EL SANTO ABANDONO
EL SANTO ABANDONO
“Toda nuestra perfección –dice San Alfonso- consiste en el amor de
nuestro Dios infinitamente amable; y toda la perfección del amor divino
consiste a su vez en la unión de nuestra
voluntad con la suya… Si deseamos, pues, agradar y complacer al corazón de
Dios, tratemos no sólo de conformarnos
en todo a su santa voluntad, sino de unificarnos
con ella, de suerte que de dos voluntades no vengamos a formar sino una sola…
Los santos jamás se han propuesto otro objeto sino hacer la voluntad de Dios,
persuadidos de que en esto consiste toda la perfección de un alma.
A ejemplo de nuestro amado Jesús, no veamos sino la voluntad de su Padre
en todas las cosas; que nuestra única ocupación sea cumplirla con fidelidad
siempre creciente e infatigable generosidad y por motivos totalmente
sobrenaturales. Este es el medio de seguir a Nuestro Señor a grandes pasos y
subir junto a Él en la gloria…
Es verdad que Dios dispone de los seres racionales respetando su libre
albedrío. Pueden, pues, oponer su voluntad a la suya, y parece que la tienen en
jaque. Mas en realidad, la resistencia de unos y la obediencia de otros le son
conocidas desde toda la eternidad, y las tuvo en cuenta al determinar sus
planes; halla en los recursos infinitos
de su omnipotente Sabiduría la mayor facilidad para cambiar los obstáculos en
medios, a fin de hacer servir a nuestro bien las maquinaciones que el infierno
y los hombres traman para perdernos. Obrad como queráis, es necesario que la
voluntad de Dios se ejecute; os dejará obrar según vuestro libre albedrío,
reservándose el dar a cada uno según sus obras; mas todos los medios que podáis
emplear para eludir sus designios, El sabrá hacerlos servir para el
cumplimiento de estos mismos. “Entonces, ¿qué podemos temer?, ¿qué no debemos
esperar siendo hijos de un Padre tan rico en bondad para amarnos y en voluntad
para salvarnos, tan sabio para disponer los medios convenientes a este fin y
tan moderado para aplicarlos, tan bueno para querer, tan perspicaz para
ordenar, tan prudente para ejecutar?
Jamás pongamos en duda el amor de Dios para con nosotros. Creamos sin
titubear en la sabiduría, en el poder de nuestro Padre que está en los cielos.
Por numerosas que sean las dificultades, por amenazadores que puedan
presentarse los acontecimientos, oremos, hagamos lo que la Providencia exige, aceptemos
de antemano la prueba si Dios la quiere, abandonémonos confiados a nuestro buen
Maestro, y con tal conducta, todo, absolutamente todo, se convertirá en bien de
nuestra alma. El obstáculo de los obstáculos, el único que puede hacer fracasar
los amorosos designios de Dios sobre nosotros, sería nuestra falta de confianza
y de sumisión, porque Él no quiere violentar nuestra voluntad. Si nosotros por
nuestra resistencia hacemos fracasar sus planes de misericordia, suya será en
todo caso la última palabra en el tiempo
de su justicia, y finalmente hallará su gloria. En cuanto a nosotros, habremos
perdido ese acrecentamiento de bien que Él deseaba hacernos. (Continuará)