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jueves, 2 de octubre de 2014

INTERVENCIÓN DIVINA EN LAS CRISIS DE LA IGLESIA: Continuación


 LOS PRESBITEROS ORODOXOS TRIUNFAN Y SALVAN A LA IGLESIA DE OCCIDENTE. (R.P. Arturo Vargas)

Por un largo tiempo me desentendí de este tema tan interesante y,  a la vez, tan actual y providencial para las almas que, afligidas por este misterio de iniquidad que todo lo está oscureciendo y trastornando, tengan en esta crisis de la cristiandad un ejemplo en San Sofronio de firmeza en la fe aun cuando el Pontífice Honorio I dio también su apoyo incondicional a la herejía promovida por el Patriarca Sergio de Constantinopla.

En el ultimo escrito sobre el tema se daban algunas razones del triunfo de la herejía que, por desgracia también ahora no se escapa a la problemática actual de la crisis de la Iglesia, crisis de la fe y enfriamiento de la caridad, no es producto sino de una IGNORANCIA RELIGIOSA de nuestra doctrina católica tan acentuada y profunda que, por si misma amenaza  terminar con la Santa Madre Iglesia y borrar todo lo que de Dios hay en la tierra.

Pido al amable lector que, por caridad lea la carta pastoral de nuestro querido Monseñor Lefebvre sobre este tan acuciante tema en el cual, de alguna manera nosotros mismos somos también responsables y cómplices de esta catástrofe en la cual no se vislumbra el fin aunque ya haya destellos del mismo. Aclarado esto paso la palabra a San Sofronio.

“Pero Cristo Nuestro Señor, si bien permite que su Iglesia pase por crisis muy agudas, (como a la que estamos asistiendo en estos momentos) que han durado varias décadas y hasta siglos, quizá para probar en ellas LA FE, LA FORTALEZA Y LA PERSEVERANCIA de los cristianos y especialmente de los clérigos; no permite nunca como lo tiene prometido, que su iglesia sea DEFINITIVAMENTE VENCIDA y la salva, dando su asistencia sobrenatural por regla general a los Papas y a los Concilios, y cuando estos excepcionalmente fallan; dando dicha asistencia a esos santos varones, a veces SANTOS REBELDES que, como San Atanasio, San Sofronio, San Bernardo y otros tantos, que ha hecho surgir en esas graves crisis.

La santa rebeldía de San Sofronio, en defensa de la ortodoxia y en contra de la Jerarquía eclesiástica herética o cómplice de los herejes (como vemos los cómplices NO SON HEREJES), pero por no reprimir, o no tomar medidas para apartarse de ellos, por una falsa confianza que raya en la presunción continúan en el error pensando: “Dios hará un gran milagro y nos librara de todo eso”, sin pensar en aquellas sabias palabras del Santo Obispo de Hipona: “ El que te creo sin ti, no podrá salvarte sin ti” en donde notamos que Nuestro Señor nos pide una colaboración necesaria no para El sino para nosotros. Ignorar estas palabras de San Agustín y seguir nuestro parecer marcado por la inercia, nos conduce a fomentar lo que no queríamos  y contra nuestro divino Maestro, dicha colaboración es tan culpable como la de aquellos que, conscientemente prestan su apoyo a dichas herejías.

San Sofronio comenzó la labor de la defensa de la fe con una gran actividad proselitista realizada por él y sus fieles; recibieron la ayuda divina, aumentando las huestes de la ortodoxia. Algunos monjes, desde años atrás, convertían sus conventos en verdaderas fortalezas de la ortodoxia, expulsando de su seno a los disidentes y enfrentándose a las protestas y condenaciones de los Obispos que apoyaban a sus Patriarcas herejes, pudieron INSTRUIR A SUS FIELES SOBRE EL FONDO DE LA CONTROVERSIA TEOLOGICA y obtener el apoyo de estos para sostenerse al frente de la parroquia (en los tiempos de San Sofronio todavía no existía la actual organización parroquial de las ciudades, con excepción de Roma y Alejandría, que vino a quedar establecida hasta el siglo X. sin embargo ya existían las parroquias rurales, en contra de las ordenes de destitución que dictaban contra ellos tal o cual Obispo herético, empleando en caso necesario, los mencionados feligreses la fuerza física y hasta las armas, para impedir que tomara posición de la parroquia, el presbítero hereje enviado por el Obispo para sustituir al ortodoxo.