Oración que rezaban los cristeros después del rezo del Santo Rosario:
“Jesús misericordioso mis pecados son más que las gotas de Tu
Preciosísima Sangre que derramaste por mí. No soy digno de pertenecer al
ejército que defiende los derechos de Tu Iglesia y que lucha por Ti.
Quisiera nunca haber pecado para
que mi vida fuera una ofrenda agradable a Tus Divinos ojos. Lávame de mis
iniquidades y límpiame de mis pecados
por tu Santa Cruz, por tu muerte, por tu Madre Santísima de Guadalupe.
¡Perdóname! No he sabido hacer penitencia por
mis pecados, por eso quiero recibir la muerte como un castigo merecido por
ellos. No quiero luchar, ni vivir, ni morir sino sólo por Ti y por tu Santa
Iglesia.
Madre mía de Guadalupe, acompaña en su agonía a este pobre pecador,
concédeme que mi último grito en la tierra y mi primer cántico en el Cielo sea: ¡Viva Cristo Rey!