Los años de la guerra,
1914-1918. Vocación de Marcel
Al dar inicio el curso de 1914 el colegio no contaba
con muchos profesores pues muchos de ellos (y a menudo los mejores) fueron
movilizados como capellanes. Para colmo de males, un sacerdote sustituto estaba
desequilibrado. Había un gran desorden en la clase y Marcel se sintió tan
indignado por todo esto que la madre se quejó ante los superiores.
“decididamente la injusticia, tanto en los juegos como en la dirección siempre
lo enojaba, decía Cristiane que relataba todo esto."
Marcel entró a sexto grado en octubre de 1915, tenía
un excelente nivel: obtuvo doce menciones en las calificaciones de julio de
1915. Ese año entro en la Congregación de los Santos Ángeles, grupo de piedad
organizado por los estudiantes de su edad y pronunció un acto de consagración a
los santos ángeles con su amigo Jacques Dumortier, Christian Laurent y George
Donze. El curso de 1916-1917 se interrumpido por la ocupación total del colegio
por el ejército alemán, a excepción de la capilla. Unos alumnos patriotas
fueron detenidos por faltas contra el ejército alemán, pero fueron liberados
gracias a la intervención de Padre Maurice Lehembre, profesor de alemán, quien,
en su alegato en buen alemán admiro a los jueces y logro rescatar a los
inculpados.
El curso escolar de 1917-1918, se dio fuera de los
muros de la escuela y fue decisivo para el desarrollo, espiritual, moral e
intelectual de Marcel, a la vez manifestó su valor y piedad yendo cada día,
antes de levantar el toque de queda, a Misa de seis de su confesor, el Padre
Desmarcheler. Una de esas tantas mañanas escapó de milagro de una patrulla
alemana que daba la sensación de esperarlo y que podría fácilmente haberlo
maltratado. En esas condiciones, ¿era conveniente continuar con esa práctica
piadosa? El padre solo se limitó a aconsejar a Marcel que pasara por otro lado,
por la calle Abottoir. ¿Acaso era más segura…? En todo caso Marcel hacia cada
mañana un acto de fe y de valor que Dios premiaría mas delante.
Cuando le preguntaron a la madre Marie Christiane el
momento que ella percibió la vocación de su hermano respondió: Creo que la tuvo
siempre.
Un día cuando estudiaban sus lecciones en la punta de
la mesa del comedor, ella le preguntó a quemarropa:
_¿Qué piensas hacer el día de mañana? ¿Qué quieres
decir? Pero me dí cuenta que no me revelaría nada o que no haría más que
burlarse de mí, y continúe
_ ¿Piensas ser sacerdote?
_ ¡Ah!, más que eso
_ ¡No querrás ser obispo!
_Pues si San Pablo dice que eso se puede desear.
_! Así que quieres se obispo!
_ ¡Ah¡ más que eso.
_En todo caso no puedes ser Papa, porque ahora solo
los italianos son Papas.
_ ¡Entonces casi Papa!
_ ¡Entonces casi Papa!
Pero el tono era de broma, y me callé, despechada.
Curiosamente, ¡no acababa de descubrir lo que sería después si quererlo ni
pensarlo siquiera?
El buen Padre Louis Desmarchelier ayudó a que el joven
descubriera su vocación, desde el curso de cuarto grado en el que fue su
profesor principal (1917-1918) Marcel admiraba la clase de su maestro e hizo de
ella un modelo. ¿Tubo Marcel su parte en ello?, se preguntaba Christiane.
Así
se cree francamente a la vista de sus resultados: primeros premios en
aplicación y en ejercicios de griego (materia nueva), segundo premio en
oratoria clásica y unas diez menciones de honor, entre ellas la segunda en
instrucción religiosa. Al final del año escolar toda la clase se unió para
hacer una petición al superior, que su profesor continuará con ellos en el curso del tercer grado, petición que
fue aceptada. El padre Demarchelier, fue el director espiritual de la mayor
parte de los alumnos y, como instrumento de la gracia, de diez o doce alumnos de las dos clases,
solamente dos contrajeron matrimonio, y todos los demás entraron en diversas
órdenes religiosas.
En octubre de 1918 Turcoin se vió libre de las tropas
alemanas y las clases volvieron a las aulas. De esta manera, Marcel continúo el
tercero con su querido director espiritual. Este fue su mejor año, dado que
recibió 14 menciones especiales, tres eran primeros premios: en latín, griego y
una segunda mención en matemáticas. Entró en la Congregación de la Santísima
Virgen del Colegio. La lectura de los
informes detallados de las reuniones muestra en él un verdadero esmero por
formarse en la religión católica y en la devoción a la Virgen explicando, por
ejemplo, el sentido de las fiestas marianas.
Su adhesión a la congregación mariana, llego a ser
asistente del consejo en 1918-1919, consejero en 1920 y prefecto en 1922-1923.
También se hizo miembro de la Cruzada Eucarística, cruzado en 1920 y llevaba su
insignia con orgullo: “Reza, comulga, sacrifícate, se apóstol”, era el exigente
lema de la cruzada y Marcel lo práctico generosamente tanto en la escuela como en casa.
LOS AÑOS DE MADURACION,
1920-1923
Alumno del Padre Belle
Después de un modesto curso de segundo grado, Marcel
Lefebvre entro en el primer grado de retorica en la sección literaria del Padre
Belle. La fotografía tomada por Tourte Petitin muestra al joven, con los brazos
cruzados, vestido de uniforme; su rostro es pálido y apacible, con una mirada
interior y ligeramente maliciosa. Nada revela las dificultades que Marcel tenia
por entonces con sus estudios cuyo testimonio lo daban sus mediocres
resultados.
Sin embargo,
Maurice Belle, profesor de retorica, impresionaba en clase: “Piensa, vibra, se
apodera de sus oyentes para hacerlos pensar y vibrar con él”. Entonces donde se
debe buscar su mediocre situación en los estudios, seria en la acción, sabemos
que no era la acción lo que le faltaba, miembro de varias congregaciones,
Entonces ¿Cómo explicar sus dificultades escolares? ¿Crisis de adolescencia?
Tampoco puede ser ese su problema pues su actividad es incesante, las
reuniones, las obras de caridad y su disponibilidad constante. Ese año cumplió
15 años, Marcel experimentó con seguridad un crecimiento demasiado rápido y a
la vez un agotamiento mental. Pero sobre todo sufría por la enfermedad de su
madre, que padecía el mal de Pott.
El mal de Pott es una enfermedad que se
produce en la columna vertebral que degenera los huesos y se deforman
produciendo un dolor indecible o indescriptible (aportación del Dr. Víctor Arízaga). Desde abril de 1920 hasta
mayo de 1921 se vió obligada a permanecer en cama, encerrada en un corsé de
yeso, excesivamente sensible viviendo como Jesús en la cruz, y sin embargo con
el rostro radiante y su alma unida a Dios. ¡Qué ejemplo de sufrimiento
cristiano para Marcel! No obstante el sentía con dolor la incapacidad de su
madre como para ocuparse de los suyos.
El primero de Julio, con todo, presentó la primera
parte de su examen, pero lo reprobó y tuvo que repetir el curso. En esta nueva
repetición del primer grado su padre se vió muy reconfortado por sus resultados
que contenía nueve menciones de honor con un segundo premio de excelencia; su
tercera mención en matemáticas, con lo cual Marcel demostraba sus habilidades
en todas las materias, tanto científicas como humanísticas.
Asistía como consejero a las reuniones de la congregación
de la Santísima Virgen, cuyas actas redactadas por Georges Donze, revelaba que
un viento de reforma agitaba entonces a la Congregación. EL TRECE DE FEBRERO DE
1922, Donze se preguntaba, ¿Qué es un congregante?, y primero “se ponía a
refutar las ideas erróneas; no es ni un funcionario de la policía secreta, ni
un censor de sus compañeros, sino ante todo un alumno, y un alumno solidario
con sus compañeros”.
Marcel Lefebvre parecía ser insensible a esta mala
retorica, Manifestó su parecer en la reunión del 12 de junio, el informe del
secretario comenzaba con estas palabras: “Tres formas de reprimir el mal,
particularmente las malas conversaciones: No aprobar, abstenerse de sonreír o
de consentir, Protestar, Advertir al propio director…En caso de libros malos”.
Tenemos aquí a un adolescente que no dominaba el arte
de la exposición oral, pero que no toleraba el desorden del mal ejemplo y se
esmeraba por ayudar al ejercicio de la autoridad.
UN FILÓSOFO ROBUSTO.
En octubre de 1922 Marcel ingresó a la clase de
filosofía. El Padre Joseph Deconinck, su profesor, había sido alumno del Padre
Lagrange, O.P. en Jerusalén. En 1912 preparaba una tesis de Sagrada Escritura
cuando comprendió que dicha tesis lo iba a enfrentar con las autoridades de la
Iglesia (que procuraban erradicar el modernismo): el Padre Deconick quemó entonces su trabajo. Esa actitud de sumisión, ¿bastaba para convertir al padre
en un formador de inteligencias? En todo caso, según testimonio de sus alumnos,
el Padre Deconinck se dedicó mas bien a formar la “afectividad”.
Con esa intención, tomo dos años seguidos el camino de
Verdum con sus alumnos para llevarlos al lugar donde se había distinguido como
capellán de su regimiento de zuavos. “Quiero hacerles comprender cuál fue el
sufrimiento de esos hombres en Douamont, en la trinchera de las bayonetas”,
decía. Los alumnos quedaban impresionados por la larga caminata entre los hoyos
de los obuses, buscando huesos de soldados para llevarlos al osario. Los
jóvenes estudiantes se aficionaron mucho a la filosofía “científica” que
enseñaba el Padre Deconinck, pero era en “psicología y metafísica donde
sobresalía Marcel con primera mención de honor por encima de su amigo Jacques
Dumortier; consiguió otras menciones especiales pero la primera fue ¡el primer
premio de gimnasia de su sección! Un buen físico y buenos músculos, ¿no era ya
una predisposición para la vida misionera? Pero el joven gimnasta parecía también
interesarle el teatro, según el relato de su hermana Bernardette: “El domingo
por la tarde, a las cuatro, papá, Christiane y yo asistiremos al polieucto. Es
increíble la cantidad de gente que irá a verla. Marcel va a ser un pontífice:
debe derramar agua sobre Pelieucto.
Un actor sobre bastidores cantara por él.
El debe simular que canta. Y, efectivamente, se pudo ver a Marcel Lefebvre,
“bautizar” a Cristian Laurent, mientras que Robert Lepoutre hacia de Félix, e Hipólito
Scalabre, de Pauline.
LOS EXALUMNOS DEL PADRE
DECO.
Sus amigos más relevantes para Marcel Lefebvre en las
clases de primer grado y del último fueron, además de George Donze, de quien ya
se hablo, (que llego a ser sacerdote y luego fue rector del Seminario de Lille
y cayó en el campo del honor en Boulogne el 26 de mayo de 1940), Geroge
Leclercq, futuro rector de las facultades católicas de Lille y Enri Duprez,
industrial, miembro activo de la “burguesía cristiana” y luego fundador de la Unión
Sindical Patronal de Roubaix-Turcoing, cuyo secretario seria Jacques Dumortier.
Los alumnos de filosofía de los cursos en que el Padre
Deconinck enseño en Turcoing (1921.1923) conservaron la amistad con su maestro
y entre ellos una amistad muy profunda que dió como resultado una
asociación llamada “los alumnos del
Padre Deco y además crearon un boletín interno. La lista de 1945 registraba
cincuenta y cinco miembros, de los cuales ya habían fallecido trece, veintiocho
eran sacerdotes y religiosos: entre ellos había cuatro misioneros, un trapense,
dos dominicos y un jesuita. Tal era la admirable de ese colegio que, aun
respetando la libertad de cada alumno, lograba dar los mismos frutos que un
seminario menor, como señalaba Monseñor Lefebvre, con la ventaja de colocar
eficazmente a los laicos en la vida. Y todo esto gracias a que el colegio de
Turcoing contaba en aquella época con treinta y cinco profesores sacerdotes.
AL SERVICIO DE LOS POBRES.
Desde que empezó a repetir curso Marcel había
ingresado en la Conferencia de San Vicente de Paul del colegio, fundada para
“llevar a los pobres una ayuda material, pero al mismo tiempo establecer y
mantener entre los miembros relaciones de verdadera caridad y fraternidad”.
Cuando el Padre Deconinck llego al colegio, anexo a la
Conferencia un círculo de estudios, que él dirigía. Muchas actas de la reunión
son encantadoras; redactadas por un alumno, muestran una gran libertad de
espíritu y un sano humor en la manera de cómo unos miembros consideraban a
otros. Marcel, secretario interino (16 de noviembre de 1922), daba cuenta de la
intervención de su compañero Albert Strée sobre las causas de los conflictos
sociales (la huelga había sido casi total en turcoing) en los meses precedentes
de septiembre y octubre).
El Padre Deconinck hizo el balance de la
situación al fin de la exposición situando el origen de las luchas “en la mala
organización del siglo XIX , causada a su vez por la disolución de las antiguas
organizaciones profesionales”, pero cuando la discusión llego a los remedios,
solo propuso “seguir la opinión pública y encontrar un acuerdo cordial entre
ambas partes” (patronos y obreros), en vez de llegar lógicamente a la conclusión
de que había que reconstruir, adaptándolas al tiempo actual, las asociaciones
profesionales. ¿No se ve aquí claramente una falta de fe en la eficacia de los
principios?
Marcel, de espíritu practico, no se contento con las
tesis del circulo Ozanam, se sentía mas agusto con sus pobres a los que se
dedico desde 1921. De 19222-1923 llego a ser vicepresidente de la conferencia
de San Vicente de Paúl, y como tal hizo un llamamiento en las páginas del Chez
nous, revista interna del colegio, a la generosidad de sus compañeros para que
colaboraran con una pequeña limosna dominical, ropa usada o calzado demasiado
estrecho para donarla a los pobres. Igualmente, organizo su tiempo libre para
visitar a sus pobres, informándose a través de los sacerdotes sobre quiénes
eran los más desamparados y asignándolos a sus asociados. “Un pobre paralitico
de ambas piernas estaba deprimido y sin trabajo. Marcel lo visito, puso en
orden su casa, le consiguió los clientes y le devolvió la alegría de vivir”
Marcel nunca se vanaglorio de lo que hacía. En
Lourdes, a donde a veces acudía en peregrinación con su familia, se ponía en
total disponibilidad del Conde de Beaucham, presidente del hospital, para ser
camillero. Su caridad era eficaz, pero discreta.