Cuenta Santa Teresita del Niño Jesús que oyó hablar de un famoso criminal llamado Pranzini, condenado a muerte por crímenes horrendos. El criminal, que había oído en la cárcel su sentencia de muerte, no quería arrepentirse de su vida pasada; no quería confesarse y, por tanto, hacía temer su eterna condenación.
Santa Teresita, que entonces contaba unos catorce años de edad, con el candor y pureza de su alma, llegó a interesarse inusitadamente por Pranzini. Y queriendo ella librarle de la muerte eterna, ofreció a Dios los infinitos méritos de Jesucristo y los tesoros de la Santa Iglesia. Ella estaba persuadida de que por sí misma no lograría nada. Todo lo confiaba en el Amor y en la Misericordia de Cristo en la Cruz. Sintió un convencimiento íntimo de que Pranzini se iba a arrepentir. Mas con el fin de cobrar ánimos para proseguir en la conquista de las almas, hizo esta sencilla oración:
«Dios mío, tengo la completa seguridad de que perdonáis al desdichado Pranzini: lo creería aunque no se confesase ni diese señal alguna de contrición; tanta es mí confianza en vuestra misericordia Infinita. Pero, Señor, es el primer pecador que os encomiendo; por tanto, os suplico que me concedáis tan sólo una señal de su arrepentimiento únicamente para consuelo de mi alma.»
Su oración fue atendida al pie de la letra. Pranzini salió de la cárcel y fue llevado al cadalso; cuando subió a él no llevaba en su corazón ningún sentimiento de arrepentimiento. Los verdugos lo cogieron, lo llevaron a la guillotina, para poner su cabeza en ella. Cuando, de pronto, Pranzini se para y, tocado de la gracia divina, se vuelve rápido, va donde el sacerdote que estaba cerca de él, le coge el crucifijo que tenia entre las manos y besa por tres veces sus sagradas llagas. Pranzini se había convertido. A los pocos momentos era colocado en la guillotina y su cabeza cortada caía al cesto.
Cuando al día siguiente. Santa Teresita del Niño Jesús leyó en el periódico la conversión de Pranzini lloró de emoción y de agradecimiento a Dios.
Dichoso Pranzini, que tuvo a una criatura tan pura y tan buena que pidiera por él. Esta es la maravillosa comunión de los santos.