VIDA Y OBRAS DE MONSEÑOR LEFEBVRE
ORIGENES
La familia Watine (hogar de Gabriele) era exitosa industrialmente hablando perteneciente al patriciado del norte. Hijo de Philippe Watine-Meurisse, Louis Watine (1814-1883), fabricante de Roubaix, se había casado con Élise Wattine, de Turcoing, nieta de Pierre Wattines-Dewavrin(1749-1812) que fue arquitecto y alcalde de Tourcoing en 1800. Su segundo hijo Louis Watine (1848-1919), fabricante de telas y vicepresidente de la caja de ahorros, seria para su mujer, Gabrielle Lorthiois, a quien tomo como esposa el 27 de junio de 1874, un guía seguro y un sólido apoyo.Optimismo
realizador y fe católica militante, tales son los rasgos destacados de la
familia Lorthiois que llegó a ser legión, porque los Lorthiois-Duquennoy (1748-1810)
contaban en 1940 con mil doscientos descendientes, entre los cuales había
sesenta sacerdotes, religiosos y religiosas
distribuidos por los cinco continentes. De este linaje bendecido por
Dios nació en 1855 Gabrielle Lorthiois siendo la duodécima de los trece hijos
de Floris Lorthiois fabricante de tapices en Tucoing y de María Van Dooren, su
esposa era veinte años menor que su esposo.
Dos de las
hermanas de Gabrielle entraron en la vida religiosa, y si bien ella misma no
recibió la vocación divina, tuvo el consuelo de ver que trece de sus nietos se
consagraban a Dios. La terciaria franciscana de Roubaix, de la que era
presidenta, estaba lejos de absorber su actividad, a paso enérgico recorría las
calles para procurar ayuda y trabajo para numerosas comunidades religiosas.En el hogar
activo de Louis Watine y Gabriele Lorthiois, Dios suscitó un alma selecta, la
madre de Monseñor Lefebvre, Gabrielle Watine. Cierto es que “el alma de un
sacerdote se forja en las rodillas de su madre” por lo tanto conocer el alma de
Gabrielle Watine nos permitirá adivinar la de Monseñor Lefebvre.
Gabrielle
Watine nació en Roubaix el 4 de julio de 1880, siendo la cuarta de siete hijos.
Desde que era una joven escolar se sintió llevada a la piedad sin vacilar,
uniendo los hechos a la oración y arrastrando a sus compañeras. Se le puede
retratar con tan solo dos palabras: era hija del deber.La vida
familiar estaba impregnada de la fe, oración, espíritu de sacrificio y celo por
mitigar las miserias del prójimo. Gabrielle Watine respondía generosamente a la
energía de su madre y daba buen ejemplo. Visitaba con su madre las familias de
los obreros de la industria textil y a los pobres de la conferencia de San
Vicente de Paúl: no hay experiencia más hermosa que las viviendas ruinosas y
rostros pálidos de los pequeños anémicos.A los
dieciséis años Gabrielle fue enviada al internado de las hermanas bernardinas
de Esquermes, en Lille, de donde era religiosa su tía, sor Marie-Clotilde
(Clara Lorthiois). Durante su estadía en el internado manifestó “humor estable,
energía sonriente, simpatía, modestia y delicadeza” su personalidad se afirmaba
en las discusiones de ideas, que mantenía con ánimo sin querer ceder por
debilidad.
Terminados sus
estudios, Gabrielle Watine dudaba sobre su futuro. ¿Sería religiosa? Tras
reflexionar, orar, y consultar a Monseñor Fichaux, su director espiritual, se
decidió por el matrimonio.
EL
HOGAR FAMILIARLos complejos
industriales, en el norte, pesaban mucho en las relaciones y alianzas
familiares y, en cierta manera, podrían influir en la elección de los jóvenes
al matrimonio pues el patronazgo textil estaba tejido de una relación
permanente y estrecha entre los negocios y la familia, aunque no se negaba
cierta espontaneidad.Ahora bien, el
criterio moral y religioso no era menos importante porque también ellos dejaron
sentir su peso dado que un vicario de Notre-Dame de Tourcoing dio fe de las
cualidades morales de René Lefebvre quien lo presento a la familia. René
Lefebvre era un año y medio mayor que su futura esposa. Esbelto, alto, cabello
castaño, de ojos azules y mirada dulce, nariz recta y fino bigote. Dotes
naturales, además de los morales, que le valieron su rápida aceptación tanto
por los padres como por Gabrielle Watine. Ambos dieron su consentimiento
matrimonial el 16 el abril de 1902 en la iglesia de San Martin de Roubaix ante
el Párroco Bertaux.Los recién
casados tomaron como destino de su viaje de bodas a Lourdes, en virtud que René
era camillero voluntario desde 1897, ante la virgen de la Gruta, luego Roma,
donde recibieron la bendición del Papa León XIII. De vuelta a Tourcoing, el joven matrimonio se
estableció en una modesta casa de calle Leverrier, una calle discreta con
sobrias fachadas de ladrillo rojo y ventanas impecablemente alineadas que
respondía con exactitud al urbanismo racial y ordenado de la región.
EL
SANTUARIO FAMILIAREl primogénito
nació el 22 de Enero de 1903 y recibió el nombre de su padre, luego vino Jeanne
en 1904. Marcel llego al hogar el 29 de noviembre de 1905, demasiado tarde para
ser Bautizado ese mismo día. Fue al día siguiente, en la fiesta de san Andrés,
el apóstol crucificado amante de la cruz del Salvador, cuando el niño fue
llevado a la fuente bautismal de la iglesia de Notre-Dame, por su tío, Louis
Watine-Duthoit y su tía Marguerite Lemaire-Lefebvre, se le pusieron los nombres
de Marcel François Marie Joseph, como en toda familia del norte: François,
naturalmente, por estar entre familia de terciarios franciscanos; y Marcel para
vengar la reclusión ignominiosa de San Marcelo en Roma, cuya caballeriza-
prisión había impresionado a la Sra. Lefebvre.
La madre
inmediatamente bautizaba a sus hijos aunque no estuviera recuperada del todo,
la familia acudía sin ella a la iglesia, y solo al regreso aceptaba tomar en
brazos al bebé, renacido a la vida divina y adornado con la gracia
santificante. Cuando abrazo a Marcel, se sintió iluminada por una de esas
intuiciones habituales en ella, y dijo: “Este
desempeñara un gran papel en la Iglesia junto con el Santo Padre”.Persuadidos
que el futuro de una patria católica del fecundo matrimonio cristiano, los
esposos Lefebvre-Watine se rodearon de una hermosa corona de niños. Bernardette
nace en 1907, de quien predijo la madre “será un signo de contradicción”, y de
hecho fue la futura sor Marie-Gabrielle al fundar junto con su hermano la Congregación
de las Hermanas de la Fraternidad San Pío X; luego Christine, la última de los
“cinco mayores” de quien predijo la madre que sería carmelita e incluso fue la
reformadora del Carmelo tradicional. Finalmente vinieron al hogar Joseph en
1914 y Marie-Térese en 1925.La madre de la
familia era un alma profundamente espiritual y extremadamente apostólica:
recordemos dos rasgos de su fisonomía moral, que heredaría Marcel. Enfermera
diplomada de la Crus Roja, dedicaba un día y medio de la semana cuidando a los
enfermos del dispensario, realizando el trabajo que desagradaba a los demás. Su
marido y ella formaban parte de la Conferencia de San Vicente de Paúl, pero su
mayor apostolado lo hacía en la tercera orden franciscana: convertida en
presidenta del discretorio de Tucoing, bajo su impulso la fraternidad de las
“hermanas” de la tercera orden recluto hasta ochocientos miembros, con maestras
de novicias escogidas por ella y también promovió los retiros cerrados.Dirigida
espiritualmente por el Padre Huré, montfortiano, su alma se elevo a una vida de
unión constante con Jesucristo; practicaba la oración y la lectura espiritual;
viril y magnánima se ejercitaba en la mortificación y la renuncia, en 1917 hizo
el voto de lo más perfecto..Continuará