TRATADO DE LA CONFIANZA CRISTIANA CONTRA EL ESPÍRITU DE PESIMISMO Y DESCONFIANZA Y CONTRA EL TEMOR EXCESIVO
III Creer sin esperar no es propiamente creer como cristiano, sino creer
como demonio.
1. La fe y la esperanza son dos virtudes tan
estrechamente unidas entre si, que en la Santa Escritura la fe muchas veces se
toma por esperanza y la esperanza por la fe; y el defecto o falta de esperanza
se llama incredulidad. De aquel numero infinito de miserables que recurrirán a
la bondad de Jesucristo para pedirle el remedio de sus males, no leemos en la
historia del Evangelio, que ni a uno solo haya negado lo que deseaba. Mas antes
de conceder estas gracias, vemos que acostumbraba a exigir de ellos la fe como
disposición necesaria; o después de haberles concedido lo que deseaban,
declaraba que su fe los había salvado. Pero Jesucristo no quería dar a
entender, que aquella fe que les pedía y escuchaba, solo era una simple
persuasión de su poder infinito, sino que también entendía o comprendía la
confianza en su bondad omnipotente.
2. Entonces no se debe separar le esperanza
de la fe cristiana: porque Dios no se da a conocer por la fe, sino con el fin
de que esperemos en su Majestad. "Señor
todos aquellos que conocen vuestro nombre, esperan en vos"
¿Qué de cosas admirables no ha hecho el Señor conocer a nuestros padres,
mandándoles la noticia de ellas a sus hijos, para que pongan en Dios su
confianza"?
3. En el símbolo, que tantas veces rezamos
los cristianos y la mayor parte tan mal, con precipitación, sin devoción
afectuosa y aún muchas veces sin atención, aunque todas las palabras sean otros
tantos actos de fe sobre los principales misterios de la religión; en el
Símbolo, repito, no decimos: Yo creo en
un Dios, tampoco decimos: Yo creo a
Dios; sino: Creo en Dios. Y esta
expresión significa, según la explicación que dan los teólogos después de los
SS. Padres, el movimiento de un alma que camina y se eleva a Dios, como al
soberano bien al que desean unirse, en el cual esperan encontrar su descanso
perpetuo; y que dice por las disposiciones secretas e íntimas de su corazón,
como el profeta: Mi felicidad es estar
unida con Dios, poner mi esperanza en él, que es el Señor,
el Dios de mi corazón y mi herencia por toda la eternidad"
Esta es propiamente la fe de los cristianos. Esto es creer como tales;
creer esperando. Esto es por lo que el Símbolo es llamado por los Padres el
Símbolo de nuestra esperanza. No podemos pronunciar las primeras palabras del
credo, sin hacer una profesión solemne de que confiamos en Dios, como que es
nuestra primera y mas esencial obligación.
4. Mas creer sin esperar, es fe de demonios.
Creer que hay un solo Dios, un solo Jesucristo y todos los demás misterios,
también los demonios lo creen; y no
creen sino que se estremecen. Pero lo
que distingue la fe de los verdaderos cristianos de la fe de estos espíritus
malignos es la esperanza; pues creyendo los demonios que Dios ha enviado a
Jesucristo al mundo para atormentarlos y perderlos, los cristianos creemos que
ha venido para salvarnos.
IV. Faltar a la confianza en Dios, según los Padres, es una especie de
idolatría.
1. Mucho tiempo ha que los ídolos de madera,
de piedra o metal se destruyeron en el mundo y se demolieron los templos de los
falsos dioses de paganismo; pero en lugar de estos ídolos materiales, el diablo
ha sustituido otros mas espirituales. Según S. Agustín y S. Bernardo, los
cristianos que se representan a Dios de otro modo que es y forman de Él una falsa
idea, se forman un ídolo en el corazón y se hacen un dios falso en vez del Dios
verdadero: formant sibi idolum pro Deo.
Aquellos que en medio de sus pecados se figuran a Dios como si no tuviese mas
que bondad sin justicia y esperan que continuando en vivir violando sus
mandamientos y los de la Iglesia, Dios no los dejará de salvar y no castigará
sus excesos, se forjan un ídolo y hacen en su corazón un Dios falso en lugar
del verdadero, pues es muy diferente de lo que se figuran. Si es infinitamente
bueno, es infinitamente justo. Si nos hace experimentar cuan rico es en
misericordia con aquellos que sinceramente se convierten dejando sus delitos,
también deja sentir su rigor de su justicia a los que no los dejan.
2. Mas los que están siempre agitados por la
desconfianza y las inquietudes, mirando a Dios como un juez severo que solo
tiene rigor y justicia y es inexorable en las menores faltas (como que si no
buscase nadamás ocasiones para perder a los hombres), se forjan también otro
ídolo en si mismos por la falsa idea que se forman del Dios verdadero, porque
Él es muy diferente a como ellos se lo imaginan. Si es infinitamente justo, es
también infinitamente bueno. Castiga, si, a los que perseveran en sus pecados,
porque es justo; pero perdona a todos aquellos que se convierten, porque es
bueno. Castiga y tiene misericordia; pero con esta diferencia, que castiga con
repugnancia y porque le obligan a ello, y perdona, a nuestro modo de hablar,
por su propio genio: De nostro justus, dice
un Padre de la Iglesia, de suo
misericors.
No encuentra en sí, sino en nosotros, el porque de su justicia;
pero encuentra sino en sí y en fondo infinito de su bondad los motivos que le
hacen ejercitar su misericordia: porque perdonando y teniendo misericordia es
como luce de manera particular su omnipotencia. "Deus, qui omniptenctiam tuam parcendo maxime, et miserando
manifestas"
¡"Oh, cuan grande es la misericordia del Señor! Y su bondad en perdonar a
los que se convierten a él, porque no todo se puede encontrar en los hombres":
Porque los hombres no son perfectos y, por lo tanto están llenos de defectos y
pecados. "Tanto como el cielo se
eleva sobre la tierra, otro tanto afirma su misericordia sobre los que le
temen. Tanto como el oriente está separado del occidente, tanto ha alejado de
nuestras iniquidades. Así como un padre tiene una tierna compasión de sus
hijos, así el Señor se compadece de los que le temen; porque él mismo conoce la
fragilidad de nuestro origen, y se ha acordado que nosotros somos polvo, pero
la misericordia del Señor es ab aeterno, y se mantendrá eternamente sobre los
que le temen"
3. Luego los que le temen y se esfuerzan en
testificar su fidelidad, huyendo de todos aquellos pecados que matan al alma de
un golpe, y que no obstante por los pecados, que los mas justos no pueden
enteramente evitar entre las tentaciones de esta vida, están con turbación, con
espanto, con desconfianzas perpetuas; ¿no deben temer el forjarse un ídolo por
la falsa idea que se forman del Dios verdadero? San Juan dice:
"que el que no ama, no conoce a
Dios: es igualmente cierto decir, que el que no espera, no conoce a Dios.
"Todos aquellos que no quieren convertirse a Dios, o que no estando ya
convertidos no esperan en su misericordia, no le conocen: porque sin duda no
permanecen en esta desconfianza, sino porque se representan a Dios como duro y
severo, siendo a mi misma piedad, como duro e inexorable, el que está lleno de
misericordia; como cruel y terrible, el que es infinitamente amable: y en esto
la iniquidad, según la expresión del profeta, se miente a sí misma y se forma
en lugar de Dios un ídolo que no es el mismo Dios"
continuará