Evangelio según san Juan, 6:56-60
"Porque mi carne verdaderamente es comida: y mi sangre verdaderamente
es bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre,
en mí mora, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y
yo vivo por el Padre, así también el que me come, él mismo
vivirá en mí. Este es el pan que descendió del cielo. No como el
maná que comieron vuestros padres, y murieron. Quien come
este pan, vivirá eternamente". Esto dijo en la Sinagoga, enseñando
en Cafarnaúm.
San Juan 6, 35-40
Y Jesús les dijo: "Yo soy el pan de la vida: el que viene a mí no
tendrá hambre: y el que en mí cree, nunca jamás tendrá sed.
Mas ya os he dicho que me habéis visto, y no creéis. Todo lo
que me da el Padre, a mí vendrá, y aquél que a mí viene, no le
echaré fuera. Porque descendí del cielo, no para hacer mi voluntad,
sino la voluntad de Aquél que me envió. Y ésta es la voluntad
de aquel Padre, que me envió: Que nada pierda de todo
aquello que El me dio, sino que lo resucite en el último día. Y
la voluntad de mi Padre, que me envió, es ésta: Que todo aquél
que ve al Hijo, y cree en El tenga vida eterna, y yo lo resucitaré
en el último día". (vv. 35-40)
Crisóstomo in Ioannem hom. 44
En lo que sigue el Señor los va a iniciar en el conocimiento
de los misterios. En primer término, habla de su divinidad,
por lo que les dice: "Y Jesús les dijo: yo soy el pan de la
vida". Y no dijo esto refiriéndose a su cuerpo, porque de
esto habló más adelante cuando dijo: "el pan que os daré,
es mi propia carne". Pero ahora habla de su divinidad,
porque su carne es pan por la Palabra de Dios, que se convierte
en pan celestial para todo aquél que recibe su mismo Espíritu.
Teofilacto
Y no dijo: yo soy el pan de alimento, sino de la vida. Y
como todas las cosas estaban muertas, Jesucristo nos da
vida por medio de sí mismo. Luego es un pan, no de la vida
ordinaria, sino de aquélla que no concluye con la muerte.
Por esto añade: "El que a mí viene, no tendrá hambre; y el
que en mí cree, nunca jamás tendrá sed".
San Agustín In Ioannem tract., 25.
El que viene a mí, esto es, el que cree en mí. Y cuando dijo:
no tendrá hambre, debe entenderse esto mismo, y cuando
dice que nunca tendrá sed, con una y otra cosa significa
aquella saciedad eterna en donde nunca hay hambre.
Teofilacto.
No se tendrá sed ni hambre, esto es, de oír la palabra de
Dios, ni se cansará, ni será mortificado con sed intelectual,
como sucedería cuando no tuviera el agua del bautismo y
la santificación por el Espíritu Santo.
San Agustín, ut supra
Vosotros pues deseáis el pan del cielo, el mismo que tenéis
a la vista, pero no lo coméis. Por esto sigue: "Mas ya os he
dicho que me habéis visto, pero que no me creéis".