FIESTA DE SAN JOSÉ (19 DE MARZO)
Varios Padres de la Iglesia y teólogos han dicho
que la Sagrada Familia es la Trinidad Terrestre, al ser un reflejo de lo que es
la Santísima Trinidad.
Las relaciones internas entre las 3 personas de la Santísima Trinidad nos
pueden dar una idea de las relaciones que existieron entre los 3 miembros de la
Sagrada Familia.
La unión de Jesucristo y San José tenía que reflejar lo más perfectamente
posible aquella unión substancial de Dios Padre con Dios Hijo.
Esta unión era necesaria para que San José fuera el protector del Verbo
de Dios, de sus palabras, sus misterios, su humanidad, su sacerdocio, su
Santísima Madre, especialmente el misterio de su sacrificio que ya comenzaba a
vislumbrarse.
Por ello es que San José estaba absorbido totalmente en Dios, para actuar según
Dios por medio de la gracia.
San José era dócil al Espíritu Santo, a su misión que le dio Dios Padre, acerca
de su Paternidad virginal para con el Hijo de Dios.
San José tenía una humildad inefable, ya que vivía en la presencia de Dios, del
Verbo Encarnado. Su conocimiento profundísimo de Dios y de las Sagradas
Escrituras iba a la par de su Amor y por lo tanto de su profundísima humildad.
Su contacto físico con Jesús por 30 años le hizo ser tan humilde que no se
registra de él ni una sola palabra en las Sagradas Escrituras.
San José no es un santo ordinario. El es el Padre virginal de Jesucristo
Nuestro Señor, el Esposo de la Bienaventurada Virgen María, Padre y
Patrón de la Iglesia Universal y de cada uno de nosotros. Su rol es único en
todos y en cada uno de los aspectos de la Redención, de la salvación de
nuestras almas.
San José es más que los apóstoles, es el Padre de los apóstoles. Por 3 años
Jesucristo preparó a los 12 apóstoles para su misión de inicial la Iglesia,
pero para alistar a San José para su rol de guardián y Padre de la Iglesia
Católica necesitó de 30 años.
San José y Jesús estuvieron íntimamente unidos en la oración, en sus
pensamientos, trabajos, deseos y sufrimientos. San José es quién enseñó al Niño
Jesús las virtudes naturales varoniles, aquellas virtudes que Jesús practicaría
en su Pasión y Muerte. San José poseía la ciencia de la Cruz en un grado
eminentísimo. Y eso tenía que ser así ya que Jesús y San José compartieron
todo, como lo harían cualquier buen padre con su hijo, y todo buen hijo para
con su padre. Juntos gobernarían a la Iglesia, juntos sufrirían por ella,
juntos cuidarían a su tesoro más grande: La Santísima Virgen María.
San José compartía con Dios Espíritu Santo sus títulos de Padre de Jesús y
esposo de la Bienaventurada Virgen María y por ese mismo hecho estaba lleno del
Espíritu Santo.
Por decreto eterno, San José estaba llamado a convertirse en el Padre virginal
de Dios Hijo. Apropiándose con todo derecho el título que muy pocos se han
dignado usar de considerar a San José como el “Padre de Dios a través de su
esposa, la Virgen María”.
Pero la contribución más grande de San José fueron sus sufrimientos. El sólo
saber que su Hijo era Dios y verlo sufrir, le martirizaba el alma. Jesús no
podría dejar de compartir su Cruz con José. Y era imposible que a San José le
fuera indiferente lo que pasaba por el alma de Jesús. Los 2 que vivían tan
íntimamente unidos en el amor y tan sensibles al sufrimiento. Uno al otro, como
2 amigos que nunca han existido, se consolaban, imitaban y fortalecían uno al
otro.
El solo ver a Dios sufrir desde su nacimiento cada día… Cuando sabemos que el
consuelo más grande de los santos es el saber que Dios nunca sufre, que es
eternamente feliz…. Pero San José no tenía este consuelo…
Sabes que “No hay mayor amor que el que da su vida por sus amigos”…
esto fue la vida de San José por Jesús, María… y ¡nosotros!
San José como buen carpintero de oficio y del alma, fue una Cruz viviente,
aquella misma que enseñó y que pasó como estafeta a Jesús después de su muerte
como su última voluntad…
Así es como Jesucristo paso de la cruz de los brazos fortísimos y amorosos de
su Padre San José, a los brazos inefables de la Cruz…. Misterio único e
inefable…
Padre Rafael OSB
Las relaciones internas entre las 3 personas de la Santísima Trinidad nos pueden dar una idea de las relaciones que existieron entre los 3 miembros de la Sagrada Familia.
La unión de Jesucristo y San José tenía que reflejar lo más perfectamente posible aquella unión substancial de Dios Padre con Dios Hijo.
Esta unión era necesaria para que San José fuera el protector del Verbo de Dios, de sus palabras, sus misterios, su humanidad, su sacerdocio, su Santísima Madre, especialmente el misterio de su sacrificio que ya comenzaba a vislumbrarse.
Por ello es que San José estaba absorbido totalmente en Dios, para actuar según Dios por medio de la gracia.
San José era dócil al Espíritu Santo, a su misión que le dio Dios Padre, acerca de su Paternidad virginal para con el Hijo de Dios.
San José tenía una humildad inefable, ya que vivía en la presencia de Dios, del Verbo Encarnado. Su conocimiento profundísimo de Dios y de las Sagradas Escrituras iba a la par de su Amor y por lo tanto de su profundísima humildad. Su contacto físico con Jesús por 30 años le hizo ser tan humilde que no se registra de él ni una sola palabra en las Sagradas Escrituras.
San José no es un santo ordinario. El es el Padre virginal de Jesucristo Nuestro Señor, el Esposo de la Bienaventurada Virgen María, Padre y Patrón de la Iglesia Universal y de cada uno de nosotros. Su rol es único en todos y en cada uno de los aspectos de la Redención, de la salvación de nuestras almas.
San José es más que los apóstoles, es el Padre de los apóstoles. Por 3 años Jesucristo preparó a los 12 apóstoles para su misión de inicial la Iglesia, pero para alistar a San José para su rol de guardián y Padre de la Iglesia Católica necesitó de 30 años.
San José y Jesús estuvieron íntimamente unidos en la oración, en sus pensamientos, trabajos, deseos y sufrimientos. San José es quién enseñó al Niño Jesús las virtudes naturales varoniles, aquellas virtudes que Jesús practicaría en su Pasión y Muerte. San José poseía la ciencia de la Cruz en un grado eminentísimo. Y eso tenía que ser así ya que Jesús y San José compartieron todo, como lo harían cualquier buen padre con su hijo, y todo buen hijo para con su padre. Juntos gobernarían a la Iglesia, juntos sufrirían por ella, juntos cuidarían a su tesoro más grande: La Santísima Virgen María.
San José compartía con Dios Espíritu Santo sus títulos de Padre de Jesús y esposo de la Bienaventurada Virgen María y por ese mismo hecho estaba lleno del Espíritu Santo.
Por decreto eterno, San José estaba llamado a convertirse en el Padre virginal de Dios Hijo. Apropiándose con todo derecho el título que muy pocos se han dignado usar de considerar a San José como el “Padre de Dios a través de su esposa, la Virgen María”.
Pero la contribución más grande de San José fueron sus sufrimientos. El sólo saber que su Hijo era Dios y verlo sufrir, le martirizaba el alma. Jesús no podría dejar de compartir su Cruz con José. Y era imposible que a San José le fuera indiferente lo que pasaba por el alma de Jesús. Los 2 que vivían tan íntimamente unidos en el amor y tan sensibles al sufrimiento. Uno al otro, como 2 amigos que nunca han existido, se consolaban, imitaban y fortalecían uno al otro.
El solo ver a Dios sufrir desde su nacimiento cada día… Cuando sabemos que el consuelo más grande de los santos es el saber que Dios nunca sufre, que es eternamente feliz…. Pero San José no tenía este consuelo…
Sabes que “No hay mayor amor que el que da su vida por sus amigos”… esto fue la vida de San José por Jesús, María… y ¡nosotros!
San José como buen carpintero de oficio y del alma, fue una Cruz viviente, aquella misma que enseñó y que pasó como estafeta a Jesús después de su muerte como su última voluntad…
Así es como Jesucristo paso de la cruz de los brazos fortísimos y amorosos de su Padre San José, a los brazos inefables de la Cruz…. Misterio único e inefable…