Card. Rampolla Mason
El plan masónico de la infiltración de la Iglesia para destruirla es real, los decretos del concilio Vaticano II son la consumación teórica y práctica de la revolución anticristiana en el plano religioso, planeada por los enemigos de Dios y de su Santa Religión.
El modernismo, cloaca de todas las herejías, encuentra su falsa legitimidad en este concilio. Es falso creer que los prelados de la iglesia oficial tienen buena voluntad y que son la Iglesia Católica, eso sería negar la realidad misma de la que algunos se precian entender. La iglesia oficial y sus prelados no recogen con Cristo, solo desparraman; están contra Cristo y contra los dogmas de la religión Católica única verdadera. Quien no defiende a la verdadera Iglesia de Nuestro Señor esta en contra de ella.
El acuerdismo de la FSSPX, la traición de la Fraternidad San Pedro y de otras comunidades Ecclesia Dei son el ejemplo de aquellos que mediante concesiones al enemigo le facilitan la victoria, la cual para los modernistas, naturalistas, relativistas, humanistas, masones, comunistas; es el aniquilamiento de todo lo relacionado con la religión Católica.
No nos hagamos ilusiones defendiendo a medias la Fé y a la Iglesia. Este el momento de decir junto con Santo Tomás vayamos también nosotros con El y muramos con El.
Tomas Moro
El canónigo Roca (1830-1893), iluminista y excomulgado, habló en sus escritos de una reforma de la Iglesia por medio de un concilio en unos términos que describen con gran exactitud lo sucedido desde los años sesenta. Roca habla de una «iglesia iluminista y renovada», y predice: «la nueva iglesia, que no deberá conservar nada de la doctrina escolástica ni de la forma original y tradicional de la iglesia precedente, será objeto no obstante de consagración y jurisdicción canónica por parte de Roma». Sorprende la precisión con que predice la reforma liturgica posconciliar: «El culto divino, según las reglas específicas de la liturgia, los ritos y normas de la Iglesia Romana, no tardarán en ser transformados gracias a un concilio ecuménico que restablecerá la venerable sencillez de la edad dorada de los apóstoles, de conformidad con la civilización moderna y los dictados de la conciencia. [Mediante este concilio] se llegará a un acuerdo perfecto entre los ideales de la civilización moderna y el ideal de Cristo y su Evangelio. Será la consagración del Nuevo Orden Social, y el bautismo solemne de la civilización moderna.» Con respecto al Papado, escribe: «Se trata de realizar un sacrificio que representa un acto solemne de expiación. [...] El Papado caerá; será asesinado con el cuchillo consagrado que habrán forjado los propios padres del último concilio. El Papa-césar es una hostia (víctima) destinada al sacrificio.» Con términos igual de entusiásticos, Roca predice nada menos que «una nueva religión, un nuevo dogma, un nuevo ritual, un nuevo sacerdocio». Define cómo serán los nuevos sacerdotes «progresistas» y habla de la supresión de la sotana y del celibato sacerdotal.