El Liberalismo es Pecado
Félix Sardá Salvany
Cristo Dios, con sin igual entereza, anatematizó la corrupción judaica,
y frente a frente de las más delicadas preocupaciones nacionales y religiosas
de su época, alzó la bandera de su
predicación y lo pagó con la vida. Los Apóstoles, al salir del Cenáculo el día
de Pentecostés, no se pararon en pelillos para echar en rostro a los príncipes
y magistrados de Jerusalén el asesinato jurídico del Salvador. Y les costó
azotes por de pronto, y luego la muerte, el haber tocado esa por aquellos días
tan candente cuestión.
A Atanasio le valió persecuciones, destierros, fugas, amenazas de
muerte, excomuniones de falsos concilios, la cuestión candentísima del Arrianismo
que en sus días tuvo en conflagración a todo el orbe. Y Agustín, el gran adalid
de todas las cuestiones candentes de su siglo, ¿acaso les tuvo miedo por su
incandescencia a los grandes problemas planteados por el Pelagianismo? Así de
siglo en siglo y de época en época, a cada cuestión candente, que saca
enrojecida de las fraguas infernales el enemigo de Dios y del género humano,
destinó la Providencia un hombre o muchos hombres, que como martillos de gran
potencia sacudieren de firme sobre tales errores candentes. Que martillar sobre
hierro candente, ese es buen martillar: no martillar sobre el hierro frío, que
es martillar de pura broma. Martillo de los simoníacos y concubinarios de
Alemania fue Gregorio VII; martillo de Averroes y falsos aristotélicos fue
Tomás de Aquino; martillo de Abelardo fue Bernardo de Claraval; martillo de
Albigenses fue Domingo de Guzmán: y así hasta nuestros días.
… tuvo sus cuestiones candentes cada siglo pasado, cuestiones candentes
y candentísimas debe de tener sin duda el siglo actual. Y una de ellas, la
cuestión de las cuestiones, es la cuestión del Liberalismo. Llámese
Racionalismo, Socialismo, Revolución, o Liberalismo, será siempre, por su
condición y esencia misma, la negación franca o hartera, pero radical, de la fe
cristiana, y en consecuencia importa evitarlo con diligencia, como importa
salvar las almas.
¿Y por qué sobre todas las demás herejías que le precedieron había de
tener cierto especial privilegio de respeto y casi de inviolabilidad el
Liberalismo? ¿Acaso porque en la unidad de su absoluta y radical negación de la soberanía divina las resume y comprende
a todas? ¿Acaso porque más que otra alguna ha extendido por todo el cuerpo
social su infección y gangrena? ¿Acaso porque en justo castigo de nuestros
pecados, ha logrado lo que algunas otras herejías no lograron, ser error
oficial, legalizado, entronizado en los consejos de los príncipes y
prepotente en la gobernación de los pueblos? No; que estas razones son
precisamente las que han de mover y forzar a todo buen católico a predicar y
sostener contra él, cueste lo que cueste, abierta y generosa cruzada.
A ese, a ese, que es el enemigo, a ese que es el lobo, hemos de estar
gritando a todas horas, siguiendo la
consigna del universal Pastor, los que más o menos hemos recibido del cielo la
misión de cooperar a la salud espiritual del pueblo cristiano.