” (Págs. 9, 80).

La tradición templaría se introdujo en la masonería, y la magia sexual “se encuentra en el corazón de los grados más altos de la masonería, tal como existe en la OTO”. Este es el “secreto supremo” de la masonería, sólo conocido por masones de alto gra­do (Págs. 77, 81, 95)[4]. Existe la magia sexual en el octavo y noveno grado de la OTO y la homosexualidad en el onceavo, su grado más alto. Inclusive, en los grados más bajos de la Masonería, las Logias Azules, enseñan la negación gnóstica de Dios y la afirmación del hombre como Dios, gobernante de sí mismo, una divinidad “que va creciendo” —es decir, una especie de Anticristo (Págs. 81-82).

Craig Heimbichner revela que esta enseñanza es un engaño típico de la masonería/OTO. Albert Pike, Soberano Gran Comandante de la masonería del Rito Escocés, confesó en 1871 en su libro Moral y Dogma, que es la “declaración dogmática definida de las creencias masónicas”, que se engaña deliberadamente a los miembros de las Logias Azules respecto al significado de los símbolos masones. Sólo los “Adeptos” o “Elegidos” llegan a conocer los secretos ocultos. Pike afirma que el objetivo de la masonería es “ocultar la Verdad, que se la llama Luz” a los grados más bajos (Págs. 56-58). Como lo resalta Heimbichner “la ilusión del auto gobierno y de la divinidad se usa como una droga embriagadora para inyectarla en las víctimas inocentes, tanto dentro como fuera de las logias para que se crean omnipotentes y omniscientes”, por encima de todo engaño o esclavitud posible (Pág. 82).

Pike enseñaba que la verdadera “luz” que los masones prometen buscar, y que se encuentra en los más altos grados de la masonería, debe ser recibida de Lucifer, el “Portador de la Luz”. Expresa, asimismo, que la búsqueda de la Luz conduce de vuelta a la Kábala, y Crowley también lo afirma, declarando que la Kábala es el “total fundamento” de la OTO. Al respecto, Heimbichner concluye señalando que “La masonería es el jardín de infantes del Luciferismo desde donde se eligen los candidatos prometedores (para los grados más altos), mientras que se aparta a otros y se los deja para siempre en la oscuridad, satisfechos de explotar sus viejas conexiones de buen chico y jugar su farsa caritativa”. (Págs. 58, 116-17)

Siendo Satán el padre de las mentiras, la “caridad” masónica es una chapa que esconde el verdadero propósito de la masonería, que no es otro más que el control totalitario del mundo según los principios de la Kábala. Heimbichner marca que “la identificación masónica con Lucifer es un intento de invocar las fuerzas sobrenaturales que activan el gobierno tiránico”, y cita pasajes de la Escritura que compara a los reyes tiránicos con Satán. En los tiempos modernos, tenemos la Revolución Francesa y el Comunismo, ambos “impuestos en nombre de los más elevados ideales de fraternidad e igualdad, y las promesas judeo-bolcheviques[5] del paraíso para los trabajadores y paisanos” (Págs. 59-60).

Heimbichner hace una observación importante relacionada al intento Kabalista de amalgamar una divinidad masculina y una femenina, como también combinar los dos pilares opuestos en su Árbol de la Vida: el de la Misericordia y el de la Severidad, lo que indica su naturaleza intrínsecamente contradictoria - de hecho dialéctica. Esto produce una “Mente Dual”, que así como fue practicada por los discípulos masones/OTO, genera “una hipnosis de confusión pero convincente de doble discurso” (Pág. 6l). Los lectores indudablemente recordarán la descripción que hace George Orwell en su libro “1984”, referida a la locura del pensamiento, característica de una sociedad totalitaria. Se consigue el control mental completo de las personas cuando se logra que, simultáneamente, sostengan dos ideas contradictorias como igualmente válidas.

El andrógeno Bafomet, adorado por la OTO, simboliza la Mente Dual, es decir, la duplicidad de dos caras. Esto explica el engaño practicado sobre los mismos masones. Pero la OTO, en búsqueda del control mundial total, ha extendido el doble pensamiento en la sociedad y en la Iglesia, intentando controlar tanto el pilar Izquierdo del liberalismo y del hedonismo radical, como el pilar Derecho y sus preferencias de un gobierno oligárquico autoritario y de una cultura clásica.


Heimbichner siguió el rastro de la infiltración de los miembros de la OTO en el gobierno y entre los militares norteamericanos, en la NASA, Hollywood, el FBI, los grupos “patrióticos” de derecha y los movimientos de la New Age. Da ejemplos de cómo su amplia influencia en la elite, le ha permitido transformar las masas, “diseminando la ‛energía de Satán’ por todo el planeta” (Págs. 17, 119-29). Usa el ejemplo del líder de la OTO, James Wasserman, a fin de ilustrar cómo la OTO se infiltra en la Derecha, y declara que él y otros investigadores han recopilado pruebas de los agentes ocultos hasta en el movimiento por la Misa Tradicional (Págs. 35-40,44).

Por cierto, que este crítico ha encontrado tradicionalistas con mente duales que promueven un ocultismo “católico”, incluso sugiriendo que la Misa Negra podría ser lícita. Otros Tradicionalistas profundizan las “profecías” de Nostradamus, o buscan constantemente videntes modernos no calificados. Y tradicionalistas que desean saber si San Juan en la pintura de “La Última Cena” no es en realidad María Magdalena, cuestión que ha sido preparada alquímicamente por el libelo blasfemo contra Jesucristo y su Iglesia en el “Código Da Vinci”. Fuera del movimiento tradicionalista, la transformación tiene un éxito maravilloso.

La ley de Thelema:

Intentando destruir la moralidad cristiana, la cabeza de la OTO, Aleister Crowley predicó la Ley de Thelema: “Haz tu voluntad” o “haz lo que quieras”, o como se lo conoce más corrientemente “hacé la tuya”. Influyó mucho en el movimiento hippie y en el uso de drogas psicodélicas. Crowley fue famoso gracias a los Beatles y a otras estrellas del rock, de Hollywood y a las más importantes librerías (Págs. 48-50, 130). Su compromiso con los sacrificios de animales y su pedido de sacrificios humanos, pudieron haber sido un factor en los asesinatos de la masonería (Págs. 18-22).

Junto al discípulo Gerald Gardner, creó el sistema moderno de Wicca o “brujería blanca”, que no es la brujería tradicional, sino la “brujería” y adoración a las diosas, practicado por las feministas y monjas católicas modernistas. Las películas y los libros de Harry Potter, que promueven la concepción del "brujo bueno", han sido reconocidos por la Federación Pagana de Inglaterra por inculcar a miles de jóvenes el interés en la brujería.

Las películas de Disney, los show de televisión y las estrellas famosas de la música pop, también presentan Wicca a los jóvenes, observa Heimbichner (Págs. 16, 52-54). Las cartas de Tarot de Aleister Crowley no solo insertan a los jóvenes en la OTO, sino que también son la base de juegos de computadoras dramatizados, que cada vez más está introduciendo temas oscuros, sangrientos y los demonios de OTO (Págs. 24-27). Dado que él mismo usó de la magia sexual, el bisexual Crowley predicaba que todas las perversiones deberían ser abiertamente practicadas, y que “todos los niños deberían acostumbrarse desde la infancia a ver cualquier tipo de acto sexual”. Heimbichner comenta que “la industria del espectáculo de Hollywood tomó en serio su consejo, también lo hicieron las casas editoras de Nueva York”, mientras que otros miembros de la OTO han promovido el “amor entre hombre y niño”.

Agrega, además, que el conocido ‛sexó­logo’ Alfred Kinsey (fallecido en 1956), cuya influencia en la educación sexual ayudó a erosionar la moralidad norteamericana, era amigo de Crowley, a quien cita como a su “inspiración más importante”. Kinsey “era un pederasta que usó a cientos de niños en actos sexuales relacionados con su famosa "investigación médica", y que fue glorificado en una película de Hollywood de los Estudios Fox en el 2004 (Págs. 16-17, 117).

Heimbichner resalta aquí dos puntos interesantes. Por un lado su investigación muestra que las raíces del difundido cáncer de la pedofilia, que incluso ha enlodado a los clérigos católicos, en realidad no nacen de Crowley o de la OTO, sino que se halla en el Talmud (Pág. 114). Por otro lado, el disgusto de los medios por la homosexualidad clerical, dada la promoción personal que hacían de la inmoralidad, ha traicionado su Mentalidad Dual y su rol en la hipnosis de las masas. El doble pensamiento de los medios en cualquier contexto “prueba el estado de trance del pueblo”, es decir, lo que las masas aceptarán como noticia o explicación oficial. El programa de la transformación de las mentes se va ajustando en relación a las respuestas (Pág. 112).

El Cardenal Rampolla, miembro de la satanista OTO que casi se convierte en Papa.

Heimbichner da ejemplos del doble discurso del Talmud y de las leyes judías creadas por los hombres respecto a las “sanciones rabínicas por abusos sexuales a menores”, incluso a niñas menores de tres años. No es sorprendente que la “sodomía en la sinagoga sea un secreto bien guardado”, expresa Heimbichner. Cita un reportaje que realizó no hace mucho tiempo el diario israelí Ha’aretz, “que por décadas la sodomización de los estudiantes (en las escuelas de Talmud de sexo masculino), fue permitida y los más grandes de los rabinos ultra ortodoxos la encubrían”. Por supuesto, los medios controlados de occidente no levantaron ninguna protesta clamorosa (Págs. 114-16)[6]. Mientras tanto, nuestras antiguas ciudades cristianas han sido “transformadas” a fin de que acepten la perversidad sexual como un derecho humano, y la institucionalización de las relaciones perversas como “matrimonio”. Sólo es cuestión de tiempo y una posterior reeducación, antes de que la pedofilia sea permitida porque, “Crowley consideró toda separación de homosexuales y pederastas como artificial y absurda” y rechazó limitarse. Pensaba que la restricción es un pecado. Heimbichner observa que ahora influyentes educadores norteamericanos, periodistas y precisamente jueces, ven “al ‛pecado de la restricción’” del modo que lo veía Crowley. (Págs. 117-18).

Ahora, resulta bastante obvio que el mundo moderno está completamente orientado hacia la juventud. Las leyes aseguran que la juventud no sea disciplinada. La edu­cación está “centrada en los niños”. Las modas, la música, y los entretenimientos están dirigidos hacia el consumidor joven. Los partidos políticos tienen secciones de juventudes, la edad para votar se va reduciendo, y los gobiernos y las Naciones Unidas buscan la aprobación de la juventud. Incluso la Iglesia Católica ha entrado en el juego al predicar a los jóvenes la ley del Thelema de Crowley: haz tu voluntad. Existen “misas” de niños o jóvenes muy corrompidas como para recurrir a ellas. Se alienta a la juventud a que discuta y critique las creencias y las prácticas de la Iglesia. En lugar de enseñarles a cumplir los mandamientos de Dios y de la Iglesia, se les enseña a descubrir sus propios valores e idear su propia espiritualidad. Esta complacencia thelémica culmina en las extravagancias salvajes llamadas las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Justo sucede que Aleister Crowley predijo (Págs. 50-51) que el avance del “Crowleinismo” en la cultura mediática dominante engendrará el “Siglo de Horus”, la edad del Niño Coronado y Conquistador, que derrocaría al “Siglo de Osiris”, la era del Dios agonizante. En otros términos, declara Heimbichner, la Nueva Era de Crowley es aquella en que “Dios Padre es reemplazado por Horus, el Niño”, mientras que emerge una cultura joven rebelde (Como lo explicaba el Papa León XIII en su condena a la Masonería, Humanum Genus, la masonería controla las masas, especialmente la juventud, mediante su “evangelio del placer”).

Crowley además planeó que tanto la rebelión de la “Izquierda”, como la reacción de la “Derecha” serían controladas por la OTO. Entonces, por ejemplo, tenemos a ambas la sociedad y la Iglesia a nivel diocesano- mediante programas para padres de jóvenes supuestamente homosexuales, lavándoles el cerebro para que acepten el “estilo de vida” pecaminoso de sus hijos (ya se ganó la batalla para lograr que acepten la cohabitación).

Sangre sobre el altar

A principios del siglo veinte, la OTO por poco logra poner uno de sus miembros satanistas en el trono papal. El Secretarlo de Estado de la época de León XIII, el Cardenal Mariano Rampolla, fue elegido para el papado luego de la muerte de León XIII. Sólo gracias al antiguo privilegio del emperador austrohúngaro, Francisco José, de vetar una elección papal, se logró la remoción de Rampolla y la elección del Papa San Pío X. Pero a través de Rampolla, que “influyó sobre hombres claves”, “la OTO tuvo la oportunidad de aconsejar, plantar sus semillas y finalmente formar una política dentro del Vaticano” en las décadas subsiguientes. Respecto a esto último, Heimbichner siguió el rastro de la influencia de Rampolla, hasta llegar al masón Arzobispo Annibale Bugnini, arquitecto de la destrucción de la Misa Tridentina (Págs. 100-102).

Cabe destacar que, además de incluir a Rampolla en su lista de miembros en el Manifiesto de 1917, la judaizante OTO también reconoció, como “iniciados de los más altos grados”, a los jefes de muchas Órdenes de Caballeros Católicas. Entre estos se encontraban los Caballeros de San Juan, de Malta y del Santo Sepulcro (Págs. 91-92).

Esto nos conduce a preguntarnos el motivo por el cual la OTO celebró la apertura del Concilio Vaticano II. Obviamente tenían un conocimiento previo de la judaización, el ocultismo y la thelemización de la Iglesia que ahora tendrían lugar abiertamente. La demolición de la Iglesia verdadera y la erección de una contraiglesia falsa y anticatólica, que apenas notan los gradualmente hipnotizados fieles católicos, muestra que no era inadecuada la fe que tenía la OTO en el Concilio Vaticano II. De hecho, en 1970, describe Heimbichner, un retrato pintado por un alemán luterano que representa un Pablo VI “repulsivo, malvado”, sosteniendo una daga y destrozando la Basílica de San Pedro, rodeado de símbolos satánicos e iluministas.

El pontífice fríamente comentó que el retrato era “un reflejo de la situación de la Iglesia de hoy” y que “uno necesita casi una nueva filosofía para alcanzar a comprender el significado de esto en su contexto”. Esta nueva filosofía es la filosofía de Thelema o de la propia voluntad, comenta Heimbichner, mientras que el contexto de la destrucción de la Iglesia es el Aeón de Horus, en el cual la New Age satánica y masónica remplaza el Cristianismo (Págs. 106-7, 136).

El Aeón final proclamado por Crowley será el Aeón de Maat, la era del Anticristo o del falso Mesías judío. En ese momento, expresa Heimbichner. “los líderes masones esperan completar finalmente su ritual del Tercer Grado, al construir el Templo de Salomón de modo tal que la sangre volverá a fluir sobre el altar de Jerusalén, revirtiendo y anulando desafiantemente, en la mente talmúdica y ocultista, la sangre de Cristo”.

Como exclamó Crowley a un rabino judío: “dejemos que el Anticristo se levante, permitámosle que anuncie a Israel su integridad”. La OTO está preparando el camino para el esperado sueño judeo masónico de reconstruir el Templo de Salomón de modo tal que la sangre de los animales sea una vez más presentada en el altar rabínico”. ¿Cuánto falta para que esto suceda? Bueno, Heimbichner cita a un rabino que dice que la tradición judía demanda el restablecimiento del Sanedrín judío como “condición necesaria para la reconstrucción del Templo”.

A continuación cita un reportaje de un diario israelí del 14 de octubre del 2004, que anunciaba “luego de preparaciones reservadas durante más de un año, el Sanedrín... reanudará sus operaciones luego de 1.500 años” (Págs. 125-26, 129-30)[7].

Craig Heimbichner concluye su libro aconsejándonos sacrificar nuestro tiempo y nuestras energías en búsqueda de la verdad, Debemos rechazar la Mente Dual, deshacernos del trance thelemico y revertir el proceso alquímico-hipnótico de manera tal que no seamos sacrificados en el altar de la OTO, por nuestra perdición (Pág. 135). Por su­puesto, como católicos, el modo de evitar tener una Mente Dual es aferramos firmemente a la Tradición, rechazar toda novedad, y lo fantástico.

REFERENCIAS

[1] Estela: Una losa de piedra o un trozo de madera con una inscripción o diseño que fue usado como un monumento o jalón de una sepultura.

En particular la Estela de Revelación es un objeto religioso egipcio que data de la época de la dinastía 26a. Se trata de una de una madera (de 31 x 51.5 cm), revestida con estuco y pintado con escenas mitológicas y escritura jeroglífica. Fue hecho para conmemorar la muerte de un sacerdote de Tebas, consagrado al Dios Mentu, llamado Ankh-fnkhonsu. Aunque muchos objetos fueran típicamente sellados dentro de la tumba junto con el cuerpo, objetos funerarios como éste fueron colocados fuera de la tumba como un punto focal para los ofrecimientos dados por amigos y parientes del difunto. Después de descubrir este Stele en un museo en El Cairo, Crowley recibió la comunicación mística conocida como el Libro de la Ley (http:// www,thelemal01.com/liber-al.html)

[2] Aleister Crowley “ha sido una referencia constante en determinados ambientes de la contracultura anglosajona contemporánea. Por ejemplo, en el ámbito musical, donde los Beatles, Rolling Stones, Ozzy Osbourne o Daryl Hall han reivindicado su figura y/o su mensaje a través de sus canciones”. (Koch, Paul H.; “Illuminati”; Ed. Planeta; Buenos Aires; Pág. 146 y 147).

[3] Se refiere a Felix Lazerus Pinkus (1881-1947), quien además se desempeñó como presidente de la Unión de Sionistas de Zurich.

[4] El autor Paul H. Koch, relata en la obra citada anteriormente, que en una discusión en una noche londinense de 1912, entre el alemán Theodor Reuss, que había reemplazado por fallecimiento al fundador de la OTO (Kart Kellner) y Aleister Crowley, el primero le recrimina a Crowley haber “publicado alegremente el secreto más exclusivo de la orden, el grado noveno”. Ante la negativa del acusado, Reuss tomó el libro que había publicado Crowley, “Líber 333 - El libro de las mentiras” y señaló la frase que decía: “‛...Bebed el Sacramento y pasáoslo los unos a los otros’. Este sacramento, según él mismo reconocería después, no era otra cosa que el semen vertido por el mago en la vagina de la sacerdotisa durante determinado ritual mágico, que después era recogido de los genitales femeninos y consumido por los asistentes” (Pág. 147).

[5] Esta afirmación surge del pasaje en que el autor del libro comenta sobre los estudios de Tomás Molnar, respecto al hilo conductor de las revoluciones francesa y rusa, respectivamente.

No obstante, entre muchos otros testimonios, conviene que los lectores tengan conocimiento de lo que escribiera en relación a este tema, por ejemplo,  Winston S. Churchill, en el Illustrated Sunday Herald, en el artículo que publicara el 8 de febrero de 1920, Pág. 5: “Sionismo vs bolchevismo - Una lucha por el alma del pueblo judío”, reproducción parcial):

“No hay ninguna necesidad de exagerar el papel jugado en la creación de Bolchevismo y en la actual causa de la Revolución Rusa: por estos internacionales y en su mayor parte Judíos ateos. Esto es seguramente muy significativo; probablemente pesa más que todos los otros. Con la excepción notable de Lenín, la mayoría de las figuras principales son judíos. Además, la inspiración principal y el poder conductor vienen de los líderes judíos. Así Tchitcherin, un ruso puro, es eclipsado por su subordinado nominal Litvinoff, y la influencia de rusos como Bukharin o Lunacharski no puede ser comparado con el poder de Trotsky, o de Zinovieff el Dictador de la Ciudadela Roja (Petrogrado), o de Krassin o Radek - todos Judíos. En las instituciones soviéticas el predominio de judíos es aún más asombroso. Y el prominente, si no de hecho el rol principal, en lo relacionado con el sistema de terrorismo aplicado por las Comisiones Extraordinarias para Combatir la Contrarrevolución, ha sido asumida por Judíos, y en algunos casos notables por Judías”.