Queridos hijos:
Estamos ya en el Domingo de Sexagésima, dentro del tiempo previo a la Cuaresma, que este año, con su Miércoles de Ceniza,
comenzará mientras estemos en el retiro de hombres.
Quería predicarles sobre la Epístola de San Pablo que recién cantábamos, por eso no la hemos traducido, para incluir la traducción
como parte de la prédica. Es un fragmento de la Segunda Carta a los Corintios, en donde se describen parte de los problemas que tenía
San Pablo en su apostolado. Nihil novum sub sole decían los latinos, “nada nuevo bajo el sol”: En esa época, los sacerdotes y los obispos
se encontraban con las mismas dificultades y complicaciones en el apostolado que hoy, dos mil años después de esos hechos.
¿Y cuáles eran y son esas complicaciones, dificultades, contrariedades?
Rivalidades y críticas al sacerdote; falsos apóstoles; crear bandos; falsos sacerdotes; “los súper-apóstoles” (que llama San Pablo) que en realidad no
predican a Cristo y a su Catolicismo (podemos poner aquí todo lo que implica la falsa “Religión del Concilio” y la falsa “Iglesia Conciliar”; y a la cabeza
de todo: Francisco); a estos “súper-apóstoles” San Pablo les adelanta o insinúa que su final será grave, tal vez la condenación eterna, tendrán “el pago
por sus obras” dice él.
También: crear problemas y pretenderse mejor que el sacerdote; los fieles que no se corrigen de los pecados, concretamente
San Pablo hablará de los desórdenes sexuales o pecados de impureza (todo igual que hoy).
San Pablo, un apóstol y obispo santo, fue acusado también de que lo que le importaba era sólo el dinero. La misma acusación se hace hasta el día
de hoy. ¿Cuántas veces habrán escuchado ustedes esto mismo?, aunque –“la verdad es la verdad”- es cierto que muchas veces hay sacerdotes que sí
buscan eso, que sí buscan el dinero y se mueven por él (“cada uno recibirá el pago por sus obras”).
Tomaremos varios fragmentos que están antes y después del texto de la Misa para desarrollar más el tema. Veamos:
Escuchemos primero un fragmento que está antes del texto de la Misa (San Pablo, II Corintios, capítulo 11,1ss):
1 Utinam sustineretis modicum quid insipientiæ meæ, sed et supportate me: Ojalá soportaseis un poco muy fatuidad (mi insipiencia), más sí, soportadme:
2 Æmulor enim vos Dei æmulatione. Despondi enim vos uni viro, virginem castam exhibere Christo. Estoy celoso de vosotros con celo de Dios. Os he desposado con
un único varón, como un virgen casta os he mostrado a Cristo.
San Pablo, puesto que sus adversarios hacen alarde de lo ellos que son, se verá obligado, como un fatuo, a mostrar sus “credenciales”
y sus “títulos”, a mostrar lo que él es. En su caso, él no lo hará por vanidad o fatuidad, sino para cerrar la boca y poner en su lugar a los
“súper-apóstoles” y falsos ministros de Cristo. San Pablo, aquí, también manifiesta la pureza que él desea tengan sus hijos, sus fieles:
Que sean muy puros y castos como una virgen presentada para Cristo.
Luego dirá que él teme que sean engañados por el diablo y que pierdan la simplicidad y la sencillez que tenían antes; y que con toda
tranquilidad acepten una falsificación del Catolicismo (como nos ha pasado hoy con el Concilio Vaticano II). Y esto gracias a la labor de
los “súper-apóstoles”, falsos ministros, los cuales predican a otro Cristo (a un Cristo falsificado) y otra doctrina que no es la de la Iglesia
Católica. Nuevamente, hoy diríamos “La Religión del Concilio Vaticano II” y “la Iglesia del Concilio”.
Pero al igual que ellos, los corintios, al recibir sin problema estas falsificaciones, no nos engañemos:
Tanto entonces como hoy, los
simples fieles también tienen un cierto grado de culpa en todo esto que nos está pasando (por su comodidad, por la falta de interés en
formarse, por la incoherencia de nuestras vidas, vidas de malos católicos, por nuestros pecados, sin una vida santa).
Escuchemos:
3 Timeo autem ne sicut serpens Hevam seduxit astutia sua, ita corrumpantur sensus vestri, et excidant a simplicitate, quæ est in Christo. Temo que así como la
serpiente sedujo a Eva con su astucia, así se corrompan vuestras almas y salgan de la simplicidad, la cual es de Cristo.
4 Nam si is qui venit, alium Christum prædicat, quem non prædicavimus, aut alium spiritum accipitis, quem non accepistis : aut aliud Evangelium, quod non recepistis :
recte pateremini. Pues si alguien que llega predica otro Cristo distinto, el cual nosotros no hemos predicado, o si recibís otro espíritu que no habéis recibido,
u otro evangelio que no habéis recibido: Sin problema (“recte”) lo recibiríais (lo sufriríais).
Y ahora, y será el tema también del texto de la Misa, ya que los “súper-apóstoles” pretender ser una gran cosa, San Pablo tendrá que
sacar también sus “credenciales” para cerrarles la boca. Dice que son ministros del Demonio y que su fin será acorde a sus obras:
5 Existimo enim nihil me minus fecisse a magnis apostolis. Estimo que yo nada menos que los “súper-apóstoles” he hecho.
6 Nam etsi imperitus sermone, sed non scientia, in omnibus autem manifestati sumus vobis... Pues aunque [soy] tosco (imperito) en el hablar, no así en la ciencia;
ahora bien, en todas las cosas nosotros hemos sido transparentes (“manifestati”) ante vosotros…1
13 Nam ejusmodi pseudoapostoli sunt operarii subdoli, transfigurantes se in apostolos Christi. Estos “pseudoapóstoles” son trabajadores astutos, que se muestran
(se transfiguran) como apóstoles de Cristo.
14 Et non mirum : ipse enim Satanas transfigurat se in angelum lucis. Y no es asombroso, pues el mismo Satanás se transfigura (y se presenta) como ángel de luz.
Ahora comenzará el texto de la Misa de hoy con una larga enumeración de “títulos” de San Pablo, como el verdadero y gran apóstol
de Cristo, para hacer callar a los “súper-apóstoles” que lo criticaban, lo desacreditaban, y que querían tenerlo en menos, como si él
fuera menos importante que ellos.
Incluyo el versículo anterior, el cual no es de texto de la Misa.
Y aclaramos, antes de empezar a leer, que San Pablo usa mucho en
todos estos fragmentos una palabra en latín que es “insipientia” y un adjetivo que “insipiens”.
Estas palabras admiten varios significados. El más directo es como oposición a “sapientia” que es sabiduría, y como oposición a “sapiens” que es sabio.
Así, aquellas dos palabras se pueden traducir como ignorancia e ignorante respectivamente.
Pero es muy común verlas también como necedad y necio.
Aun así, en estos fragmentos de San Pablo, es muy común traducirlas como fatuidad (insipientia) y fatuo (insipiens). Y ése es el sentido que le hemos
dado en nuestra traducción. Por lo cual no viene mal, para todos, recordar lo que significan en español:
Fatuidad significa presunción, engreimiento, soberbia, vanidad, del que es fatuo; o también los dichos y las acciones propias de un fatuo.
Y fatuo, el adjetivo, significa la persona que se muestra engreído y vanidoso en su comportamiento, en su manera de hablar, etc.
Ahora sí, escuchemos el texto de la Misa:
18 Quoniam multi gloriantur secundum carnem: et ego gloriabor. Puesto que muchos se glorían según la carne (según las cosas de este mundo), yo también me gloriaré.
19 Libenter enim suffertis insipientes, cum sitis ipsi sapientes. Pues de buena gana vosotros sufrís a los fatuos, aunque vosotros mismos sois sabios.
20 Sustinetis enim si quis vos in servitutem redigit, si quis devorat, si quis accipit, si quis extollitur, si quis in faciem vos cædit. Pues soportáis si alguno os reduce a
servidumbre, si os devora, si os roba (si os despoja), si alguno os trata con altanería, si alguno os abofetea en la cara.
21 Secundum ignobilitatem dico, quasi nos infirmi fuerimus in hac parte. In quo quis audet (in insipientia dico) audeo et ego: Con falta de nobleza lo digo, como si
nosotros hubiésemos sido débiles en este punto. En lo que alguno [de ellos, de los súper-apóstoles,] se gloría (lo digo en fatuidad), yo también me glorío.
22 Hebræi sunt, et ego : Israelitæ sunt, et ego : semen Abrahæ sunt, et ego. Son hebreos; yo también. Son israelitas; yo también. Son descendientes de Abraham; yo también.
23 Ministri Christi sunt (ut minus sapiens dico), plus ego : in laboribus plurimis, in carceribus abundantius, in plagis supra modum, in mortibus frequenter. Son ministros de
Cristo; como menos sabio lo digo[como fatuo lo digo], más [que ellos] lo soy yo: [pues he estado] En muchísimos trabajos, en cárceles más
abundantemente, en azotes sin medida, en peligros de muerte con frecuencia.
24 A Judæis quinquies, quadragenas, una minus, accepi. De los judíos, cinco veces he recibido cuarenta [azotes] menos uno.
25 Ter virgis cæsus sum, semel lapidatus sum: ter naufragium feci, nocte et die in profundo maris fui, Tres veces fui azotado con varas; una vez fue lapidado; tres veces
naufragué; estuve una noche y un día en lo profundo del mar,
26 in itineribus sæpe, periculis fluminum, periculis latronum, periculis ex genere, periculis ex gentibus, periculis in civitate, periculis in solitudine, periculis in mari, periculis in
falsis fratribus: a menudo en caminos, con peligros de ríos, con peligros de ladrones, con peligros de parte de los de mi raza (de los judíos), con peligros de
parte de los gentiles (de los que no son de raza judía); peligros en la ciudad, peligros en despoblado; peligros en el mar; peligros entre los falsos hermanos:
27 in labore et ærumna, in vigiliis multis, in fame et siti, in jejuniis multis, in frigore et nuditate, en el trabajo y en la miseria; con muchos desvelos; con hambre y sed;
en muchos ayunos; en el frío y en la desnudez,
28 præter illa quæ extrinsecus sunt, instantia mea quotidiana, sollicitudo omnium ecclesiarum. más allá de estas cosas que son de lo exterior, cosas que me ocurren
cada día (“instantia mea quotidiana”), [tengo] la preocupación por todas las iglesias [por todos los fieles].
29 Quis infirmatur, et ego non infirmor? quis scandalizatur, et ego non uror? ¿Quién se enferma, y que yo también no me enferme? ¿Quién es escandalizado
[llevado al pecado], y que yo no monte en ira (“uror” en latín es “quemarse”, montar en ira, que a uno le hierva la sangre)?
30 Si gloriari oportet, quæ infirmitatis meæ sunt, gloriabor. Si es preciso gloriarse: en las cosas que son de mi enfermedad me gloriaré.
31 Deus et Pater Domini nostri Jesu Christi, qui est benedictus in sæcula, scit quod non mentior. El Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, el cual es bendito por
todos los siglos, sabe que no miento.
32 Damasci præpositus gentis Aretæ regis custodiebat civitatem Damascenorum ut me comprehenderet: En Damasco, el gobernador de la gente del rey Aretas
custodiaba la ciudad de los damascenos para atraparme.
Frente a esta enumeración de hechos y hazañas ocurridas: ¡Qué lección para nosotros, los sacerdotes, sobre qué debe uno estar
dispuesto a soportar y llevar adelante en el servicio de Dios, en el oficio de ayudar y salvar las almas, en sus tareas de sacerdote! ¡A
pesar del cansancio, y de todo lo demás! Y vemos cómo, muchas veces, nosotros no cumplimos bien con nuestros deberes o no tenemos
toda la generosidad que es necesaria para Dios, para el servicio de Dios Nuestro Señor Jesucristo.
Ahora vendrá la alusión a las revelaciones que Dios le hizo junto con un gran ejemplo de humildad, y el compartirnos algo
“misterioso” que le pasaba, y que era aparentemente permitido por Dios para que él no caiga en la soberbia:
(II Corintios, comienza el capítulo 12, que también es parte de la Misa hasta el versículo 9): 1 Si gloriari oportet (non expedit quidem), veniam autem ad visiones et
revelationes Domini. Si es preciso gloriarse (lo que no conviene en realidad), ahora bien, iré a las visiones y revelaciones del Señor.
2 Scio hominem in Christo ante annos quatuordecim, sive in corpore nescio, sive extra corpus nescio, Deus scit, raptum hujusmodi usque ad tertium cælum.
Conozco un
hombre en Cristo hace catorce años, (si en el cuerpo no lo sé, si fuera del cuerpo no lo sé, Dios sabe), [que fue] arrebatado hasta el tercer cielo.
3 Et scio hujusmodi hominem sive in corpore, sive extra corpus nescio, Deus scit: Y conozco este hombre (si en el cuerpo, si fuera del cuerpo no lo sé, Dios sabe):
4 quoniam raptus est in paradisum: et audivit arcana verba, quæ non licet homini loqui. Puesto que fue arrebatado hacia el paraíso, y oyó palabras secretas (“arcana
verba”: misterios, palabras secretas), las cuales no es lícito al hombre hablar.
5 Pro hujusmodi gloriabor: pro me autem nihil gloriabor nisi in infirmitatibus meis. Por estas cosas me gloriaré. Pero, por mí, de nada me gloriaré sino en mis enfermedades.
6 Nam etsi voluero gloriari, non ero insipiens: veritatem enim dicam: parco autem, ne quis me existimet supra id quod videt in me, aut aliquid audit ex me. Pues aunque
quisiera gloriarme, no sería fatuo, pues diría la verdad. Pero callo para que nadie me estime por encima de lo que en mí ve, o de mí oye.
7 Et ne magnitudo revelationum extollat me, datus est mihi stimulus carnis meæ, angelus Satanæ, qui me colaphizet. Y para que la grandeza de las revelaciones no me
envanezca [no he haga caer en vanidad y soberbia], me ha sido dado un aguijón de mi carne, un ángel de Satanás, que me abofetee.
8 Propter quod ter Dominum rogavi ut discederet a me: A causa de lo cual, tres veces he rogado al Señor que lo apartase de mí.
9 et dixit mihi : Sufficit tibi gratia mea : nam virtus in infirmitate perficitur. Libenter igitur gloriabor in infirmitatibus meis, ut inhabitet in me virtus Christi. y me ha dicho: Te basta mi gracia,
pues la virtud se perfecciona en la enfermedad. Por tanto, de buena gana me gloriaré en mis enfermedades, para que la virtud de Cristo habite en mí.
¿Qué era lo que tenía San Pablo en su cuerpo? Por lo que él mismo dice; por un lado, parece algún tipo de enfermedad o problema
corporal que padecía. Por el otro, parece algo “sobrenatural”, algo que un demonio, “un ángel de Satanás”, le hacía. Esto es un punto
misterioso. E inclusive algunos dicen que era algo de la concupiscencia (sería a modo de tentación).
Mons. Juan Straubinger dice:
Comentario a este versículo 7: “Un aguijón… como un dolor prolongado. Algunos entienden que el apóstol alude a una enfermedad o dolencia
física (cf Gálatas 4,13) [En Gálatas se nos dice:
13 Ya sabéis que cuando os prediqué la primera vez el Evangelio, lo hice en enfermedad de la carne,
14 y lo que en mi carne era para vosotros una prueba, no lo despreciasteis ni lo escupisteis, sino que me recibisteis como a un ángel de Dios, como
a Cristo Jesús]; otros piensan en la rebeldía de la concupiscencia de la que habla en Romanos 7,23
[En Romanos dice: 22 Cierto que me deleito en la
Ley de Dios según el hombre interior, 23 mas veo otra ley en mis miembros que repugna a la Ley de mi espíritu y me sojuzga a la Ley del pecado
que está en mis miembros. 24 ¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?].
Sea como fuere, lo que vemos es que a veces Dios puede permitir que sus ministros tengan algo humillante (corporal o sobrenatural)
que los mantenga en la humildad, para que la grandeza de nuestro ministerio, los dones, no nos haga caer en la soberbia y en el orgullo.
Y para ir concluyendo, ahora leemos algunos fragmentos que continúan después del texto de la Misa:
(San Pablo, II Corintios, capítulo 12 desde el versículo 10):
10 Propter quod placeo mihi in infirmitatibus meis, in contumeliis, in necessitatibus, in persecutionibus, in angustiis pro Christo:
cum enim infirmor, tunc potens sum. A causa de lo cual, me complazco en mis enfermedades, en los insultos [contra mí], en las necesidades, en las persecuciones,
en las angustias por Cristo: Pues cuando soy débil (“infirmor”), entonces soy fuerte (“potens”).
11 Factus sum insipiens, vos me coegistis. Ego enim a vobis debui commendari: nihil enim minus fui ab iis, qui sunt supra modum apostoli : tametsi nihil sum: Estoy hecho
un fatuo (“insipiens”), vosotros me obligasteis. Pues yo debí ser recomendado por vosotros, ya que en nada he sido menor que aquellos que son súperapóstoles
(“supra modum apostoli”). Aunque nada soy:
12 Signa tamen apostolatus mei facta sunt super vos in omni patientia, in signis, et prodigiis, et virtutibus... Sin embargo, los testimonios de mi apostolado fueron
realizados entre vosotros por toda mi paciencia, por los milagros y prodigios y por las virtudes…
14 cont. Non enim quæro quæ vestra sunt, sed vos... No busco vuestros bienes, sino a vosotros…
15 Ego autem libentissime impendam, et super impendar ipse pro animabus vestris: licet plus vos diligens, minus diligar... Yo gustosísimamente gastaré [cuanto
tengo], y además yo mismo me gastaré por vuestras almas, por más de que mientras más os ame, menos soy amado…
20 Timeo enim ne forte cum venero, non quales volo, inveniam vos : et ego inveniar a vobis, qualem non vultis : ne forte contentiones, æmulationes, animositates, dissensiones,
detractiones, susurrationes, inflationes, seditiones sint inter vos: Temo que acaso cuando yo vaya, no os encuentre como yo deseo; y [que] yo sea encontrado como
vosotros no queréis. [Temo] Que acaso haya entre vosotros peleas, envidias, animosidades, discordias, críticas, chismes, hinchazones, sediciones
21 Ne iterum cum venero, humiliet me Deus apud vos, et lugeam multos ex iis qui ante peccaverunt, et non egerunt poenitentiam super immunditia, et fornicatione, et
impudicitia, quam gesserunt. No sea que cuando yo vaya de nuevo, Dios me humille ante vosotros, y yo tenga que llorar por muchos de aquéllos que antes
pecaron y no hicieron penitencia por el pecado de impureza (en latín “immunditia” tiene significado de impureza y también del pecado impureza solo), por la fornicación, por
la falta de pudor que habían realizado.
Aquí tenemos (lo puse abreviado) la acusación de que él buscaba el dinero, y la hermosa respuesta que da: “No busco vuestros
bienes, sino a vosotros, y gustosamente gastaré todo lo que tengo y aun yo mismo me gastaré por vuestras almas”.
Buscaba, y nosotros
debemos buscar, almas: Las almas son lo importante; los bienes materiales no interesan.
Me hace acordar al hermoso lema de San Juan Bosco cuya fiesta, casualmente, es también hoy, domingo 31 de enero: “Da mihi ánimas, coetera
tolle”, “dame almas, quítame el resto” (quítame las demás cosas).
Asimismo, aquí está la reconvención o reprensión por no cambiar, por no hacer penitencia por los pecados, y San Pablo menciona
específicamente los pecados de lujuria. El último es el impudor, la falta de pudor, y allí entra el cómo se visten las damas.
Sirva esto para volver a recordar sobre las vestimentas: Venir con faldas (que no sean cortas; que bajen más allá de las rodillas); no traer ropas o
telas que tengan transparencias; no traer blusas o camisetas con escotes; no usar los chicles o los leguis; etc.
Por último, miren cómo debe ser un apóstol, todo lo que San Pablo hacía, todo lo que padecía, todo lo que debía llevar adelante.
Nosotros no llegamos ni siquiera a la parte más baja de su talón. Entonces, recen por nosotros, recen para que podamos ser buenos
sacerdotes, sacerdotes según Dios.
AVE MARÍA PURÍSIMA.