Leyendo la vida de San Francisco e Asís, se admira el
imperio que tuvo sobre los animales y aves del cielo, y se reconoce ser un don
de los muchos que le fueron otorgados por su insigne santidad y heroicas virtudes.
San Buenaventura refiere, que cierto día estando el Santo
en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles, una persona tuvo a bien
regalarle una ovejita, y la recibió con mucho agradecimiento, porque le complacía
ver en ella la imagen de la mansedumbre. Después de recibida, mandó San
Francisco a la ovejita que atendiese a las alabanzas que se tributaban a Dios,
y no turbase la paz de los religiosos con sus balidos. El animal como si
hubiese entendido al Siervo de Dios, Observaba con fidelidad su mandato, pues
tan pronto como oía el canto de las divinas alabanzas en el coro, se aquietaba,
y si alguna vez se metía en la capilla, quedábase inmoble en un rinconcito sin
causar la menor molestia.
Pero lo
prodigioso era ver como después del rezo divino si se celebraba el santo
sacrificio de la Misa, al tiempo de elevar el sacerdote la sagrada Hostia, la
ovejita sin ser enseñada de nadie se ponía de pie e hincaba las rodillas en
señal de reverencia a su Señor. San Francisco de Asís murió en el año 1226, y la
iglesia le conmemora el día 4 de Octubre.
(San Buenaventura, Vida de San Francisco de Asís)